Iglesia y Sociedad

Jesús y las riquezas

7 Dic , 2010  

Muchas de las oraciones que usamos en el tiempo de adviento invitan a los creyentes a “no poner el corazón en las cosas materiales, y a estimar las del cielo”. El tiempo de adviento es propicio, pues, para que pensemos en la relación que establecemos con los bienes de este mundo, cuyo mayor símbolo es el dinero. Quiero compartir aquí algunas reflexiones sobre el uso de la riqueza según el evangelio.

Presupuestos del Primer Testamento

Aunque estamos acostumbrados a encontrar aquí y allá anotaciones duras en contra de los ricos y de la riqueza, hay que recordar que los textos más antiguos del Primer Testamento mantienen una posición más bien distinta. “Las primeras páginas bíblicas exudan un ingenuo optimismo y colocan a la riqueza y las cuantiosas posesiones, como un signo preclaro de bendición divina (Gen 24,34-35; Deut 28,1-14; 30,9). En el entramado de los libros proféticos aparecen posturas más bien críticas y reservadas a ese propósito (Am 3,9-10; 4,1-3; 5,10-13; 6,3-7; 8,4-8), mientras que en los escritos sapienciales coexisten posturas contrarias a la acumulación de riquezas (Prov 15,17; 17,1; 28,20, Sir 14,9) al lado de afirmaciones tradicionales que ensalzan a la riqueza como signo evidente de bendición divina (Prov 10,22; 13,4)” (1).

En algunos textos del Pentateuco, particularmente los relatos patriarcales, hay una identificación entre riqueza y bendición divina (así en Gn 24,34-35, corroborado por Dt 28), aunque no se deja de advertir en otros pasajes, acerca de los riesgos que puede implicar una posición económica demasiado desahogada (Dt 8,12-17). Un matiz peculiar nos transmite el mandamiento del descanso sabático (Dt 5,12-15), que previene, con la disposición del reposo semanal, que la persona sea considerada exclusivamente como ser-que-produce (homo oeconomicus), y se salvaguarde así su primacía frente a los bienes materiales (cfr. Ex 23,10-11; Dt 24,19-22).

Distinto panorama nos presentan los profetas. Para ellos “está fuera de toda duda que la acumulación de riquezas en manos de unos pocos israelitas es la cancelación del proyecto fraterno auspiciado por los mandatos contenidos en la Torah” (2). Hay una intención clara de ligar el fenómeno de la pobreza en Israel, con sus causas: el fraude, las opresiones, las prácticas comerciales inicuas (3). La salvación que Dios realiza se manifiesta en un compartir fraterno que elimina la injusticia y permite a todos el disfrute de los bienes.

Jesús y el sermón de la montaña

Ha crecido la convicción de que el sermón de la montaña es un verdadero resumen de todo el evangelio. Así lo afirma Mesters con su peculiar lenguaje lleno de simbolismos: “Jesucristo nos ha dejado un plano de construcción. Nos dice que si la gente sigue ese plano y orienta la construcción del mundo según las directrices que allí están escritas, se podrá llegar a construir una casa bien firme en donde podamos vivir todos tranquilos y felices… El plano de construcción de este mundo nuevo es el evangelio. Y un resumen perfecto de este plano es el sermón de la montaña” (4). Se trata, pues, del corazón de todo el evangelio y su propósito es exponer el espíritu que se esconde detrás de la expresión Reino de Dios.

Una de las expresiones centrales del sermón de la montaña es la afirmación de Mt 5,48: “Sean, pues perfectos, como su Padre celestial es perfecto”. La posición destacada de este dicho de Jesús deriva de que cierra la serie de seis antítesis (Mt 5,21-47) con las que Jesús quiere mostrar a sus discípulos cuál es la radicalidad del seguimiento que les exige. En el sermón de la montaña Jesús reinterpreta de manera perfecta y definitiva la Torah que Dios entregó al pueblo de Israel. El sermón del monte trata, pues, de aclararnos en qué consiste esa ‘nueva justicia’ que Jesús exige a quienes quieren seguirlo.

