Iglesia y Sociedad

La Misión de Guadalupe en Chiapas

9 Mar , 2010  

Escribo esta columna desde la Misión de Guadalupe, una misión interreligiosa situada en Comitán, Chiapas y sustentada desde hace 50 años por la congregación de los Hermanos Maristas. Ésta es la razón por la cual esta entrega no hizo su aparición el día de ayer, en el que apenas estaba yo viajando hacia este destino.

El equipo de la Misión de Guadalupe, acorde con la tendencia de los tiempos actuales, es un equipo predominantemente laico. Tres hermanos maristas y una religiosa conviven y trabajan junto con cerca de 15 laicos y laicas dedicados al acompañamiento de 105 comunidades católicas repartidas en nueve zonas pastorales, con 10 o 12 comunidades cada una de ellas.

Las comunidades están situadas en la montaña de Las Margaritas, en la región sureste de la diócesis de san Cristóbal de Las Casas. La gran mayoría de ellas están conformadas por integrantes del pueblo tojolabal, de lengua y costumbres propias y dificultosa intercomunicación geográfica. El nombre de los tojolabales, pueblo de raíz mayense, les viene de la lengua que hablan, el tojolabal, y viene de las raíces “tojol”, legítimo, y “abal”, palabra: son el pueblo de la palabra legítima o verdadera.

Para realizar su trabajo, los miembros de la Misión de Guadalupe se han organizado en tres grandes ministerios: el ministerio pastoral, encargado de acompañar los procesos evangelizadores en vías a la construcción de una iglesia autóctona. En palabras de Don Samuel Ruiz, obispo emérito de San Cristóbal de Las Casas, la necesidad y conveniencia de construir una iglesia autóctona brota del mandato del Concilio Vaticano II, que afirma que “la iglesia, para poder ofrecer a todos el misterio de la salvación y la vida traída por Dios, debe insertarse en todos los pueblos con el mismo afecto con que Cristo se unió por su encarnación a las determinadas condiciones sociales y culturales de las personas con las que convivió” (Ad Gentes 22), de manera que –sostiene Don Samuel– las iglesias poco a poco deben irse configurando según las tradiciones, doctrinas, espiritualidad e instituciones propias de los pueblos.

Efectivamente, la historia nos enseña que la iglesia, que nació judía entre los judíos, tuvo la capacidad de hacerse más tarde griega con los griegos y romana con los romanos. Desafortunadamente, la connivencia con el imperio romano hizo que la iglesia perdiera esta dimensión de su acción misionera al imponer el modelo romano a las nuevas iglesias que se fueron conformando. La iglesia renunció así, durante mucho tiempo, a encarnarse en las nuevas realidades culturales con las que entraba en contacto.

Es hasta el Vaticano II, como decíamos, que la iglesia como conjunto redescubrió esta dimensión encarnacional de su vocación evangelizadora. Animada por el testimonio de evangelizadores de la talla de Mateo Ricci, la iglesia, no sin tener que vencer ciertas resistencias, se puso de nuevo en la senda de una acción evangelizadora respetuosa de las culturas a las que había de llevar la buena noticia del evangelio. Entre las iglesias latinoamericanas, la de san Cristóbal de Las Casas es una de las que con mayor fervor y decisión han llevado adelante estar tarea de construcción de una iglesia autóctona. En México es la única que ha asumido este reto seriamente.

Y es que comprometerse con la construcción de una iglesia autóctona significa, entre otras cosas, procurar caminos de formación en que los ministros, ordenados o no, no tengan que renunciar a su identidad indígena, sino que interioricen cada vez más efectiva y vivencialmente la riqueza de su propia cultura. Esto implica buscar caminos de formación que no tengan el alto costo de la transculturación. Y no basta con que una iglesia tenga clero propio para que sea autóctona: es necesario obedecer a lo que los obispos mandaron en la Conferencia de Puebla cuando afirmaban “que las iglesias particulares se esmeren en adaptarse, realizando el esfuerzo de un trasvasamiento del mensaje evangélico al lenguaje antropológico y a los símbolos de la cultura en que se insertan” (DP 404).

