Iglesia y Sociedad

La vitalidad del teatro yucateco

15 Feb , 2010  

El escritor peruano Sebastián Salazar Bondy (1924-1965), siempre fiel a su estampa, escribió: “Permítanme decir que la poesía es una habitación a oscuras”. Curiosamente, Salazar Bondy es más bien conocido por su obra dramática. De hecho, es uno de los más reconocidos dramaturgos peruanos. Por eso me hubiera gustado que don Sebastián se hubiera dado una vuelta en estos días por los corredores culturales de la ciudad de Mérida para que constatara la efervescencia de producción teatral con la que contamos. Quizá eso le haría decir que, en Yucatán, el teatro “es una habitación luminosa”.

Ya José Ramón Enriquez, destacado dramaturgo afortunadamente avecindado en Mérida, escribía hace algunas semanas en la columna “Pánico Escénico” que mantiene en el periódico capitalino Reforma, que la calidad cultural que ha alcanzado la ciudad de Mérida puede medirse al contemplar, una mañana cualquiera de enero de 2010, a José Luis Cuevas salir del Museo de Arte Contemporáneo de Yucatán donde expone sus obras, para cruzar la Plaza Grande e ir a admirar la obra de Salvador Dalí en el Centro Cultural Olimpo. Pues bien, creo que lo mismo puede decirse del quehacer teatral en nuestra ciudad.

No sé si esto ocurra en todas las capitales de nuestro país, pero yo estoy gratamente impresionado por la vitalidad que se aprecia en las artes escénicas en nuestro entorno yucateco y particularmente meridano. Quiero hoy compartir con ustedes tres recientes experiencias estéticas, procedentes de distintos círculos teatrales, que me han impresionado.

El Centro de Investigación Escénica “El Teatrito A.C.” ha venido a constituirse, como fruto de muchos años de arduo trabajo e inquebrantable rebeldía, en un referente del teatro independiente y de resistencia en nuestro medio. Actualmente monta la obra “Cuando la felicidad así lo requiera. México: doscientos años de memorias insurgentes”, pieza de Ricardo Andrade Jardí, dirigida por él mismo y por Amanda Quezadas. Inspirada en la figura y obra de dos personajes de indiscutible estatura moral (y, quizá precisamente por ello, convenientemente olvidados o disminuidos en la iconografía oficial), Fray Servando Teresa de Mier y Ricardo Flores Magón, la obra ofrece una singular aportación al actual debate del bicentenario de la Independencia y centenario de la Revolución. Las destacadas actuaciones de Silvia Sosa y Amanda Quezadas van introduciéndonos en un diálogo con nuestro pasado e, inevitablemente, con nuestro presente. La puesta en escena confirma lo anunciado en la invitación que hace circular por la red la compañía: “Servando Teresa de Mier y Ricardo Flores Magón, de ideas en apariencia opuestas, y en tiempos distintos, aunque iguales a los de ahora, se acoplan en acción por una particularidad grandiosa: su convicción en la conquista popular de la felicidad como condición irrenunciable de la libertad de un pueblo. Su radicalismo fue motor, en 1810 y 1910, para provocar el inicio de las insurgencias que nos dieron Patria…”

“Murmurante Teatro Producciones”, es un colectivo de artistas escénicos de reciente aparición. Se autodefinen como un grupo que se propone inquietar y cuestionar al espectador, seducirlo sin grandilocuencias, con formas del discurso que se verifican en la sutileza de la palabra y del gesto. Su más reciente producción es una ácida comedia titulada “Tu ternura molotov”, del joven dramaturgo venezolano Gustavo Ott (1965) una obra interesantísima, ágil, entretenida, sarcástica, crítica, un ejemplo del tipo de teatro que puede atraer nuevos públicos a la sala. Convoca a los fantasmas del racismo que llevamos ocultos (¿escondiéndose o simplemente agazapados esperando la oportunidad de saltar sobre su presa?) en el rincón más desapercibido del corazón. Dirigida por Juan de Dios Rath (en su primera y muy afortunada experiencia de dirección), la obra se sostiene en las sobresalientes actuaciones de Ariadna Medina y Sebastián Liera. La virtud mayor del teatro de Ott es que, a través del humor, el espectador puede verse retratado en la escena sin que necesariamente tenga que identificarse con los personajes de la obra. Ninguna definición mejor de la obra que la ofrecida por su mismo autor en entrevista con Paco Medina (Revista SGAE de España, 2004): “Una pareja profesional y de éxito quiere tener un hijo y, de pronto, una caja llega por el correo, desde el pasado. Allí se revela quiénes fueron estos dos personajes y si lo que han sido lo siguen siendo todavía. ¿Somos los mismos? Y si no lo somos, ¿somos entonces responsables de lo que hicimos? Molotov es una pieza que intenta, lentamente y sin anunciarlo, construir una bomba de tiempo sobre los temas de la identidad, la culpa y en particular, sobre los prejuicios. Nos dice que las acciones más censurables y las que más rechazamos son precisamente las que tenemos como ideas comunes. Todo esto levantado desde una situación cotidiana, con textos bastante comunes y corrientes, encerrados en una poesía de la situación. Hay mucho humor, un humor explosivo, utilizado precisamente como detonador de esa bomba”.

