Hay películas que han marcado mi vida. Sería muy difícil ahora hacer una lista que correspondiera adecuadamente a la efervescencia de sentimientos que en mí han despertado tantos filmes a lo largo de medio siglo. Si sólo hiciera referencia a películas biográficas tendría que enlistar necesariamente a “Gandhi”, a “Romero” –con el mejor Raúl Juliá de toda su larga carrera–, “La lista de Schindler”, “La decisión de Sofía” –en la que me enamoré por primera vez de una joven Meryl Streep, ya entonces espléndida–, una película cuyo nombre se me escapa, pero en la que podía verse a un joven Denzel Washington haciendo el papel de Steven Bycko, el activista anti-apartheid precursor de Nelson Mandela… Películas todas ellas de excelente manufactura y, por encima de todo, inspiradoras, cuestionadoras, valientes…
A esa categoría de películas corresponde la más reciente obra de Gus Van Sant en la que Sean Penn realizó el trabajo actoral que le mereció el Óscar el año pasado: “Milk”, la historia del primer funcionario público abiertamente gay electo en la historia de los Estados Unidos. El relato de su afanosa carrera política y su trágico asesinato se convierte en un retrato de los años setentas y la que parecía entonces una imparable lucha por los derechos civiles y la igualdad para todas y todos.
No voy aquí a reseñar la película, no se asusten. Ya desde mis años de estudiante, una mañana, después de narrar la película que había visto la noche anterior, recibí la más acertada crítica de parte de mi ahijado Luis Reyes Ceja: “eres la única persona que, al contar una película, tarda más tiempo que la misma película”. Así que no quiero hacerles víctimas de un artículo inusualmente largo. Pero reconozco públicamente que cuando termino de ver este tipo de películas, me siento en deuda. Así que he decidido saldar la deuda que tengo con “Milk”.
Por eso quiero compartir aquí, después de mucho tiempo de no tocar expresamente el tema, la síntesis medular de la respuesta a las “Observaciones” que la Congregación de la Doctrina de la Fe del Vaticano hiciera a mi libro “Iglesia Católica y Homosexualidad”. La discreción de este tipo de procesos me impide aún hacer público el documento íntegro (a pesar de que las “Observaciones”, documento dirigido solamente a los obispos mexicanos, deberían también haber sido manejadas discretamente y no dadas a conocer a los medios por una desconocida y desleal mano, como finalmente sucedió), pero quiero aquí compartir algunas de las ideas fundamentales que en él manifiesto.
1. Los cristianos y cristianas, obligados como estamos a escrutar los signos de los tiempos, tenemos que confrontarnos con un dato importante de nuestra época. A pesar de que la discriminación a las personas homosexuales sigue estando presente en muchos países, el panorama actual marca una tendencia cada vez mayor a su aceptación y al reconocimiento de la diversidad sexual como un dato de la realidad que no puede soslayarse más.
2. Esto no ocurre solamente en el nivel de las leyes internacionales y las decisiones de los países. Es reflejo de un cambio que se está dando en la conciencia de los individuos y las colectividades. Se va abriendo paso una nueva concepción, que muchos autores llaman “cambio antropológico”, en el que las personas homosexuales comienzan a ser vistas, consideradas y tratadas, como personas diferentes, pero sin que esa diferencia marque una desigualdad en la dignidad y los derechos. Esta toma de conciencia está muy lejos de ser una moda temporal o la señal del deterioro de las condiciones morales del mundo. Se trata de un colectivo “caer en la cuenta” de que estamos frente a una realidad antropológica que sencillamente es así. Se trata de un auténtico descubrimiento humano, aunque pueda parecer banal. Nos estamos dando cuenta sencillamente de que hay gente que es así, lo cual no convierte a estas personas en algo especial ni las hace ni más ni menos capaces para realizar cualquier cosa. Esta nueva comprensión podría compararse con el momento en que los negros comenzaron a ser considerados iguales que los blancos, o las mujeres iguales a los varones.
3. En cada época histórica han ido desapareciendo prejuicios y hoy no suscribiríamos ideas que apenas hace cincuenta años eran consideradas normales, como que el marido se considerara superior a la esposa y pudiera ejercitar la violencia contra ella, o que un negro no pudiera casarse con una blanca. Pero no siempre fue así. Y en las épocas en que esto no fue así, la mentalidad mayoritaria, el prejuicio visto como normalidad, se justificaba diciendo que eran realidades naturales, objetivas, inscritas en la naturaleza humana, aunque hoy nadie se atreva a sostener dicha justificación en voz alta. No existe actualmente casi ningún hombre o mujer de ciencia que sostenga una identificación entre naturaleza y heterosexismo.
4. La doctrina de la Iglesia Católica es coherente. Si sostiene que los actos homosexuales son gravemente pecaminosos, que son intrínsecamente antinaturales, entonces todas sus demás recomendaciones son coherentes con esta idea madre que guía sus acciones. Se parte de la convicción de que las personas homosexuales no existen como tales, sino que sólo existen personas heterosexuales individualmente defectuosas con una tendencia más o menos fuerte hacia ciertos actos considerados gravemente inmorales.
5. El problema es que esta concepción está cada vez más en cuestión. Por eso pienso que el “caer en la cuenta” antropológico de la existencia de personas homosexuales no es un asunto anecdótico. En la iglesia tenemos que confrontarnos con esta mutación de conciencia colectiva que se está desarrollando delante de nuestros ojos y dejar de atribuirla exclusivamente a una presunta degeneración cultural. Si algunas personas son sencillamente homosexuales y este hecho no obedece ni al pecado, ni al desorden, ni al vicio, ni a fracasos de los papás ni a ingerencias de espíritus malignos, entonces tendremos que enfrentar con nuevas respuestas la cuestión de la diversidad sexual y ofrecer una nueva aproximación teológica a esta realidad.
6. La pregunta es, pues, si los contenidos “permanentemente válidos de la antropología cristiana” o la “verdad sobre la naturaleza humana”, de los que habla con frecuencia el Magisterio de la Iglesia, están inevitablemente ligados al reconocimiento de la heterosexualidad como la única y exclusiva manera de vivir la sexualidad según el plan de Dios o si el reconocimiento de la diversidad sexual puede considerarse como un nuevo punto de partida en la reflexión moral de la iglesia.
7. Esta realidad se convierte, en el quehacer teológico, en una hipótesis de trabajo. El tema es de por sí espinoso, es cierto, pero eso no nos exime de enfrentarlo, aun a riesgo de cometer errores. Creer que porque decidimos no ver una determinada realidad ésta dejará de existir, no ayuda mucho a la misión que la iglesia tiene de iluminar el mundo con la Buena Noticia.
QUERIDO Raul, yo sigo diciendo, si Jesús viviera hoy, volvería a hablar de los sacerdotes y muchos jerarcas católicos como los fariseos que juzgó en aquel entonces como hipócritas!!! Triste y duro pero esa es la realidad, me entristece ver que muchos somos borregos y seguimos llevando una religión infantil, cumplimos con ir a misa toooooodos los domingos, confesar al menos una vez al año,etc, etc, etc, qué dicen mis obras, que dice mi vida, que piensan los que viven conmigo, comparto mi tiempo, mi vida con el mas pobre??? o solo me doy golpes de pecho en el templo??? Yo estoy harta de Hipócritas si hay tantos cristianos apostólicos y romanos ¿porque el mundo no cambia?? en menor ¿¿¿ porque Mérida no cambia??? El domingo sale la gente de misa y ya se estan peleando por ganar la salida y no cederle el paso a nadie, es una verguenza.
