Iglesia y Sociedad

Tlatelolco Clandestino

3 Oct , 2010  

Pedro o Fernando, Verónica o María
Quizá algún raro, adelantado espécimen llamado Estéfani o Yocasta…
Nombres todos de jóvenes mujeres
De desgarbados y escuálidos muchachos
Ellas y ellos de cabellos largos
De sangre apasionada
De juventud en fiesta.

Hace cuarenta y dos años eran sólo un montón de zapatos apilados
En una plaza llena de sangre
Y después, poco tiempo después
Pulcramente lavada
Desinfectada de voces y de gritos
Protegida por un templo cuyo culto nunca se interrumpió.

Hace cuarenta y dos años no pudimos
Encontrar sus huesos
Ni sus vestidos
Ni sus alegres cantos de protesta
Ni sus puños alzados al viento y a la esperanza.

Un camión de redilas se llevó los cuerpos
Y dejó los zapatos
En el punto más oscuro de la noche.

Hace cuarenta y dos años hubo solo silencio
Silencio de temor, de almas vendidas
De cobardía y de rostro volteado hacia otra parte
De olímpicos aplausos
Y llanto clandestino

Hoy los cuarenta y dos años nos pesan
Como una dura losa a las espaldas.
Pípilas irredentos, seguimos cuesta arriba
Rumbo a la nueva alhóndiga
Donde una muerte menos gloriosa nos espera.

Como hace cuarenta y dos años hoy tan solo hay silencio.
Pero además de llanto se vislumbran
Otras clandestinidades:
Acaso el beso dado a contracorriente
El asedio interminable de una rosa
La mano entrelazada en la montaña
O una revolución en ciernes

En este dos de octubre, sí, hay silencio
Pero hay también memoria
Y mientras recordemos
No todo está perdido.

Roma, 2 de octubre de 2010
A los caídos y caídas de 1968


One Response

  1. Regina Carrillo dice:

    Me recuerda a dos cancioncitas de Ismael Serrano: «Al bando vencido» y «Papá, cuéntame otra vez…» que aunque, ciertamente hablan de otros eventos, son
    remedios, como tu escrito, para la anestesia.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *