Iglesia y Sociedad

Magdalena, la esposa del huerto

10 Abr , 2013  

Para Jorge Muñoz Menéndez, resucitado

La Biblia es un diálogo a muchas voces, semejante a una sinfonía en la que el todo se explica por sus partes. En la tradición judía, de la que procede el Primer Testamento y cuya lógica permea también el Nuevo, uno de los principios básicos de la interpretación midrásica es que la Escritura explica la Escritura, es decir, que un pasaje ilumina al otro. Este principio interpretativo, que se antoja extraño para un lector moderno de las Escrituras, que reconoce los distintos tiempos y autores que dan su pluralidad a los diversos textos, es una constante a lo largo de la construcción del conjunto de libros que judíos y cristianos reconocen como revelados y es una aproximación que permite una lectura actualizada de los textos. Así, muchos pasajes bíblicos aparecen como relecturas de algún otro texto más antiguo, como el relato de la salida del pueblo de Israel de Egipto, casa de la esclavitud (Ex 11-17), se convierte en paradigma del regreso del pueblo de Israel a su territorio después del exilio de Babilonia, en una especie de nuevo éxodo (Is 41.53).

En los relatos de la resurrección podemos encontrar este tipo de lectura midrásica en todos los evangelistas, pero de manera especial en los relatos del cuarto evangelio. En el relato de la aparición de Jesús resucitado a María Magdalena (Jn 20,1-18), en la conversación que ésta mantiene con el Resucitado, a quien confunde en un principio con el jardinero del cementerio, ella termina reconociendo a Jesús cuando éste menciona su nombre (Jn 20,16). Al interior de la teología del último evangelista parece haber aquí una alusión al texto de Jn 10,3-5 en el que Jesús, hablando de sus discípulos, los compara con ovejas a quienes el pastor conoce ‘y llama por su nombre’. No en balde, al escuchar su nombre y reconocer a Jesús, María clama ‘Rabbuni’, que quiere decir Maestro y que es una expresión técnica en el lenguaje del discipulado. María es, pues, auténtica discípula y apóstol. No nos extraña, por eso, encontrar que algunos de los escritores cristianos más antiguos como Ireneo, Orígenes y san Juan Crisóstomo no tienen ninguna reticencia en llamar a María Magdalena ‘apostola apostolorum’, es decir, la apóstol de los apóstoles.

Quiero, sin embargo, centrarme aquí en las relaciones que podemos encontrar entre el relato de la aparición a María Magdalena y el texto del Cantar de los Cantares. Es sabido que este texto sapiencial ha ejercido una enorme influencia en la construcción de algunos textos del Nuevo Testamento. En el caso de la escena específica en que María Magdalena se encuentra con Jesús Resucitado (Jn 20,11-17), la relación con Cant 3,1-4 parece jugar un papel importante.

En el texto del Cantar la novia busca al esposo en la cama y no lo encuentra, lo busca por las calles y plazas y no lo encuentra, al fin, después de que lo encuentran los guardias, ella también lo encuentra y se abraza a él y no lo suelta hasta que lo lleva a la casa de su madre. María Magdalena va a representar una escena semejante. Según Mt 28,1-10 las mujeres, entre ellas la primera es la Magdalena, buscan a Jesús en el sepulcro y no lo encuentran. Jesús, más tarde, les saldrá al encuentro y ellas se abrazarán a sus pies.

Pero, sin duda, el pasaje más explícito de esta influencia del Cantar de los Cantares es el de Jn 20,11-17. María Magdalena, aislada de las otras mujeres, parece repetir el personaje de la esposa del Cantar. Busca al amado en el sepulcro y no lo encuentra (20,1-2). Le salen al encuentro dos ángeles que le extraen una confesión. Ellos preguntan: ‘¿por qué lloras, mujer?’, a lo que ella contesta: “porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto” (20,11-13). Después tropieza con quien ella cree que es el jardinero y le pide que se lo entregue. Entonces reconoce al Maestro y lo abraza sin querer soltarlo. Es el Maestro quien tiene que pedirle a ella que lo suelte, porque debe irse a la casa del Padre (20,14.17).

María Magdalena parece jugar, además, otro papel además del de la esposa enamorada del Cantar de los Cantares. Es posible que la palabra con que Jesús se dirige a ella, ‘mujer’, esté revelando un papel superpuesto: el de la Eva de una nueva creación (Gn 1-2). Es el primer día después de la resurrección, inicio de un mundo nuevo. Jesús y Magdalena se encuentran en un jardín, son una pareja como la del Génesis. Jesús nombra a María Magdalena y ella lo reconoce y lo abraza. Tantos ecos del relato del Génesis podrían no ser casuales. Aunque no podamos tener la certeza de que estas referencias deban atribuirse al autor del evangelio.

Toda esta riqueza de expresiones simbólicas que rodean al personaje de María Magdalena la convirtieron en alguien de mucha importancia en la reflexión cristiana antigua. Por eso encontramos comentarios de los Santos Padres que mencionan este pasaje llenándolo de alusiones al Cantar de los Cantares y al libro del Génesis. Citaré, para terminar, sólo a manera de ejemplo, al más antiguo de los comentaristas del Cantar de los Cantares, san Hipólito (+ 235):

“Así se cumplió lo dicho: encontré al amor de mi alma… El Redentor contestó: María. Ella dijo Rabbuni, que significa Señor mío. Encontré al amor de mi alma y no lo soltaré. Después de abrazarse a sus pies no lo suelta, y él dice: no me sujetes, que todavía no he subido al Padre. Pero ella lo agarraba diciendo: no te soltaré hasta que te meta en mi corazón; no te soltaré hasta meterte en la casa de mi madre, en la alcoba de la que me llevó en su vientre. Como el amor de Cristo lo siente ella en el cuerpo, no lo suelta. Dichosa mujer que se abrazó a sus pies para poder volar por el aire… Por eso dijo María: No te dejo volar arriba. Sube al Padre a presentarle el nuevo sacrificio. Ofrece como sacrificio a la Eva que no se extravió, sino que se agarró apasionadamente con la mano al árbol de la vida…”

¡Felices Pascua de Resurrección!


2 Responses

  1. Aarón May dice:

    Comparto un fragmento de la audiencia del Papa francisco, el miércoles 3 de abril de 2012, que dice: "…las mujeres son las primeras testigos. Esto dice que Dios no elige según los criterios humanos: los primeros testigos del nacimiento de Jesús son los pastores, gente sencilla y humilde; las primeras testigos de la Resurrección son las mujeres. Y esto es bello. Y esto es en cierto sentido la misión de las mujeres: de las madres, de las abuelas. Dar testimonio a los hijos, a los nietos, de que Jesús está vivo, es el viviente, ha resucitado. Madres y mujeres, ¡adelante con este testimonio!"

  2. Raúl Ibáñez Martínez dice:

    Maria Magdalena «apostola apostolurum» y porqué no el resto de las mujeres que aman de corazón a Nuestro Señor Jesucristo y quieren ejercer el sacerdocio. ¿Con que autoridad se aparta a las mujeres del ministerio sacerdotal?
    «Las prostitutas les precederán en el Reino de los Cielos» en palabras de el que por su naturaleza no puede engañarse ni engañarnos.

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