Iglesia y Sociedad

MITIN EN TLATELOLCO A LOS 26 AÑOS

3 Oct , 1994  

Al poeta, en su cumpleaños

ABAJO corre sangre
hundiéndose hasta el fondo, en las raíces,
en la piel de la plaza.

BARREN hoy las palabras los recuerdos.

COSTRAS negras
henchidas de memoria,
recuerdan el dolor.

CHACALES de uniforme verde olivo
mataron ansiedades imposibles
hervidas entre sol y tarde tibia.

¿DE dónde escapa el líquido vital,
ELIXIR siempre rojo de la vida?

FÉTIDO olor de acusación y muerte
dejó escapar la sangre derramada.

GIGANTES ángeles de la inocencia,
los muchachos caídos asemejan
héroes embravecidos en la arena.

HURACANES de amor, de rebeldía:
¿qué hacían a esa hora allá en la plaza
sino sembrar de muertes el futuro?

INAUGURAN las cruz y los calvarios,
caminan sin saberlo
al cadalso de piedra y de silencio.

JUGUETONES destinos
la muerte y sus conjuros.

KIOSQUITOS de banderas victoriosas
pululan por las calles
en recuerdo del mes del espectáculo,
de la patria, le llaman.
Sin embargo nos sobra tinte rojo:
en esta plaza faltan dos colores.

LASTIMADOS ayer por la barbarie,
las pendones no ondearon antes nunca
como en esta terraza,
en esta bulliciosa explanada,
en esta inmensidad de puño al viento.
MAÑANA será igual:
aquí estaremos,
pacientes en la lucha y el ensueño.

NINGÚN soldado podrá ya arrancarnos
la patria de la piel y de las venas.

ÑANDÚ fatal y derrotado cisne,
no podrá ya el gobierno con la vida,
con la perseverancia combativa,
con el sueño sellado.

OBSTACULIZARÁ la democracia,
la hará más lenta,
el fantasma del golpe y del garrote.
Pero nadie después de Tlatelolco
detendrá impunemente
el paso presuroso de la historia.

PARAÍSOS cercanos, conseguibles
por la hermandad de muchos y el coraje:
sueño roto en pedazos.
¡Plaza de los martirios clandestinos!
¡Templo donde el imperio ha masacrado
la inocencia que quiso en un otoño
parir la patria nueva!

QUE vibre la canción enardecida.
Un sollozo común une de nuevo
dos semillas de canto y de futuro:

RAMÓN de la Cañada y los caídos
El Ché y Tlatelolco,
Ernesto y los muchachos.

SUBIENDO aquí otra vez,
sobre estas ruinas,
en esta plaza de los sacrificios,
vendrá una aurora virgen.
¡No estamos derrotados!

TERQUEARÁ Tlatelolco días nuevos
de pan y leche fresca para todos.

UTOPÍAS bordadas de piñatas,
de paz y de sonrisas,
de justicia en capullo, de armonía…
¡El tiempo se ha cumplido!

VENCIENDO en esta hora perfumada
de música y magnolias,
ya viene la incontable caravana
del pueblo organizado.

XENOFOBIAS estériles,
teologías de muerte,
infantilismos zurdos, trasnochados,
murallas de pureza,
falsedad y egoísmo disfrazados,
quedarán como sombra en el olvido.

YA viene el mar con un nuevo bramido,
un rojo amanecer sin la vergüenza
de no estar a la altura de los sueños.

ZAHERIDAS multitudes
vienen por el camino
con el humor a tiempo y a destiempo,
con la procacidad a flor de rabia,
correteando en las calles,
sin miedo a la traición, miedo al casero,
miedo a la oscuridad que se nos cuela,
cual virus infeccioso, por la sangre:
tal es el sueño convertido en mitin,
la esperanza sentada en la pirámide.
¡Porque este octubre y cada dos de octubre
son puerta de otro Méjico!


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