Iglesia y Sociedad

El sínodo de la sinodalidad

29 Sep , 2023  

Christopher Lamb es un vaticanólogo muy reconocido. En la reciente edición del semanario católico inglés, The Tablet, ha escrito sobre la importancia del sínodo que comenzará este 4 de octubre. Menciona el especialista inglés, que esta 17º Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos que iniciará el día de la fiesta de san Francisco de Asís, será distinta de cualquier otra que le antecede y constituirá un momento crucial para el catolicismo, como lo fue el Concilio Vaticano II. De su artículo extraigo algunos datos sobre el sínodo que está a punto de comenzar

De todas partes del mundo vendrán los 464 participantes, incluyendo dos obispos de China Continental. Ya con Francisco incluido, los votantes serán 365, mientras que el resto trabajarán como expertos, facilitadores o asistentes espirituales. Entre los participantes, 81 serán mujeres, de las cuales 54 serán votantes en la asamblea. Una buena parte de las discusiones de la asamblea se realizarán en pequeños grupos de trabajo que se reunirán en la Sala Pablo VI, el amplio auditorio que usa regularmente el Papa para sus audiencias generales de los miércoles.

El Papa Francisco espera que la renovación sinodal reavive el sentido de misión de la iglesia y hay muchos que esperan que brote del sínodo un nuevo estilo de vida eclesial. No hay que olvidar que el proceso sinodal tiene lugar en el marco del catastrófico escándalo del abuso sexual de los clérigos. El instrumento de trabajo (Instrumentum Laboris) que será la base de las discusiones refiere que la iglesia de todo el mundo está “profundamente afectada” por el abuso, tanto sexual y espiritual como de otras formas, y subraya la necesidad de asumir las consecuencias de este hecho.

En el aula sinodal los participantes se dividirán en 35 grupos de trabajo de entre 10 y 12 miembros cada grupo. Habrá un facilitador en cada grupo para ayudar en el discernimiento. Catorce grupos de trabajo conversarán en inglés, ocho en italiano, siete en español, cinco en francés y uno en portugués. Los documentos se redactarán en inglés e italiano. Los pequeños grupos llevarán adelante “conversaciones en el espíritu”, en el que cada persona podrá hablar no más de cuatro minutos antes de que los participantes puedan responder a lo que han escuchado. Habrá también, desde luego, sesiones plenarias en las que se reunirá la asamblea en su conjunto y en las que se recibirán los reportes de las discusiones de los pequeños grupos.

La asamblea tendrá cinco módulos o segmentos, dedicados a reflexionar en qué es una “iglesia sinodal”, comunión, misión y participación, con un segmento conclusivo para la aprobación del reporte final. Cada pequeño grupo formulará un reporte de sus reflexiones, señalando los temas en los que hubo acuerdo y aquellos en los que se mantienen los desacuerdos o la tensión. No les será pedido que los reportes muestren los asuntos en los que todos están de acuerdo, sino que reflejen el trabajo que se ha llevado a cabo al interior de los grupos. El módulo final tendrá como resultado una síntesis de todas las discusiones, la cual será sometida a la asamblea para su aprobación.

Es muy importante subrayar que esta reunión de 2023 no producirá el documento final del sínodo. Esto sucederá hasta que llegue la sesión final de la asamblea sinodal, que será en 2024, y a la que asistirán las mismas personas que participan en 2023. Una vez terminado todo el proceso después de la asamblea se 2024, se espera que Francisco responda a dicho documento en meses posteriores.

A diferencia de los anteriores sínodos, el documento de trabajo no consta de una serie de proposiciones, sino de preguntas que permitan un ulterior discernimiento. El documento de trabajo tiene largas secciones acerca de la renovación de la manera de gobernar y tomar las decisiones en la iglesia para incluir en ellas a las y los laicos y asegurar una mayor transparencia y rendición de cuentas. El papel de las mujeres en la iglesia, consistentemente señalado en los diálogos de las iglesias locales en el proceso de preparación del sínodo como necesitado de urgente atención, será seguramente un tópico de discusión significativo. Una cuestión es cómo la “dignidad bautismal” de las mujeres, incluyendo su “participación en el gobierno, la toma de decisiones, la misión y los ministerios en todos los niveles eclesiales”, puede ser mejor reconocida y promovida. La cuestión del diaconado femenino, que ha sido ya discutido recientemente en dos distintas comisiones vaticanas fomentadas por Francisco, está también en la agenda de discusión, así como la conveniencia del establecimiento de “nuevos ministerios”.

