La semana pasada asistí a la XX asamblea de la Asociación de Biblistas Mexicanos (ABM), a la que pertenezco desde su fundación. Por una deferencia del actual presidente de la asociación, fui invitado a exponer mi experiencia en el pasado Sínodo 2008, al que me he referido en este mismo espacio.
Las reuniones de la ABM me gustan mucho. A pesar de un formato asaz rígido (la reunión de tres días es una sucesión de conferencias y debates), la asamblea permite a los exegetas enterarse de las discusiones más recientes en el campo de la ciencia bíblica, compartir con los demás las propias búsquedas intelectuales y, dado que la mayor parte de los/as participantes son profesores y/o investigadores, la asamblea resulta especialmente pertinente para quienes por muy diversas razones no ejercemos la docencia.
La asamblea es, además, una magnífica oportunidad de reencontrar viejos amigos, antiguos compañeros de estudios y de parrandas, a quienes vemos solamente en esta congregación anual. Conviven durante tres días de fecundas discusiones algunos de los más connotados biblistas de México, como Carlos Junco, director del proyecto de traducción de La Biblia de la Iglesia en América que deberá ver la luz en el año 2014, junto con estudiantes del área bíblica de la facultad de teología de la Universidad Pontificia de México, profesores de seminarios, biblistas mexicanos que trabajan en el extranjero, religiosos y religiosas cuyo carisma los ha llevado a trabajar en la pastoral bíblica, laicos y laicas profesores de institutos bíblicos, etc. Todo esto aderezado con la hospitalidad de los anfitriones, en este caso, la comunidad parroquial de Barra de Navidad, Jalisco.
Yo recibí en esta asamblea un regalo especial. En estos días borrascosos en que necesito figuras que me ayuden a amar a la iglesia católica, Dios me ha bendecido porque he encontré en Barra de Navidad el más reciente libro del Cardenal Carlo María Martini, arzobispo emérito de Milán. Como se sabe, el Cardenal Martini tiene más de treinta títulos… ¿por qué habría de considerar un regalo especial éste? Lo que pasa es que en esta ocasión el título, originalmente publicado en alemán y hasta hace poco traducido al castellano, no aborda sus acostumbrados temas bíblicos, sino que es una larga conversación con el jesuita austriaco Georg Sporschill, que vive dedicado al trabajo con niños y niñas en situación de calle y jóvenes desamparados en Europa del Este.
El libro, a caballo entre conversación y entrevista, le plantea al cardenal algunas de las cuestiones que más preocupan a los jóvenes con los que trabaja Sporschill. Sin tapujos son enlistados temas apasionantes: el infierno y el purgatorio, lo esencial del cristianismo, cómo relacionarse con personas de otras religiones, cuestiones –faltaba más– de moral sexual, etc.
Las respuestas dan cuenta que el Cardenal Martini, con sus más de ochenta años a cuestas, es con mucho el hombre de espíritu más joven en todo el colegio cardenalicio: pujante, esclarecedor, sin miedo, lúcido, a muchos kilómetros de distancia de tantos jerarcas aburridos y anquilosados. Se trata de un hombre vivo, no de una máquina de obediencias; un pensador de cabeza propia, no un repetidor de fórmulas hechas por otros; un auténtico discípulo de Jesús, no un funcionario de moderna sinagoga; un hombre tembloroso, que espera humildemente una salvación por gracia y no el orgulloso poseedor de la verdad y de la llave de la salvación. Monseñor Martini es, si se me permite la licencia, un contra-cardenal.
