Iglesia y Sociedad

Piedra de sol. Reverberaciones

1 Abr , 2014  

Sólo tres tomos. De los once publicados por el Fondo de Cultura Económica de las Obras Completas de Octavio Paz reunidas en una sola colección, solamente compré tres tomos: La Casa de la Presencia y los dos tomos de su Obra Poética. Y no fue solamente por razones económicas.

Entiendo que el Paz ensayista o el crítico literario de artes visuales pueda ser subyugante. Entiendo también lo polémico de sus posicionamientos políticos, los de su pasado de rebeldía y los de su época mediática, dos caras de una misma integridad liberal. Pero él mismo decía que lo que lo definía era la poesía; Paz no era otra cosa sino un poeta que opinaba de otras cosas. Su ulterior definición, la definitiva, deberá encontrarse siempre en su poesía. ¿Que no estoy de acuerdo del todo con Octavio Paz en su pensamiento político? Bueno, en realidad no estoy de acuerdo del todo con casi nadie… Confundir la genialidad narrativa del inventor de la Dictadura Perfecta con su posicionamiento político es, por poner un ejemplo, al menos miope. Lo mismo digo de Paz y su obra literaria de conjunto.

Cada quien rinde homenajes a quien quiere y de la manera como se le dé la gana. La muerte de José Emilio hizo que me sorbiera, como samaritana al borde de la fuente, el agua viva de su poesía: dos noches enteras zambullido en sus letras. Sólo así logré exorcizar el dolor y mitigar la orfandad. La gozosa ocasión del centenario del natalicio de Paz, el poeta mayor, me ha ofrecido la oportunidad de releer, casi con devoción, su poema fundamental Piedra de Sol. En un juego calculado de escogencias, cuya clave reconocerá cualquier lector atento del poema endecasilábico, aquí les va mi particular homenaje a Paz en el centenario de su natalicio.

Un sauce de cristal, un chopo de agua,
¿Cómo representar en la mente la extraña combinación de árboles hechos de cristal y agua? Paz lo logró antes de que el ferrocarril de la tecnología digital nos atropellara con la 3D.

un caminar entre las espesuras
La fascinación por el mundo vegetal es, quizá, una de las constantes de la poesía paciana. Lamento que la voracidad depredadora de una sociedad construida bajo el prejuicio del “crecimiento continuo” nos prive cada vez más de la posibilidad de hacer realidad un paseo como el descrito en el verso.

una presencia como un canto súbito,
Puedo llenar tu cuerpo de notas musicales. No importa el orden porque el resultado es siempre una hermosa, complejamente hermosa sinfonía. Y sí: el mundo ya es visible por tu cuerpo.

voy entre galerías de sonidos,
Imagino una gigantesca biblioteca: en lugar de libros encuentro sonidos clasificados, melodías que recuerdan el amor, ruidos que reflejan la ira, hasta que los sonidos se transmutan en transparencias…

voy por tu cuerpo como por el mundo,
No encuentro imagen más poderosa, más evocadora, que la comparación entre el cuerpo femenino y la patria. Nunca cansan sus múltiples expresiones: tu vientre es una plaza soleada, tus pechos dos iglesias, voy por tu cuerpo como por un bosque… ¡oh milagro de la metáfora, pródigamente multiplicada sin desgastarse!

vestida del color de mis deseos
No sé cómo sueñe usted: si a colores o en blanco y negro. Que los deseos pueden colorearse consta por la coincidencia de la representación, por ejemplo, de las pasiones más viscerales con el color rojo.

tu falda de maíz ondula y canta,
Ay, pobre patria mía. Pronto la falda de maíz será un recuerdo. Insensibles a los clamores indios, los apátridas legisladores continuarán, con el bolsillo sin descanso, matando el maíz criollo a golpes de Monsanto.

voy por tu talle como por un río,
La fluvial comparación rememora, de nuevo, lo perdido: calles con nombres de ríos sólo para no perder del todo la memoria. Una ciudad otrora sembrada de lagos y ríos y hoy, una ciudad deshecha, gris, monstruosa…

corredores sin fin de la memoria,
Como si recorrerlos fuera cuestión de vida o muerte, o de salud o enfermedad. No se me ocurriría evocación más intensa del Alzheimer que estos inmensos corredores, puertas abiertas a un salón vacío?

a la salida de mi frente busco,
¿Cuál es la salida de mi frente? ¿el paso de la mente a la realidad? Para buscar sin encontrar tu rostro de relámpago y tormenta, más vale que la salida de mi frente sean las lágrimas.

busco sin encontrar, escribo a solas,
Tenía razón Sebastián Salazar Bondy: “Permítanme decir que la poesía es una habitación a oscuras”.

busco una fecha viva como un pájaro,
El tiempo que vuela, como un ave, y que puntual, a las cinco de la tarde, te deja salir, bañada por la luz del atardecer yucateco, con una piel más dorada y transparente.

tigre color de luz, pardo venado
Hay como venas ocultas que corren por debajo de los panoramas poéticos de una generación secular. Así, de memoria: Eduardo Lizalde.

escritura de fuego sobre el jade,
Mortal que da penas inmortales, el ser humano es un perpetuo cojo, tocado para siempre por la misteriosa presencia del totalmente Otro que por la noche, como a Jacob, nos ataca despiadado. Y sí, hermandad misteriosa: también soy escritura.

