Lo prometido es deuda. Les comparto ahora las generosas palabras que la Mtra. Beatriz Rodríguez Guillermo y el poeta Fernando de la Cruz, pronunciaron en la presentación de mi poemario “Diagnóstico: Po(e)sitivo. Poemas desde el VIH/SIDA” (Dante, Mérida 2011).
Un punto luminoso
Diagnóstico Po(e)sitivo, toca realidades que aún en el centro de lo humano se sitúan en las márgenes, la ruta discursiva que sigue esta obra es revelación de que los varios sentidos posibles, no se agotan en la interpretación personal, porque las palabras que nombran lo que siempre puede doler más, cuando no aparece una gota de claridad que en su caída rasgue la desolación, se reparten libres y hacen del acto de su lectura una afirmación de voluntad: la de trascender el yo finito para encarnar despacio y con firmeza un tú infinito. Y uno sabe que lo que acontece en las páginas que desde el VIH/SIDA escribe Raúl Lugo, acontece todos los minutos en todas las calles de todas las ciudades, testimonio que se repite en el silencio de la memoria donde alguien dice: “todavía es tiempo, no clausures esa puerta, otro día cualquiera llegaré a tocar y miraré mi casa, las ventanas y todos podrán decir que he regresado”.
Ahí están las páginas del libro: 22, 54, 57; nombres que no se revelan, cobijados bajo una abreviatura que de todos modos deja ver los nombres del amor, los nombres de la misericordia. Y nos encontramos como a la intemperie en cada línea iluminada, ya por la experiencia de la fe, la absoluta tristeza, o el erotismo que juega ingenuo a desvanecerse en figuras que se oponen, en asociaciones que con un lenguaje directo, coloquial, hacen pedazos la hipocresía de una ciudad, de un país, que pontifican sobre lo verdadero y en sus actos cotidianos excluyen y censuran. Relaciones metafóricas que como en una paradoja nos conducen al silencio, ese que no se quiere herir, atmósferas que penetramos sigilosamente para no rasgarlas, ni siquiera con nuestras lágrimas.
Hoy en la voz poética del autor una conciencia que reconoce los umbrales prohibidos, los límites establecidos por los que se asumen como guardianes de “lo correcto” legitimado desde las instituciones que absuelven o condenan, y hay también una incitación constante que demanda tomar el riesgo de amar y mirar más que le significante, el significado, el sitio desde donde germina la persona, en su diversidad, en la fragilidad de los días que acarician o corroen la posibilidad de trastocar lo que escrito está, desde el principio.
Si como dice Foucault, para borrar el temor hay que “replantearnos nuestra voluntad de verdad”, la poesía que contiene este libro es una vía poderosa para lograrlo, sin evasiones, evoca, narra, declara, sucede, y desde el espacio textual se desdobla para visibilizarse en la hora y en la casa que habitamos, nos llama con el índice tocando nuestro hombro si estamos de espaldas y una vez frente a frente se acomoda para recibir la gratuidad de un abrazo que no promete y tampoco interroga.
La estructura del poemario está formada por dos partes que mantienen entre sí un diálogo, un continuo de voces que dan cuenta a través de un yo lírico de lo visible y lo invisible. El inicio de El oscuro rostro de la alcoba, conformada por 17 poemas, en realidad no rompe la continuidad con el primer apartado Diagnóstico: Po(e)sitivo, constituido por 23 poemas. En cada uno se hace necesario encontrar razones que expliquen la urgencia de acompañar a los desconocidos que se mueven y hablan en las páginas y en la memoria del poeta.
El margen del tiempo se desdibuja de cara a un fin que no se intuye, se sabe con todos los sentidos, fin de un recorrido donde ninguna promesa es suficiente, a pesar de que “Dios no tuvo la culpa”, según afirma el poeta. Y así van llegando otras soledades que guardan un rescoldo de rebeldía, por si acaso el miedo avasalla; una persistencia que alega, defiende, busca y enternece. Cada grieta abierta deja ver los sentimientos que caminan senderos “(…) para andar / sin zapatos y en silencio / por la espaciosa casa de su alma”.
Las recurrencias poéticas que tantas veces son proféticas, revelan siempre una manera de mirar, de habitar diversas realidades, y es que en varios de los poemas se enuncia la palabra “hombros” y en un lenguaje directo, en dos poemas diferentes, el poeta se refiere a “tus descuidadas uñas”, “en el viril descuido de tus uñas”. También acude textualmente a varios versos la palabra “pecho” y es que la poesía de Raúl Lugo se exige a sí misma ser capaz de confortar, de arropar en un abrazo el doliente cuerpo que somos o el cuerpo que amamos, los hombros sostienen y contienen, igual que el pecho, y cuando se opta por la no sumisión, por tomar como propias todas las batallas que reivindiquen la dignidad de las personas, uno sabe que también tendrá que caminar en los márgenes, atento, y a pesar de todo, esperanzado. Y en las manos, la pequeña evidencia de las uñas, referente simbólico de género, parece ser entonces que el sentido es afirmar, a partir de estas frases, la identidad genérica.
En los poemas “Todos los sufrimientos”, “Amor VIHTAL”, “Tu llanto”, “Qué hago ahora conmigo”, “Cuando menos”, las palabras se repiten al inicio de los versos, anáforas dicen; en realidad, eslabones que hacen crecer en profundidades el aliento, la voz que se transfigura en rabia, en impotencia, en denuncia o en profunda, profunda tristeza, especie de tabla de salvación, asidero para tomar una bocanada de aire y hundirse de nuevo en lo que acontece.
