Iglesia y Sociedad

Los desafíos de la libertad

14 Ene , 2014  

La Agenda Latinoamericana 2014 (de venta en Mérida, Yucatán, en el Restaurante y Foro Cultural Amaro, calle 59 entre 60 y 62, en el Centro Histórico) tiene como tema la libertad. Fiel a la metodología “ver, juzgar y actuar”, la Agenda coloca una serie de datos iniciales para confrontar el momento en el que vivimos: algunos índices de desarrollo en el mundo, datos sobre el hambre en el mundo, tendencias de clase en las diferentes regiones del planeta, la situación de la libertad de las mujeres, el ascenso de la economía China en el panorama mundial, etc.

Quiero referirme aquí a una aportación de Alfredo Gonçalves, historiador brasileño, que hace un repaso sobre las dos caras de la libertad en América Latina: la libertad de y la libertad para. Advierte el especialista que la urgencia de los movimientos de liberación que proliferaron el siglo pasado a raíz del surgimiento del pensamiento nazi y su cauda de pérdidas humanas en la Segunda Guerra Mundial y la aparición de dictaduras militares en América Latina, opacaron la segunda dimensión de la libertad, es decir, que trabajamos tanto en liberarnos de la dictadura, del latifundio, del colonialismo, de la dependencia, de las oligarquías, del machismo, de la pobreza, del hambre… que olvidamos que la liberación de Egipto, operada por el movimiento liderado por Moisés y referencia obligada en el estudio del nacimiento de Israel, tenía como objetivo, no sólo el abandono de la opresión por parte del Faraón, sino la búsqueda de la Tierra Prometida, o sea, la construcción de una sociedad marcada, justamente, por vivir a contracorriente del modelo de opresión egipcia: un pueblo de hermanos y hermanas, un pueblo de hombres y mujeres libres.

Los textos recogidos en el libro del Éxodo resultan paradigmáticos cuando nos remiten a la experiencia del miedo a la libertad. En efecto, después de salir de Egipto, el pueblo cae en una especie de nostalgia del tiempo en que, incluso siendo esclavos, tenían algo para comer. El regreso a Egipto se vuelve un estribillo que no abandonará a los recién salidos de la esclavitud. Cierta similitud encuentro en los relatos que se escuchan a veces de boca de las abuelas y abuelos mayas sobre el tiempo de las haciendas y la rememoración nostálgica de las “bondades” de los hacendados. Y es así porque la libertad puede llegar a convertirse en una carga aún más pesada que la esclavitud. Es tremenda la responsabilidad de ser libre.

El caso es que el empeño por lograr la libertad de, pospuso el imperativo de pensar la libertad para, dejándola para después tanto en la reflexión como en la práctica. Las necesidades inmediatas, como combatir la pobreza, la miseria, la persecución política, la tortura… han hecho que pongamos menos atención al modelo de sociedad que queremos construir. En México, por ejemplo, bregamos durante muchos años para lograr la alternancia y una democracia electoral que nos permitiera ir confiados a las urnas. Era, sí, muy importante hacerlo. El agravio de una dictadura perfecta (Vargas Llosa dixit) tan prolongada lo exigía. Lamentamos ahora que la construcción se haya limitado al aparato electoral y no haya previsto que los partidos políticos terminarían por adueñarse y maniatar todas las estructuras que fueron concebidas como instituciones ciudadanas en un principio. No hubo ni hay una reflexión y una práctica que acompañe el camino hacia una democracia participativa… En fin, que no hemos profundizado en pensar y repensar el modelo de país que quisiéramos. Todo esto ha venido a agudizarse con la nueva mentalidad ecológica. Sabemos hoy que la suerte de los seres humanos está indisolublemente ligada al porvenir del planeta.

Estamos, pues, ante unos retos de sobrevivencia como especie que se antojan gigantes. Hemos sido, y cito ahora a Gonçalves, “extremadamente capaces de una crítica profunda y eficaz en términos económicos, sociales, políticos y culturales. Los intelectuales y líderes de este subcontinente sabían perfectamente lo que no era bueno para la población en general, pero continuaban reticentes ante lo que era necesario hacer”.

Para el intelectual brasileño, el gran desafío de nuestro siglo es profundizar en la dimensión positiva de la libertad, es decir en la libertad para. Se hace necesario construir un proyecto de sociedad, o mejor aún, los fundamentos de una nueva civilización. No basta, nos recuerda, “destruir las relaciones antiguas de explotación y opresión” (lo cual, añado yo, sigue siendo importante), sino que tenemos que encontrar formas novedosas de reconstruir la solidaridad, la justicia y la paz, repensar las relaciones humanas y sociales, todo buscando –como débiles visuales que somos, a tientas– nuevas fórmulas de organización que nos permitan dar el vuelco hacia el otro mundo posible que buscamos.

Gonçalves nos remite en su artículo a tres desafíos que ahora les comparto:
1. El combate de la mentalidad que coloca como panacea el crecimiento, como único remedio para la crisis del mundo. La experiencia nos va mostrando que esta fórmula, tan preciada por los economistas neoliberales, es una medicina de gravísimos efectos colaterales que ya estamos padeciendo: amenaza para la salud del planeta y reducción de la calidad de vida de la gran mayoría de la población humana. El diagnóstico de la crisis medioambiental por la que pasamos debe llevarnos a una nueva cura: no el crecimiento, sino el decrecimiento y la búsqueda de nuevas formas de redistribución del progreso tecnológico. Se trata, pues, de ejercitar una libertad responsable, con los límites que nos imponen los efectos destructores del crecimiento. Promover una mentalidad que identifique la libertad no con hacer lo que yo quiera, sino aquello que lleva al bien común del ser humano y de las demás especies del planeta. Dar el paso decisivo del antropocentrismo hacia el geocentrismo.
2. El segundo desafío es el paso a una nueva conciencia de la interdependencia del ser humano con su entorno. No tenemos el derecho de condenar a las generaciones futuras a nuevas formas de esclavitud derivadas de la desertificación del planeta, del agotamiento de sus fuentes de energía, de la escasez y los cada vez más frecuentes desastres “naturales”, del calentamiento planetario y su origen: la contaminación del aire y de las aguas… El desafío es, pues, construir las bases de una nueva civilización, más sobria, más responsable, más sostenible, más solidaria. Elegir el buen vivir sobre la buena vida.
3. Finalmente, Gonçalves menciona el desafío de la ampliación de la participación popular en los cambios que urgen. El paso de la democracia entendida como un rito de votos y urnas a la creación de nuevos canales de participación y control para toda la población. Ejercicios como el modelo zapatista que baje a la población, para usar la imagen futbolística de Gonçalves, “de las gradas de los espectadores, al campo, a tomar parte activa en el juego.

Estos son los desafíos que menciona el artículo. Me parece tema de honda reflexión que he querido compartir con ustedes.


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