Con el mes de septiembre parece desbordarse, particularmente en los medios de comunicación electrónicos, tan patrióticos ellos, esta rara forma de cursilería que llamamos “nacionalismo”. La cercanía del bicentenario del inicio de la independencia y el centenario de la revolución mexicana lo único que han hecho es subrayar esta tendencia. De manera que es posible que la patriótica melosidad del mes de septiembre se extienda a todo el año.
Las televisoras están convencidas de que pueden tocar los corazones de todos los que vivimos en este país y congregarnos, como rebaño conducido a pastos de felicidad, en torno al mensaje “el orgullo de ser mexicanos”. Yo cada vez que escucho la propaganda con que intentan llenarnos el cerebro, recuerdo aquella frase de la hermosa canción de Fito Páez, “Un vestido y un amor”, que reza: ‘Ya sé, no te hace gracia este país…”
Y sí, este país no me hace ninguna gracia. No puedo estar orgulloso de un país que no ha querido reconocer en los hechos la pluriculturalidad que lo caracteriza y combate a capa y espada cualquier intento de autonomía indígena que intente ponerse en marcha. Que hablen, si no, las juntas de buen gobierno en Chiapas o los municipios indígenas que, como hongos, van multiplicándose ahí donde habitan los pueblos originarios, para testimoniar el hostigamiento permanente del que son víctimas.
No solamente no me enorgullece, sino que me avergüenza que, en pleno siglo XXI, haya pueblos como el de san Antonio Ebulà, en el vecino estado de Campeche, que hayan sido arrasados impunemente por un particular que, en uso del poder que le ofrece su potencial económico y la sumisión servil de las autoridades campechanas, desaloje con vándalos a una población establecida en un territorio en litigio, sin presentar orden de ningún juez y sin recibir ningún castigo por sus fechorías. No puedo sentirme orgulloso de un país en el que sucede esto y el delincuente, en vez de ser detenido y sancionado, es defendido por las fuerzas del orden.
¿Cómo podría estar orgulloso de un país en el que, uno a uno, todos los intentos de democratizar la vida pública han caído en un hoyo oscuro? Las instituciones “ciudadanizadas” no son más que botines políticos y arena de lucha entre los partidos. Las comisiones estatales de derechos humanos, salvo una o dos honrosas excepciones –entre las que no se encuentra, desde luego, la yucateca– son organismos inútiles y dispendiosos, más prestos a justificar las acciones del gobierno que a vigilarlas. Lo mismo puede decirse de los institutos electorales y los de acceso a la información.
Y cuando la ciudadanía, cansada de que sus intentos por enderezar el rumbo de este país y decepcionada de la venalidad de los poderes ejecutivo y legislativo, volteó los ojos hacia el más alto tribunal, la Suprema Corte de Justicia, recibió de premio los dictámenes que exoneraron al gobernador de Puebla y dejaron en la impunidad los delitos cometidos contra Lydia Cacho, contra los pobladores de Atenco y que, en la hazaña más reciente de la Corte, han dejado en libertad a los asesinos materiales de los mártires de Acteal. Junto con don Raúl Vera, digno prelado mexicano, también él ‘rara avis’, dan ganas de decirle a los señores y señoras de la Suprema Corte: ‘Por favor, señores, tengan piedad de este pueblo’.
¿Orgullos yo de que el Poder Legislativo de nuestro estado haya hipotecado el futuro aprobando una deuda que arrastraremos durante 25 años y sin que nadie, nadie, nos explique a los ciudadanos cómo le haremos para vigilar el destino de esos recursos, si no hemos podido recibir siquiera cuentas claras del concierto de Plácido Domingo en Chichén Itzá? ¿Bromea usted?
No hay, en el horizonte de mi corto entendimiento, muchas razones para sentirme orgulloso de ser mexicano. No me seducen las notas del mariachi ni los tres colores de la bandera. Si no fuera por el empeño de quienes, en el esfuerzo cotidiano, a veces criminalizados sin motivo, no dejan de creer y trabajar por justicia y vida digna para todos, este país sería uno de los más invivibles el planeta.
No quiero ser ave de mal agüero, y menos en un mes de patriótica sensiblería. Disculpe usted, paciente lector y lectora, el desfogue de rabia de las líneas precedentes. Quizá opine usted que mi visión es demasiado oscura y que, a pesar de la clase política que nos gobierna, de la corrupción y el espíritu discriminatorio que permea muchos estratos de nuestra sociedad, México sigue teniendo un futuro promisorio, tal y como lo anuncian a voz en cuello los anuncios de Televisa y TV Azteca. De ser así, lo felicito por su espíritu optimista.
