Iglesia y Sociedad

La Biblia y del Día de la Tierra

19 Abr , 2010  

El próximo jueves 22 de abril es el Día de la Tierra. En todo el mundo habrá actividades para reforzar la naciente conciencia de que vivimos en un espacio común, que depende de la responsabilidad de todos y todas. El deterioro del medio ambiente es palpable. No voy aquí a meterme en la discusión –que a veces me parece bizantina– sobre si la degradación medioambiental es producto del azar, de calendarios climáticos que desconocemos o de la depredación por parte de la especie humana.

Ante la inmensidad del tiempo y el espacio, tal como los descubrimientos científicos nos corroboran, yo le auguro una larga vida al planeta tierra en esta fiesta de su “cumpleaños”. Lamento, sin embargo, que la especie humana esté empeñada en hacer que el planeta pase, a fuerza de desequilibrios ambientales provocados, a convertirse en un ambiente hostil. Cada quien cosecha lo que siembra, y los seres humanos hemos sembrado destrucción cada vez que hemos podido hacerlo, motivados por ilusiones de poder y lucro.

Aunque ya he señalado en este mismo espacio que el antropocentrismo, pecado ecológico si lo hay, es inherente a los textos religiosos fundantes de las religiones judeocristianas, me asomo de nuevo al segundo relato de la creación en la Biblia para reflexionar en ocasión del Día de la Tierra.

En el libro del Génesis hay dos relatos distintos de la creación, cada uno de época distinta y con diferentes motivaciones teológicas. En el segundo relato (Gen 2) aparece la imagen de Dios, creando al ser humano del polvo de la tierra (Gen 2,7). La vida del ser humano está íntimamente ligada a la tierra, de la que viene su alimento y su vida y a la que vuelve cuando la muerte llega. Por eso la Biblia usa la imagen de Dios como alfarero. La misma palabra hebrea que se usa para decir “ser humano” es ADAM, vocablo que viene de ADAMÁH, que quiere decir tierra. El ser humano es, por definición, “terroso”, el que fue hecho del polvo de la tierra.

El segundo relato de la creación menciona también, en términos simbólicos, el dominio del ser humano sobre los animales, cuando lo muestra poniéndole nombre a cada uno de ellos. A Eva, en cambio, no puede ponerle nombre, porque no es suya. Lo único que puede hacer ante un ser de su misma dignidad, es darle el propio nombre. Adán es ISH, Eva es ISHA, hombre/hembra, varón/varona. San Agustín de Hipona, obispo cartaginés del siglo V, en una predicación sobre el relato del Génesis afirma que la mujer fue tomada de la costilla del varón y no de un hueso del cráneo, para que la mujer no mandara sobre el varón. No fue tomada de un hueso de los pies, para que no fuera ella la dominada por el hombre. Fue tomada de la costilla porque es el hueso más cercano al corazón, para que la relación entre los sexos no fuera de dominio, sino de amor. Es importante recordar esto porque, al leer el texto del Génesis, se puede leer machistamente (“la mujer no es más que la costilla del varón”) un texto que contiene una virtualidad de equidad de género que puede rescatarse.

Pero volvamos a nuestro tema. La comparación de Dios como alfarero aparece muchas veces en la Biblia. Esta misma concepción es la que se esconde detrás de una expresión usada en muchas culturas antiguas: la tierra es nuestra madre. La Biblia lo menciona algunas veces (Sirácides 40,1: Job 1,21). Los pueblos originarios de nuestro continente, entre ellos el pueblo maya, tienen muchas expresiones en esta dirección. Los quechuas lo expresan en el título “Pacha Mama” que le dan a Dios, representándolo como un gran seno materno fecundo, que cobija a todos los seres vivientes y les proporciona el alimento necesario para todos. Pero también tiene represalias cuando no se cumple con sus exigencias.

Este sentido de respeto permanece vivo en los campesinos y campesinas mayas. Entre nosotros hay ceremonias para pedir permiso a los “yuumes” o dueños de la tierra antes de cultivarla o de construir algo sobre ella.

Para enriquecer la reflexión bíblica les propongo aquí dos expresiones más recientes de este respeto hacia la tierra. La primera está tomada de la cultura zapoteca y es contada por Carlos Montemayor: “En una canción zapoteca decimos que cuando se va a desbrozar un cerro antes de la siembra hay que cantar: tierra, no te levantes y caigas sobre mí. Y es que cuando se quitan las yerbas y piedras de la tierra, uno le pide permiso antes, porque se le puede lastimar. Como si le quitara usted algo, entonces uno le pide a usted que no se moleste. Algo así como no te vayas a enojar, tierra, conmigo, si llego a lastimarte por una raíz, o con el machete o con el arado, perdóname. Porque nosotros creemos que cuando llega una serpiente o un tigre, o algo así, que pueda herir o matar a una persona, es como si la tierra lo mandara. Y decimos que la tierra se levantó, que nos arrojó eso, que nos mandó esa plaga. Por eso le pedimos ‘no te levantes contra nosotros, tierra’, pero en zapoteco”.

