El entero municipio de Metlatónoc, Guerrero, contaba, para el año 2000, con cerca de 30 mil habitantes. Está clasificado por el Programa Nacional de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) como el municipio más pobre y de mayor marginación en el país. Dentro de este pequeño municipio se encuentra la comunidad Mini Nuhuma, de tan solo 321 habitantes, mayoritariamente monolingües. Para quienes piensan que las cosas interesantes en nuestro país ocurren solamente en los grandes centros de poder político y económico va esta historia llena de coraje.
En Mini Nuhuma no hay red de agua potable ni drenaje; tampoco hay servicio público de transporte. Con casas de adobe y piso de tierra y con un porcentaje de analfabetismo cercano al 80 por ciento, las familias de Mini Nuhuma viven de la siembra y cosecha de maíz. En 2003 la comunidad se organizó para solicitar un centro de salud, la asignación de un médico y una dotación de medicinas. La Secretaría de Salud no hizo caso, despreciando así el esfuerzo que los habitantes hacían cada vez que alguien se enfermaba para cargar con su enfermo hasta la cabecera del municipio, situado a una hora y media de camino a pie. En una respuesta que se acerca a la burla, la dependencia estatal dijo que no podía enviar a un médico dado que no había ningún inmueble donde el doctor pudiera ofrecer consultas.
Así que en 2005 la comunidad de Mini Nuhuma terminó la construcción de una casa de salud, de adobe y piso de tierra como todas sus viviendas. Avisaron entonces a la Secretaría, pero el personal médico nunca llegó, sino únicamente un técnico en asistencia primaria a la salud que visitaba la comunidad cada tres meses llevando algunas medicinas. Ese año fallecieron los hermanos Fidel y Ofelia, de 9 y 7 años. La causa: diarrea; sí, señoras y señores, en la primera década del siglo XXI, hay gente en México que sigue muriéndose de diarrea. ¿Cómo no decir, ahora que no tengo censor a la mano, que éste es un país de mierda?
La comunidad no se arredró: en 2006 reiteraron su solicitud, sólo para recibir como respuesta que no había personal disponible para satisfacerla. Ese año murieron Olivia y Silvestre, de 7 y 22 años, de la misma mortal enfermedad: diarrea. En 2007 las muertes aumentan: Leonidas, de 4 años, y Cayetano, de 54. Los familiares de las víctimas y las autoridades tradicionales del pueblo deciden no rendirse y exigir de manera aún más insistente el respeto a su derecho a la salud. Apoyados por el Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, renuevan su exigencia, ahora dirigida al gobernador Torreblanca y al presidente de la república. El resultado llamaría a risa si no se tratase de algo tan grave: lo único que ocurrió fue que ya no se pararon por el pueblo ni siquiera el personal que llegaba para vacunar a los niños, ni los encargados de dar pláticas por parte del programa federal “Oportunidades”.
Dos meses y medio después de su última petición los habitantes de Mini Nuhuma recibieron respuesta del Secretario de Salud, Luis Barrera Ríos, en la que se les negaba oficialmente el servicio argumentando numerosas normas provenientes del Modelo Integrador de Atención a la Salud. La comunidad contaba ya con un testimonio escrito de la negación del servicio. Y lo usó bien: no solamente respondió con un recurso de inconformidad, sino que el 13 de agosto de 2007 interpuso una queja ante la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Guerrero en contra del gobernador y el secretario de salud solicitando medidas cautelares por la violación a su derecho a la salud.
El 7 de septiembre, tres semanas después de la interposición de la queja, la Comisión de Derechos Humanos de ese estado otorgó las medidas cautelares y exhortó al gobierno a adoptar las medidas necesarias para garantizar la salud de los habitantes de Mini Nuhuma y el 20 de junio de 2008 terminó por emitir la recomendación 16/2008 en la que reconoce la violación del derecho a la salud de las comunidades de Mini Nuhuma, Yuvinani, Los Llanos y Atzompa.
Ante la cerrazón del gobierno estatal, la comunidad, incansable y con una terquedad que raya en lo heroico, solicitó amparo ante la justicia federal el 9 de noviembre de 2007. Finalmente, el pasado 11 de julio, después de cinco años de lucha continua, la comunidad de Mini Nuhuma recibió una auténtica buena noticia: el juez séptimo de distrito radicado en Chilpancingo, Luis Almazán Barrera, concedió la protección de la justicia federal, mandando a las autoridades guerrerenses que cumplieran de manera inmediata con el respeto del derecho a la salud de los habitantes de Mini Nuhuma equipando adecuadamente la casa de salud construida con recursos propios de la comunidad, con mobiliario, servicios y medicamentos suficientes. Y para que no cupiera duda, el Juez señala expresamente que las autoridades no podrán poner como argumento para incumplir la “falta de presupuesto”, dado que este es un “motivo injustificable”.
Son varias las lecciones del hecho que hoy les comparto. En primer lugar, se demuestra que cuando las comunidades o pueblos se organizan y no cejan en su empeño, pueden lograr el respeto a sus derechos a través de mecanismos jurisdiccionales ya existentes. Otra buena noticia es que existen jueces que, más allá de pretextos presupuestales, comprenden que el Estado ha de emplear todos los recursos a su alcance para garantizar el derecho a la salud de los ciudadanos y ciudadanas; ojalá tuviéramos más jueces de esos. Los derechos económicos, sociales y culturales tienen que dejar de ser sólo un listado de buenas intenciones.
Así pues, quien diga que los cambios que de veras cuentan para rehacer la patria desde sus raíces ocurren solamente en los círculos del poder y del dinero se equivoca. Mini Nuhuma está allá, en la montaña de Guerrero, mostrando con su valiente testimonio que las políticas públicas de quienes nos desgobiernan solamente son una burda cobertura del trato discriminatorio al que están sujetas las comunidades indígenas y que la situación de desigualdad en nuestro país no va a cambiar mientras sigamos pidiendo el respeto a nuestros derechos humanos como si fuera una caridad que no merecemos.
Raúl Lugo Rodríguez
Hi
Hmm… I see that I understand nothing about topic
«…¿No será éste, Señor, nuestro ‘gran pecado’? ¿El gran pecado mortal de toda nuestra falsa ‘civilización’, no serán estas barreras hechas de injusticia, de explotación, de desprecio, de miseria, detrás de las cuales, nuestro mundo egoísta e injusto aprisiona a tantos y tantos inocentes para meterlos a parte, para olvidarlos, para exterminarlos poco a poco?»
-José Bouchaud
Ojalá nuestra sociedad tuviera la mitad del sentido de ‘comunidad’ que tiene Mini Nuhuma, como la de los primeros cristianos, como la del amor.
Me pregunto cuántas comunidades más estarán asi. En Yucatán existen Unidades Móviles de Salud, de la SSY, que acuden a los lugares apartados a llevar este tipo de servicios. Pero no acuden todos los días al mismo sitio, si no que tienen un rol de visitas a determinadas comisarías. Y dicen que sobran médicos, quizás todos queremos estar en los grandes hospitales y cuidades, olvidándonos del nivel más importante del sistema de salud: la prevención; y de aquellos lugares en donde la gente más nos necesita. Un abrazo.