Quiero, sin embargo, advertirle que, pese a las notas de ‘México lindo y querido’ y a las luces multicolores que adornaron el Palacio Nacional en la fiesta del 15 de septiembre pasado, cuando a un puñado de gente le va muy, pero muy bien, mientras la gran mayoría sufre penurias, el riesgo de que la soga se rompa por lo más delgado es previsible. Hace 200 años una elite de ricos españoles vivía sin darse cuenta que cientos de criollos y miles de miembros de los pueblos originarios estaban ya cansados del yugo que los sojuzgaba. Y vino la guerra de independencia.
Hace cien años los grandes comerciantes y el círculo de allegados al régimen dictatorial de don Porfirio banqueteaban despreocupadamente, mientras en el campo mexicano, tanto en el sur como en el norte, la gente se moría de hambre. Y estalló la revolución. Celebrar el bicentenario sin escuchar –Marx dixit– ‘cómo crece la hierba’ en la dolorosa realidad de este país, es uno de los peores errores que podríamos cometer. Ojalá me equivoque y este túnel oscuro tenga otra salida. Ojalá me equivoque…
Estimado Padre Raul:
Le agradezco que escriba y que su trabajo nos inspire. Dios le conceda vida y salud para seguir adelante.
Vivo en Uman, estoy participando en un proyecto social formado por gente joven que estamos cansados de que las cosas no cambien y preocupados por el mundo que le estamos dejando a nuestros hijos.
Buscamos poner sobre la mesa temas que, en una sociedad que vive en un pueblo, son considerados tabú o son tratados con absoluta irresponsabilidad y falta de respeto.
Buscamos crear conciencia y fomentar una sociedad informada y crítica.
Nuestro proyecto arranca en Enero y estoy trabajando en un articulo acerca de la comunidad gay y creo que esta de sobra hablar de las discriminaciones y falta de respeto de las que son objeto.
El proyecto se llama «La voz de Uman» y estará en linea en los primeros dia de Enero.
Me permito hacerle una humilde invitación a que haga suyo ese espacio y siga haciendo eco en nuestras vidas.
Orgullo?
La premisa de Jean Jacques Rousseau del hombre es bueno por naturaleza la sociedad lo corrompe se puede usar para justificar a nuestros gobernantes y jueces, pues son buenos es la misma sociedad quien los hace ser corruptos e injustos. por su puesto que yo no estoy de acuerdo con Jean Jacques, yo creo que nuestros jueces, gobernantes, jerarcas religiosos, magnates economicos, y directores de medios de comunicación son un reflejo de nuestra sociedad ellos no son asi de gratis, son asi por que salieron de nosotros mismos, la corrupcion diaria en la calle es de todos los dias y a cada minuto no tienen que ser gobernantes la compra de pirateria es un ejemplo visible, la vida promiscua de los jovenes de secundaria y algunos desde la primaria, todos los valores cristianos son considerados como retrogrados y para tontos pues que tipo de sociedad se esperaba tener, las drogas por ejemplo son la revolución del siglo 21, usted sacerdote lugo, hablaba veladamente de un levantamiento popular es su escrito como temiendo que suceda, abra los ojos ya sucedio esta ahora pasando en la guerra con el narco, a diario muere gente involcrudad con el trafico de drogas y lejos que la gente se asuste y no quiera entrar al narco, van mas a reclutarse a sabiendas que hay mas puestos libres, es asi como sucedian los levantamientos armados lastima que ahora no es por principios de igualdad, justicia, libertad etc si ahora es simplemente por dinero, drogas y sexo. ESTA ES LA REVOLUCION que emana de la cultura de nuestro pueblo, un pueblo idolatra entregado al pecado, que mas se podia esperar, VIVA MEXICO
Me gusta tu artículo Raúl, gracias. Me parece que lo interesante de tu planteamiento, no es que alguien no tenga «derecho» a sentirse «orgulloso» de lo que quiera, por ejemplo, de ser gay, mexicano, juez injusto, gobernante prepotente, fanático, sarcático irracional, etc, como dice don Marcelo. La cosa es que si con las condiciones OBJETIVAS de nuestra patria (distribución de la riqueza, administración de la justicia, libertad de expresión, igualdad de oportunidades, no discriminación, etc), actuales e históricas, es éticamente responsable que los consorcios poderosos de los medios de difusión (no de comunicación) nos llenen la cabeza con propaganda difusa para tratar de hacernos creer que esto que vivimos es lo mejor que nos pudo haber pasado y que, como México no hay dos (afortunadamente. Tratar de mezclar esta discusión con otras cosas me parece poco responsable. Después de todo, si en otra cosa no estuviera de acuerdo contigo, también te lo escribiría.