Los otros dos ministerios de la Misión de Guadalupe son, el ministerio de educación, que lleva adelante una propuesta educativa de formación de promotores y escuelas populares, y el ministerio de mejoramiento comunitario, que promueve el uso de tecnologías apropiadas para ayudar al “mejor vivir” de las comunidades, en campos como el de la agroecología, la conservación de los bosques, el uso racional del agua, etc.

Esta descripción sucinta del trabajo desarrollado por la Misión de Guadalupe que he querido compartir con los amables lectores y lectoras de esta columna quiere cumplir con dos objetivos. El primero es presumirles el honor de haber sido invitado por la Misión a acompañarles en el proceso de ‘reflexión y unión del espíritu y del pensamiento’, como ellos le llaman, con el fin de rescatar y sistematizar su práctica, de suerte que continúen firmes en la opción por los pobres que comparten con toda la diócesis de san Cristóbal de Las Casas y que ha sido vigorosamente reafirmada por su actual obispo, don Felipe Arizmendi, y dirijan su acción para dar más y mejores pasos en la construcción de una iglesia autóctona. Estaré con ellos en diversos momentos para prestarles el servicio de la animación bíblica de su proceso reflexivo.

El segundo objetivo es animar con estas líneas a quienes se sienten escandalizados por la revelación de otros delitos cometidos por el fundador de los Legionarios de Cristo. Aunque trataré expresamente el próxima entrega, quisiera que estos datos sobre la Misión de Guadalupe y su encomiable trabajo sean una buena noticia en medio del dolor que ha causado y sigue causando a muchos el caso Marcial Maciel y la red de complicidades que ha puesto en evidencia


6 Responses

  1. Renee Vomero Cruz dice:

    solo queria saludar a los misioneros en turno en la Mision Guadalupe. Yo trabaje ahi tambien hace unos 16 anos, junto con seminaristas diocesanos y hermanos Maristas, bajo la tutela de el hermano Chacho.

  2. Qué a cuento nos vienen este tipo de reflexiones a quienes desde ámbitos distintos a la Iglesia, pero igualmente litúrgicos, pretendemos caminarnos hacia el encuentro de la palabra del otro.
    Justamente, en la ESAY-Teatro, dentro de la práctica escénica respectiva al curso de Siglo de Oro español, estamos transitando por pensamientos que tienen puntos de encuentro con una Iglesia amorosa y compasiva, más que con una bélica y de opresión, de la mano de la «Loa» al auto sacramental del «Divino Narciso», escrito por Sor Juana.
    De algún modo, o de muchos, la Misión de Guadalupe me remite a pensar en cuánto sentido tiene un texto como el de la monja jerónima para urdir espacios de comunión que hoy por hoy siguen teniendo vigencia porque se viven procesos de construcción de una religiosidad diversa, no sólo tolerante.
    ¡Qué Viva el Dios de las Semillas!
    ¡Qué Viva la Otra Iglesia!

  3. Jorge Rubio dice:

    Sin duda la inculturación es algo muy importante dentro de la Iglesia. Yo considero que la inculturación no se ha dado exclusivamente después del Conc. Vat. II ya que antes ya había, ejemplo claro fue cuando la Iglesia llegó a América, en la cual se tomaron varias prácticas de la región, aunque clarq eu a partir del Vaticano II ha sido mucho más fuerte la inculturización. En lo personal me gusta ver como en la diversidad de culturas celebramos lo mismo toda la Iglesia universal, sobretodo en la Santa Misa.

  4. Ricardo Pech George dice:

    Exacto, me parece sensato que en estos momentos de confusión y angustia se puedan ver las cosas con objetividad, y darnos cuenta que en la Iglesia que somos nosotros tambien hay buenas noticias. La verdad espero tus impresiones de todo esto que pasa con el Padre Maciel y con otras situaciones que se han comentado en los ultimos días. Saludos desde Monterrey.

  5. Regina dice:

    Esta es la Iglesia de la que me siento orgullosa, la que sabe a humanidad, tierra y fraternidad, no aquella que se congrega para defender imágenes y estatuitas.
    ¿Qué cosa fuera la maza sin cantera?

  6. Kalycho dice:

    Duelen las noticias, porque son sintomas claros de problemas más profundos que enfrentamos como Iglesia. Como usted dijo, cada vez más romana y menos católica. Cumplió su objetivo, esto da esperanza de que una Iglesia diferente es posible.

    Saludos

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