Como anuncié en la columna pasada, el pasado miércoles 24 de junio tuvo lugar, en la Sala de Arte del Teatro Mérida, la mesa de discusión “Darwin: espejos de la evolución”, organizada por la Red Literaria del Sureste. Los 150 años de la publicación del libro “El Origen de las Especies”, de Charles Darwin, no es una efeméride menor. El impacto de la teoría darwiniana ha ido mucho más allá de la biología de la evolución y ha terminado por cambiar por completo nuestra visión del mundo.
El esfuerzo de la Red Literaria del Sureste es digno de encomio; es una lástima que el Instituto de Cultura de Yucatán haya estado a punto de arruinarlo. Me refiero al hecho de que después de haberse anunciado con tiempo la realización de la mesa de discusión en la Sala de Arte del Teatro Mérida, ésta estuviera sin aire acondicionado y sin servicio audiovisual eficiente. Lo segundo pudo solucionarse en el último momento. El clima artificial, en cambio, nunca funcionó. Solamente la heroica resistencia de los asistentes que llenaron la sala permitió que, a pesar de una temperatura que debió sobrepasar los 45 grados, propia de un espacio cerrado y sin ventilación, la mesa de discusión haya podido llevarse al cabo. No hubo en ningún momento, de parte de la administración del Teatro Mérida, un ofrecimiento de disculpas.
Pero más allá de la penosa ineficiencia de los responsables del abandono de dicho recinto cultural, la mesa de discusión resultó, gracias al interés y la paciencia de los asistentes, una experiencia muy interesante. La primera participación fue la del Dr. Manuel Robert, renombrado biólogo, que presentó una amena introducción a la personalidad de Darwin e ilustró de manera sencilla y accesible el impacto decisivo que su teoría ha tenido en todos los órdenes de la ciencia. Tocó después su turno a la Dra. Martha Pimienta, especialista en antropología física, quien nos condujo también con mucha sencillez por el camino de los hallazgos, en diversas partes del planeta, de fósiles y cráneos de los antepasados del ‘homo sapiens’ que han ilustrado y corroborado la teoría de la evolución. Debe agradecerse a ambos científicos su claridad en la exposición ya que así permitieron que los asistentes, la mayor parte legos en estas profundidades científicas, pudiéramos seguir las exposiciones con agrado, disfrutando incluso del fino humor de los expositores.
El tercer turno correspondió al Dr. Manuel Uc que propuso el marco histórico, social, religioso y político en el que se gestaron los trabajos de Darwin y surgió la teoría de la evolución. Finalmente, tocó el turno a un servidor. En la columna de la semana pasada mencioné que hoy compartiría el contenido de mi ponencia. Paso a cumplir el compromiso contraído presentando un resumen de lo tratado, dado que el trabajo completo será publicado en el blog de la Red Literaria del Sureste o, en su defecto, será colocado como archivo descargable en este mismo sitio debido a su dimensión.
Después de ilustrar como introducción el interés que muchos hombres religiosos han tenido por la investigación científica a lo largo de los siglos, pasé a plantear cuáles son las posiciones radicales que se han asumido frente a la teoría de la evolución y su relación con Dios y con la religión, sobre todo a partir del momento en que los procesos de observación de Darwin y de los científicos que le han sucedido en esta misma senda, replantearon la discusión filosófica sobre el origen del universo. La selección natural no planificada ponía inevitablemente en revisión la idea de un Dios creador y organizador, reviviendo un debate tan antiguo como la filosofía misma.
La primera posición es la del evolucionismo radical, que ve en la teoría de la evolución la comprobación o prueba científica de que la creación no es una explicación admisible del origen del mundo. El origen del universo y del hombre se explicaría sin necesidad de recurrir a la existencia de un Dios creador, noción que habría sido definitivamente superada por el avance científico. En el otro extremo habría que situar a los creacionistas radicales, que a partir de una perspectiva literalista, leen los textos bíblicos como si de textos científicos se tratara. La más moderna versión de este creacionismo lo constituye la teoría norteamericana del Diseño Inteligente.
Posteriormente pasé a exponer la posición de Francisco Ayala, uno de los científicos españoles con mayor prestigio internacional y que actualmente es profesor del Departamento de Ecología y Biología Evolutiva de la Universidad de Irvine, USA. Ayala enfrenta las dos posiciones radicales antes mencionadas, señalando con lucidez que los extremos terminan tocándose. Expliqué en mi exposición las razones por las cuales Ayala considera inconveniente una posición que identifique la teoría de la evolución con el principio filosófico del ateísmo, pero también rechaza, con igual fuerza, la teoría creacionista, particularmente en su forma más reciente del “Diseño Inteligente”.
Para Ayala, ciencia y religión se mueven en planos distintos y estudian diferentes aspectos de la realidad. La ciencia estudia algunos de los aspectos cuantificables de la realidad material, de ahí que aplique de un modo lícito y muy exitoso el reduccionismo propio del materialismo metodológico; pero esto no significa que la ciencia afirme que sólo existe la realidad material. Por su parte, la religión responde a la búsqueda del significado y propósito del universo y de la vida, también a la relación entre Dios y el ser humano, así como el valor y el alcance de las normas morales que surgen de esa relación y su influencia en la vida humana concreta. A este respecto, afirma Ayala, “la ciencia no tiene nada que decir sobre estas materias, ni es asunto de la religión proveer explicaciones científicas para los fenómenos naturales”.
Finalmente, presenté algunas conclusiones en las que subrayo la posición de la iglesia católica con respecto al tema de la evolución, haciendo énfasis en la opinión de Juan Pablo II que sostiene que “hoy, casi medio siglo después de la publicación de la encíclica Humani Generis de Pío XII, nuevos conocimientos llevan a pensar que la teoría de la evolución es más que una hipótesis. En efecto, es notable que esta teoría se haya impuesto paulatinamente al espíritu de los investigadores, a causa de una serie de descubrimientos hechos en diversas disciplinas del saber. La convergencia, de ningún modo buscada o provocada, de los resultados de trabajos realizados independientemente unos de otros, constituye de suyo un argumento significativo en favor de esta teoría”.
Terminé con un alegato a favor de una nueva relación entre la fe y la ciencia que supere las mutuas desconfianzas y que respete las dos parcelas autónomas del saber humano, filosofía y religión por un lado, ciencia por el otro, que no se pueden trasvasar sin caer en extrapolaciones inadmisibles o en una peligrosa pirueta conceptual. La nueva relación se hace posible cuando se advierte que evolución y creación se encuentran en planos distintos y, por lo tanto, no se excluyen mutuamente, aunque haya un tipo de “evolucionismo” que sea incompatible con la admisión de la creación y un tipo de “creacionismo” que sea incompatible con la aceptación de la evolución.
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Soy miembro de la Red y uno de los organizadores del evento. Le agradezco su participación en este esfuerzo de cooperación que hacemos para poner un granito de polvo en la construcción de una sociedad que discuta los asuntos con la naturalidad de quien usa su discernimiento. Yo considero que Darwin es parte sustancial del gran prurito del siglo XIX que fue el conocimiento de las leyes del progreso; lo que me llama la atención es la interpretación fundamentalista que se hizo de su teoría por parte de sectoeres diversos del cristianismo. Hay mucho por reflexionar y comentar. La relación entre la esfera biológica del ser humano y su dimensión cultural todavía está por establecerse. En fin, después de vivir 42 años en México (desde los diez meses de edad) y de vivir 6 años en Mérida, es la primera vez que me siento entusiasmado por un evento y que salgo con expectativas plenamente cumplidas. Gracias.
Raúl: Me atrevo a decir que muchos científicos comparten estas opiniones tuyas, y desde luego la posición del Dr. Ayala Carcedo, que para mí es obviamente más científico que religioso, recuerdo durante mis estudios de maestría sus valiosas aportaciones sobre la investigación del Mal de Chagas. Me parece que el libro «Darwin y el diseño inteligente» reconcilia el catolicismo y el evolucionismo, pero como acertadamente tú comentas, no acepta lo más radical de las pusturas creacionistas. Lejos de ser un científico, te confieso que sí me atrapaba muchas veces el sentimiento de no saber en realidad si el Génesis sucedió tal y como dice la Biblia, desde mis tiempos de seminarista, y más aún después de mis estudios de licenciatura, y posgrado, y ahora en la especialización. Creo que los católicos (cristianos) y los científicos menos fanáticos deberían leer a Francisco Ayala
y no tener miedo de hacer este tipo de reflexiones. Saludos y créeme que hace mucho que esperaba que tocaras tú este tema.
Pienso que si hubiesen estado unos cuantos millones de años de la sala del teatro merida se hubieran adaptado al calor y humedad y no hubieran necesitado aire acondicionado, tal vez eso penso esma bazan,
Desde mi punto de vista cerrado y retrogrado si Dios creo el universo lo creo junto con la ciencia, entonces si en la religión buscamos conocer a Dios, tenemos que conocer y hablar de ciencia tambien. Otro punto creo que el papado de Juan Pablo II fue fallido, pues creo alejo a la iglesia del evangelio, un poco mas de lo que estaba cuando el inicio su papado, aunque Juan Pablo fue muy popular en el mundo creo que habra que ver que popularidad tendra con Cristo. el sacerdote lugo dijo en su anterior escrito el mitico relato de los primeros versiculos del Genesis, yo creo que se escucha mas mitico. la aseveracion que atravez de miles de millones de años la evolucion a dado todas la especies, es mucho mas Walt Disney esta aseveracion que decir que fue un Dios Creador. claro ambas son cuestion de fe, y me pregunto que tanta ciencia?