Pues bien, en el marco de este sermón encontramos la que es, quizá, la más explícita declaración de Jesús a propósito de las riquezas: “No pueden ustedes servir a Dios y al dinero” (Mt 6,24). Y es que la radicalización de la Torah que Jesús emprende en el sermón del monte “consiste en hacer saltar por los aires toda interpretación legalista de la Torah y en reclamar la totalidad de la persona. Esta exigencia de totalidad alcanza su vértice en el mandamiento del amor (5,43-47), que exige un amor ilimitado y será recogido de nuevo al final de la serie de las antítesis…” (5).

Esta entrega de la persona total, exigida en el seguimiento radical de Jesús, aparece claramente en la frase “Nadie puede servir a dos señores”, pero se hace presente a lo largo de todo el sermón. “Para el discípulo sólo existe el servicio indiviso a Dios y a su causa. Si sirve simultáneamente a Dios y a las riquezas, o no pone totalmente a éstas al servicio de la causa de Dios, vive roto y dividido… Quiere un doble salario, el de Dios y el de los hombres; y eso es precisamente lo que desgarra su actuación… Es evidente que tal totalidad sólo puede darse si ella tiene un quicio, una fuente profundísima. Para el sermón de la montaña, el núcleo de dicha totalidad es el corazón de la persona” (6).

En el evangelio de Lucas, esta declaración sobre las riquezas adquiere un matiz especialmente fuerte. Todo el evangelio de Lucas podría ser leído desde la perspectiva de la riqueza. Así lo afirma Cárdenas Pallares cuando, aclarando el término rico, dice:

“Rico, en san Lucas, es el que puede almacenar cosechas en muchos graneros, tiene abundancia de bienes y puede darse a la gran vida (12,16-21). Es el que tiene los medios para vestir ropa lujosa y disfrutar de espléndidos banquetes cada día (16,19-31). Rico es el jefe que no quiso compartir sus numerosos bienes con los necesitados (18,18-23). Rico es Zaqueo, que puede repartir la mitad de sus bienes a los pobres y devolver cuatro veces más de lo que ha pillado (19,1-10)” (7).”

Es claro, pues, que los textos evangélicos califican a la riqueza como uno de los enemigos más peligrosos del proyecto del Reino. Por eso la disyuntiva planteada por Jesús se presenta como perentoria y sin posibilidad de escape, sin términos medios: “la oposición es absoluta: o se sirve a Dios o se sirve a Mamona. Si no se sirve a Dios, se sirve a Mamona o viceversa…. Son dos realidades totalmente contrapuestas. Así Mamona aparece como un poder personificado contrario a Dios. Es el ídolo en oposición directa a Dios. Se opone rotundamente al Reinado de Dios. Es el gran contrario de Dios” (8).

Otro aspecto del sermón del monte que tiene relación con el uso de los bienes materiales es el señalado en la continuación del pasaje (Mt 6,25-34): aprender a vivir sin angustias en la inseguridad. Se trata de una de las páginas calificadas como más bellas dentro del evangelio. Jesús habla de la confianza que debe llenar el corazón de sus discípulos, confianza que encuentra su raíz en un Dios que es pura bondad. Dado que este Dios bueno cuida del ser humano, no hay lugar en el corazón de quien sigue radicalmente a Jesús para preocupaciones extremas. La vida, asevera el evangelista, vale más que el alimento y el vestido. Esta afirmación, de enorme simplicidad, nos hace caer en la cuenta de la esclavitud a que puede someternos nuestro apego a las cosas. Son los que no tienen fe, es decir, los que no han optado por entregar su vida indivisa al Reino, quienes ponen en la prosperidad material el horizonte total del ser humano.