No pretendo ahora suplir la lectura que cada uno de los pacientes lectores y lectoras de esta columna podría hacer de este delicioso libro. Quiero solamente ofrecerles una probadita de la audacia del Cardenal Martini, audacia que sólo puede concebirse en un hombre libre, de esos que tanta falta hace hoy a nuestra iglesia:
Sobre el infierno: “Yo tengo la esperanza de que, tarde o temprano, Dios redime a todos… ¿Se le ocurre a Dios alguna otra cosa después de que nosotros hemos frustrado todas nuestras posibilidades en esta vida? Sí. Existe el infierno, sólo que nadie sabe si en él hay alguien… Stalingrado y el Holocausto son verdaderos infiernos. El infierno en la predicación de Jesús es una advertencia en el sentido de vivir de tal manera que nunca produzcamos el infierno y nunca vayamos a parar en él… Yo sigo sosteniendo la fe en que, al final, el amor de Dios es más fuerte”.
Sobre el purgatorio: “El purgatorio es una representación humana de la forma en que se puede ser preservado del infierno. En el purgatorio los hombres –dicho con una expresión moderna– son sometidos a terapia hasta que se abren y pueden recibir el amor de Dios. Que alguien malo pueda ser salvado por el amor misericordioso de Dios es algo que supera nuestra capacidad de imaginación”.
Sobre si Jesús trataría hoy a la iglesia como trató a los fariseos es su tiempo: “Sí. Jesús amaba a los fariseos. Eran sus compañeros, sus colegas. Con ellos se enfrentó y disputó. Creo que si regresara hoy lo haría aún más. Lucharía con los actuales responsables de la iglesia y les recordaría que su tarea abarca al mundo entero. Les recordaría que no deben estar cerrados sobre sí mismos, sino mirar más allá de la propia institución”.
Sobre el ecumenismo: “En el curso de mi larga vida me he encontrado con muchas y diferentes iglesias y comunidades religiosas. Cuanto más vivo con otros, tanto más amo a la iglesia. El contacto con personas de otras creencias es algo que sólo puedo aconsejar. Esas personas te preguntarán por qué eres católico. Entonces buscarás una respuesta y darás testimonio. Te alegrarás de ser católico y también te alegrarás de que el otro sea católico y musulmán”.
Sobre la Humanae Vitae: “Lo más triste es que la encíclica es en parte culpable de que muchos ya no tomen más en serio a la iglesia como interlocutora o como maestra. Estoy firmemente convencido de que la conducción de la iglesia puede mostrar un camino mejor del que logró mostrar la Humanae Vitae. La iglesia recuperará con ello credibilidad y competencia. Es un signo de grandeza y de seguridad en sí mismo que alguien pueda admitir sus faltas y la estrechez de su visión de antaño”.
Podría seguir así con más temas: el papel de la mujer, la consideración de la homosexualidad, las fuerzas contrarias al Concilio Vaticano II, la relación con el Islam, la posición política de Jesús y muchos más. La impresión final es deslumbrante: un cardenal así de cristiano es una perla preciosa. Con un Papa de esa audacia y valentía, otro gallo nos cantara.
Colofón: La ficha bibliográfica es MARTINI Carlo M., Coloquios nocturnos en Jerusalén, (Ed. San Pablo, Madrid 2008). Dado que publicado por los padres paulinos, supongo que estará a la venta en su librería de la 62 con 59. Buena lectura.
Mi hermana religiosa tuvo a bien regalarme el libro que comenta el padre Raúl y he disfrutado en plenitud su lectura. La claridad y sencillez de las respuestas que nos entrega el ex arzobispo de Milán son fuente de luz y esperanza en muchos temas de actualidad. Es altamente recomendable la lectura.
