Iglesia y Sociedad

El escándalo de la desigualdad

6 Feb , 2013  

Dice Manfred Max-Neef, y dice bien, que hay un escándalo que convierte a este mundo en un polvorín a punto de explotar y a la clase dirigente de casi todos los países del planeta en un grupo de repugnantes irresponsables: la desigualdad.

Este escándalo puede constatarse de manera gráfica a través de la comparación de cifras que están al alcance de todos en los medios de comunicación social. Uno de los más recientes documentos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) informa que la desigualdad ha alcanzado su máximo nivel, de manera que el 10% más rico en Europa tiene un ingreso medio nueve veces mayor que el ingreso del 10% más pobre. Y estamos hablando de países “desarrollados”. En Inglaterra, por ejemplo, campeona de la desigualdad en Europa, la proporción es de 12 a 1 e, incluso en países de tradición igualitaria, como Alemania o Dinamarca, la proporción ha ido en aumento, como sucede en Suecia, donde se ha pasado de 5 a 1 en 1980, a 6 a 1 en nuestros días. En países fuera de Europa las brechas se incrementan considerablemente. Estados Unidos, por ejemplo, tiene una paridad de 14 a 1, Chile y México de 25 a 1, y Brasil, de 50 a 1.

Dice Max-Neef que, el mismo día en que la FAO (organización de la ONU para la agricultura y la alimentación) informó, en octubre de 2012, que el hambre estaba ya afectando a 1,000 millones de personas y anunció que la cifra necesaria para salvar la vida de todas esas personas era de 30,000 millones de dólares al año, ese mismo día, la concertación de 6 bancos centrales (Estados Unidos, Unión Europea, Japón, Canadá, Inglaterra y Suiza) inyectaban 180,000 millones de dólares para… ¡salvar bancos privados!

No fue, sin embargo, suficiente. El Senado de Estados Unidos aprobó una erogación de 700,000 millones más para ese mismo objetivo y dos semanas más tarde se aprobaban 850,000 millones más. Para no hacer de esto un cuento de nunca acabar, la cantidad destinada al salvamento de los bancos privados, según conservadoras estimaciones, alcanzó en septiembre de 1012 los 17 trillones de dólares (millones de millones). Una cantidad casi imposible de imaginar.

Si uno hace algunos cálculos simples (no se necesita ser Sheldon Cooper para manejar este nivel de matemáticas básicas) y divide los 17 trillones de dólares entre los 30,000 millones anuales que preveía la FAO para solucionar los problemas de hambre en el mundo, el resultado es asombroso: ¡tendríamos 600 años sin hambre en el planeta! Y no se necesitaría para ello más que dar otro destino a los recursos que ya existen, ni siquiera generar nuevos.

Estas cifras convierten a la desigualdad en el espectáculo más obsceno de nuestra época, sobre todo si las colocamos junto a las otras cifras, las de Forbes, que llevan cuenta de lo que sucede en lo que cómicamente se llama “el pent-house de la realidad”, el lugar donde los grandes ricos de este mundo viven sin enterarse de lo que pasa en los pisos de abajo. Las listas de Forbes, en donde aparecen en privilegiado lugar varios mexicanos (Slim, Azcárraga, Salinas Pliego…), registra un aumento de millonarios. Sao Paolo, por ejemplo, (sí, en el país campeón de la desigualdad en América Latina, Brasil) alberga en sus calles a 21 multimillonarios, muchos más que Los Ángeles, California. Y, asómbrese usted, Mumbai, en la India, es la ciudad que ocupa el sexto lugar entre las ciudades con mayor número de multimillonarios. Así de escandalosa y obscena es la realidad que toleramos.

Puede usted decir que impedir la quiebra de una aseguradora o de un banco es más conveniente, necesario y provechoso que dar de comer a niños hambrientos o curar el dengue o enfermedades que ya deberían estar erradicadas… entonces le dirán que es usted realista, sobre todo si sus interlocutores son egresados de Harvard y Yale o, mutatis mutandi, de alguna universidad de los Legionarios.

Si, en cambio, sostiene usted que hay mucha más demanda de tortillas que de operaciones de cirugía estética, o que la lógica le indica que es más importante curar de la malaria a cientos de personas que comprar vestidos de Pierre Cardin o si sugiere usted que se haga un referéndum que obligue a los congresos nacionales a decidir qué es más importante: salvar bancos o salvar vidas… entonces le caerá una serie de epítetos que van desde demagógico hasta las horrendas palabras comunista o revolucionario… o ya para lanzar el más agrio de los epítetos ofensivos, lo calificarán de miembro de La Sexta.

Para estar bien con los “inteligentes” de este mundo, estará usted obligado a tragarse el asco que, a cualquier persona decente, debería causarle las cifras de la desigualdad. Tal vez sea la única manera en que pueda aspirar a tener ese puesto de gerente al que ha aspirado durante tanto tiempo. No lo juzgo.

Yo, sin embargo, prefiero enlistarme con los del otro lado, con los que consideran que una situación así es absolutamente inaceptable y que de tal convicción brota un compromiso ético de no conformarse, para decirlo con palabras paulinas, con “los criterios de este mundo”. Una desigualdad de magnitud tan descomunal, que implica muerte para millones de personas, no es asunto ante el que yo pueda dejar de sentir una profunda repugnancia. Por eso, entre otras muchas cosas, es que soy de La Sexta: porque un mundo así, como en el que vivimos, me produce una profunda vergüenza.


4 Responses

  1. Gracias por difundir las cifras de esta vergonzosa realidad…

  2. Este articulo, se ha reenviado a todos los afiliados de EMPRENDA, Universidad Gratuita Para Emprender. http://www.emprendapormexico.com.mx

  3. Silvana dice:

    Hola, quisiera saber dónde se le puede encontrar. Me gustaría una plática con usted…si fuera posible! …Necesito ver con claridad… y he tenido algunas cuestiones en el pensamiento y (quizás no he buscado) no he encontrado algún espacio, persona,lugares para compartir…
    mucho agradecería alguna respuesta.

    Esperando se encuentre bien en este día,

    saludos,
    Silvana Matus Moo

  4. Raúl Ibáñez Martínez dice:

    El escandaloso y obsceno el reparto de la riqueza debe de movernos a todos a misericordia para con los pobres, expresando esta de la misma forma que hizo ayer Ada Colau, esta SEÑORA -con mayúsculas, representante de la PAH, llamando CRIMINAL a el cainita representante de la banca en la Comisión del Congreso.
    Que la CARIDAD que expresemos a nuestros hermanos los desfavorecidos, contenga la JUSTICIA necesaria para darnos el valor de avergonzar y arrinconar, llamándoles por su nombre, a todos aquellos que abusan de un derecho que no contiene JUSTICIA.

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