Mt 6,25-34 subraya el desprendimiento de las riquezas y el abandono en la Providencia como ruptura de aquella lógica que lleva a poner la confianza y la seguridad en el poder de las riquezas que esclavizan (9). El ser humano no es llamado por Jesús a la esclavitud, sino a la libertad. El quehacer del seguidor de Jesús es el amor, y un amor que libera. Es por eso que el tesoro del verdadero discípulo está en el cielo (6,19-21) y su mirada es limpia porque vive en la esplendidez y no en la tacañería (6,22-23) (10). De esta manera, ya no sirve a ningún amo de este mundo porque no tiene más dueño que Dios.

Del pasaje se deduce que, quien opta por vivir de acuerdo con la nueva propuesta del Reino que Jesús trae, tiene que cambiar su jerarquía de valores. Lo verdaderamente importante desde la lógica del Reino, no coincide necesariamente (ni usualmente) con lo que dicta la lógica del mundo. De hecho, los discípulos de Jesús mantuvieron la vida en inseguridad como una de las características del seguimiento del Maestro. Esto motivado, sí, por la confianza puesta en el Dios bondadoso del Reino, pero también por la generosa comensalidad que practicaban los unos con los otros. Cuando los discípulos itinerantes entraban en un pueblo sólo los simpatizantes les ofrecían hospitalidad. “No es extraño que en alguna ocasión se despertara en ellos la preocupación: ¿qué van a comer? ¿con qué se van a vestir? Son las preocupaciones de todos los vagabundos. Jesús les infunde su confianza en Dios: ‘No se preocupen’. El grupo ha de vivir con paz y confianza. Cómo no va a cuidar de ellos ese Padre que cuida de los pájaros del cielo y de las flores del campo. Los ve llamar a las puertas de las casas en busca de comida y hospitalidad. No siempre son bien recibidos, pero Jesús los anima (Mt 7,7-8). Está plenamente convencido: los simpatizantes que se han adherido a su causa los acogerán, y sobre todo el Padre responderá a sus necesidades. Todos podrán ver que la vida de quienes buscan el Reino de Dios se sostiene en la mutua acogida y en la solicitud del Padre” (11).

Los versos finales del pasaje (Mt 6,33-34) culminan este llamado a la sensatez, a no preocuparse excesivamente en el comer o en el vestir. Es claro que la intención del texto no es la de despreocuparse del propio sostenimiento o descuidar la vida o la salud, sino la de invitar a quienes quieren hacerse seguidores de Jesús a encarnar en una nueva actitud de vida la ‘justicia’ nueva del Reino. Se trata de confiar, y de obrar en consecuencia, en que el Padre realmente se ocupa de nosotros.

El último versículo del texto, con la recomendación a ocuparse solamente del hoy, nos recuerda la misma idea sostenida en la Carta de Santiago, en la que el autor reconviene a los comerciantes de su época, acusándolos de confiar excesivamente en sus propias fuerzas y olvidar que todo depende de Dios (St 4,13-17). Me parece que este versículo final muestra que hay en la sensatez propia del Reino que Jesús anuncia, una conciencia de la propia indigencia. Sólo en el reconocimiento de las propias limitaciones puede alcanzar el ser humano su dimensión auténtica. Este mensaje queda resaltado en Lucas porque coloca estas palabras de Jesús justo después de una parábola de tradición exclusivamente suya, la parábola del rico necio (Lc 12,16-21), que termina con aquella advertencia de Jesús: “Así es el que atesora riquezas para sí y no se enriquece en orden a Dios”.