Hay una voluntad lúdica en algunos poemas, ironía que reta, pero igual ilumina las parcelas ensombrecidas que aquí están y son esa voluntad lúdica, tanto como el uso de imperativos en formas verbales casi en desuso, en otros; lo que se pronuncia como conjuro para salvar la elección “de un punto luminoso” que guio el camino una vez y en otro sitio aguarda.
Creo, en un acto de fe, que pocas veces la palabra de otro poeta, Raúl también, pero Cáceres Carenzo, han acompañado con tanta fidelidad la realidad enunciada en un poema distinto. Yo las dejo hoy apuntadas al margen de la “Carta Marina No. 1” de este libro de Raúl Lugo Rodríguez:
“La poesía sostiene las cosas cuando la luz las desampara”.
Beatriz Rodríguez Guillermo
Libro fuera de clósets y anaqueles
Vengo a hablarles de un poemario escrito con un gran sentido humano y sensibilidad poética. El Padre Raúl Lugo tenía algo qué decir y el poeta Raúl Lugo lo dijo en los cuarenta poemas de Diagnóstico: po(e)sitivo. Poemas desde el VIH/SIDA. No son poemas huecos ni ejercicios retóricos: Raúl Lugo no es un cultivador del arte por el arte. Se trata de poemas escritos a partir del dolor, del dolor profundo que el VIH/SIDA causa en los pacientes y en los seres amados de éstos, como parte del abanico de sentimientos en el proceso de aceptación de las circunstancias surgidas por el virus.
Aquí hay poemas de fina factura, emotividad desbordada y cadencia sostenida. La mayoría son líricos, pero hay también poemas en monólogo interior, en las voces de diferentes personajes que nos hacen sentir a los lectores, como si fuera en carne propia, realidades de enorme carga emotiva que el autor ha atestiguado en años de ministerio, como ejercicio a la par de su labor como defensor de los derechos humanos. Por ejemplo, el emotivo poema Urgente compraventa (p.9) en la voz de un infectado que piensa en el suicidio, y el titulado Con M de Mercedes y de muerte (p.28), en la voz de un agonizante que escucha a Mercedes Sosa.
El discurso poético de Raúl Lugo tiende al versolibrismo con ocasionales licencias rítmicas en algunos poemas, con una marcada preferencia en los versos heptasílabo y endecasílabo melódico. Prevalece el tono conversacional, por lo mismo alejado de toda afectación, incluso en el par de sonetos que encontramos (pp.34 y 60). A menudo este tono conversacional adquiere matices de rezo, tal vez por las acertadas anáforas y letanías, aunque de hecho hay poemas que son rezos, como A la madre de los que VIHven (p.27) y Oración por los pobres (p.49), en tanto que otros poemas, como Todos los sufrimientos (p.12) conllevan un marcado y bien logrado tono bíblico, como de salmo, o como de sermón de la montaña, escritos en verso libre con elementos retóricos de la versificación paralelística propia de la literatura hebrea clásica. Los temas recurrentes son la tristeza, la nostalgia por el ser fallecido, la identidad queer, la culpa que se arrastra, el deseo homoerótico y el amor en tiempos del VIH/SIDA, así como la pobreza, la metapoesía y la protesta contra la represión del gobierno como la del clero fariseo cuyos dogmas reposan “en la pizarra de una teologías / ancianas… moribundas” (p.45).
Se perciben también acertados juegos verbales, como los títulos Amor VIHtal (p.6), SobreVIHviente (p.18) y A la madre de los que VIHven (p.27), y hay cabida incluso para un fino sentido del humor, en el Lúdico sonético, como en los Epitafios ficticios (p.26). Los hermosos metapoemas Jueves Santo 2000 (p.21) y Antes de escribir (p.23) son, el primero, una reflexión sobre si la tristeza es en sí generadora de poesía, y el segundo, la expresión desesperada por el bloqueo ante la página en blanco y por el hecho de estar muriendo; pero el sentido de la metapoesía se mantiene en poemas como Yag (p.41) y Hay noches (p.43), Tu ausencia (p.49) y otros más, como una de las constantes temáticas en ambas partes del libro. En efecto, este libro contiene otro poemario, una segunda parte titulada El oculto rostro de la alcoba.
Si alguien de ustedes le preguntara a Raúl cómo es posible que, siendo sacerdote católico, defienda la dignidad de los enfermos de VIH/SIDA, como si hubiera en ello contradicción, seguramente él respondería: “Es que hago uso de mi licencia poética”, como se dice que Ernesto Cardenal le respondió a alguien que le preguntó cómo podía ser al mismo tiempo sacerdote y marxista.
Este libro contiene al mismo tiempo poesía y conciencia del dolor. Su precio es democrático (49 pesos), su distribución, estupenda: en todas las librerías Dante, así como a través de su portal web (editorialdante.com), de manera que llegue a todos los lectores motivados por el placer egoísta de una buena lectura, o bien, el mandato divino del amor al prójimo.
Fer de la Cruz
Colofón: Hoy, 5 de junio, se cumplió el tercer aniversario de la muerte de 49 niños y niñas calcinados en la Guardería ABC, de Hermosillo, Sonora. La impunidad clama al cielo. La solidaridad nacional e internacional se ha mantenido en vigilia acompañando a los padres y madres en su lucha y en su exigencia de justicia.
Un aplauso por las palabras de Beatriz, de Fernando y un aplauso cerrado y de pie para usted