Iglesia y Sociedad

Reflexiones sobre la obediencia

30 Jun , 2008  

“Esta vez sí me moviste el tapete…” fueron las palabras del difunto Padre Pastor Escalante, quien fuera párroco de la iglesia de Fátima durante muchos años. Lector asiduo de esta columna, con cierta frecuencia me comentaba sus impresiones de acucioso y crítico lector. Era difícil “moverle el tapete” a un presbítero católico que durante tantos años, a contracorriente, se arriesgó a opinar en temas delicados -como la compatibilidad entre cristianismo y socialismo- y que fuera impulsor de movimientos claves en la pastoral social yucateca, como las cooperativas de ahorro y crédito conocidas como Cajas Populares, las mismas que, alejándose de sus orígenes, han terminado por convertirse en bancos de intereses bajos y lucro no tan bajo.

El comentario del Padre Pastor había surgido en ocasión de un artículo en el que yo sostenía que Jesús no había sido obediente, al menos no en el sentido que lo entendemos ahora. El tema me ha vuelto a la cabeza ahora que ando en la lectura del libro “La Seducción de la Virgen” (Fondo de Cultura Económica, México 2007), biografía del P. Félix de Jesús Rougier, fundador de varias congregaciones religiosas, escrita por el conocido poeta y columnista de la revista Proceso, Javier Sicilia.

El Padre Félix, después de una serie de circunstancias que sería largísimo reseñar, descubre en su discernimiento cristiano que Dios lo llama a fundar una congregación distinta de aquella en la que militaba. Sus autoridades inmediatas, no solamente no aprueban su discernimiento, sino que multiplican las trabas, hasta llegar a prohibirle ciertas amistades y sacarlo del país (sí, exiliarlo) por cerca de diez años. El P. Félix se sujetó a la decisión de sus autoridades inmediatas. Después de esos diez años, terminó por conseguir el permiso necesario y fundó lo que hoy es la extendida congregación de los Misioneros del Espíritu Santo.

La anécdota tiene, desde luego, varias lecturas. Algunas arengas sobre la virtud de la obediencia, -que escucho siempre de parte de los que mandan, claro, no de los que obedecen- sostienen que es la obediencia de Félix la que habría hecho fecunda su obra. Y estoy de acuerdo en ello, pero me temo que no en el mismo sentido que los arengadores lo afirman.

La decisión de las autoridades que exiliaron al P. Félix se ha manifestado, sometida a la prueba de los años, como una decisión que, en lenguaje bíblico llamaríamos “satánica”. Sí, porque pretendiendo representar la voluntad de Dios, en realidad se convirtieron en adversarios de ella (que no otra cosa quiere decir la raíz hebrea de la que deriva la palabra Satán). Lo que logró que la voluntad de Dios se realizara fue mucho más la tenacidad del P. Félix, su fidelidad a su conciencia, que su simple obediencia, es decir, el hecho de que durante más de diez años no cediera en lo que él consideraba correcto. Sólo por la acuciosa labor investigativa de Sicilia he conocido el nombre del pobre hombre que ordenó el destierro del P. Félix, de la misma manera que casi nadie conoce el nombre de quien condenó a la hoguera a Giordano Bruno o de quien presidía el comité vaticano que condenó las teorías de Galileo, condenas por las que, cientos de años después, hemos tenido que pedir público perdón.

En fin, que la obediencia no deja de ser una virtud polémica. Y lo es porque, mal entendida, puede convertirse en instrumento del poder autoritario, en cuyo caso no es ya virtuosa ni evangélica, desde mi punto de vista. En el caso de Jesús, por ejemplo, la obediencia al proyecto de hermandad que él anunció usando la categoría político-teológica de “Reinado de Dios”, lo llevó a ser muy, pero muy desobediente con respecto a la religión de su tiempo y sus representantes autorizados. Es más, la vida de Jesús podría leerse mucho más fácilmente, aunque con menos hondura, desde la desobediencia que desde la obediencia. Con esto quiero decir que sus desobediencias están a flor de página en el evangelio, mientras que su obediencia se sitúa en el nivel de sus intenciones más hondas y requieren una mirada más penetrante, como la que alcanzó san Pablo en Filipenses 2,5-11.

Se dice que la virtud de la obediencia nos libra de un pecado grave: creer que el fin (cumplir la voluntad de Dios) puede alcanzarse sin mediaciones humanas. Ya lo decía Hegel: “La impaciencia pide algo imposible: quiere alcanzar el fin sin los medios”. El problema es que, en el caso concreto de la obediencia, las mediaciones tendrían que ser muchas, no solamente una. Que en la historia de la organización de la iglesia hayamos reducido (hasta identificarlos en la práctica) el discernimiento de la voluntad de Dios a la sujeción ciega a la opinión de una persona, por mucha autoridad que le reconozcamos, ha sido muy conveniente para quienes detentan el poder, pero devastador para el ejercicio de la libertad y la madurez de la conciencia cristiana.

Creo que un cristiano/a tiene que estar abierto/a a las múltiples voces por las que Dios nos manifiesta su voluntad. En primer lugar, para ser fieles a nuestra identidad, a Cristo y a su proyecto de humanidad. Están también los signos de los tiempos, la comunidad, el grito de los pobres, los cambios de mentalidad, las necesidades urgentes,… y también la opinión de quienes han recibido de la comunidad la función de ejercer la autoridad. Todos estos elementos han de confluir en el ejercicio de un discernimiento evangélico.

Hablar, pues, de la obediencia como un absoluto y sin ningún matiz es ignorar lo que ya nos recordaba alguien con mucha más sabiduría que yo: “La verdadera obediencia no es la obediencia de los aduladores, que evitan todo choque y ponen su intangible comodidad por encima de todas las cosas. Lo que necesita la Iglesia de hoy y de todos los tiempos no son panegiristas de lo existente, sino hombres en quienes la humildad y la obediencia no sean menores que la pasión por la verdad; hombres que den testimonio a despecho de todo ataque y distorsión de sus palabras” (Joseph Ratzinger, El verdadero pueblo de Dios, Herder, Barcelona 1972 p. 293).

Raúl Lugo Rodríguez


20 Responses

  1. bernardo boffil dice:

    padre Raul he tenido el gusto de escuchar sus conferencias (2) y sus homilias. ud me regreso a casa con Dios y Maria. estoy muy agradecido con ud. quisiera unos consejo para unas acciones que quiero llevar a cabo. quedo de ud.

  2. Juan Ferraéz dice:

    Escribe tu comentario aqui
    Obedecer a veces duele, sobre todo cuando no se quiere ser parte de dañar al prójimo.Claro que esto sin saberlo, pues a veces se toman desiciones sin pofundizar en la realidad de los pueblos y sin un profundo dialogo

  3. miguel gonzalez hernandez dice:

    Como obedecer y ser parte de la injusticia cuando se es consciente de ella?

    Somos libres, Dios nos dio este regalo, tan preciado es que ni Él nos lo quita, porque habría de hacerlo alguien mas?…

  4. Marcelo Euan dice:

    Obededecer y desobediencia ambas se dan juntas, obedeces a alguien y desobedeces al otro, es decir o obedeces lo divino, infinito, lo eterno, y desobedeces lo inmediato, terrenal, finito y limita, o viceversa, esta entre obedecer lo bueno o obedecer lo malo, ambos son mutuamente excluyentes es uno u otro. Yo creo fielmente que Jesús fue obediente de lo bueno, de la voluntad de su Padre, y desobediente de lo malo, Yo creo que en todo de lo que desobedezcamos a la iglesia, debemos estar seguros a travéz de la biblia que no desobedecemos a Dios, porque Jesucristo todo lo que critico de esa Iglesia, no lo basaba en pensamientos de aristoteles o alguien más siempre defendio sus palabras con La Torá, es por eso que aunque querian no lo mataron antes, hasta que se cumplió lo escrito en la misma Torá, si no tenemos base(como es la biblia) nunca sabremos si estamos obedeciendo o no lo bueno.

  5. Carlos Díaz dice:

    Gracias por tomar como referencia a Nuestro Padre Félix de Jesús Rougier. Ciertamente su ejemplo de vida nos debe animar porque fue un hombre que no perdió la esperanza aún cuando le tocó vivir diversas pruebas.

  6. Mary Jaret Arreola Valerio dice:

    Ser obediente es uno de nuestras virtudes que debemos poner en practica tanto como con nuestros padres como con las demas personas que nos rodean y tambien con la sociedad. Ya que aquella persona que no es obediente con sus padres o con las demas personas cai mal y eso no da algo bueno de que hablar. Buno eso es lo que yo pienso, piensenlo.

  7. Arturo dice:

    Resulta alentador que haya alguien como «josué» que pueda descifrarnos las intenciones ocultas del Padre Raúl en sus escritos y en sus acciones, aunque francamente y a pesar de esta luz (la de josué), no me resulta «muy claro» los conflictos de poder que ve; tal vez, tan premeditado tiene el P Raúl en todo lo que dice y hace, que más bien parece ser una persona, conocedora en lo intelectual, abierto a la crítica (y a la pluralidad, por supuesto), con un compromiso radical hacia los desfavorecidos y enaltece las virtudes del ser humano (unos y otros). Que tendrá sus defectos, bueno, alce la mano el que no.

    Por otro lado, me parece que cuando el P Raúl habla de la desobediencia de «Nuestro Señor Jesucristo», es ante todo, ante el poder terrenal establecido en su tiempo, no desobediencia ante su (nuestro) Padre. Así que el primer párrafo de Alfonso G., no aplica ni se puede deducir a mano limpia (esto es, sin mala intención) de este artículo. Además, mantener el sano hábito de discernir, no creo que atente contra la iglesia de Cristo, aunque sí contra la caricatura de religión que los poderosos de ayer y de hoy, quisieran hacer pasar.

    Sobre sus supuestas «autojustificaciones pseudo literarias para seguir en rebeldìa contra su Obispo» no me consta. Ahora bien, si hiciera algo incorrecto deben haber los canales para encauzarlo. Imagínate Alfonso que tú fueras el Padre Alfonso, pero tu Obispo sea un pederasta, y te conste, pero siga en funciones porque nadie lo ha denunciado, o que la única intención de tu Obispo fuera «llegar a Roma» como fuera posible, aliándose con quien tenga que hacerlo (quizá políticos corruptos, violadores, manipuladores de la justicia) para conseguirlo, en lugar de asumir su misión como verdadero pastor ¿qué harías? ¿antepondrías la obediencia a ultranza como la planteas ahora o tomar un poco del sano discenimiento? ¿o no quieres imaginártelo?

    Creo que antes de atacar a las personas, hay que discutir sobre las ideas, eso puede ser enriquecedor. ¿Por qué no mejor en otra participación tuya, rebates, si quieres y puedes, sobre el caso de Giordano Bruno, de Servet o de Galileo castigados por la Iglesia (la de Cristo o la estructura de poder)? ¿O sobre Teilhard de Cardin o Hans Kung? ¿ Será también que sólo han sido egocéntricos? En busca del Amor y nodel odio, como propones Alfonso, sería mejor centrarse en las ideas, no en las personas; si a eso se le añade un poco más de información y menos de hígado, muchísimo mejor. Gracias

  8. josué dice:

    es muy claro que el Padre Raúl tiene conflictos de poder, que de lo que realmente habla no es de falta de pluralidad, sino de que otros ejercen el poder y no lo aprueban a él.
    Creo que es adicto al reconocimiento y que tiene un ego desmedido. Sin embargo, sus enseñanzas para muchos han sido valiosas, vitales.
    Y como diría un personaje de cine, queremos a los demás por sus cualidades, los amamos por sus defectos.
    Es refrescante una crítica sesuda al Padre Raúl, seguro le caerá MUY BIEN un baño de realidad.

  9. Alfonso G. dice:

    Si Nuestro Señor Jesucristo fuera lo que tu afirmas en este escrito, seguramente antes que aceptar el caliz de la pasión en el huerto de los olivos, antepondría sus derechos humanos a la Pasión. Igual sucedería con Moisés y con la Virgen María.

    La obediencia es ante todo a Dios, y Dios da autoridad a los que mandan. Todos en este foro hablan como si fueran de los de abajo, de los que solo reciben órdenes. Que fantasiosos, empezando por el P. Raúl Lugo.

    Haciendo un discernimiento, puedo concluir que Dios me pide desobediencia a la Iglesia que Cristo mismo fundò? que absurdo.

    Tan absurdo como sus autojustificaciones pseudo literarias para seguir en rebeldìa contra su Obispo.