Es claro que tres semanas de discusiones en el Vaticano no son suficientes para resolver todos estos temas, así que es más realista pensar que el sínodo va a mostrar dónde hay acuerdos sustanciales, y exponer dónde, en cambio, se encuentran los asuntos más difíciles. Es posible, por ejemplo, que haya una fuerte corriente que se oponga a la ordenación de mujeres como diáconos, pero es de esperarse que las iglesias locales puedan reflexionar y decir su palabra revisando lo que el sínodo haya anotado, para llevar sus opiniones a la asamblea final de 2024.

Un tema que con seguridad será tratado es el del clericalismo, que, junto con el reconocimiento del papel de la mujer, ha sido repetidamente identificado como un problema para el diálogo sinodal. En el corazón de este asunto está la manera como la autoridad se ejercita dentro de la iglesia, pues el clericalismo no es un asunto solo “sacerdotal”, sino la tendencia de todo liderazgo de abusar de su poder y que se encuentra presente en todas las instituciones de la iglesia; por eso el sínodo reflexionará en la relación recta entre el sacerdocio común de todos los bautizados y el sacerdocio ministerial de los presbíteros.

En un reciente seminario sobre la sinodalidad, Vimal Tirimanna, un teólogo asiático que enseña en Roma y en Sri Lanka y que será delegado votante en el sínodo, comentó que “todos vemos y respetamos una cierta cultura “sacerdotal”, pero eso no significa que “en nombre de esa cultura de respeto, se usurpen los roles confiados a todos y cada uno de los bautizados y bautizadas por el Espíritu Santo”.

La formación será también un asunto crítico en la discusión; ya el documento de trabajo identifica la necesidad de que los procesos de formación estén dirigidos a todo el pueblo de Dios, pero insiste en que los futuros sacerdotes deberán ser entrenados en “una mentalidad y un estilo sinodal” y que la renovación de los seminarios y sus planes de estudios deberán asegurar “una clara y decisiva orientación” hacia la sinodalidad. Tiramanna comentó también que “en los seminarios hay una seria necesidad de subrayar el sacerdocio como un servicio”, mientras que Rafael Luciani, un teólogo venezolano y consultor experto en el sínodo, dijo que “tanto los seminarios, como las parroquias y la reología del sacerdocio”, deben ser profundamente renovados. “Si no se toca esa trilogía -aseguró el teólogo- nunca caminaremos hacia una iglesia sinodal”.

El sínodo será también el escenario de liderazgos emergentes, incluyendo el liderazgo femenino. La hermana Nathalie Becquart, que tomó parte en el sínodo sobre los jóvenes en 2018, fue nombrada sub secretaria de la oficina del sínodo tres años después. Por primera vez, Francisco ha incluido dos mujeres que actuarán como “delegados presidentes”, lo que quiere decir que en algunos momentos presidirán la asamblea en nombre del Papa. Una de ellas, por cierto, es la religiosa mexicana María de los Dolores Palencia, que dirige un centro de acogida para migrantes en Tierra Blanca, Veracruz; la otra es Momoko Nishimura, juna laica consagrada de Yokohama, Japón, que trabaja en la pastoral juvenil.

Contra lo que sostiene un cierto sector de la iglesia, Francisco no parece tener planes de retirarse pronto, y espera jugar un papel activo durante todo el proceso sinodal. Sin embargo, puede ser que para muchas personas el sínodo sea una especie de pre-cónclave. El 30 de septiembre, el Papa creará 21 nuevos cardenales, 18 de ellos con derecho de votación en una futura elección papal. Quienes ocupen una posición de relevancia en el sínodo serán analizados de cerca por los cardenales, y eso podría ser oportunidad de ir visualizando posibles sucesores de Francisco. El cardenal Jean-Claude Hollerich, de Luxemburgo, que es el relator general del sínodo, jugará un rol clave en la preparación del crucial documento final, e introducirá los tópicos de discusión y hará las síntesis de las conclusiones. Este es el mismo papel que el cardenal Mario Bergoglio desempeñó en el sínodo de 2021, cuando impresionó a todos con sus cualidades de liderazgo. La experiencia de Bergoglio en este trabajo (él atestiguó que el secretario del sínodo había removido material que los grupos sinodales habían aprobado) convenció al futuro Papa que la estructura del sínodo necesitaba se urgentes reformas.

