Iglesia y Sociedad

La homofobia, prejuicio asesino

18 May , 2009  

Ojalá fuera solamente un asunto de declaraciones. O una simple discusión de principios morales. O un conflicto de visiones religiosas en pugna. Ojalá así fuera. Pero no es así. La homofobia mata. No solamente en un sentido figurado. Mata de veras. La homofobia secuestra y asesina.

El 12 de mayo de 2008, hace ya un año, decidí dejar de escribir en el Diario de Yucatán. Las razones de mi desistimiento se encuentran explicadas en el artículo más visitado de este portal electrónico, con más de 7,000 visitas. Hoy, un día después del Día Internacional de Lucha contra la Homofobia, vuelvo a referirme al tema censurado porque sigue siendo, me parece, una tarea pendiente que como sociedad y como iglesia tenemos.

Fernando del Collado sabe de lo que habla. Tras un arduo trabajo de investigación que abarcó pesquisas en archivos históricos, revisión hemerográfica, estudio de decenas de expedientes de averiguaciones previas y la realización de entrevistas de campo con familiares y testigos, el escritor publicó hace apenas dos años un libro, «Homofobia. Odio, Crimen y Justicia, 1995-2005» (Tusquets, México 2007), que es una radiografía sobre los devastadores efectos del único prejuicio socialmente justificado y legitimado.

Es en los archivos de la Comisión Ciudadana Contra los Crímenes de Odio por Homofobia (CCCCOH) -que agrupa a cerca de treinta líderes de opinión de la talla de Marta Lamas, Carlos Monsiváis, Luis Villoro, Teresa del Conde, Daniel Cazés, Homero Aridjis. Teresa Jardí, Miguel Concha O.P., Cristina Pacheco, por poner sólo algunos ejemplos- que Fernando del Collado encontró una mina de datos que ofrecen un panorama de cuán letal puede terminar siendo el prejuicio de la homofobia. Tan sólo en el último lustro del siglo XX (1995-2000), la CCCCOH documentó 213 ejecuciones contra personas homosexuales.

Se basaron para identificar este tipo de crímenes en tres elementos fundamentales:
– La forma del asesinato, que sigue un patrón bien definido: los cadáveres aparecen desnudos, con manos y/o pies atados, golpeados y con huellas de tortura y casi todos ellos apuñalados y/o estrangulados.
– La redacción de la nota en los medios, que suele informar que la persona asesinada es un hombre o mujer homosexual, que vivían solos y eran visitados por personas del mismo sexo, amén del prejuicio convertido en nota periodística: “individuo de costumbres raras”, y otras expresiones infamantes.
– La información de las fuentes policiales, que suelen calificar este tipo de asesinatos como “procedimientos pasionales que se dan en actos de homosexuales”.

Un acercamiento a esta realidad se hace necesario para que no perdamos las dimensiones del problema. Metidos a veces en sutiles discusiones, corremos el riesgo de olvidar que para muchas personas homosexuales, como lo revela también el reciente éxito cinematográfico “Milk”, este asunto es cuestión de vida o muerte. Vaya pues este sucinto resumen de atrocidades cometidas en nombre del odio a la diversidad sexual. La extrema violencia y la saña con que fueron ultimadas las víctimas reflejan la retorcida lógica de los victimarios que no solamente tienen necesidad de infligir daño a la víctima, sino sienten la urgencia de castigarlas hasta el exterminio. Tal es el resultado de la radicalización patológica de los prejuicios que mantenemos y cultivamos.

Marco Antonio Silva de la Barrera fue descubierto la tarde del 24 de mayo de 1998 en su domicilio de la colonia Culhuacán CTM, en el DF. Había sido amordazado y estrangulado en su domicilio, presumiblemente por tres individuos.

Miguel Ángel Cárdenas Caracheo, de 45 años, fue hallado el 12 de agosto de 1995. Murió ahorcado en la habitación número 40 del Hotel El Dorado, situado en la colonia Nueva Vallejo, del DF. Antes había sido sometido a torturas y violación. Su cadáver fue encontrado atado de pies y manos y la necropsia confirmó la asfixia por estrangulamiento.

