Iglesia y Sociedad

Impresiones de una audiencia

9 Nov , 2009  

La ciudad del poder

Me sobrecoge la amplitud de los espacios. En medio de un inmenso jardín miro hacia mi izquierda y veo el obelisco dedicado a la memoria de George Washington. Miro hacia la derecha y veo el Capitolio. Ambos extremos parecen al alcance de la mano hasta que intento caminar del obelisco hasta el edificio de los diputados y me parece que no voy a llegar nunca. Estoy en la zona de los museos, aquéllos de las sosas películas “Una noche en el museo”.

Es la ciudad de Washington, capital de los Estados Unidos. Aquí todo habla de poder. Una ciudad concebida para que la persona que la visite sepa bien quién manda en el mundo. Edificios suntuosos, espacios inagotables. Aquí se encuentra la sede de la Organización de Estados Americanos (OEA). Aquí también se halla el edificio que alberga a la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH), organismo dependiente de la OEA. Hasta aquí hemos debido llegar para que la voz de don Ricardo Ucán fuera escuchada por el Estado Mexicano.

De las autoridades yucatecas don Ricardo ha recibido solamente desprecio. El entero proceso, plagado de irregularidades, ha sido una fehaciente muestra de lo poco que importan los derechos humanos de un maya a los tres poderes del estado. Lo sabe quien haya leído detenidamente el informe “Los agravios”, que cuenta con lujo de detalles el calvario por el que ha debido pasar don Ricardo en los últimos nueve años (puede consultarse en www.indigacion.org.mx). Lo sabe también la CIDH. Quizá por eso fue tan puntual y severa en los cuestionamientos que planteó a los representantes del Estado Mexicano el jueves pasado en la audiencia que concedió con motivo de este caso.

Flashes de la audiencia

1. Los dos peticionarios, representantes de don Ricardo, esperan con impaciencia poder entrar al salón de sesiones. Tienen los nervios crispados. Revisan una y otra vez sus documentos y apuntes personales. Simpatizan con los juicios orales, así que ponderan bien la importancia de la precisión y la mesura de sus dichos. Odian más que nunca no poder fumarse un cigarrillo para calmar la ansiedad. Miran cómo, uno a uno, van llegando los miembros de la delegación del gobierno mexicano. Paran de contar cuando llegan al número once, entre funcionarios y chalanes. Por chismes de pasillo se han enterado que, cuando menos uno de ellos, lleva ya una semana en Washington, acompañado de su esposa. Piensan en el dispendio económico que la presencia de tal número de servidores públicos significa. La disparidad numérica entre las dos delegaciones resulta abrumadora. El único consuelo de los peticionarios es que la razón está de su parte. Su única prenda de honor es ser vehículo para que los reclamos de don Ricardo puedan ser escuchados en esta alta tribuna.

2. La audiencia comienza. Una frente a la otra las dos partes confrontadas esgrimen sus argumentos. Los minutos se desgranan con angustiante velocidad. La delegación gubernamental insiste en su argumentación y en la defensa a ultranza de la defensora de oficio. Su prueba maestra: un vídeo donde la abogada y el juez hablan en maya. El torpe manejo de la lengua por parte del juzgador hace esbozar sonrisas de pena ajena. El tiro les saldrá por la culata. Un asesor del gobierno yucateco es interrumpido por uno de los comisionados de la CIDH cuando cuestiona la admisibilidad del caso: ese es asunto que ya se ha definido. La CIDH conoce bien los entresijos del caso y los funcionarios deberán cuidar más sus argumentos.

3. La sesión de preguntas y respuestas entre los comisionados y las dos partes en confrontación terminan por arrojar algunas luces extras. La delegación gubernamental se muestra incapaz de convencer a los comisionados acerca del buen desempeño de la abogada defensora en todo el proceso. Éstos señalan a los funcionarios la obligación que el Estado tenía de ofrecer a don Ricardo el servicio de un traductor intérprete, independientemente de que él lo hubiera solicitado o no. Los representantes de don Ricardo aprovechan para dar dos golpes de gracia: la mención del ilegal intento de falsificación de documentos en que se involucró el Poder Judicial para tratar de cubrir las deficiencias de la defensora y el señalamiento de que dicha defensora argumentó en la solicitud final de amparo la falta de un traductor en el juicio, es decir, una argumentación en la que se autoincrimina… ¡una de las joyitas que asombró al comisionado Carozzo!

4. Una intervención final sorprende a todos: el ministro Alejandro Negrín, director de derechos humanos de la Secretaría de Relaciones Exteriores de México, anuncia la voluntad del gobierno federal de coadyuvar con el gobierno yucateco en la resolución de este conflicto y ofrece involucrarse en la búsqueda de una salida. Sorprendida queda la delegación del gobierno yucateco de que la única intervención federal haya sido para aceptar implícitamente la responsabilidad del Estado ante la situación de don Ricardo. Se sorprenden también los representantes de don Ricardo, que antes de esta audiencia habían recibido del gobierno federal solamente indiferencia. Sorprendidos también quedan los comisionados, particularmente Florentín Meléndez, por lo inusual de una tal oferta pública que suena a reconocimiento de responsabilidad. Cuando la audiencia termina los dos peticionarios respiran relajados y satisfechos. De cuando en cuando David saca su honda y le pega en la frente a Goliat. De cuando en cuando, en extraño prodigio aritmético, dos suman más que once y el tiempo se pone a favor de los pequeños. Ahora el Estado Mexicano está muy preocupado y ofrece poner todo de su parte para buscar una solución a su desaguisado. Pronto veremos si honran su palabra. El pronunciamiento de la CIDH no debe ya estar muy lejos.

