Cuentos de navidad,Iglesia y Sociedad

Cuento de navidad 2008

22 Dic , 2008  

Fue después de repartir los volantes a las obreras del parque de industrias no contaminantes que Marifé se sentó a descansar en la banca de cemento. Bajo uno de los escasos árboles, la miraban con extrañeza algunas de las obreras que, desafiando a los patrones de las maquiladoras, habían usado su descanso para acercarse a ver la representación que estaba teniendo lugar en el camellón. Marifer parecía a punto de estallar, con la barriga tan grande que parecía que lo que esperaba eran gemelos, en vez del varoncito que el ultrasonido que le hicieron en el Seguro le había revelado.

Desde hace algunos años Marifer es activista. De manera especial lleva en el corazón la celebración de la jornada internacional por la erradicación de la violencia contra las mujeres, el 25 de noviembre. Cada año se une a las actividades que las organizaciones civiles realizan y colabora en lo que puede. Este año, a pesar de lo avanzado de su estado de gravidez, no ha querido que la jornada pase sin que ella participe. Todavía le duele recordar cuando, siendo ella niña, atisbando detrás de la puerta, alcanzaba a ver el brazo de su padre estrellándose contra la cara de su mamá. Cuando su edad se lo permitió y pudo convencer a su madre de sacar de la casa al borracho que tenía por padre, Marifer se enfrentó a su progenitor y se juró nunca permitir que un hombre la golpeara, nunca, por ningún motivo.

Hoy por la mañana, cuando Pepe, su esposo, se despidió de ella, quedaron en verse justo aquí, en el parque donde ahora ella tomaba sombra. Pepe chambeaba de velador y, por las mañanas, después de dormir unas horas, se iba a algunos pueblos cercanos a Mérida para hacer averiguaciones que le fueran de utilidad para su investigación. Pepe llevaba ya varios años juntando información sobre las propiedades alimenticias, curativas y de conservación que tenía el pozole que beben los campesinos cuando van al monte. Su investigación formaba parte de una tesis de maestría en etnohistoria. Marifé siempre le comentaba, jocosa, que había escogido la disciplina más rara en la lista de carreras de la universidad.

Así que Pepe debía estar por llegar. Marifé pensó, disfrutando de la sombra amable del árbol, que José Gabriel, que así se llamaba el Pepe, era lo mejor que le había pasado en la vida. Se habían conocido seis años atrás en san Cristóbal de Las Casas, en una de las reuniones convocadas por el ezetaelene. Bastó que conversaran unas horas, que hablaran de sus parroquias respectivas y ahondaran en la motivación religiosa de su opción revolucionaria, para que ambos comprendieran que habían encontrado, el uno en la otra y viceversa, la compañía adecuada de la que habla Génesis 2. Así que, cuando las circunstancias lo permitieron, Pepe se vino a vivir a este rincón caliente del sureste mexicano, tan cerca del Caribe que sus calores y su humedad no dejan de sorprenderle hasta hoy.

Cuando decidieron tener descendencia se aplicaron a planear todo a detalle. Como les resultaba simpático llamarse María Fe y José Gabriel (María y José), decidieron que el fruto de su amor llegara en tiempo navideño, aunque sabían que sería difícil atinarle a la mera navidad. De ser varón, se llamaría, desde luego, Jesús. La noticia de que sería varón la recibieron como un consuelo venido de Dios, pocas semanas después de que el doctor les anunciara que “el producto”, que es así como en terminología médica se refieren al nené antes de nacer, parecía venir con síndrome de down.

De profundas convicciones religiosas, Marifer y Pepe comenzaron, sin reparo alguno, a informarse sobre la enfermedad y a establecer contacto con parejas en las mismas circunstancias que ellos. Conocieron muchos niños y niñas con el síndrome y aprendieron a fortalecerse en su decisión valorando el esfuerzo amoroso de sus papás. Jesusito nacería en un hogar donde se le querría con un amor incondicional, a borbotones.

De pronto Marifé, sentada a la sombra del árbol, se da cuenta que probablemente haya habido una equivocación en la medición de tiempo por parte de los médicos. Es 25 de noviembre y le parece sentir los síntomas que el doctor le había anunciado que sentiría hasta la semana posterior, hacia principios del tiempo de adviento. En estos momentos en que todos se han acercado para ver lo que le sucede y por qué respira con tal ritmo, Marifé siente que el cielo se le abre cuando ve venir a Pepe que, corriendo como desesperado, se dirige hacia ella. Lo demás ocurre como en un vértigo: el policía que con cara amenazante andaba cuidando la manifestación y que ahora se acerca solícito a ofrecer la patrulla para llevar a Marifé al hospital; las activistas, compañeras suyas, que tratan de tranquilizarla al mismo tiempo que el pánico, contradictoriamente, se pinta en sus caras; el sol que se cuela por la ventanilla de la patrulla mientras la sirena no deja de sonar; la mano de José prendida a su mano, dándole la certeza de que todo saldrá bien…

Cuando Marifé mira desde su cama a Pepe tomando en sus brazos al niño recién nacido, le da gracias a Dios. No es casual, piensa, que Jesusito haya nacido el día en que se lucha para erradicar la violencia que se ejercita contra las mujeres. Cuando Jesús hace las muecas de recién nacido y deja ver su lengua puntiaguda, Marifer y Pepe, que lo contemplan arrobados, saben que este niño los mantendrá más unidos que nunca y que será, no le quepa duda a nadie, un cristiano revolucionario.


2 Responses

  1. Hoy es 24 de diciembre, día que empiezo acompañándolo con esta lectura navideña revolucionaria. Lo anterior es un pleonasmo, puesto que la navidad en sí sugiere una revolución en todos los aspectos del ser humano. Muchas gracias por compartir este texto, le deseo lo mejor para estos días de reflexión a usted y a todos los que visitan esta página.

  2. ROSA ANGELICA ARANDA LARA dice:

    POR FAVOR, NUNCA DEJES DE COMENTAR LA COTIDIANIDAD CON LA DULZURA DE QUIEN MIRA LAS COSAS DE LA VIDA POR PRIMERA VEZ.
    FELIZ NAVIDAD.

    GRACIAS POR TU TERNURA DE LOS ULTIMOS DIAS. GUARDO TU MENSAJE EN MI CELULAR Y EN MI CORAZON.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *