Iglesia y Sociedad

¡Ay Nicaragua, Nicaragüita!

23 Jul , 2013  

He regresado verde. Repleto de verde. Henchido de verde. Verde los pulmones y verde el corazón. El verdor de Nicaragua se me ha metido por las pupilas, se ha alojado entre mis entrañas, me ha trastornado el cerebro. Uno nunca vuelve el mismo cuando regresa de Nicaragua, la Nicaragua heroica de la lucha contra la dictadura, la Nicaragua forjada con una impresionante cantidad de santos/as laicos/as, la Nicaragua del bosque perenne. Estoy verde, sí, (Charly García dixit), pero verde de Nicaragua.

Pasé cinco días en las montañas de Estelí. La Garnacha fue el lugar del encuentro de delegados y Delegadas de la Palabra de varias diócesis nicas. Compartimos el estudio de los evangelios de Mateo y Lucas, nos reímos con los ocurrentes noticieros nocturnos, estudiamos, trabajamos y oramos juntos. Al amparo de un sacerdote Hermanito de Jesús, de la espiritualidad del gigante Charles de Foucauld, fuimos y vinimos por los textos evangélicos como por nuestra casa, alimentando nuestro espíritu, fortaleciendo nuestra hermandad, redirigiendo nuestra estrategia pastoral.

Debo esta visita a Nicaragua a la generosa invitación del equipo Teyocoyani, misioneros/as laicos/as enteramente dedicados/as a la evangelización. Su entrega es ejemplar, su camaradería contagiosa, sus atenciones exquisitas. Pienso, sin temor a equivocarme, que un equipo con esta propuesta y esta visión amplia y de largo plazo es absolutamente singular en el panorama evangelizador y pastoral de nuestros países latinoamericanos. Es el fruto maduro de una iglesia martirial.

Terminado el taller, gocé de la hospitalidad de mi amigo, el Dr. en Teología José Argüello. No es la primera vez que la casa que comparte con su esposa, se convierte en mi casa. Amo la Nicaragua que me hizo conocer José Argüello: la de la Laguna de Apoyo en Catarina, en el Departamento de Masaya, con su mirador y su música típica. Ahí pude constatar cómo la pintura primitivista que ha hecho célebre el archipiélago de Solentiname no es una creación imaginaria, sino el retrato casi puntilloso de una vegetación exuberante que esconde, aquí y allá, rastros de tejas rojas. Experimenté también el momento mágico en que el cielo, a la caída de la tarde, baja y regresa a posesionarse de la laguna, protegiéndola así de la oscuridad de la noche.

Amo la Nicaragua del poeta Leonel Calderón, cuya hospitalidad gocé una tarde memorable. Hombre de sangre libanesa y nicaragüense, apóstol del verso, poeta católico e ilustrado. Amo la Nicaragua de Michéle Najlis, poeta también y compañera, amiga dulce y frágil, entrañable. Amo la Nicaragua de las letras gloriosas, la amada de Julio Cortázar, la de los cuentos completos de Rubén Darío, su gloria nacional, de Ernesto Cardenal y su luminoso verbo místico y revolucionario, de Fernando Cardenal, su hermano, sobrio y puntual en sus memorias tituladas “Sacerdote en la Revolución”… Amo esa Nicaragua que esconde un poeta tras cada portón desvencijado

No piense el paciente lector y/o lectora de este espacio semanal, que las gratas experiencias vividas en Nicaragua obturaron mi visión crítica. Oscuro es el momento por el que pasa la patria de Sandino. Ha dejado, sí, la guerra en el pasado, pero como en muchos otros países de esta Patria Grande que es la América, la batalla contra la corrupción hecha gobierno, contra el abuso y la injusticia, contra la pobreza y la discriminación, está lejos de haber sido vencida. Nicaragua es como el Jacob de la leyenda patriarcal: ha peleado con Dios y ha vencido, pero se arrastra hacia el futuro con la llaga quemante del toque divino. Y así va, como bien señalara el Padre Alonso Schökel en su comentario al texto del Génesis: “De la lucha sale el hombre (Nicaragua, digo yo) cojeando, pobre peregrino hacia la tierra prometida”.


3 Responses

  1. Lindo articulo. Nicaragua es asi de hermosa, verde, con sus peculiares paisajes de lagos y volcanes. Heroica y sufrida.

  2. LUIS A FERRAEZ SOLIS dice:

    Gracias.

  3. Alma Valencia Arana dice:

    Para leer disfrutando.

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