En esta ocasión, el secretario general del sínodo es el cardenal maltés Mario Grech, cuyo papel es garantizar que el sínodo se desarrolle sin contratiempos y abordar en su momento cualquier problema que emerja. En la sesión de apertura del sínodo habrá discursos de Hollerich, Grech, el Papa y el presidente delegado. Otros presidentes delegados incluyen al cardenal Carlos Aguiar Retes, arzobispo de la CDMX, y el arzobispo de Perth, Tim Costelloe, presidente de la Conferencia Episcopal de Australia.

El sínodo estará también lleno de polvorines en explosión. Entre los participantes está el cardenal alemán Gerhard Müller, antiguo prefecto del dicasterio de la Doctrina de la Fe, que ha hecho declaraciones severas sobre el sínodo, al que ha descrito como “una hostil toma de control en la iglesia”. Estará también presente su compatriota, el obispo Georg Bätzing, presidente de la conferencia alemana de obispos, quien se ha destacado por impulsar las reformas del sínodo alemán sobre el papel de las mujeres, laicos que puedan predicar en la Misa, y una reorientación de la enseñanza de la iglesia en material sexual, todas éstas reformas que han encontrado resistencia en Roma. Curiosamente, no hay grupo lingüístico alemán en el sínodo, como si no quisiera ofrecerse la ocasión en que los participantes de habla alemana puedan tener conversaciones entre ellos.

Hay muchos obispos que llegarán a Roma con algo de escepticismo acerca del proceso, pero abiertos a la conversión. Cómo respondan en estas próximas semanas podría hacer la diferencia. Una figura clave será el obispo Robert Barron, uno de los delegados norteamericanos. Él ha insistido en que el sínodo “no votará sobre doctrina”, sino que se trata “más bien de estrategia”. Cómo él, y otros obispos como él, voten en el proceso sinodal será significativo, sobre todo porque tienen una considerable audiencia digital.

Tanto Francisco como los organizadores del sínodo, quieren evitar que las discusiones sinodales se conviertan en una batalla mediática. Incluso llegó a hablarse de algo así como un “secreto pontificio” en torno a algunos temas que se discutirán. Paolo Ruffini, jefe de comunicaciones del Vaticano, dijo a los reporteros que más que secrecía se hace necesaria cierta “confidencialidad” durante el proceso, dado que es una reunión de índole espiritual. A los participantes se les pedirá que no accedan a ofrecer entrevistas a los medios durante el desarrollo de la asamblea. Miriam Wijlens, canonista de la universidad de Erfurt, en Alemania, y una de las consultoras expertas convocadas por el sínodo, ha comentado en público que a ella no le gusta la expresión “secreto pontificio”, pero dijo que para que los participantes puedan hablar libremente es necesaria cierta confidencialidad. “De lo contrario, algunos miembros del proceso sinodal podrían ser extremadamente activos en los medios de comunicación social, mientras que otras voces podrían perderse”, aseguró.

La naturaleza espiritual del sínodo será subrayada por la reunión de oración y el retiro espiritual que lo precede. Tendrá lugar en la Plaza de san Pedro una vigilia ecuménica de oración en la que participarán jóvenes y líderes cristianos, incluyendo el arzobispo anglicano de Canterbury, Justin Welby. La reunión de oración será organizada por Taizé, el famoso monasterio ecuménico francés, lo cual refleja la naturaleza inclusiva del proceso sinodal. Representantes de otras iglesias también participarán, incluyendo el obispo anglicano de Chichester, Martin Warnes, y Elizabeth Newman, la presidenta de la comisión sobre doctrina bautista y unidad cristiana de la Alianza Mundial Bautista.

La jornada de oración estará seguida de un retiro de tres días al que acudirán todos los participantes que tendrá lugar en Sacrofano, a 25 kilómetros al norte de Roma, conducido por Fr. Timothy Radcliffe, quien fuera superior general de los dominicos, y María Angelini, una abadesa benedictina del norte de Italia.

Hay quienes argumentan que el sínodo no traerá cambios significativos. Otros pocos quisieran verlo fracasar. El proceso sinodal en sí mismo será tan importante como sus resultados en términos de documentos y resoluciones. Para el Papa Francisco este es un momento decisivo en su personalísima misión de dar testimonio de una verdad tan antigua como incambiable: que el Espíritu Santo habla a la iglesia en todas las épocas.


One Response

  1. Enna Arana dice:

    Son muy necesarios los cambios en la Iglesia, para la gente joven vuelva a creer en ella

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