Finalmente quiero referirme a la obra “Nuestra Señora de las Nubes”, del dramaturgo argentino avecindado en Ecuador Arístides Vargas y que ha sido puesta en el escenario local por el director Nelson Cepeda. Un texto exquisitamente metafórico, lleno de chispeantes juegos de palabras (“Me parece haber visto su rostro en otro lado… imposible, señora, lo llevo siempre conmigo”), que aborda el exilio desde una polisemia verdaderamente amplia: exiliados de la tierra, del propio cuerpo, de la identidad, del amor. Una pieza de innegable atmósfera onírica, admirablemente sostenida por el talento excepcional de los actores Miguel Ángel Canto y Alejandra Argoytia, que llevan sobre los hombros una multiplicidad de personajes que, en otros montajes de la obra, han sido representados por una variedad más amplia de actores. Y lo hacen con un talento que resalta aún más el propósito de convertir el exilio en una óptica desde la cual recrear la realidad toda. El canto en vivo de María de San Felipe redondea un espectáculo que bien podría calificarse de entrañable.

Tres puestas en escena que denotan la calidad cada vez mayor del teatro que se hace en Yucatán. Y no es, ni de lejos, una aproximación a la totalidad de la experimentación teatral en nuestro estado. Bastaría con recordar a Chéjov, que se presenta actualmente en nuestros escenarios, o a “El Perro del Hortelano”, de Lope de Vega, o el “Tartufo” de Moliere, que se estarán estrenando en días próximos en teatros de nuestra localidad. Una auténtica explosión dramática. Solamente por esto sería ya una fortuna habitar por estos lares.


6 Responses

  1. Ivonne Ortega dice:

    A mí igualme gusta el teatro Raúl, sobre todo cuando la actriz principal soy xo!

  2. Juan de Dios Rath dice:

    Estimado Raúl:
    Le molestaría que subiera al face su artículo sobre el teatro yucateco? Me gustaría compartirlo desde ahí con amigos y quisiera pedirle su autorización. Saludos afectuosos.

  3. Jorge Rubio dice:

    Aunque no me gusta mucho el teatro, creo que en ese aspecto nuestra ciudad si ha mejorado y avanzado, las cuestiones culturales que tenemos son muy ricas en sí y además cada vez tenemos máseventos importantes, incluyendo algunos internacionales.

  4. Juan de Dios Rath dice:

    Estimado Raúl:
    Es muy grato para mí leer sus impresiones sobre el teatro en Yucatán. En verdad, comparto su entusiasmo y me siento afortunado de verme incluido en un movimiento creativo que busca vincularse con un público cada vez más exigente y sensible. Gracias de veras por sus comentarios que además de compartirnos la mirada generosa, nos invitan a disfrutar de un momento importante en la vida cultural de la ciudad.
    Un gran abrazo

  5. ANGELICA ARANDA dice:

    RAUL QUERIDO: GRACIAS POR ENRIQUECER MUCHOS ESCENARIOS,ADEMAS DE LOS ESPIRITUALES, LOS TEATRALES

  6. Padre Lugo, Raúl, muchas gracias por estas palabras tuyas no sólo ya para con «Tu ternura molotov», breves caricias que ya conocía de antes, sino para con las demás puestas en escena que se están produciendo por tantos y tan diversos proyectos. Es un honor para la comunidad teatral meridana, independientemente de lo que cada quien entienda por ello, contar con una mirada tan generosa y sensible como la tuya. Reitero mi cómico abrazo, con mi admiración y cariño cada vez más declarados.

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