Juan Mata Juárez y David Rejón Magaña fueron hallados la tarde del 15 de noviembre de 1995 en su departamento de la Calle Morena 1310, Colonia Narvarte, en el DF. Tenían 31 y 25 años respectivamente. Tenían siete meses de vivir juntos. Fueron encontrados amordazados, con la boca y las narices cubiertas con cinta adhesiva y señales de tortura. Juan fue degollado y abandonado en un sillón. David fue estrangulado con su propia corbata a un costado de la cama de una de las habitaciones.

Horacio Ovando Hernández fue abandonado desnudo en el piso de su recámara, también en la Colonia Narvarte del DF, lleno de golpes y heridas mortales. Recibió seis filosas incrustaciones en el cuello, hombros y antebrazos, realizadas con pedazos de un espejo. El conjunto de heridas le causó una hemorragia que lo llevó a la muerte el 1 de abril de 1998. Tenía 65 años. En enero de 2007, ocho años después del asesinato, la Procuraduría declaró no haber logrado ningún avance en la investigación.

Continuar esta cadena de atrocidades llevaría a un abominable hartazgo como el que describe el trágico libro bíblico de las Lamentaciones. Sirvan estos pocos ejemplos para recordarnos los extremos a los que pueden conducirnos algunas ideas discriminatorias. Las mencionadas víctimas tenían familias, amigos que los querían, compañeros de trabajo que los extrañan, participaban probablemente de alguna comunidad religiosa… ¡Podrían haber sido hijos o hermanos nuestros, por Dios santo!

En el combate contra la homofobia todos tenemos una responsabilidad insoslayable. La conmemoración del 17 de mayo nos permite plantearnos como sociedad todo lo que nos hace falta para desterrar de nuestras mentes y de nuestra convivencia cotidiana este cáncer social. Recientemente, los congresos de Quintana Roo y Tabasco se unieron a otros estados de la república en la declaración del 17 de mayo como Día Estatal contra la Homofobia. Es solamente un primer gesto, pero no deja de tener su valor. Los legisladores y legisladoras de nuestro estado parecen estar muy ocupados en otras cosas…

Colofón: El periodismo consecuente tiene hoy en México nombre de mujer. Se llama Carmen Aristegui. Valiente, congruente, eficaz, Carmen Aristegui sigue siendo una bocanada de aire fresco en una república mediática que tantas vergüenzas nos hace pasar. Quien tenga oído fino podrá escuchar el rabioso rechinar de dientes de los varones encargados del mercado de noticias en Televisa, al verse obligados a comentar la proeza informativa de la vertical periodista, expulsada y perseguida por ese consorcio.


3 Responses

  1. Ricardo Pech George dice:

    Hola Raul. No deja de ser una pena los incontables casos de homofobia. Varias veces oí decir a algunas personas que defender la estigmatización de los homosexuales era un riesgo, pues uno puede terminar siendo considerado homosexual. Este pensamiendo de por sí ya es estigmatizante. Y no pretendo a cusar a ninguna institución, pero quiero reflexionar cuánto ha contribuido a esta problemática algunos sectores sociales como la misma Iglesia. A mí me gusta la carne de cerdo, otros son vegetarianos, ¿porqué con las preferencias sexuales no podría ser lo mismo? Saludos desde Monterrey N.L.

  2. MARIA dice:

    UNA FECHA TAN IMPORTANTE PARA UNA MINORÍA QUE AUN SUFRE DISCRIMINACIÓN……. Y MUCHOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN, NO COMUNICARON, TRISTE ¿NO?
    HE LEIDO EL LIBRO QUE DICES, ME CALÓ EL ALMA, A VECES PREFERIMOS NO SABER PARA APACIGUAR NUESTRA CONCIENCIA PERO UNA VEZ METIDOS, YA NO HAY MARCHA ATRÁS. !! VALOR Y ADELANTE!!

  3. marcelo Euan dice:

    Dio trabajo aguantarme hasta el miercoles solo por el trabajo pude. Creo que el articulo es muy tendencioso utilizando crimenes condenables para ver la homosexualidad como buena moralmente.
    Creo que todo crimen y asesinato aun mas,debe ser castigado independientemente de la situacion moral,social,economica,cultural de la victima, todos esos crimenes mencionados y aun los no mencionados el hecho que no se castigue a los culpable es de condenar.
    Por seria muy terrible que por ser mentirosos nos maten y quede impune, o por ser corruptos, o envidiosos, o calumniadores, O POR SER HOMOSEXUAL.

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