Hace algún tiempo leí (u hojeé y ojeé) una serie de cartas entre Carlo María Martini y Umberto Eco en «En qué creen los que no creen» y me cautivó (claro que si me peguntan ahora de qué trata sólo diría dos o tres cositas). No sé por qué, en la lectura y tratando de imaginar a quién estoy leyendo se ocurrió la idea (vaga porque sin más elementos) de que si ocurriera que el cardenal Martini se convirtiera en Papa, le imprimiría un sello más abierto y más cercano a la Iglesia. Y me alegra ver implícitamente (o más claro que el agua) ese comentario ahora en en su artículo. Su artículo, Padre Raúl, siembra la inquietud de estar pendiente del libro para leerlo. Gracias
QUERIDO PADRE RAUL LUGO HACE MUCHO ME HABLARON DE UD. Y FUE UN MAESTRO DE BIBLIA EN EL INTERRELIGIOSO DE MEXICO: JOSE LEE, Y ME DIJO MUCHOS COMENTARIOS POSITIVOS ACERCA DE UD. Y ME ALEGRA SABER QUE NO FUE MENTIRA DE LO POQUITO QUE HE LEIDO ME PARECE UNA PERSONA MUY INTERESANTE Y DIFERENTE A LOS PADRES QUE HE CONOCIDO AQUI EN MERIDA. DESPUES DE LOS PADRES MISIONEROS DEL ESPIRITU SANTO UD. TAMBIEN SE ACERCA A MIS IDEALES HACIA LA VERDADERA IGLESIA CATOLICA Y ME EMOCIONA Y ME LLENA DE GOZO SABER QUE NO ESTOY LOCA DE PENSAR QUE HAY PERSONAS COMO YO CON OTRO MODO DE PENSAR… SOBRE EL ARTICULO DEL CARDENAL MARTINI ME PARECE MUY INTERESANTE Y HE TOMADO NOTA DEL LIBRO ESPERANDO COBRAR MI QUINCENA PARA IR A COMPRARLO… HACE TIEMPO QUE TENGO UNA INQUIETUD MUY GRANDE DE LAS RELACIONES ECUMENICAS Y EL COMENTARIO ACERTADO DE SENTIRSE ORGULLOSO DE SER CATOLICO ATRAVEZ DEL CONOCIMIENTO DE OTRAS DE RELIGIONES PUES CUANTO MAS TE RECONOZCAS ATRAVES DE LAS PERSONAS…RECONOCES A DIOS. QUE DIOS LO BENDIGA HOY Y SIEMPRE… Y COMO DICE N.P. FELIX DE JESUS ROUGIER: ¡ ARRIBA Y ADELANTE!
Lejos de ofenderme, me da la esperanza de la posibilidad de una Iglesia mejor.
No puedo evitar poner mi atención especialmente en los detalles acerca del diálogo interreligioso, la relación con el Islam y esa frase tan cierta de “Te alegrarás de ser católico y también te alegrarás de que el otro sea católico y musulmán”.Lo digo porque personalmente he vivido esto, y me preocupa mucho nuestra relación, a nivel institución, con otras iglesias en los últimos eventos. No juzgo a nadie por sus errores, pero si creo que debe tomarse cartas urgentes en el asunto, debido a que diversos eventos en este ultimo papado han herido la susceptibilidad de musulmanes y judíos. Repito, no puedo juzgarlo, pero si esperar que este tipo de eventos no se repitan.
Señor cura, le recomiendo que tenga mucho cuidado con lo que dice, aunque definitivamente se nota que el es un buen cardenal, por lo que entendí al final dijo que el papa que tenemos no es bueno, eso nos ofende al pueblo católico
Recibiste un regalo especial en aquella asamblea y yo, al igual que tú, lo he recibido esta noche al leer esta columna. Desde hace un tiempo atrás vivo con un malestar espiritual, un desasosiego que cada vez se hace más significativo.
De adolescente disfrutaba de las transcripciones de las homilías de los encuentros entre el cardenal Martini y los jóvenes en la catedral de Milán. Esto lo había olvidado… Quizás el deleite era por aquel discurso cargado de confianza y de esperanza tan diferente y alejado del que se acostumbraba a escuchar desde los púlpitos.
Talvez las cosas no han cambiado mucho, más si mi forma de entender y de ver la vida, mi historia, mi Iglesia a la que amo.
En medio de estos tiempos “borrascosos”, junto a tus artículos de los cuales disfruto hace algunos meses, sumaré a Carlo María para encontrar algo de tranquilidad.