-Para Roger y su equipo-
Todo mundo al que consulto acerca del contenido de mis artículos antes de escribirlos y publicarlos («todo mundo» son como cuatro personas, eso sí, de valiosísima opinión), me recomendó escribir acerca de las elecciones. «Salir los lunes en el Diario te da la oportunidad privilegiada de comentar la jornada cívica del domingo y criticarla a fondo», me comentó uno de mis consejeros favoritos; pero se equivocaba, dado que, normalmente, entrego estas colaboraciones desde el día viernes, lo que hacía imposible saber, a menos que uno tuviera cualidades de mago o de adivinador del futuro, lo que iba a suceder ayer domingo. Esas dotes adivinatorias se las reconozco a los partidos políticos en sus cierres de campaña (el PRI y el PAN saben siempre que van a ser los «triunfadores indiscutibles» y todos los demás partidos proclaman su certeza absoluta de convertirse en «la tercera fuerza política del estado»), pero debo reconocer públicamente que casi todos mis ensayos de adivinación política han resultado fallidos en el pasado reciente y remoto. Por ello, y por muchas razones más, decidí no escribir en esta ocasión acerca de las elecciones.
He estado pensando últimamente que, es probable que le falte a mis artículos mayor definición ideológica. Hace unos días, por ejemplo, un amigo me felicitó por el último artículo «comunista» que había escrito. Se refería a mis recientes comentarios acerca del neoliberalismo, tema por demás obsesivo en este servidor (y en más del 90% de los mejicanos que lo padece a la hora de los alimentos y en el momento de llevarse las manos a los bolsillos) y objeto de mis más arduas críticas y señalamientos. El comentario me sorprendió, especialmente porque se me hizo una hora después de que un familiar me había felicitado por mi más reciente artículo «panista», refiriéndose a la colaboración de la semana que acaba de pasar, sobre la participación de los sacerdotes en la política y no, desde luego, a mis comentarios sobre el neoliberalismo. Así que uno es comunista cuando habla de economía, y es panista cuando habla de política. Estas opiniones, que no dejan de ser cómicas y de humorismo involuntario, se parecen a aquella amenaza surrealista que, allá por mis rumbos, dieron en usar algunos políticos en la reciente campaña: que si el PAN ganaba las elecciones, se iba a implantar el comunismo en Yucatán. ¡Lo que son las cosas!
Lo cierto es que aquellas mis cuatro lectoras cautivas ya no son las únicas que leen esta columna: ahora hay como cuatro personas más. Este es ya un buen motivo para seguir escribiendo, aunque le llamen a uno panista y comunista simultáneamente. Claro que hay calificativos que honran y otros que humillan… pero en este caso particular vamos a dejar la clasificación de los adjetivos a la tendencia ideológica de mis ocho lectores. Así todos podremos seguir contentos y saludándonos fraternalmente.