Conocí a Rosaura Barahona antes de encontrarme con ella personalmente. Prologó un libro de uno de mis mejores amigos, Paco Gómez, sacerdote regiomontano de cuya amistad gozo desde hace más de treinta años. Años más tarde, gracias a la generosidad de Paco que, además de compartir sus bienes, comparte también sus amistades (el mayor bien de todos), entré en contacto con Rosaura y pude conversar con ella y conocer y tratar a su esposo y a parte de su familia.
Rosaura es una rara avis. Intelectual formada en la más prestigiada institución educativa privada de Monterrey es, sin embargo, feminista, crítica, combativa. Licenciada en Lengua y Literatura Moderna con opciones inglesa y española, Rosaura fue docente del Tecnológico de Monterrey por más de 29 años en las áreas de letras y ciencias de la comunicación. Es, sin embargo, mucho más conocida como editorialista ya que desde hace varios años mantiene una columna de opinión en algunos periódicos del Grupo Reforma.
Pupilas de espejo y otros textos es el título de la más reciente producción literaria de Rosaura. Se trata de un libro publicado por la Universidad Autónoma de Nuevo León y el Fondo Editorial de Nuevo León y prologado por el prestigiado escritor Ricardo Elizondo Elizondo.
El texto que da título al libro es un magnífico ejemplo de lo que uno encontrará a lo largo de todas sus páginas: una mirada aguda y tierna echada sobre las realidades circundantes, cercanas, para dotarlas de luz. He aquí que una madre pasa y descubre accidentalmente al hijo adolescente que se mira absorto en el espejo. El moderno Narciso tiene expresión de arrobo. En ese momento de intimidad, compartido sin él saberlo con su madre, el adolescente fija como en un retrato su paso de la edad infantil a la turbulenta adolescencia. La mirada de Rosaura, que atisba, furtiva, ese momento mágico, lo expresa de manera sutil y a la vez contundente: “¿Dos minutos? Menos quizás. Sin proponérmelo, fui testigo de un encuentro contigo mismo. Tus casi trece años se desbocan en la adolescencia que empiezas a cabalgar para pasar de la infancia al mundo de las definiciones. Casi trece años reventando en tus ojos enormes, enfrentados a otros ojos de espejo que te miran mirarte, que te escudriñan mientras te escudriñas, que te quieren descifrar mientras quieres descifrarlos… Como cazador que ve al cervatillo hipnotizarse con su propia imagen antes de beber, te vi hundirte en ti y descubrir tu silencio…”
Las páginas de Pupilas de espejo y otros textos pasan ligeras y dejan honda huella: los recuerdos de la casa familiar de Saltillo revisitada después de 38 años y la persistencia del recuerdo; el milagro del parto; el recuerdo de la cantante regiomontana Magda Montes, recogido en un texto que rebosa nostalgia de los lugares idos; la extraordinaria descripción de lo que puede significar una simple llamada telefónica del ser amado; la crónica hilarante del viaje de los regios a la Isla del Padre, con su abigarrado y divertido desfile de personajes y clases sociales; la evocación del prodigio de protección que una niña puede encontrar en el regazo fuerte de su padre; el testimonio del asombro de quien vuelve a una ciudad donde antes ha vivido largos años, y la encuentra otra, cambiada y el repaso memorioso de aquellos lugares que alguna vez tuvieron hondo significado y que hoy ya no son más (¿quién recuerda, por ejemplo, aquella nevería llamada La Tropical, situada apenas a unos pasos de la Casa de Montejo, en el justo lugar donde tenía su paradero el camión de la 54 Sur y 95 Poniente, en la que se vendían las cremas españolas más sabrosas que haya yo probado en mi vida?)…
El libro de Rosaura Barahona es un prodigio de evocaciones. Bien se merece la obra las palabras de Ricardo Elizondo Elizondo que pueden leerse en la contraportada: “No importa si la prosa de Rosaura Barahona es crónica, relato, cuento, poesía, semilla de novela, guión de comedia bien articulada, editorial, drama, ensayo o texto, lo que importa es que es vida, sangre, brillo de sonrisas, mirada inteligente, grandeza de corazón. Rosaura es una voz que da voz a muchos. Los temas de sus escritos son de la vida cotidiana, de la genérica vida de todos y cualquiera: la familia, los amigos, los colegas, la ciudad, los lugares y momentos que luego se convierten en surcos en la cara del universo, los cables de la sangre, el paso por la vida, lo efímero, lo más efímero, las montañas que se ven desde el patio de su casa, el Cerro de la Silla, el río Santa Catarina, el sepia de la melancolía”.
Le agradezco a Rosaura desde aquí esta delicia de libro, la afectuosa e inmerecida dedicatoria y la sabrosa comida y mejor compañía que disfruté en su casa, en mi más reciente visita a la Sultana del Norte.
Colofón: Para descifrar el significado de la sorpresiva fotografía de un jerarca en el equipo de transición, las malas lenguas cuentan que un Emilio le manifestó al otro Emilio su preocupación por la filiación religiosa del futuro Ejecutivo. El otro Emilio le aclaró al primero que en los libros de bautismos estaba bien escrito el registro del catolicismo del electo funcionario. Es más, que su padrino de bautismo católico fue el vernáculo Totem de mayor veneración priísta. «Hasta hizo la primera comunión», terminó aclarando el otro Emilio al Emilio primero. El otro Emilio, sin embargo, tomó nota de la inquietud y se propuso envíar un mensaje tranquilizador el Emilio primero y a su grey. Dicen que esa fue la causa de la mentada foto y, así ya se entiende, de la posterior renuncia del mencionado religioso al equipo del neogobernante, apenas dos semanas después de su exhibición mediática.
seran Emilio Pat, y Emilio Ber? interesante saberlo, bueno solo fue un mensaje que no dejo mas dicho que neogobernante en muy politico, creo que aunque no soy priista, es mucho mejor de lo que sea va. interesante lo que se escribio antes pero para un indocto como yo lo que me dejo pensando fue el colofón, se que va a sonar casi a una ofensa pero me recordo el estilo de la primera columna del DY.