Los acontecimientos de Iguala, en que murieron o desaparecieron decenas de estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa, han exhibido de manera cruda cómo la delincuencia ha ido apoderándose del país y cómo, las instituciones del Estado, por omisión o por complicidad, han traicionado su misión de ser garantes del orden y la justicia. Ayotzinapa ha puesto a nuestra nación frente al espejo y lo que ha asomado del otro lado no es más que un monstruo de desigualdad, de injusticia, de impunidad, de muerte. Nunca tantos mexicanos y mexicanas habían sentido vergüenza de llevar ese gentilicio.
A la realidad cruda se ha opuesto una vigorosa indignación ciudadana que ha salido a la calle. Durante cerca de dos meses se han ido sucediendo, una tras otra, manifestaciones de protesta que han sacudido las principales ciudades del país, sin que se vea todavía cansancio. Y como a los muertos y desaparecidos ha venido a sumarse la exhibición obscena de la corrupción y el compadrazgo (las casas del presidente, de su esposa y del secretario de hacienda), la rabia ciudadana no ha hecho más que crecer y crecer. Tenemos razones suficientes para continuar protestando por muchas semanas más.
Va llegando, sin embargo, el momento en que tenemos que plantearnos qué es lo que sigue. El tejido social está tan descompuesto que tal parece que este país, si lo comparamos con un rompecabezas, tiene que ser desmontado y vuelto a armar. Los partidos políticos no son sino sucedáneos de la corrupción que priva en el gobierno. Así que tendremos que buscar la salida de este túnel oscuro basados solamente en lo que constituye la verdadera fuerza de una nación: la participación de todos y todas. Así que para reconstruir la patria se van dando muchas sugerencias. Algunas apuntan a acciones individuales o, cuando mucho, familiares. Otras personas insisten en continuar las protestas agregándoles algún elemento de sugerencias y proposiciones. Pero hacía falta una propuesta que planteara una mirada de largo plazo.
Esta propuesta está ya madurando. El próximo 5 de febrero será presentada públicamente. Está animada y supervisada por algunas de las personas rectas más confiables del país, entre ellas, Monseñor Raúl Vera. Se trata de embarcarnos en un trabajo de largo aliento para hacer una nueva constituyente. Sí, de eso se trata: de refundar este país. Este es el boletín de prensa en el que dicha iniciativa ha sido anunciada:
Llamado Nacional a Construir una Constituyente Ciudadana
“Nunca en nuestro país se había vivido un momento tan difícil. El presente sólo es comparable a las crisis que preludiaron los alzamientos sociales de Independencia, Reforma y Revolución. Quienes manipulando el poder político y movidos por un modelo económico egoísta están causando la catástrofe humanitaria que se cierne sobre nosotras y nosotros, no pueden resolver los problemas que originaron; las mayorías nacionales no podremos revertir el deterioro de nuestra vida si no nos organizamos y nos movemos por un fin común: la refundación de México.
Ayotzinapa vino a abrirnos los ojos. La desaparición de nuestros jóvenes, con la intervención del Estado Mexicano, muestran las verdaderas intenciones de quienes gobiernan y están decidiendo el destino de este país, de la mano de los que detentan el poder económico. A ellos les decimos ¿Si no quieren gobernar bien? ¡Que se vayan! Ya basta de sus crímenes, ya basta de su corrupción, ya basta de su impunidad; pero no solamente les decimos eso, sino que les anunciamos que ya falta muy poco para que en México florezca un tiempo nuevo de justicia, paz y dignidad para todas y todos.
Por eso, estamos construyendo un espacio desde la sociedad civil, basados en nuestros derechos constitucionales, que dé lugar a un Congreso Constituyente nacido desde las y los ciudadanos que conformamos el pueblo de México.
Se trata de un proceso desde abajo y desde las grandes mayorías que no fija por ahora tiempos para concretarse. Conscientes, sin embargo, de la extraordinaria urgencia de echar a caminar; convencidos de que si titubeamos o retrocedemos el país se desmoronará.
Esta propuesta se hace desde la sociedad civil y toma distancia de los partidos políticos en su conjunto, porque ya han tenido innumerables posibilidades para hacer algo diferente y sólo han abonado con sus acciones u omisiones a que el país siga desmoronándose. Es un ejercicio democrático que trabajará a partir del consenso e irá construyéndose sólidamente desde todos los puntos del país. Confiamos en la fortaleza de esta iniciativa porque es de y para las grandes mayorías. Ante la nación y ante el mundo insistimos en que para cerrarle el paso a la violencia y garantizar el pleno ejercicio de la voluntad popular optamos por la construcción de una vía pacífica y democrática para salir de la crisis, por la organización de la resistencia y la desobediencia civil pacífica ante el mal gobierno y sus “leyes” injustas.
Convencidas y convencidos en la urgencia de una nueva organización de nuestra patria, fundada en la fuerza de la justicia y el derecho, y en el impulso suave del amor y la compasión hacia nuestras hermanas y hermanos que están sufriendo, el próximo 5 de febrero de 2015 en la Ciudad de México presentaremos públicamente la Constituyente Ciudadana, iniciativa que comenzó sus trabajo ya desde este 2014, y que en esta emblemática fecha iniciará su actividad pública”.
Hasta aquí el anuncio público, el llamamiento que se lanza a todas y todos. El camino será largo. Se prevén tres fases, cada una de ellas con varias etapas. El resultado final será una nación reconstruida desde el corazón de sus pueblos, un país pensado a la medida de sus habitantes. Esto se irá logrando en una larga ruta (que será en sí misma, puerto) cuyo eje aglutinador será un congreso constituyente alternativo, conducido por etapas y con visión prospectiva, cuyo desarrollo irá produciendo un modelo de ciudadanía.
Suena bien…