A mi su afán me parece intensamente relevante, comparto su ardor, su lucha y su indignación por la injusticia y la incomprencsión, la frialdad y el juicio contra los homosexuales de parte de muchos sacerdotes y miembros de la iglesia. Fariseos, ven la paja en el ojo ajeno y no ven la viga en el suyo, muy preocupados por que los homosexuales no tengan relaciones sexuales mientras sus propios miembros cometen pederastía y muchos son homosexuales. ¿Donde está la caridad, donde el amor?? Yo como madre de un gay nunca lo sentí de ni un jerarca católico y si en cambio muchos me hirieron y atormentaron, en usted encontre el amor y la congruencia, la esperanza y el valor. Gracias Raul, con todo mi corazón. Gracias a ti mi fé no se tambalea. !ANIMO Y OJALA NO TE DEJES AMEDRENTAR
Hola, Raúl, quiero felicitarlo por remar siempre contracorriente, tomado de la mano de Jesús y luchar por que se deje de ver a los homosexuales como seres raros en la sociedad.
Estoy de acuerdo que hay muchísimos que, si alguna vez estuvieron cerca de Dios, lo han abandonado por los comentarios tan inadecuados de los ministros del Señor. Yo soy homosexual, se quiera entender que lo digo como orgullo o como esa identificación con la que se nos suele separar de los demás de la sociedad, pero lo que sí es que gracias a Dios sigo creyendo en Él y más aún que antes por las inmensas muestras diarias de amor que me da incondicionalmente.
Sé cuán difícil es «estar en contra» de una sociedad tan prejuiciosa como en la que vivimos, pero si fuéramos dichosos de ver siquiera un segundo con los ojos de Dios, nos daríamos cuenta que mucho de lo que se dice, de lo que se juzga de nosotros es falso, especialmente cuando se generalizan cuiestiones.
Dios lo siga ayudando y le dé fortaleza para continuar retratando en su persona, a pesar de las dificultades, el verdadero rostro del Señor, el auténtico corazón que Dios desea en toda persona.
Un saludo.
las peliculas a las que hace referencia no tengo el privilegio de haber visto todas pero al menos Milk, se nota en gran medida recentimiento y revanchismo, sin embargo entiendo que se el tipo de peliculas que le gusten, para mi cualquiera de las que ha mencionado no es mejor en calidad de lucha y valores cristianos que la de Amazing Grace, «libertad le pusieron en español» se la recomiento y tambien revisar la vida de William Wilberforce y compararla con la de ese famoso Milk.
En mexico, no se porque hacen tanto ruido por eso de la corrupcion si es modus vivendi del mexicano, deberiamos empezar a hacer ese cambio antropologico y reconocer que le mexicano es corrupto y no por eso descriminarlo o negarle sus derechos.
Yo le hago una pregunta es pecado o no tener relaciones fuera del matrimonio, es decir los solteros que tienes relaciones sexuales pecan al tenerlas? si o no? y en que se basa para decirlo,
mi respuesta es clara y la baso en la biblia.
Yo busco no basar mis principios morales en lo que la genta creo que es mejor hoy, porque mañana va a cambiar. Si no en los principios biblicos.
La película a la que hace referencia en muy buena y se llama «Gritos de libertad». Saludos
Si están en paz de conciencia, en buenas relaciones con Dios ¿porqué tanto afán en cambiar la doctrina de Iglesia? Los homosexuales son homogeneos? todos son iguales? están todos de acuerdo con los principios de fe y mandamientos de la Iglesia Católica? todos creen en Jesucristo,en la comunión de los santos? en verdad el planteamiento que hace en su libro es «a nombre y por el colectivo homosexual»? Estoy segura que a muchos su afán (el de Usted) no les resulta ni un poco relevante.
Además el tono de su publicación suena a venganza por las observaciones que dió a conocer una mano desleal. Finalmente ¿cuál es su intención?
Conocemos a muchísimos curas que ayudan y hacen por los demás sin averiguar sus preferenias sexuales y sin llamar la atención.