Para Raúl Cervera SJ, en su cumpleaños
El 12 de junio de 2014 se dio a conocer que el Senado de la República declaraba instalada una nueva comisión: la Comisión Ordinaria de la Familia y el Desarrollo Humano. El artículo 113 del Reglamento del Senado de la República señala que el establecimiento de comisiones ordinarias sólo puede hacerse por mandato de ley o por acuerdo del pleno. No se conoce ninguna ley que haya mandatado la constitución de esta comisión, así que se asume que su instalación procede de una decisión tomada previamente por el pleno.
El anuncio de esta Comisión fue sorpresivo para muchos. Las protestas casi inmediatas. Diversos grupos civiles organizados se manifestaron en contra, sobre todo debido al discurso de instalación con el que la Comisión fue anunciada públicamente. Tocó decir el discurso al presidente de la naciente comisión, senador José María Martínez Martínez. Después de leerlo, por pura deducción, uno se da cuenta que fue una intervención libre, no escrita, al menos eso puede inferirse de las licencias sintácticas propias del lenguaje conversacional.
Motivaron la protesta generalizada algunas de las frases del senador Martínez:
“Hoy la importancia de esta Comisión radica en los retos y desafíos que hoy tiene la familia. La familia que conceptualmente hoy no tenemos una distinción (sic) que cuando menos jurídicamente nos armonice el sentir o los sentires de todos los mexicanos en concreto respecto del modelo que nosotros queremos”.
“Hoy los legisladores se han pronunciado por un concepto, hoy la Corte ha metido de más su criterio, y discúlpenme mi atrevimiento, en términos de la familia, y hoy algunos estados, en concreto el Distrito Federal ha ido más allá, ha ido incluso a través de modas, tendencias, tratando de adoptar este modelo de familia, sin que ello nos signifique a la mayoría de los mexicanos… Es aquí donde reside la importancia de esta Comisión y su reto fundamental: defender, fortalecer y trabajar por la familia que nos significa a todos los mexicanos. La familia desde ese concepto de los lazos naturales que han predominado a lo largo de la historia y ha resistido embates de modas y tendencias. Ese concepto es el que hoy nos interesa y nos significa en esta Comisión trabajar”.
“Hemos adoptado políticas internacionales a lo largo de nuestra historia que nos han dado por crear institutos de las mujeres, de los jóvenes, de los adultos, sin pensar en el concepto integral de la familia… Hoy tenemos que volver de nueva cuenta a esos lazos naturales que han integrado este concepto, esta comunidad de amor y de solidaridad”.
El Senado, junto con la Cámara de Diputados, es un órgano legislativo. Por eso las declaraciones del Senador Martínez han causado tanto revuelo. No son las opiniones de un ciudadano común y corriente, sino de un legislador en posición de hacer leyes y cabildear para convertirlas en obligatorias para todos los mexicanos/as. Las referencias del discurso son inconfundibles: hacen referencia a la pluralidad de familias en México como “modas y tendencias”, como si las familias que no se ajustaran al modelo que profesa el Senador no merecieran la protección de la ley.
Se atribuye, sin más, la idea estrecha de familia que tiene el Senador a su filiación partidaria y/o su pertenencia religiosa. Esto es solo cierto en parte. Hay panistas que tienen muy otra idea. Y si de iglesias hablamos, hasta ellas están hoy preguntándose cómo asegurar el servicio de la evangelización a los diversos tipos de familias de nuestra época. Al menos eso ocurre en la iglesia católica, que ha iniciado una reflexión en la que recoge las demandas y necesidades de las familias de nuestro tiempo, esfuerzo que cristalizará en octubre próximo, cuando un sínodo extraordinario de Obispos se reúna en Roma para discutir de estos asuntos. Y el trabajo continuará, así lo ha dado a conocer el Vaticano, durante el 2015.
