Don Ricardo Ucán es, de nuevo, un hombre libre. El pasado 31 de diciembre salió de la cárcel para reunirse con su familia, en un fin de año que debe haberle sabido a gloria. Todos los medios dieron cuenta del hecho. Por vez primera, en los más de nueve años que llevaba injustamente preso, don Ricardo ocupó las primeras planas.
No quiero repetir aquí los datos del caso, comentados en varias ocasiones en este mismo espacio y disponibles en el informe que el equipo Indignación mantiene en su portal electrónico bajo el título “Los agravios”. Quiero solamente, a la luz de una noticia que nos hace iniciar el año tan gratamente, compartir dos reflexiones que me parecen oportunas.
1. La cara oficial, o la insoportable mezquindad del poder
Después de haber agotado todas las instancias legales en busca de justicia, el caso de don Ricardo llegó a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), organismo de la OEA que se encarga de revisar los casos de violaciones a la Convención Americana de Derechos Humanos en los países que la han firmado y ratificado. Una vez admitido el caso, la CIDH concedió una audiencia en Washington el pasado 5 de noviembre en la que representantes de don Ricardo Ucán y representantes del demandado Estado Mexicano expusieron sus argumentaciones frente a los comisionados como un último paso antes de que la CIDH ofreciera el llamado “informe de fondo”.
La audiencia fue pública, de manera que quienes pudieron verla se habrán hecho su propia opinión. La estrategia gubernamental consistió en repetir el discurso oficial sobre el caso y llevar un vídeo para hacer constar que tanto la defensora de oficio como el juez eran maya hablantes. La falibilidad de la estrategia era de esperarse: no estaba en discusión la capacidad lingüística de los funcionarios, sino si don Ricardo tuvo o no un juicio justo, lo que implica ser juzgado en su propia lengua o con el apoyo de un traductor intérprete, lo cual quienes representaron al gobierno yucateco no pudieron probar, simplemente porque no ocurrió así. Al final de las exposiciones, el Ministro Negrín, a nombre del Estado Mexicano, se comprometió a buscar una solución que permitiera a don Ricardo recuperar su libertad.
Es, sin duda, el resultado de esta audiencia lo que permitió el proceso de acuerdo que culminó con la liberación de don Ricardo. Aunque no haya una declaración expresa de reconocimiento por parte del gobierno de las violaciones cometidas contra los derechos de don Ricardo en el acuerdo firmado por las partes, cualquier persona que conozca los entresijos del caso podría deducirlo legítimamente. Tres ejecutivos estatales, al menos dos legislaturas y el Poder Judicial no habían movido un solo dedo para solucionar el caso, a pesar de representar a fuerzas políticas de signos ideológicos presuntamente diversos. Es la fuerza de la presión internacional la que finalmente obligó al poder gubernamental a liberar a don Ricardo. Querer exhibirlo ahora como un acto de gracia gubernamental se antoja tan infantil que movería a risa, si no fuera porque es la última señal de una empecinada mezquindad que parece sostener que las mentiras pueden llegar a convertirse en verdades solamente porque son oficialmente sostenidas. Pero ese cuento se lo creen cada vez menos personas, acaso solamente, y de manera que podría ser juzgada de patológica, los mismos inventores de las oficiales mentiras presentadas como verdad jurídica.
2. La cara de las solidaridades
Pero la reflexión estaría incompleta si no consideráramos un elemento más que influyó en este final feliz del caso 12.660. La autoridad de la CIDH es solamente una de las piezas de este rompecabezas. Como se explica bien en el comunicado dado a conocer por el equipo Indignación al momento de la liberación de don Ricardo Ucán (y que reproducimos como anexo al final de esta columna), la solidaridad hacia don Ricardo, sobre todo en los últimos cinco años, ha sido muy amplia.
No se trata solamente de las más de 800 firmas conseguidas en un solo mes adhiriéndose a la petición del indulto para don Ricardo, cosa inédita en un estado como el nuestro. Me refiero también al hecho de que Amnistía Internacional haya recogido el caso de don Ricardo en su informe de 2007, y que un Relator de la ONU hubiera escrito de manera personal a los tres poderes del estado solicitando una solución para el caso. Me refiero también a los cientos de cartas llegadas a las representaciones mexicanas pidiendo justicia para don Ricardo, y que llegaron de Alemania, Australia, Estados Unidos y de países tan lejanos como Burundi, en el continente africano.
¿Cómo no recordar también a los artistas locales y nacionales que se unieron para hacer oír la voz de don Ricardo ante el silencio de las autoridades y la falta de atención de los medios? Ofelia Medina, Roberto Franco, Paco Marín, José Ramón Enríquez y decenas de artistas apoyando con su arte a don Ricardo en una tarima de la Plaza Grande… Quizá la lección mayor de la liberación de don Ricardo sea, precisamente, la comprobación del poder de la sociedad civil, esa que mira abajo y a la izquierda.
La liberación de don Ricardo es, sin duda, una buena manera de comenzar el año, no solamente para su familia, que al fin ha podido tenerlo de nuevo cerca, sino para toda la sociedad yucateca. Falta mucho, muchísimo por hacer, pero permítanme ahora, en este pico de alegría, parafrasear al presidente del gobierno español y decir que Yucatán es hoy un poco más decente con don Ricardo libre, porque una sociedad decente es aquella que no humilla a sus miembros.
Colofón: A continuación, el comunicado de Indignación A.C.
Don Ricardo Ucán, libre
Comunicado del equipo Indignación
Mes y medio después de la audiencia que se realizó en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, don Ricardo Ucán Seca está en libertad.
El caso llegó a la CIDH porque a don Ricardo, indígena maya sentenciado a 22 años de prisión por privar de la vida a una persona en defensa de su vida y la de su familia, se le violó el derecho a una defensa adecuada, a contar con intérprete traductor y se cometió contra él discriminación.
Don Ricardo Ucán Seca, detenido desde junio del año dos mil, ha atraído la atención y recibido la solidaridad de organizaciones y personas de México y del mundo. Su caso fue incluido en el informe de Amnistía Internacional sobre el sistema penal mexicano (2007).
En los nueve años que estuvo preso, don Ricardo ha recibido la simpatía de artistas locales y nacionales que han participado en campañas para promover su libertad. Las embajadas mexicanas de lugares como Alemania, Inglaterra, Australia y Estados Unidos han recibido numerosas cartas de activistas de esos países que piden su libertad.
En febrero de 2007 el entonces Relator para Pueblos Indígenas de la ONU, Rodolfo Stavenhaguen, se dirigió a los representantes de los tres poderes del estado solicitando incluir en la legislación yucateca la figura del indulto y concedérselo a don Ricardo Ucán. Dicho exhorto fue ignorado, junto con la petición del Relator de hacer una ley contra la discriminación.
Ese mismo año más de ochocientas firmas reunidas en un solo mes en Yucatán se presentaron ante el Congreso del estado solicitando el indulto para don Ricardo Ucán Seca. En 2008 la CIDH admitió el caso.
Para el equipo Indignación, organización que es copeticionaria ante la CIDH junto con la Red Todos los Derechos para Todas y Todos, el caso de don Ricardo Ucán Seca ha sido emblemático pues exhibe la discriminación que persiste contra el pueblo maya de Yucatán, particularmente en el ámbito de la justicia.
En la audiencia ante la CIDH, realizada el pasado 5 de noviembre, el Estado mexicano se comprometió a encontrar la vía para una solución amistosa al caso. Dicha solución se concreta mediante un acuerdo que implica la libertad inmediata de don Ricardo Ucán por vía administrativa, de acuerdo con facultades del Ejecutivo.
Quienes integramos el equipo Indignación nos alegramos junto con don Ricardo, con doña Donaciana, su esposa, y con toda su familia. En esta liberación reconocemos, valoramos y agradecemos todo el esfuerzo de la sociedad civil local, nacional e internacional.
La libertad de don Ricardo tiene un enorme significado y representa un importante triunfo en el trabajo de lograr que se respeten plenamente los derechos del pueblo maya de la península de Yucatán.
Don Ricardo Ucán puso en evidencia un sistema de justicia que discrimina a los integrantes de los pueblos originarios; les niega un juicio justo, una defensa adecuada y una procuración y administración de justicia en su propia lengua y en respeto de sus sistemas normativos propios. Confiamos en que el caso de don Ricardo Ucán contribuya a modificar estas condiciones y favorezca el reconocimiento y el pleno respeto a los derechos del pueblo maya de Yucatán.
Asi es da gusto saber que se le haya hecho justicia a don Ricardo, y esperemos en Dios que de igual forma a todas las personas inocentes, tiene razón P. Raúl que se empiece a respetar los derechos del pueblo maya de yucatán.
Feliz año de todo corazón. Le envio un cordial saludo y abrazos.
MARAVILLOSA NOTICIA EN MEDIO DE LAS TNIEBLAS. FELIZ AÑO A TI, QUERIDO RAUL Y A INDIGNACION.
ANGELICA Y LAURA
Pues da gusto saber que se hace justicia, sin embargo hay muchas otras pobres personas que viven encarceladas injustamente, oremos por ellas