Solidaridad sin fronteras

Se ríe cuando le digo que nació en el lugar equivocado. Californiana de nacimiento, esta joven vive y trabaja en Washington. Se llama Patricia Kupfer. El apellido delata su ascendencia alemana. Kupfer quiere decir “cobre”. Pero es solamente su apellido: en realidad, esta muchacha es de oro puro.

Trabajó durante algunos años en México. Ahora vive en el centro mismo del imperio, trabajando para impulsar una reforma que reconozca los derechos de los migrantes y acabe de una vez por todas con las razzias que son una vergüenza para la nación de la pretendida “justicia y libertad para todos”. Patricia nos ofreció alojamiento durante nuestra estancia en Washington. Su hospitalidad es cálida en medio del clima frío del otoño que finaliza. Nos presenta a muchos de sus amigos. Todos ellos han trabajado en algún país de América Latina y han dejado allá jirones de su corazón; a su regreso, en intercambio fecundo, se han traído nuestra hambre de justicia. De manera generosa y desinteresada, Patricia nos comparte su casa y su vida.

Cuando oigo su risa franca pienso que este país tiene salvación mientras tenga como ciudadanos a gente como ella. Patricia hace que esta ciudad del poder sea también, al menos en una de sus esquinas, ciudad de la solidaridad. A las grandes distancias que ostenta el poder gubernamental, Patricia opone una cercanía cálida que desaparece fronteras. A los amplios espacios de avenidas y museos, Patricia contrapone una casa pequeña y acogedora siempre abierta. Washington es mejor ciudad porque Patricia Kupfer vive en ella.


5 Responses

  1. MANUEL CEBALLOS GARCIA dice:

    GRACIAS, PADRE RAÚL, POR ESTAR ALLÍ DONDE SE NECESITA ESQUEMA CLARO Y LÓGICO DE PENSAMIENTO, RACIOCINIO OBJETIVO Y LÚCIDO. HAY FILO, MUCHO FILO EN LO QUE DICES O ESCRIBES. ALGUIEN ASÍ, COMO TU, NECESITA LA IGLESIA PARA DAR LA CARA Y DEFENDER AL QUE CARGA INJUSTAMENTE UN FARDO QUE NO ES SUYO. GRACIAS POR TU EJEMPLO.

  2. Marcelo Euan dice:

    Nunca ha sido un misterio que las injusticias en el poder judicial en mexico es pan de todos los dias, que bueno que don Ricardo Ucan tuvo representantes que defendieran su causa, muchos otros por no estar tan jod…., nadie nos hace caso, por que aunque hablamos español, de nada sirve cuando encargados de aplicar justicia se hacen sordos, necesitariamos siempre tener jueces que juzguen a nuestros jueces y esos asu vez otros jueces, ja ja es la maldición de nuestro mexico. No me extraña nada, si no me aumenta la certidumbre de en donde esta su corazon cuando habla del «IMPERIO», gracias a Dios que tenemos ese «IMPERIO», de no ser por ellos hace rato que la situación mundial estuviera en una implosión irreversible, defitivamente hay mucha gente como esta patricia que usted habla en Estados Unidos, y tambien en otros paises indrustrializados, definitivamente no son mayoria pero quien dijo que necesitan ser mayoria, un poco de lavadura, leuda toda la masa, cuando sal necesitas para dar sabor, lastima que en mexico y otros paises idolatras y corruptos no solamente hay muy poca sal y poco levadura si no que ademas sus conductas son reprobadas y mal vistas considerados retrogradas etc. ¿por que esos paises si hay la levadura necesaria o la sal? ¿por que Dios tiene misericordia de los gringos y no de los mexicanos? será un Dios injusto, será que los mexicanos tenemos que ayudar a Dios arrebatando? ¿o será que por nuestra propia voluntad estamos donde estamos?

  3. Juan Francisco dice:

    MUCHAS FELICIDADES AL EQUIPOS DE INDIGANCIÓN SIENTO ALEGRÍA Y ESPERANZA AL SABER QUE ESTAN CON NOSOTROS, SOBRE TODO PORQUE ME GREOCUPA LA SITUACIÓN DEL NUEVO LATIFUNDIO EN LAS HACIENDAS DE YUCATÁN, Y CUANDO ESTO ESTALLE, SE QUE ESTARÁN ACOMPAÑANDO AL PUEBLO CAMPESINO DE YUCATÁN, SON EJEMPLO A SEGUIR.

  4. ITO dice:

    Escribe tu comentario aqui

    HOLA HERMANO:
    FELICIDADES POR LA NOTICIA QUE NOS LLENA DE ALEGRIA, SEGUIMOS JUNTO A USTEDES
    SALUDOS A JORGE.

  5. Kalycho dice:

    Buena noticia es el reconocimiento implicito del Estado, pero una lástima que deba hacerse hasta llegar a recursos internacionales y no dentro del ámbito interno. Ojalá podamos ver estos destellos de justicia para los indigenas dentro de los tribunales correspondientes dentro de Yucatán.

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