Iglesia y Sociedad

De Patricio Pron y las Obras Completas

25 Ene , 2019  

A mí me gustan mucho los ensayos de Patricio Pron. Escribe con cierta regularidad en la revista Letras Libres y yo disfruto mucho leerlo. Moderno, agudo, es un escritor que siempre habla de cosas que me interesan. En enero de 2018, por ejemplo, publicó un delicioso artículo sobre los consejos que suelen dar los escritores famosos a las personas que quieren comenzar el camino de la escritura. La fina ironía y la profusión de citas de recomendaciones de escritores famosos culminan en quince consejos verdaderamente memorables. Genial.

Me he enterado que ha ganado el premio Alfaguara 2019 de novela y se redoblan las ganas que tengo que leer algo de su producción literaria de ficción. Letras Libres pone, al final de sus colaboraciones, “Patricio Pron es escritor. Entre sus obras recientes están No derrames tus lágrimas por nadie que viva en estas calles y Caminando bajo el mar, colgando del amplio cielo”, y me doy cuenta que sus enigmáticos títulos me atraen, y quisiera leer sus novelas (sobre todo sus cuentos, mi género predilecto), pero no me he ocupado en buscar sus obras en las librerías que visito ocasionalmente. Y esto ha sido a propósito.

La razón es absurda, pero simple: tengo una obsesión por las obras completas. Es una obsesión que, a decir verdad, solo puede cumplirse a cabalidad cuando el autor ha muerto (y ni siquiera eso es del todo cierto: yo sigo comprando y leyendo la obra de Cortázar, las colecciones de sus cartas y, probablemente, tendré que leerme hasta los borradores que tiró al bote de basura o los bosquejos de libros nunca editados, cuando sean publicados), pero que se convierte en una fuente de ansiedad que no me deja en paz; y me ocurre no solamente con los libros, sino también con la música.

En música, puedo identificarlo casi como si hubiera pasado ayer, la obsesión comenzó con Bach. Hace muchos años, visitando la librería Gandhi en la CDMX, cuando todavía se llamaba DF, encontré las obras completas de Johann Sebastian Bach, el genio de Eisenach. Era una colección de cerca de cuarenta cassetes. Cuando esta tecnología se volvió obsoleta, tuve que comprar la misma colección en discos compactos. Probablemente pronto tenga que pasar toda esa música a una memoria USB. No sé qué viejo trauma se revele en esta obsesión precisa de las obras completas, pero me da una tranquilidad inmensa saber que, no solamente puedo escuchar cualquier obra de ese compositor en cualquier momento que se me antoje, sino que tengo en mi poder el conjunto de toda su obra creativa… hasta que, como ocurrió en abril de 2004, me entero por el Diario El Clarín, que “varias páginas de la partitura de una obra del genial compositor alemán Johann Sebastian Bach, desaparecida hace más de 80 años, fueron encontradas entre las pertenencias de la pianista clásica japonesa Chieko Hara —esposa del violonchelista español Gaspar Cassadó—, que murió en diciembre de 2001”… y entonces siento crecer la ansiedad y comienzo desesperadamente a rogar al Dios inspirador de la música que algún disco reciente traiga, como obra de la casualidad, la partitura perdida de Bach interpretada por la orquesta tal y tal. Y lo mismo, mutatis mutandi, pasa con los Beatles, y con Silvio Rodríguez y… la lista es larga.

En el caso de la literatura, es –como el lector podrá deducir de las líneas de arriba– Cortázar quien alimentó mi obsesión por las obras completas. Una vez que tuve la colección completa de sus cuentos, tuve que analizar en noches de insomnio si debía comprar una edición de tres tomos que me encontré, en la que todos los cuentos de Cortázar estaban reunidos en una clasificación hecha por el mismo Cronopio. Finalmente, terminé por considerar necesaria la compra de ese nuevo material, por la impronta que la edición tenía de la mente del autor, de su selección personal. Pero con Cortázar el asunto es cuento de nunca acabar: el próximo 12 de febrero cumplirá ya 35 años de muerto, y cada año me asalta la duda de qué papeles suyos sin editar serán descubiertos, o terminados de ordenar, y publicados.

Recuerdo, como en un sueño hecho realidad, la ocasión en que, de visita en Montevideo, caminando sus calles en compañía de mi amigo Roger Gutiérrez, que tomó la bendita decisión de echar raíces en la patria de Juan Luis Segundo, me encontré con una librería de viejo, tan frecuentes en las calles montevideanas. De repente, como una iluminación, mis ojos se dirigieron a dos volúmenes bellamente encuadernados. La portada lucía el cabalístico título de “Obras Completas”. ¿El autor? Federico García Lorca. No lo pensé más: sin hacer la conversión mental a pesos mexicanos, saqué la cartera y pagué el costo con los pesos uruguayos que acababa de cambiar en el banco. Con los dos libros bajo el brazo regresé a Mérida sintiendo que la visita a Uruguay había valido la pena (también, claro, no se me juzgue inhumano, por el encuentro con Roger y Patricia, entonces aún sin Lucas).

Volvamos, pues, al buen Patricio Pron. Si su literatura de ficción llega a interesarme tanto como sus artículos literarios, es posible que esté condenado a entrar en la lista de los autores cuyas obras completas trataré de conseguir. Y es todavía muy joven. Y cuando veo, a pesar de mi voracidad en la lectura, la cantidad de libros aún sin abrir que todavía esperan su turno, pienso que ya no sé si a mis sesenta años deba yo seguir gastando las dos terceras partes de mi exiguo salario como activista de derechos humanos, trabajo quijotesco, como bien se sabe, y de pocos ingresos, en la compra de todas las obras que vaya publicando este joven autor argentino.

Así que, por el momento, seguiré leyendo sus colaboraciones en Letras Libres, hasta que una casualidad, interpretada como epifanía por el hombre de fe fácil que escribe estas líneas, me lleve a una librería donde el título Trayéndolo todo de regreso a casa. Relatos 1990-2010 dé inicio a la tan temida carrera hacia las obras completas, que nunca sabe uno cuándo va a terminar.

Por de pronto, celebro que Patricio Pron haya ganado el Premio Alfaguara 2019 de novela, aunque cada obra suya publicada (Wikipedia registra seis volúmenes de relatos, siete novelas, un libro de ensayo y una antología dirigida por él que, desde luego, también entraría en la colección de obras completas, así como entró a la colección de Cortázar la traducción que hiciera de los cuentos de Edgar Allan Poe) me haga retrasar el inicio del interminable camino de lectura de sus obras completas.


One Response

  1. Arturo Alvarado dice:

    Estimado Raul: Siempre descripciones grandiosas e iluminadoras las tuyas. ¿Cuándo nos regalas una entrada de tus experiencias con las lecturas de Cortázar? Claro, podrían ser dos o tres o más. Saludos afectuosos.

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