    ¿Porque Juan Diego va con Fray Juan de Zumàrraga?, ¿porquè San Francisco de Asis visita al Papa?, por que Dios no les pide a ellos brincarse a su autoridad como supone el Padre Lugo le pide Dios en estos momentos brincarse a su Obispo?.

    Bla bla bla, todas son excusas, y ninguna bandera por bonita que la pinten, justifica la desobediencia. Ni sus ideas de Teologìa Marxista, o sus desviaciones de la realidad que le hacen creer que sòlo el cinco porciento de la poblaciòn vive en una familia normal. Demasiada exposiciòn a los casos especiales de moral, afectan a cualquiera.

    Pero le recuerdo que si existen familias normales, que si existen hijos normales y que son la mayorìa, no nos quiera someter a la dictadura de las minorìas!.

    Si sigues sintiendo que Dios te Pide acercarte a la teologìa marxista, atacar a las familias normales en pro de las uniones homosexuales, el aborto la eutanasia y demàs pasando por encima de la autoridad de tu Obispo y de la comuniòn con Roma, como tu maestro boff, es tiempo de que apliques tus severos cuestionamientos pero a tu propio método, que revises si ese discernimiento realmente puede venir de Dios y que frutos estas dando al respecto. El pecador necesita del examen de conciencia, perdón, arrepentimiento y propósito de enmienda, para salvar su alma, no que le escribas una cortina de humo para que sienta que ya no peca y es moderno, y que en ese tenor muera tranquilo en la falacia profunda de su laxa conciencia.

    Eres todo un martir Padre Lugo, la poderosa Iglesia con los que mandan te aplasta, unete al PRD si no es que ya lo hiciste y cuèntales como tu logras los reflectores para crecer al hombre en soberbia y alejar al sacerdote, al otro cristo que obedece al Padre en TODO momento. El mismo nos lo enseña con el Padre Nuestro y con toda su vida. Pero es facil para ti escabullirte, querer ser otro Cristo en el sentido de cabeza de la iglesia, no en el sentido que Cristo nos enseñò, de Servicio a los demàs, de poner la otra mejilla, de las bienaventuranzas y del respeto a la autoridad. Hasta al Cèsar respetó. Pero no me enfrascarè en tus argucias literarias. Sòlo pido a la Virgen Marìa que te cubra con su manto y a los ángeles del cielo para que en batalla te libren de tus terribles tentaciones que empiezan por Escándalo, siguen por la Rebeldía y se entronan en la Soberbia que ciega todo intento de humildad.

    Eres Sacerdote para toda la vida, consagrado a Cristo estas, y por esa dignidad tan trascendente rogarè por ti y por mi para que DIos te libere de la materia para que te enfoques en el Amor y no en el Odio como método para conocer la realidad.

    Dios te bendiga Padre Raùl.

  10. Noemí Avilés Marín (Mimosa) dice:

    ¡Qué difícil!. Por eso:

    «El problema no es/ si te buscas o no más problemas…». «… enemigo del imperio/ y amigo de la palabra…». (ya que) «la prisión se eleva/ la prisión del hombre…». (y hay que seguir) «…jugando travesuras/acaso multiplicar panes y peces…» (porque) «sólo el amor engendra la maravilla…» (y) «…el problema, Señor,/será siempre sembrar amor»

  11. Waltter Lopez dice:

    En estas discusiones entre la obediencia ciega y la conciencia, este texto siempre es valioso como faro de luz…..no dicen nuestros hermanos que vivieron el Holocausto: olvidarlo es repetirlo

    Saludos desde la Florida para mi amigos de Yucatan

    First they came for the Jews
    and I did not speak out
    because I was not a Jew.
    Then they came for the Communists
    and I did not speak out
    because I was not a Communist.
    Then they came for the trade unionists
    and I did not speak out
    because I was not a trade unionist.
    Then they came for me
    and there was no one left
    to speak out for me.

    – Pastor Martin Niemöller

  12. Regina Carrillo R.-Valenzuela dice:

    Creo que hay un vínculo inevitable entre este artículo y «La Palabra dentro de las palabras». Ayer, en ambiente bohemio, tuve la oportunidad de escuchar este artículo «a dos voces» y recordé de inmediato cuando alguien me dijo: Entre el derecho y la justicia, la justicia; entre la justicia y la caridad…la caridad.
    Gracias, Raúl.