La segunda expresión es un hermoso poema de un grupo indígena brasileño: “Todo lo que hiere la tierra, hiere también a los hijos de la tierra. / El indio es el hijo de la tierra. / La tierra es nuestra vida y nuestra libertad. / Los grandes señores de la tierra no comprenden al pueblo indio porque esclavizan a la propia tierra. / Son extraños que llegan por la noche para robar a la tierra todo cuanto quieren. / La tierra no es su hermana, es su enemiga. / Para ellos un pedazo de tierra es igual a otro / Su lucro empobrecerá a la tierra y ellos dejarán tras de sí mismos la arena cansada de los desiertos. / La fuerza del pueblo indio es amar y defender la tierra hermana. / Ella es de todos los hombres y las mujeres. / ¿Quién tiene derecho a vender a la madre de toda la humanidad? / La tierra es nuestra vida y nuestra libertad. / El indio sin tierra es como el tronco sin raíces a la orilla del campo. / Todo el que hiere a la tierra, hiere también a los hijos de la tierra. / Todo el que roba a la tierra, roba también a los hijos de la tierra…”

El culto a la madre tierra ha sido considerado muchas veces como contrario a la fe cristiana. No comulgo con esa idea. No es una idolatría, sino una manera ritual de agradecer a Dios por el don de la tierra y de manifestar nuestro respeto por ella. Ver a la tierra como madre es signo de la resistencia de los campesinos y campesinas contra la cultura dominante que la ve sólo como mercancía. El trabajo de la tierra necesita de armonía y reciprocidad con la tierra. Sólo así el trabajo del campo será un lugar de encuentro con Dios. Aunque el capitalismo considere a la tierra solamente como un factor de la producción, una mercancía de compra venta, nosotros cultivamos nuestro aprecio reverencial por la tierra, porque así evitamos que se rompa la íntima relación que tenemos con ella. La visión maya, quechua, zapoteca, está más cerca del mensaje bíblico que las concepciones materialistas y comercializadas que desprecian el sagrado lazo que existe entre los seres humanos y la tierra.

Este jueves 22 de abril, la Escuela de Agricultura Ecológica «U Yits Ka’an» de Maní celebrará el Día de la Tierra en su local del kilómetro 2 de la carretera Maní-Dzan. Estarán los alumnos y alumnas de todas sus subsedes. Quedan atentamente invitados/as.


5 Responses

  1. Marcelo Euan dice:

    Cuando yo era un niño y joven era comun tener familias de 4 hijos, es mas la mayoria de mis generaciones vienen de familias de 4 hijos 6 era mucho y 2 muy poco, sin embargo a pesar de eso yo creci con la idea de que 2 hijos es suficiente hoy la mayoria de mis amigos no tiene o no piensan tener mas de dos hijos, yo estudie en escuelas publicas desde el kinder hasta la universidad, y alla me enseñaron a que mas de dos hijos es malo, ahora lucho en mi corazon y mi mente para convencerme que se programa es falso, puede que la situacion con la tierra el sistema capitalisma me enseños a verla solo como una herramienta para la productividad y me es muy complejo salir de esa idea, y al escuchar de su reverencia a la tierra me lo imagino con taparrabos bailando con tambores alrededor de una fogata y a la luz de la luna. Sin embargo tambien creo que habria que estudiar como los judios veian la tierra, y no tanto los mexicas, totonacas, quechues, etc.
    y yo creo se resume en esta parte de la biblia Levito 26:3-5
    26:3 Si anduviereis en mis decretos y guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por obra,
    26:4 yo daré vuestra lluvia en su tiempo, y la tierra rendirá sus productos, y el árbol del campo dará su fruto.
    26:5 Vuestra trilla alcanzará a la vendimia, y la vendimia alcanzará a la sementera, y comeréis vuestro pan hasta saciaros, y habitaréis seguros en vuestra tierra.
    A Dios sea la gloria.

  2. Maru Noguez dice:

    Que pena no haber leido esta columna a tiempo para incorporar algnas frases e ideasla al festejo del dia de la tierra que hicimos en mi comunidad de asociados. Gracias por sus palabars. Mis amigas y yo decimos ue el cuidado de la creación viene desde el primer mandamiento .»Amar a Dios»¿acaso no vamos a amar y cuidar el universo, la naturaleza que son expresiones de Dios?. Esto dicho sin afan de controversia teologica. Esto nos sirve de motor al cuidado de la creación , poco a poco, empezando cada quien en su casa .
    Me preocupa que no se trate mas este tema en las homilias y las reflexiones que tenemos a disposición en México.

  3. Jorge Rubio dice:

    Sin duda muy interesante y motivador escrito, siempre he sido un defensor de la naturaleza. Muchos católicos ignoran que nuestra fe también nos habla sobre el cuidado del medio ambiente en el Catecismo de la Iglesia Católica en el séptimo mandamiento.

  4. Ricardo Pech George dice:

    Enohrabuena! Felicidades. Saludos para tí y para el padre Augusto Romero Sabido, desde Monterrey.

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