Estas semanas han estado plagadas de noticias interesantes para la causa de los derechos humanos en nuestro país. Acontecimientos tan graves como el asesinato de Betti Cariño y un activista finlandés en la emboscada preparada contra una misión civil internacional de observación en San Juan Copala, Oaxaca y la desaparición de al menos dos periodistas que iban en esa misma caravana, han mantenido a la opinión pública en estado de alerta. Acostumbrados a que en el campo de los derechos humanos las noticias suelen ser malas, quiero hoy comentar una que, me parece, puede animar nuestro compromiso.
Hace unos días, el 25 de abril, para ser precisos, Sara López, interna en el CERESO de Kobén, en Campeche, recibió el Premio Nacional de Derechos Humanos “Sergio Méndez Arceo”. La alegría por el hecho de que Sara haya sido la recipiendaria del premio en su edición 2010 estriba en que, en su persona, han sido premiados los cientos de hombres y mujeres que a lo largo y ancho del país están luchando por la reducción de las desproporcionadas tarifas de la energía eléctrica. Este premio está en consonancia con la declaración, también reciente, del 4 de marzo de 2010, por parte de la organización de derechos humanos “Amnistía Internacional” de Sara López y sus otros compañeros presos en Campeche, como ‘prisioneros de conciencia’, una denominación que Amnistía Internacional refiere a cualquier persona a la que se le impide físicamente (por prisión u otras causas) expresar (en cualquier forma de palabras o símbolos) cualquier opinión que mantiene honestamente y que no defiende ni justifica la violencia personal
Este premio es también motivo de alegría porque tendrá seguramente efectos similares a los que ha tenido la batalla por la liberación de las tres indígenas, Jacinta, Teresa y Alberta, que estuvieron cuatro años recluidas en un penal del Altiplano acusadas de haber secuestrado a seis agentes de la desaparecida Agencia Federal de Investigaciones, y recientemente liberadas debido a determinaciones de la Suprema Corte de Justicia. Digo que espero que los efectos sean similares, porque Sara López y sus otros compañeros presos están acusados, justamente, de haber privado de su libertad a un funcionario de la Comisión Federal de Electricidad, cuando fue dicho funcionario quien se ofreció voluntariamente a ir a checar la interrupción de servicio eléctrico que los primeros habían denunciado.
En efecto, en noviembre de 2008 Sara López, Joaquín Aguilar y Guadalupe Borja fueron acusados por la CFE de “privación ilegal de la libertad” de un funcionario público e “impedimento para la realización de un servicio público”, cuando en realidad el funcionario les acompañó a supervisar la reconexión del servicio. Sara López fue detenida hace más de 9 meses, el pasado 10 de julio, junto con su esposo Joaquín Aguilar, don Guadalupe Borja y dos integrantes del más del Movimiento de resistencia contra las altas tarifas de la energía eléctrica de Candelaria. Ella, su esposo y don Guadalupe continúan presos por delitos fabricados por la paraestatal en complicidad con la Procuraduría General de la República con el objeto de criminalizar la lucha social que han desarrollado en Candelaria, Campeche, para defender sus derechos y denunciar los abusos que la CFE comete en contra de la precaria economía de sus familias.
En enero de 2010 un magistrado federal determinó que la evidencia contra ellos era insustancial por lo que tenían que reclasificarse los delitos o ser puestos en libertad inmediata. Sin embargo, la PGR obstaculizó la liberación apelando dicha resolución y actualmente el caso se encuentra en revisión en el Tribunal colegiado en materia penal y administrativa del décimo cuarto circuito, con sede en Mérida, Yucatán. Esta situación hace que Sara no pueda acudir a recibir su premio, porque sigue recluida en la cárcel debido a esta confabulación entre la instancia de procuración de justicia y la paraestatal.
En lo más hondo de mi corazón, sin embargo, la razón de mi alegría por este galardón es apenas mencionada en el laudo de premiación. Dice el comunicado de prensa de la Fundación Sergio Méndez al anunciar el otorgamiento del premio, que Sara López es “una mujer humilde integrante de las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs) en Candelaria, Campeche, comprometida con la defensa de los Derechos Humanos de distintos pueblos y colonias populares en Campeche y en los campamentos de refugiados guatemaltecos en Chiapas y Quintana Roo”.
Sí, quienes conocemos a Sara López sabemos de su corazón cristiano y de cómo es a partir de su experiencia de fe que fue llegando a un compromiso social cada vez más serio y organizado. Esta es, debo confesarlo, la razón mayor de mi alegría. En estos tiempos en que Marcial Maciel vuelve a ser noticia de primera plana y se recrudece la vergüenza que representa para la iglesia católica la revelación de casos de pederastia y su oficial encubrimiento, saber que hay cristianos y cristianas, allá, abajo y a la izquierda, cuya fe se convierte en motor de compromiso social es una muy, pero muy buena noticia. Vaya una de cal por tantas de arena…
Sirvan, pues, estas líneas para celebrar el premio otorgado a Sara López. Para quienes encontramos en el seguimiento de Jesús la razón de nuestro compromiso social, este premio es balde de agua fresca en medio del desierto. Como bien señala el equipo Indignación en su comunicado: “El ejemplo de Sara nos fortalece e ilumina el camino de quienes trabajan por la justicia pero su encarcelamiento exhibe a un sistema que reprime e intenta eliminar a quienes hacen posible otro mundo: uno que garantice, reconozca y respete los derechos de todas las personas” (www.indignacion.org.mx)
[…] completo en: Iglesia y Sociedad (Sitio del Pbro. Raúl […]
Yo estoy de acuerdo con la frase una de cal por mcuhas de arena, lo que difiero es en los culpables, La semana pasada me parecio muy verdadero un carton de Tony en el DY, en la que un mexicano enojaba gritaba «si hubieramos querido que nos discriminaran por nuestro aspecto fisico nos hubieramos quedado en México» los culpable aunque tambien son las autoridades, en primer lugar somos nosotros mismo cada dia.
Yo creo que la frase alude al hecho de que entre todas las violaciones de derechos humanos que dia a dia suceden en nuestro planeta, encontramos una noticia agradable acerca del tema. A mi si me parece que el premio a Sara López sea algo asi como una aguja en un pajar en materia de derechos humanos, más allá de cualquier pesimismo, y más allá del enojo.
Muy interesante el caso que nos comenta. Solamente tengo algo para decir, yo no creo que sea una de cal entre tantas de arena, ¿por qué el pesimismo? yo creo que en lña Iglesia hay muchísimas más cosas buenas que malas
Felicidades a Sara Lopez. Una de cal que debemos celebrar con mucha alegria. Como en la mano que mece la cuna, tal vez no se mueva el mundo, pero hace de el un lugar un poquito mejor.