rostro de llamas, rostro devorado,
Purificador y asesino, el amor tiene, decía Paz en una entrevista, una fuerza destructiva. Quizá por eso lo de la Doble Llama…

no hay nada frente a mí, sólo un instante…
sólo un instante mientras las ciudades, (se desmoronan)
El doble atisbo: la inexistencia de aquello que llamamos tiempo y, junto con pegado, la esencialidad del instante. Dios no se muda, nosotros sí… y siempre. Con lo que queda establecida la matriz patriarcal (ese oxímoron) de la famosa aria “La Donna è mobile”, dado que la mutabilidad es humana, no femenina.

mientras el tiempo cierra su abanico
La muerte es el problema esencial. Quizá por eso, junto a Piedra de Sol, se yergue Muerte sin Fin. Soy hombre, duro poco…

oh vida por vivir y ya vivida,
A la experiencia de la fugacidad del tiempo se une la del eterno retorno… ¿somos seres condenados a repetir la vida de otros? ¿Es cada instante solamente la rememoración del instante ido, la vida solo un remedo de lo que otros, más atrás, han vivido antes que yo?

frente a la tarde de salitre y piedra
De Yucatán se ha dicho que es una gran laja, la emergente cima rocosa de alguna extraña montaña sumergida en lo más hondo del Golfo de México. Como quiera que sea, mi vida ha estado acompañada de las piedras: en el campo y en la ciudad, en las construcciones prehispánicas y en las coloniales, en los edificios religiosos y en las largas albarradas que unen una casa con otra en las poblaciones rurales de mi tierra.

no hay nada en mí sino una larga herida,
«¿Y cuándo leemos juntos algún poema de César Vallejo?», pregunta Óscar. Y entonces pienso en las heridas, los azotes de Dios.

miradas enterradas en un pozo,
Los ojos de las mestizas son algo especial: ligeramente rasgados, guardan una serenidad que a veces espanta. Los ojos de las mestizas no saben guardar secretos: uno puede entrever el sentimiento detrás de las pupilas. Cerraduras de un cuarto prohibido y misterioso, los ojos de las mestizas.

¡caer, volver, soñarme y que me sueñen…!
Como solamente Silvio puede decirlo: «Y aquel sueño que yo soñaba puesto / comenzó a soñar que él me soñaba / y un buen día aprendí todo el mundo de él / y ahora somos pareja en la sala / e inventamos un vals que bailamos para soñar».

Madrid, 1937,
La experiencia de la dignidad de un pueblo: ¡Cómo cambia la vida cuando nos asomamos!

todo se transfigura y es sagrado,
Lo dijo Feuerbach sabiamente: «Basta interrumpir el curso ordinario y habitual de las cosas para atribuir a lo ordinario una significación que no es ordinaria, a la vida en tanto que tal, una significación religiosa. ¡Santo sea pues para nosotros el pan; santo sea el vino, pero santa sea también el agua! Amén».

amar es combatir, si dos se besan
Imposible no llamar a cuentas a Villaurrutia: «Amar es absorber tu joven savia / y juntar nuestras bocas en un cauce / hasta que de la brisa de tu aliento / se impregnen para siempre mis entrañas».

mejor la castidad, flor invisible
Dice Pagola de la castidad de Jesús (para no equivocarnos): “Atrapado por el reino de Dios, se le escapó la vida sin encontrar tiempo para crear una familia propia. Su comportamiento resultaba extraño y desconcertante. Probablemente se burlaron de él llamándole «eunuco»… Pocos rasgos de Jesús nos descubren con más fuerza su pasión por el reino y su disponibilidad total para luchar por los más débiles y humillados. Jesús conoció la ternura, experimentó el cariño y la amistad, amó a los niños y defendió a las mujeres. Solo renunció a lo que podía impedir a su amor la universalidad y entrega incondicional a los privados de amor y dignidad. Jesús no hubiera entendido otro celibato”.

sigo mi desvarío, cuartos, calles,
Como niños perdidos en la oscuridad, dice el santo de Tarso, andamos por la vida como a tientas.

no pasa nada, callas, parpadeas
Invoco a la figura grande de Chile, compañero de Nobel: «Yo que crecí dentro de un árbol / tendría mucho que decir, / pero aprendí tanto silencio / que tengo mucho que callar»

no pasa nada, sólo un parpadeo
Los muertos están fijos en su muerte… es la fugacidad del tiempo y su confirmación: la tumba.

¿la vida, cuándo fue de veras nuestra?,
Y la santa poeta de Ávila reclama: «Vida, ¿qué puedo yo darle / a mi Dios, que vive en mí, / si no es el perderte a ti / para mejor a Él gozarle? / Quiero muriendo alcanzarle, / pues tanto a mi Amado quiero, / que muero porque no muero».

Eloísa, Perséfona, María,
Y uno pensaba que el escritor con nombres reverberantes era Gabriel García Márquez…

puerta del ser, despiértame, amanece,
puerta del ser: abre tu ser, despierta,
Es quizá el título más significativo de Osho. I am the gate, que el sutil matiz italiano traduce Io sono la Soglia… algún traductor corto de medios le llamó puerta al umbral, door a la gate, porta a la soglia… ¿Cómo habría traducido el insensible «la puerta del ser»?…

quiero seguir, ir más allá, y no puedo:
Tampoco yo, el peso de este homenaje me ha excedido… y seguramente también a ti, que más por disciplina que por gusto has llegado hasta el final de estas líneas. Ha llegado la hora, te lo anuncio, de descansar en Paz… y de dejarlo a él descansar.


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