  13. Ricardo Pech George dice:

    Yo no se qué decir. Eso del discernimiento es muy delicado. ¿Cómo saber si se está haciendo lo correcto? Sobre todo si hay reglas y cosas que se nos piden hacer.
    Y es mas difícil aún cuando se descubre que no debemos seguir ciertas líneas, aquí lo que hace falta es valor. Creo que todos hemos estado en una situación parecida, a veces no tan trascendental pero lo suficiente para movernos ese tapete que tanto cuidamos. Ya quisiera tener yo un poco de esa fuerza para dejar de ser parte del sistema. Un abrazo a todos.

  14. Fidel Aarón May Iuit dice:

    «La obediencia ha de ser fruto del amor,
    no del interés y del miedo»
    Saludos Raúl!
    gracias por compartir tus escritos y tus reflexiones por medio este.

  15. Bartolomé Tuz Mut dice:

    Estimado P. Raúl, ante todo mis felicitaciones por tu artículo sobre la obediencia. Me ha gustado mucho. Para los que tienen que mandar, no les gustará para nada sobre todo cuando no tienen en cuenta a la persona humana y se apela a la obediencia ciega. En tonces hay que procurar que la obediencia no se convierta en adulación. Felicitaciones. P. Bartolomé.

  16. Carlos Escoffié (kalycho) dice:

    Probablemente, de todos los escritos publicados en esta página, sea el que más me ha “movido el tapete”. Acabo de leerlo y creo que mis ideas no están lo suficientemente aterrizadas para poder dejar un comentario concreto. Escribiré para pensar “en voz alta”.

    Las leyes o reglas (o cualquier otro sinónimo para los medios de prevención, dirección e incluso coacción de la conducta humana) son necesarios para evitar el caos. La anarquía sería estéril en una sociedad civilizada o que, al menos, pretende serlo. Sin embargo, debemos recordar que no todo lo legal o permitido es justo. Innumerables ejemplos a lo largo de la historia (muchos aún vigentes para nuestra pena) lo demuestran. Es en este punto cuando vale la pena aprender a romper las reglas. Mimosa nos decía que en la literatura antes de romper las reglas hay que conocerlas. Lo mismo sucede en los lineamientos de un organismo, grupo, país o lo que fuere. Hay que diferenciar objetiva y analíticamente las normas, interpretarlas, descubrir su motivación para después poder definir si vale la pena romperlas.

    Una forma de resumir el extenso párrafo anterior: se es obediente a los fines y objetivos de las normas, no a las normas en sí. Las normas son el medio, por lo que no pueden ser contrarias al fin. Si así lo fueren, es cuando hombres y/o mujeres con carácter deciden reformar lo establecido. Lo complicado es el proceso de discernimiento y de análisis, por que uno a veces puede convertirse en lo que combate.

    Gracias por dejarme pensando un buen rato, supongo que seguiré pensando en ellas un buen tiempo. Espero llegar a nuevas conclusiones después de meditarlo un poco más. Perdón por extenderme. 😛

  17. Josefina I Cervera A. dice:

    En una sociedad que busca la plenitud. del goce de los derechos humanos y civiles, solo puedo pensar el concepto de obediencia en cuanto cumplir la ley, obedecer reglas para la mejor convivencia.En cuanto catolicos, obedecer los 10 mandamientos y ser catolico es una eleccion.Si somos ciudadanos libres, de que otra obediencia hablar? Acaso los curas no pueden ejercer sus derechos civiles?algo asi como negar su condicion humana pensante?

  18. Arturo Caballero B dice:

    Este asunto de la obediencia en estructuras de instituciónes como la Iglesia o el Ejercito a mi entender nos coloca ante una definición ética en un Estado de Derecho como sería la de reconocer y respetar la voluntad y pasión del pueblo que se decide legitimamente a desafiar las leyes con base en las cuales es oprimido y así desata una revolución. ¿Estaré en lo correcto al interpretar en este sentido la cita que Ud. hace del ahora Papa Benedicto XVI? Gracias por sus siempre inquietantes escritos.

  19. Raúl Moguel Erosa dice:

    La obediencia sin la capacidad de humildad y/o sin capacidad de criterio, puede hacer a la acción tan grande en pecado como lo sería la desobediencia en el justo acto de ser parte de un plan divino.

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