Muy querido P.Raúl. Me ha gustado tu escrito por la patria actual. El escrito es digno de ser leído por muchos, lo que no sé si sucede. ¿No hss pensado en una revista que pueda difundir tus escritos? Ojalá que muchos te lean en internet. Tal vez te leerían más en una revista. Es una idea. Te sañudo cordialmente. P. Bartolomé.
Orgullo?
Si el gay se siente orgulloso de ser gay por que no el mexicano se puede enorgullecer de ser mexicano, a pesar de todos los defectos tal vez parte de nuestra diversidad es ser como somos. no cree? quien es quien para juzgar la diversidad, si jueces injustos es parte de la diversidad de jueces o gobernantes prepotentes y corruptos es parte de la diversidad de gobernantes hay que aceptarlos como son. lo malo de su forma de pensar es que usted confia en los hombres y no en Dios.
continuara……
Si Dios lo permite
GRACIAS POR DARLE VOZ A NUESTRO CORAJE
Uff! pus si los que deben sembrar esperanza y tener por oficio «amar» están rebozantes de amargura que mal estamos quedándole a Dios, no creo que se pueda construir un mundo de amor (por encima de la justicia) ni de justicia, a partir del odio,la amargura, la neurosis, que pasó Padre
¿piensa en el efecto de sus palabras en los demás? ó ¿sólo se desahoga? ¿es ético hacerlo?
Leyendo su artículo, me ponía a pensar qué es lo que ha pasado con México que, los que habitamos el territorio, hemos perdido el nacionalismo, comparando con otros países nosotros simplemente hemos habitado este territorio sin sentido de pertenencia; se me hace curioso porque hasta donde sé este sentido es inherente al ser humano, p.e. el orgullo negro, en el ámbito racial; el orgullo gay en el ámbito de la diversidad sexual, manifiestan más aún un sentimiento de pertenencia que un sentimiento de orgullo (tampoco estoy diciendo que éste último sea inválido); pero por lo que hago referencia a estos dos ejemplos es porque en estos meses (agosto y septiembre) he escuchado dos tipos de anuncios en la radio michoacana muy singulares, ambos convocando a una nueva revolución en el aniversario de la revolución de 1910, pero con una pequeña diferencia: uno de los anuncios convocaba precisamente a una revolución pacífica, manifestando un sentimiento de que los que se hacen llamar ‘mexicanos’ (haciendo referencia a que son los únicos que parecen tener sentido de pertenencia: celo por sus tierras, defensa de los suyos, relación con los extranjeros para beneficio de otros ‘mexicanos’, olvidándose de sus hermanos, el pueblo) no son los que deberían estar en el poder sino el pueblo (o representantes de éste), los que están en el poder están ahí para servirles al pueblo y si no les sirven el pueblo tienen derecho a cambiarlos y que, entre otras cosas, haciendo este reclamo convocaban a cambiar las cosas en México, para no hacer largo este comentario simplemente concluyo con que el anuncio sonaba muy al estilo Gandhi; el segundo anuncio sonaba más guerrillero, bueno tampoco lo decía abiertamente, pero invitaba a exigir un cambio de poder, derrocar al que estaba actualmente, ponía en evidencia muchísimos errores y nombres que se han cometido y que en nuestras manos estaba ese cambio. Ya sabes que ese tipo de movimientos se hacen bajo el agua, así que no he vuelto a saber más avances al respecto. Las causas de estos dos movimientos son los mismos que expresas en tu artículo Raúl (ciertamente el más oscuro de los pocos que he leído en tu página, pero no le quita la validez, ya que si México te fuera indiferente tu artículo sería muy vacío, pero el cual está lleno de sentimiento): La gente estamos harta de la pobreza, de la injusticia, de la impunidad… Mi inquietud me lleva a pensar y cuestionarme si realmente se podrá hacer algo, lo poco que he leido acerca de la DSI se me hace demasiado utópcia y estos movimientos históricamente nos llevan a lo mismo ¿A dónde vamos?
Como dice Filio, compañero: «Habrá que creer» (…en Cristo, en la Paz o en Fidel)
Escribe tu comentario aqui.Estimado Raúl: como siempre tus atinados artículos invitan a pensar, a tratar de hacer algo para cambiar la situación de extrema pobrez en la que se debaten millones de compatriotas. Coincido contigo en cuanto a que tampoco me siento orgulloso de ser mexicano y no me trago el anzuelo de la mexicanidad y amor a México que la prensa escrita y el odioso duopolio tratan de vendernos para satisfacer su voraz apetito económico. Aprovecho la oportunidad para comunicarte que escribí un libro que lleva por título «Tiempo de Mambo» el cual puedes adquirir en una máquina expendedora que se encuentra en el vestíbulo del Peón Contreras por solamente 30 pesos. Ojalá te agrades ya que tu opinión para mi, es muy valiosa y también lo puedes criticar todo lo que quieras. Un abrazo solidario.