Iglesia y Sociedad

Pregón Pascual (femenino y migratorio)

31 Mar , 2013  

¡Ha llegado el día!
La oscuridad se ha roto en medio de la noche.
Del sepulcro vacío dan testimonio las mujeres
Las únicas que permanecieron firmes
Rodeadas de tantas tempestades.

De ellas viene el grito
El anuncio de alegría:
¡Jesús ha resucitado!

Me sacaron a empujones del tren. Uno de ellos tenía el cuerpo todo lleno de tatuajes. Dicen que son salvadoreños pero yo he visto a personas así en todos los países por los que he pasado para llegar hasta aquí. Venir desde Bolivia te da otra manera de ver las cosas. Mi mamá me decía que probablemente no llegaría viva a los Estados Unidos. No me importa. Creo que ahí podré tener todo lo que quiero y hasta podré mandarle dinero a mi mamá. Vivir en mi pueblo llegó a convertirse en un infierno, no solamente por la escasez económica, sino porque nadie entendía que me gustaran las mujeres y no los hombres. En Estados Unidos las cosas son diferentes. Pero no pensé que me doliera tanto enfrentar la violación. Me resistí todo lo que pude, pero eran varios y tenían más fuerzas que yo. No sé qué miraron en mí: sucia, desaliñada, casi masculina –como me decía mi mamá–. A lo mejor era solamente que estuve en el lugar equivocado. Los golpes me dolieron, es cierto, las piernas rasgadas y la ropa, la poca ropa que llevaba, hecha jirones. Pero lo que más me dolió no fue lo físico, sino esa sensación de impotencia, de rabia, cuando uno tras otro entraron en mi cuerpo sin mi permiso, a pesar de mis rasguños y mordidas. Cuando, tendida entre las hierbas, fui encontrada sangrante, tuve suerte de que alguien me mostrara el camino hacia aquí. “Ve a La 72” me decían, “ahí te cuidarán y te curarán.

María Magdalena llora junto al sepulcro.
Se han llevado a su Maestro y no puede encontrar el cadáver.
En la iglesia, como ella, vamos perdidos y llorando.
El Maestro nos habla, pero no lo reconocemos.
“¿A dónde vas María, tan de madrugada?”
En medio del frío de la noche
Se escucha la voz, quebrada por la emoción:
“María”, dice la voz, “María”
Y el invierno se vuelve primavera
Y al solio pontificio va un párroco de clase media
Bonaerense, para mayores señas.
Hemos de hacer el mismo viaje de María, la de Magdala,
Hacia adentro, no hacia afuera,
Para que la iglesia resucite
Y repita con gozo la noticia:
¡Jesús ha resucitado!
Y seamos creíbles.

La primera vez que me invitaron no quise participar. Una cosa es tratar de ser buena cristiana y otra muy distinta ponerse en riesgo en las meras vías del tren. Pero una vez que las visité a la hora del cruce el ferrocarril y pude ver sus caras, las caras de los que van en La Bestia, desde luego, supe que Las Patronas hacían lo que debían. Y me uní a ellas. Juntamos la mercancía en las mañanas, cuando sabemos que el tren va a pasar. Aunque es divertido hacerlo, tenemos que cuidarnos al paso de La Bestia. Por llevarse una bolsa con dos tortas algunos son capaces de todo. Se les ve tan vulnerables… Yo tuve a dos niños y a su madre por dos semanas en mi casa. Alguien les dijo que aquí preparábamos comida para los migrantes. A mis hijos no les gustó mucho tener que compartir su cama ni sus juguetes. Pero aprendieron. Ahora, hasta nos ayudan a preparar las tortas.

Pueden gritarlo mientras corren sobre las vías del tren:
¡No habrá más lugar para La Bestia!
México es una patria nueva
Y todos pueden disfrutar de su dignidad y entereza.
Este país volverá a ser una casa de acogida
Y no un infierno de silencio e indiferencia.
¡Jesús ha resucitado!
Y eso puede hacer cambiar todas las cosas.

Francisca ha dejado ya de buscar el paraíso. Salió de Honduras con la panza gigantesca y dos niños tomados de su mano. Se detuvo en su camino a los Estados Unidos. No porque sus sueños se hubieran detenido, sino porque ha encontrado un mejor lugar para convertirlos en realidad. Otoniel y Christian van a la escuela. Zoé, al fin, comienza a engordar. No se paga en dólares, pero no hay reclamos por la mano amiga que se le tiende. No son los Estados Unidos, pero en la periferia de la ciudad de Mérida se puede vivir bien y de manera modesta. Los niños juegan con otros niños. Están permanentemente rodeados de amor… ¿qué otra cosa se necesita para vivir bien y ser feliz? Francisca cocina pupusas de manera colosal y ya hay mucha gente que le encarga la comida de sus fiestas. No es California, pero en este paraíso posible hay mucho de fraternidad y de resurrección. Por eso Francisca sonríe en esta pascua como nunca antes lo había hecho.

Desde Tenosique, en La 72,
Desde Belén, la posada del migrante,
O desde el lugar en el que Las Patronas reparten tortas,
O en Ixtlán, con los Hermanos en el Camino,
O desde tantas manos y carteras que se ponen en acción
Para ofrecer otro horizonte a los migrantes.
Desde esos lugares de acogida y de martirio,
De llantos secados y vida derramada
Les anuncio hoy una gran alegría:
¡Jesús ha resucitado!
Y eso también, estoy seguro,
Se escucha tras los muros vaticanos.

Primavera 2013


2 Responses

  1. Gracias por esta lectura, gracias.

  2. Tbravo Justiciaabc dice:

    Gracias, esta lectura me da esperanza!, un fuerte y cariñoso abrazo!

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