El pasado sábado 14 de enero se entregaron las constancias a los alumnos y alumnas que terminaron el curso anual de agroecología de la Escuela de Agricultura Ecológica U Yits Ka’an en sus cinco subsedes (Peto, Valladolid, Hunucmá, Cuzamá y Yokdzonot) y se anunció el inicio de nuevos cursos a partir del 4 de febrero. Se entregaron también constancias a las familias campesinas que participan en el proyecto “Cuxaan Suum” de rescate de especies en peligro (cerdos criollos y abejas meliponas) y que han terminado su pase en cadena, es decir, que han entregado a otras familias, en un círculo virtuoso que ojalá se multiplicara sin fin, la misma cantidad de ejemplares animales que recibieron un año antes, cuando entraron al programa.
Como cada año, el encuentro de todos los campesinos y campesinas que participan de los proyectos animados por U Yits Ka’an, fue una fiesta de fraternidad. En varias ocasiones, en este mismo espacio, he declarado mi orgullo por colaborar, así sea mínimamente, en este proyecto ecológico de educación y producción comunitaria que, junto con otras iniciativas del mismo tipo, terminarán, estoy convencido, por cambiar, tarde o temprano, el panorama de la agricultura local.
Quiero referirme en esta ocasión, al momento de reflexión científica que le dio a esta clausura/apertura de cursos una significación particular. Estuvo con nosotros el Maestro en Ciencias Ángel Polanco Rodríguez, del Departamento de Medicina Social y Salud Pública del Instituto de Investigaciones Regionales Hideyo Noguchi, de la Universidad Autónoma de Yucatán. Vino a compartir con más de un centenar de campesinos y campesinas los resultados del trabajo de investigación que realizó en 18 municipios del sur del estado, considerados entre los de más alta incidencia en cáncer de mama y cáncer cervico-uterino. El título de la ponencia fue: Riesgos por contaminantes orgánicos persistentes (Cops) -pesticidas organoclorados- y su relación a canceres en municipios de alta prevalencia en Yucatán, México.
Puede ser que me equivoque, pero creo que éste es el primer trabajo científico que, bajo una rigurosa metodología de investigación, ha demostrado la relación causal que existe en la península entre el uso de ciertas sustancias usadas en la agricultura convencional, que usa pesticidas químicos de diversa índole, con la prevalencia de distintos tipos de cáncer. Y no es éste un asunto menor.
Como sabemos, una buena parte de los “apoyos” que otorgan las dependencias gubernamentales de todo signo a los campesinos y campesinas del país, están atados a la recepción de fertilizantes químicos. Las favorecidas son, desde luego, las compañías que producen este tipo de venenos. Los desfavorecidos, ahora lo sabemos, somos todos los que vivimos en ese entorno o consumimos productos que han sido cultivados con estos implementos o tomamos agua contaminada por las abundantes sustancias venenosas que en ella se dispersan.
La presentación del M.C. Polanco Rodríguez nos llevó a dar un paseo por los principales municipios del sur del estado, los mayores productores, por cierto, de la fruta y verdura nativa que en Yucatán consumimos. Un Atlas de fotografías satelitales da cuenta de lo exhaustivo de la muestra y lo contundente de sus resultados. Nadie puede ahora argumentar la inocuidad del uso de pesticidas químicos en la agricultura. El presentador, también candidato al doctorado, continuará el estudio centrándose ahora en el manto freático, de manera especial, en los niveles de contaminación de los cenotes yucatecos. Los resultados, podemos imaginarnos por adelantado, serán igualmente contundentes y aterradores.
La promoción del tipo de agricultura que usa pesticidas químicos es un muy buen negocio para las empresas transnacionales que los producen y, si escarbamos un poquito en ese pozo de corrupción eufemísticamente llamado gobierno, seguramente también para muchos funcionarios y funcionarias de distintas entidades gubernamentales relacionadas con el campo. Sólo que ese enriquecimiento va dejando tras de sí una estela de muerte en el campo yucateco.
La exposición fue esclarecedora. Sus resultados, apabullantes. Qué bueno que los gobiernos se preocupen porque haya más y mejores hospitales. ¿No sería hora de que se preocuparan también por dejar de fabricar a los enfermos que los ocuparán a través de sus erradas políticas agropecuarias? Si se compara el dinero público que se invierte en la compra y entrega obligatoria de pesticidas químicos a los campesinos y campesinas, con lo que se invierte en la promoción de una agricultura sana, sustentable, orgánica, se daría uno cuenta de a favor de quiénes gobiernan los que gobiernan. Y todavía se atreven a pedirnos que votemos por ellos en las próximas elecciones…
Hola, que bueno que hay mucha gente trabajando para este tipo de casos, yo soy vendedor de productos para el campo y tenemos d ambas lineas, pero soy consciente de que tenemos que implemetar mas la venta de productos organicos y Biologicos, que es a lo que yo apoyo mas. Biol. Jose Alfredo Gongora Jimenez.
Asi es colega, en stoy dias tnemos muchas soluciones para evitar todo tipo d quimicos q ala larga causan un daño.
La agricultura en Yucatan.
gracias como siempre por tus artículos, tan claros y de denuncia… comparto!
En Yucatán conocí al Dr. Jorge Alvarado Mejía que por los años 96-2000, efectuó estudios de toxicologia en la zona centro norte de Yucatán con productores de Dzidzantun y alrededores. De ahí se encontraron muchos datos interesantes que no estoy segura que estén dándoles seguimientos: Los agroquímicos afectan de manera dierenciada a hombres y mujeres, entre alcoholicos y fumadores, entre niños de adultos; aprendimos también que las mayores afectaciones estaban siendo para las mujeres, aprendimos que en los hospitales de Yucatán, no podían diagnosticar un daño ocasionado por agroquimicos y mucho menos estaban preparados para atenderlas.
En nuestra experiencia de trabajo, registramos en muchas ocasiones las dosis de insecticidas, fungicidas y herbicidas que sextuplicaban la dosis letal que recomendaban y lo mas triste y cierto es que la mayoria de los agroquimicos eran regalo o apoyo del gobierno. Y me parece que todavía sigue siendo así.
Excelente artículo del padre Raúl Lugo en Iglesia y Sociedad".