Raúl Lugo Rodríguez es discípulo de Jesús y presbítero católico (en ese orden).
Le gusta la literatura y, en ocasiones, hasta ha cometido versos y cuentos. Es un apasionado de la justicia y se le quedan encerradas las llaves dentro del coche.
Estudió la Biblia muy de cerca y en ella encontró más de una razón para ser revolucionario. Ama entrañablemente a Jesús de Nazaret y no hay nada que lo enoje más, que lo mismo que le enojaba a Él: la manipulación de la religión y la falta de respeto a los más pobres.
Junto con un grupo de maravillosas mujeres trabaja en la defensa de los derechos humanos desde 1991. Vive y trabaja, junto con otros dos presbíteros, compañeros de sueños, en contacto con campesinos y campesinas mayas de Yucatán.
Le gusta contar historias y los niños y niñas suelen mirarlo con simpatía. Cuando fue tocado por una mortal enfermedad, eso no le quitó el sentido del humor.
Le gustan los Beatles y Mercedes Sosa, y le parece que Silvio Rodríguez es el mejor compositor del mundo. Julio Cortázar es su cronopio favorito y quisiera tatuarse en el pecho la efigie del Che. A veces, por las noches, llora.
Es autor de varios libros: Las trampas del poder (Dabar, 1994), Flor que nace de la muerte (UPM, 1995), La biblia es verde (Com. episcopal de pastoral bíblica, 1998), Los primeros profetas cristianos (UPM, 1999), Mujeres de la biblia, mujeres para hoy (UPM, 2005), La iglesia católica y la homosexualidad (Nueva Utopía, Madrid 2006), además de numerosos artículos en revistas especializadas y de divulgación.
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