Nos preguntamos ahora, ¿cuál será la manera de enriquecerse ‘en orden a Dios’? El evangelio lucano es en esto claro: la única finalidad de los bienes de este mundo es compartirlos con los demás, en la búsqueda de aquella sociedad nueva en la que es la justicia y la hermandad lo que rige las relaciones entre las personas. Es quizá por ello, y por la dura realidad de la indigencia en tiempos de Jesús, que el texto lucano viene seguido de una exhortación a la limosna (Lc 12,33). De suerte que este recordatorio de la importancia de vivir en el presente, corolario de la parábola del rico necio en Lucas, es una muestra de la sensatez propia de los seguidores de Jesús: la nueva justicia del Reino exige que se viva cada día en su dimensión de oportunidad, de posibilidad de vida plena.

No es el sermón del monte la única referencia que Jesús hace de las riquezas. Por cuestión de espacio dejaré para la próxima semana algunos otros textos evangélicos que ilustrarán aún más este tema. Ojalá me acompañen.

Notas
(1) MACIEL DEL RÍO, Carlos “¿Señal de bendición, ídolo o tentación? El dinero en la Sagrada Escritura”, en Comer, beber y alegrarse. Estudios bíblicos en honor a Raúl Duarte Castillo (QOL – UPM, México 2004) p. 287
(2) Ibid
(3) Son innumerables los textos que pueden invocarse. Baste una muestra: Am 1.3-2,16; 8,1-5; 6,3-6; Is 1,21-26; 5,8-10; 61,21-23; Miq 2,1-2
(4) MESTERS Carlos, Lecturas Bíblicas (Verbo Divino, Estella 1987) p. 118
(5) LOHFINK Gerhard, El sermón de la montaña ¿para quién? (Herder, Barcelona 1989) p. 91
(6) Ibid p. 92
(7) CÁRDENAS PALLARES José, “Jesús y la riqueza. El rival de Dios más peligroso”, en MACIEL C. (ed.), Subiendo hacia Jerusalén. Anotaciones y comentarios al evangelio de Lucas, (UPM México 1998) pp. 177-186
(8) Ibid p. 85
(9) A esto hace referencia la palabra “Mamona”, presente en el texto lucano. Así lo confirma FITZMYER J.A., The Gospel Acording to Luke. Introduction, Translation and Notes X-XXIV (Doubleday, New York 1985) p. 1109 cuando señala que ‘mamona’ proviene de la raíz hebrea ‘aman’ que quiere decir ‘ser firme’, y con ese término se designa lo que uno considera confiable, sólido, de ahí vendría la variación semántica para designar con esto al dinero y las posesiones.
(10) A eso se refiere la comparación del ojo malo y el ojo bueno, según nos ha hecho notar ALONSO SCHÖKEL Luis, Biblia del Peregrino, Tomo III (Ega – Mensajero – Verbo Divino, 1997) p. 52
(11) PAGOLA José Antonio, Jesús. Aproximación histórica (PPC, Madrid 2007) p. 295


2 Responses

  1. Julian Dzul dice:

    ¡Interesante reflexión para este tiempo! Me encantaría también leer algunas interpretaciones suyas acerca del diacurso escatológico que se desarrolla a lo largo de la semana antes del adviento, marcando el final de un año litúrgico y el inicio de otro (especialmente el del ciclo de Lucas, que acaba de terminar)

  2. Marcelo Euan dice:

    En la pelicula el Violinista en el tejado una de las canciones mas hermosas es «si yo fuera un hombre rico» en otra parte de esa misma pelicula el futuro Yerno comunista de Teyvie el protagonista, le dice que la riqueza es maldición, a lo que teyvie responde asi, » que Dios me maldiga con ella y… que nunca me recupere» Las riquezas no son enemigas del reino de Dios, el reino de Dios esta lleno de riquezas el mundo entero y toda la riqueza acumulada por esos ricos insensatos de hoy en dia le pertenecen a Dios. Dios dice pon tu mirada en Mi solamente, No confies en la riqueza ni en la pobreza si no en Mi.
    Buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia y todas las demas cosas les seran añadidas Mateo 6:33 (lease RIQUEZAS, salud, reconocimiento, influencia, placeres y lo que demas se imaginen)

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