Iglesia y Sociedad

La Universidad de Notre Dame

1 Mar , 2010  

Bajo del automóvil totalmente cubierto: bufanda, guantes, gorro y un grueso abrigo son las defensas en contra del clima. Siento el golpe del frío en el rostro; miro la blancura de la nieve mientras finos copos, como plumas diminutas, se posan sobre el abrigo azul que me han prestado para la ocasión.

Es mucho lo que hay que caminar para llegar desde el estacionamiento hasta el edificio universitario donde tendremos la reunión. Son pocos los jóvenes que, caminando de prisa, atraviesan los campos nevados entre un edificio y otro. La Universidad de Notre Dame parece darme otra vez la bienvenida y mientras miro pasar a una valiente joven que, con shorts, hace su ejercicio matutino, pienso en lo hermoso que ha de ser este campus universitario en otoño, con una colorida belleza, muy distinta de esta blancura que, aunque también es hermosa, no permite disfrutar del todo los amplios espacios de esta universidad católica.

Es en el “Institute for Latino Studies” de la Universidad de Notre Dame donde el Instituto Cultural de Liderazgo del Medio Oeste (ICLM) tiene su sede. Se trata de un equipo itinerante formado por seis elementos, entre los cuales están un sacerdote jesuita y una laica consagrada de la comunidad del Verbo Encarnado, que visitan a los agentes de pastoral hispana de más de cuatro diócesis, dispersos en sus parroquias, para ofrecerles un proceso de preparación para el ejercicio del liderazgo y la coordinación en sus respectivas comunidades parroquiales. Al terminar las dos primeras fases del programa formativo, aquellos que así lo deciden, entran al programa avanzado “Vayan y hagan discípulos” que, con el aval de la Universidad de Notre Dame, deja a los alumnos listos para prestar diversos servicios ministeriales en sus parroquias.

A este programa pertenece el taller titulado “La iglesia: raíces, realidad y esperanza. De los orígenes bíblicos a las comunidades hispanas en Estados Unidos”, que he venido a facilitar. El taller iba a ser llevado adelante, al alimón, con el Obispo Daniel Flores, quien era auxiliar de Detroit. Unas semanas antes, sin embargo, el Obispo Flores fue nombrado obispo titular de Brownsville, Texas, de suerte que su cambio modificó los planes del ICLM. La participación del obispo Flores fue suplida por Alejandro Aguilera, director del Comité de Asuntos Hispanos de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos. A mi cargo quedaron las secciones del taller en que estudiamos juntos la conformación de las iglesias cristianas primitivas según los textos del Nuevo Testamento, mientras que Alejandro condujo la reflexión sobre el desarrollo de las comunidades hispanas en los Estados Unidos.

Ya he comentado en otras ocasiones cuánto me impresiona la vitalidad de las comunidades católicas hispanas de los Estados Unidos. Dentro de muy pocos años, la configuración social y eclesial de la Unión Americana no tendrá ya más una mayoría sajona. Son cada vez más las parroquias norteamericanas que tienen servicios bilingües y/o misas en español para la creciente comunidad hispana. Se han multiplicado también los ministerios y grupos apostólicos predominantemente hispanos en las iglesias.

Quizá la explicación de tal efervescencia sea que, en un país en el que –paradójicamente, debido a su origen multicutural– los inmigrantes no son bienvenidos, las comunidades eclesiales se han convertido en lugares de identificación social, espacios de conservación y regeneración de la cultura, casas abiertas para aquellos que no existen socialmente, sino sólo para realizar los trabajos que la población nativa no está dispuesta a realizar.

Es la misma situación migratoria la que permite a los miembros de las comunidades hispanas leer con tanta fecundidad los textos de las iglesias cristianas primitivas. Es asombroso mirar cómo la Biblia se convierte en un espejo en el que ellos pueden mirar sus propias vidas. Repiten, por así decirlo, la experiencia de las comunidades destinatarias de la Primera de Pedro, que de la clasificación “forasteros y peregrinos” hacen, no solamente la descripción sociológica de su situación, sino la presentación simbólica de su realidad espiritual.

En fin, que este lunes no he podido más que escribir de lo que estoy viviendo. Ya pronto, espero, regresaré a Mérida. Ojalá que, en medio del calor reparador, no me olvide yo de la extraordinaria experiencia vivida en estos rumbos. El futuro de la iglesia y de la sociedad está, estoy seguro, en el cruce de culturas. La endogamia nos ha hecho mucho mal.


3 Responses

  1. Jorge Rubio dice:

    Es bueno saber que dentro de laas dificultades que pasan los latinos en ese país encuentran en su parroquia la esperanza que necesitan para seguir llevando el pan de cada día a sus hogares

  2. Ricardo Pech George dice:

    De nuevo espero que nos compartas tus impresiones de ese importante evento. Saludos y suerte con el frío.

  3. Kalycho dice:

    «La endogamia nos ha hecho mucho mal.» Esa frase guarda la fuerza de todo el texto. Gracias por compartir la experiencia, saludos y buen viaje de regreso.

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