Anclados en una visión de familia que ha quedado rebasada por la realidad, muchos políticos como Martínez creen prestar un servicio a la patria, no respondiendo a las necesidades y demandas de todas las familias mexicanas en su amplia diversidad, sino atendiendo solamente a un modelo de familia que él califica de mayoritario. Pero a lo mejor mi reflexión es insensata: no parece el senador empeñado en buscar políticas públicas de amplio beneficio para las familias, sino entablar una discusión filosófica… ¿es una Comisión del Senado el lugar adecuado para esto?
Jorge Volpi, el ilustrado novelista mexicano, escribió recientemente un artículo periodístico en el que señala provocadoramente: “Imaginemos esta escena. De la noche a la mañana, la prensa nos informa que en el Senado de la República se ha creado la Comisión del Idioma. «¿Del idioma?», pregunta un atónito periodista. «Del español», aclara el vocero de la comisión, «el idioma que el pueblo mexicano utiliza para comunicarse.» «¿Y cuál es su objetivo?», interviene otro reportero. «En nuestra región, el español es el idioma que prefiere una abrumadora mayoría de ciudadanos. Es obligación del Senado velar por este importante patrimonio inmaterial.» El primer periodista mira con sorpresa al vocero: «¿Y las lenguas indígenas?» El vocero se relame: «Las lenguas indígenas no son usadas por la mayoría de mexicanos a los que represento», y se da media vuelta”.
Termina Volpi el artículo de manera perentoria: “La obligación de cualquier Estado democrático no es velar por lo que quiere la mayoría, así sea del 99 por ciento, sino asegurar que todas las personas sean tratadas de forma equivalente. Es lamentable que el Senado de la República y en particular los miembros de los partidos que no pertenecen a la derecha conservadora no se den cuenta del daño que le hacen al país al permitir la existencia de una comisión como ésta. No existe la Gran Familia Mexicana: lo que existe una gran variedad de familias y la obligación del Estado consiste en proteger a cada una de ellas -en especial de quienes creen que sólo existe Una”.
Y no necesita uno ser de un “grupo radical homosexualista (sic) o feminista”, como leí en algún mensaje de whatsapp que circula en un chat religioso, para oponerse a dicha Comisión. Basta con tener sentido común, aceptar como una bondad la naturaleza laica del Estado y creer que las figuras sociológicas no permanecen inalterables a lo largo del tiempo, como si de una revelación divina se tratara, sino que cambian y se adaptan a nuevas circunstancias.
Porque si de lo que se tratase fuera de conversar sobre la idea de familia que se desprende de los documentos fundacionales de la religión cristiana, habría mucho que discutir, no solo por el amplio espectro de familia que nos presenta la Biblia Judía, sino porque cristianos y cristianas somos discípulos de Alguien que renunció a su familia, abandonándola para dedicarse a la predicación; que no vivió acomodándose al matrimonio y la familia patriarcal de su época; y que invitó a sus discípulos/as a dejar a sus familias y a dar primacía al Reino antes que a la conservación de un modelo de familia contra el que se mostraba reticente. Pero eso ya sería harina de otro costal… lo que sostengo aquí es más simple: el Senado de la República ha de favorecer políticas y hacer leyes que garanticen el bienestar y la protección de todos los modelos de familias que existan en nuestro país.
No extraña por eso, que a pocos días de suscitado el escándalo, otro senador, Raúl Cervantes, –nada menos que el presidente del Senado– se haya visto obligado a declarar que respetarán todas las libertades constitucionales y los tratados internacionales (a los que el senador Martínez aludió con tanto desdén) y que “de ninguna manera se creó la Comisión de la Familia y el Desarrollo Humano con el perfil de las declaraciones individuales que hizo el senador (José María) Martínez”. Ojalá prevalezca la sensatez.
Es una realidad, a mi parecer, que hay que buscar medios de inclusión y equidad para la diversidad de familiar que existen en México. Sin embargo, es indispensable darle a la familia nuclear la importancia que merece y debe tener pues su figura es totalmente irremplazable. El futuro de una nación siempre estará en las familias de hombre-mujer e hijos, no en la de homosexuales.
Gracias Raúl