Iglesia y Sociedad

El Calvario de M.A.R.

25 Oct , 2010  

Hay cosas a las que uno nunca se acostumbra. Y ruego a Dios que nunca nos acostumbremos. La persistencia de la violencia de género es una de ellas. No es un asunto que podamos ver solamente de lejitos. Es una realidad presente en nuestra ciudad, en nuestro vecindario, en muchas de nuestras casas.

El equipo de derechos humanos Indignación A.C. está ahora solicitando adhesiones a una acción urgente y solidaria a favor de M.A.R., una mujer que ha debido pasar muchos años sometida a violencia de género y cuyo caso desnuda, no solamente la perversidad del sistema patriarcal y la ausencia de equidad en las relaciones entre los géneros, sino cómo los poderes públicos, con sus extraviadas decisiones, se hacen cómplices de esta realidad de desigualdad.

El caso de M.A.R. es aterrador. Cuando tenía apenas ocho años de edad, comenzó a ser abusada sexualmente por su padrastro. A manos de él sufrió su primera violación sexual cuando tenía 9 años y de él quedó embarazada a los 11 años. Hoy M.A.R. tiene 26 años y una hija de 15.

Como el padrastro obligaba a prostituirse a su madre, G.R.S., en diversas casas de citas del sur del estado, M.A.R. corrió la misma suerte apenas llegó a los 15 años, cuando comenzó a ser obligada a ejercer el comercio sexual. Buen “comerciante”, el padrastro, que además golpeaba a M.A.R. y a su madre de manera sistemática, llevó en varias ocasiones a M.A.R a una zona militar del rumbo, donde la obligó a mantener relaciones con 15 militares en una misma noche. Escudado en su fuerza bruta, el padrastro no perdía oportunidad para demostrar su poder sobre ellas por medio de la violencia, de suerte que al menos en dos ocasiones, G.R.S. resultó gravemente herida, una vez con la cabeza abierta por el cachazo de una pistola, y otra con una herida en el brazo, producto de una cortadura con un plato roto.

Después de muchos años, en noviembre de 2009, G.R.S. logró abandonar al agresor y escapar. Decidió entonces, venciendo al miedo, acudir a Indignación A.C. para exponer su caso. Dada la complejidad de los delitos y las implicaciones del caso, Indignación A.C., después de haberlo planteado a la Maestra Georgina Rosado, funcionaria encargada del Instituto de Equidad de Género de Yucatán (IEGY), la canalizó a dicha institución. Lamentablemente el abogado de la institución gubernamental le dijo a G.R.S. que no se podía hacer nada, pues había pasado tanto tiempo de la comisión de los delitos, que éstos habían prescrito. Esta desilusionante respuesta confirmó el pesimismo de G.R.S., quien en una ocasión anterior, diez años antes, había intentado denunciar al agresor sin resultados porque él, recurriendo a malas artes, logró que la denuncia no procediera.

Un mes más tarde, fue M.A.R. la que logró escapar de su padrastro junto con su hija de 15 años. Después de superar el miedo, fue ella la que decidió, con el acompañamiento de Indignación A.C., interponer una denuncia formal ante la Agencia Especializada en Delitos Sexuales de la Procuraduría General de Justicia de Yucatán en contra del agresor. Lo acusó de los delitos de corrupción de menores e incapaces, Lenocinio y Trata de Personas, Delitos contra el estado civil, violencia intrafamiliar, amenazas, privación ilegal de la libertad y otras garantías, violación y el o los delitos que resultaren.

Pero el Calvario estaba lejos de terminar. Al solicitar que se aplicara al padrastro, a M.A.R y a su hija, la prueba del ADN para acreditar el hecho de que la niña había sido producto de una violación cometida cuando M.A.R. tenía 11 años, la Procuraduría argumentó que no contaba con el equipo necesario para ello y se negó a emitir medidas cautelares para defender a M.A.R. de posibles nuevas agresiones de su padrastro.

Finalmente, al padrastro fue detenido cuando intentaba agredir a la familia que le proporcionó cobijo a M.A.R. y a su hija, iniciándose la causa penal 041/2010 en el Juzgado de Tekax. El 24 de agosto, la Jueza le informó a M.A.R. que la Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia había resuelto, ante una apelación del agresor detenido, retirar el cargo por violación, de manera que permanecieron solamente los cargos por lenocinio, delito considerado no grave por el Código Penal, lo que permitiría que el agresor pudiera recuperar su libertad bajo fianza. Así es, aunque nos escandalice (¡y qué bueno que nos escandalice!), en Yucatán robar ganado es un delito grave; obligar a una mujer a prostituirse, no.

El calvario continuó en los careos. La Juez impidió el acceso a integrantes del equipo Indignación, que acompañaban a M.A.R. y G.R.S. Los funcionarios del juzgado permanecieron impasibles cuando el agresor amenazó a las denunciantes advirtiéndoles que “cuando saliera de la cárcel se iba a encargar de ellas, una por una, empezando por M.A.R.” Los funcionarios del juzgado se negaron a dejar constancia de las amenazas en la minuta de la diligencia.

El accidentado desarrollo de este caso ha llevado a Indignación A.C. a declarar en un comunicado público, que “Yucatán, a pesar de estar en los primeros lugares de violencia contra la mujer, carece de instituciones para hacer eficaz el derecho que tiene la mujer a vivir libre de violencia. El presente caso exhibe que los funcionarios, ministerios públicos y jueces carecen, no sólo de capacidades y sensibilidad ante los casos de violencia contra la mujer, sino también de la necesaria perspectiva de género para lograr la prevención, la investigación, la sanción y una adecuada reparación en casos de violencia contra la mujer, situación que hace responsables internacionalmente a las autoridades del estado de Yucatán”.

Los lectores y lectoras de este espacio tienen ahora la oportunidad de unirse solidariamente con la causa de M.A.R. El equipo Indignación está promoviendo una acción de exigencia de justicia dirigida a los representantes de los poderes ejecutivo y judicial. Si quieres colaborar a que el calvario de M.A.R. termine, te invito a conocer la acción y a unirte a ella. Puedes encontrarla en http://indignacion.org.mx/mar/


2 Responses

  1. ANGELICA ARANDA dice:

    YA FIRMAMOS. ESTAMOS EN ESTO

  2. Miguel Arias dice:

    M.A.R. Te pido perdón por ser parte de esta violencia. Y al padre Raúl, le agradezco la actitud profética que tiene y ha tenido. A veces siento vergüenza de ser varón, hoy por ejemplo, es una de ellas.

    Te doy un abrazo, pidiendo perdón.

    Miguel Arias

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