Iglesia y Sociedad

La actualidad teológica de Hans Küng

18 Jun , 2012  

A la Madre Teresa Ochoa RJM, en su jubilación del seminario

Era un joven teólogo cuando acompañó las reflexiones de los padres conciliares entre los años 1962 y 1965. A punto de celebrarse el cincuentenario de la asamblea conciliar, Hans Küng es ahora, a sus 84 años, como a él le gusta autodefinirse, un teólogo feliz. Su felicidad, para quienes conocen los rasgos de su biografía, no ha sido miel sobre hojuelas. No es un teólogo feliz porque haya sido el consentido consultor de algún Obispo (aunque muchos Obispos solicitaron su consejo) o porque tuviera un puesto académico que le produjera dinero y prestigio (aunque, aun después de la descalificación que, como profesor de teología católica, recibiera del Vaticano, haya conservado su cátedra en una de las más prestigiadas universidades alemanas, la Universidad de Tubinga). Hans Küng es un teólogo feliz porque ha sido siempre congruente consigo mismo y porque ser cristiano le ha parecido más importante que ser teólogo o ser profesor.

Uno no siempre tiene la certeza de que alguna corriente teológica vaya a perdurar. La teología de la liberación, por ejemplo, fue duramente cuestionada desde sus mismos inicios. Cuando en los años setentas los teólogos de la liberación propusieron un sustancial cambio hermenéutico para que la teología reconociera el lugar social desde el cual era elaborada, connotados teólogos europeos la acusaron de novedad sin sustento. ¿Cómo fue que, a pesar de la andanada de la Congregación para la Doctrina de la Fe contra la teología de la liberación, algunos de sus principales postulados han sido asumidos en documentos magisteriales, como la opción por los pobres o las implicaciones políticas y sociales de la fe, o el encuentro con Dios concebido como una realidad que se da dentro de la historia y no fuera de ella?

Gustavo Gutiérrez, que con justicia ha sido llamado padre de la teología de la liberación, nos daba la respuesta desde la introducción a su libro clásico Teología de la Liberación. Perspectivas (Sígueme, Salamanca 1972): “No se trata de elaborar una ideología justificadora de posturas ya tomadas, ni de una afiebrada búsqueda de seguridad ante los radicales cuestionamientos que se plantean a la fe, ni de forjar una teología de la que se ‘deduzca’ una acción política. Se trata de dejarnos juzgar por la Palabra del Señor, de pensar nuestra fe, de hacer más pleno nuestro amor, y de dar razón de nuestra esperanza desde el interior de un compromiso que se quiere hacer más radical, total y eficaz. Se trata de retomar los grandes temas de la vida cristiana en el radical cambio de perspectiva y dentro de la nueva problemática planteada por ese compromiso… Se trata de preguntarse por la significación teológica del proceso de liberación del ser humano en el curso de la historia…”

La teología de la liberación ha permanecido como una aportación teológica válida para muchas generaciones, justamente porque es pertinente, es decir, porque da respuesta a cuestiones que siguen resultando importantes para un buen porcentaje de la humanidad. Esta pertinencia no solamente ha logrado larga vida para la teología de la liberación, sino que ha tenido la capacidad de generar muchas nuevas perspectivas teológicas que siguen buscando respuestas desde el evangelio a realidades insoslayables desde la perspectiva de la opresión y l a liberación: la teología feminista, la teología queer, la teología ecológica, la teología india, etc.

Pues bien, de pertinencia hablamos cuando hablamos de la teología de Hans Küng. Una clara señal es que la editorial Trotta decidió la reedición castellana de su obra Ser Cristiano justo cuando cumplía los ¡22 años! de haber sido publicada por primera vez. Su reedición en castellano en 1996 coincidía con el momento en que Hans Küng llegaba a su ansiado retiro. “Probablemente –dice el teólogo– no hay idioma en el mundo que, para decir que un ser humano se retira de su trabajo, disponga de una palabra más bella que la española ‘jubilación’. En mi caso, el año de mi jubilación coincide con la reedición española de mi obra Ser Cristiano…” Con cariño especial recibí la tercera impresión de esta obra (Trotta, Madrid 2005) de manos de mi amigo Miguel Arias, que, generoso como fue durante toda su vida, me la heredó pocos días antes de fallecer.

Ser Cristiano es una obra que mantiene su pertinencia porque intenta responder a una pregunta muy simple: ¿por qué hay que ser cristiano? ¿por qué no simplemente hombre y mujer, seres humanos de verdad? ¿Por qué ser, además de seres humanos, cristianos? ¿qué es en realidad lo cristiano? ¿qué significa ser cristiano hoy?

Ante una doble confrontación, con las grandes religiones por un lado, y con los humanismos no cristianos por el otro, Hans Küng se pregunta: “Incluso a los cristianos que hasta ahora se han sentido en esta o aquella Iglesia institucionalmente guarecidos e ideológicamente inmunizados les asalta hoy el interrogante: ¿es el cristianismo, comparado con las otras religiones y los humanismos modernos, algo esencialmente distinto, algo realmente especial?”

A la respuesta a esta pregunta, esencial y pertinente desde muchos puntos de vista, dedica el teólogo suizo-alemán más de 600 páginas. Una obra expresamente pensada para cristianos y ateos, gnósticos y agnósticos, pietistas y positivistas, católicos tibios y católicos fervientes, protestantes y ortodoxos. Para quien esto escribe, que abrevó en las tesis de este libro desde los años ochentas, resulta una experiencia gratificante regresar a sus páginas. Este libro ha sido escrito, como Küng subraya en su prólogo, para esas personas que “en respuesta a las cuestiones fundamentales del ser humano de ninguna manera se contentan, y mucho menos para toda la vida, con sentimientos vagos, prejuicios personales o explicaciones aparentes… que no quieren permanecer en una fe infantil, que esperan algo más que un mero repertorio de frases bíblicas o un nuevo catecismo confesional… personas todas ellas que detestan un cristianismo a precios de rebaja… que tantean un nuevo camino hacia un cristianismo sin recortes, hacia el íntegro y verdadero ser cristiano…”


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