Iglesia y Sociedad,U Yits Ka'an
Son variadas las ocasiones en que la Escuela de Agricultura Ecológica ‘U Yits Ka’an’ ofrece oportunidades de reflexión y concientización en torno a los problemas que aquejan al campo y al pueblo maya y propone la agroecología como uno de los caminos para enfrentarlos. Estos momentos de reflexión acompañan todo el proceso de intercambio de saberes a lo largo del año: el día de la mujer y la agroecología (en marzo), la Fiesta de Intercambio de saberes y semillas criollas (en mayo), el Día de la Tierra (en junio) y el Día del Campesino y la Campesina (en agosto o septiembre).
Desde sus inicios, U Yits Ka’an ha buscado visibilizar la situación de los campesinos y campesinas mayas de la región. Por más de veinte años, la Escuela ha intentado acompañar de cerca los gozos y las esperanzas, las luchas y los anhelos de quienes viven y trabajan en el campo yucateco, promoviendo la agroecología integral, no sólo como una mera técnica, sino como un horizonte integral para que las personas y los pueblos sean reconocidos y respetados en sus derechos y dignidad. La Escuela de Maní reconoce y valora el aporte cultural de nuestros pueblos y se une a sus reclamos.
El Día del Campesino y Campesina en su versión 2016 tendrá lugar el sábado 13 de agosto y es una actividad instituida y promovida por la Escuela, con el afán de visibilizar la realidad del campo peninsular; sus aportes y sus desafíos.
La situación del pueblo maya y la salvaguarda de su territorio es cada vez más difícil y se encuentra en situación de extremada vulnerabilidad. Una serie de megaproyectos han llegado ya a nuestra entidad y otros más se han anunciado. La embestida de los grandes capitales lleva ya varios años: adquisición de extensas zonas para el nuevo aeropuerto de Yucatán, las comunidades mayas que rodean a la ciudad de Mérida que han perdido gran parte de su territorio ocupados por proyectos inmobiliarios, grupos de ejidatarios que venden tierras al mejor postor, sin importarles su comunidad. Son muy conocidas las pugnas y litigios que núcleos de ejidatarios de Halachó y Hunucmá realizan por conservar sus tierras. En el Oriente del estado existen conflictos ejidales en Punta Laguna por la presumible llegada de grandes consorcios turísticos que quieren invertir en ese lugar. La costa del poniente del estado, especialmente Sisal Puerto, ha sido puesta en manos de extranjeros. Lo mismo sucedió cuando se anunció que se construiría el Tren Rápido a Cancún: el solo proyecto generó una avaricia hacia las tierras por donde pasaría dicho tren.
La vulnerabilidad de los territorios mayas es peninsular y no sólo privativo de Yucatán; en Holbox, Quintana Roo la pugna por la posesión del territorio continúa hasta nuestros días. Sin olvidar el vergonzoso caso de San Antonio Ebulá, en Campeche, cuyas tierras fueron engullidas por la avaricia y complicidad de empresarios y autoridades o la resistencia de comunidades mayas campechanas contra la siembra de soya transgénica que todavía sacude la región de los Ch’enes.
Más recientemente han llegado programas teñidos de verde, utilizando como bandera el cuidado del medio ambiente. REDD+ y sus bonos de carbono, que convierten los montes en mercancías y entregan dádivas a los campesinos/as a cambio de que las naciones que más contaminan continúen haciéndolo. O el anuncio de la llegada de empresas generadoras de energías alternativas, tanto eólicas como solares, que está ya generando especulación de miles de hectáreas que se requieren para su instalación.
Ya sea por concesiones de tierras, por renta o por compra, el territorio del pueblo maya está siendo amenazado y puesto en manos de empresas nacionales o extranjeras. En la mayoría de los casos no se tiene en cuenta a los campesinos y campesinas, ni su entorno, ni mucho menos su futuro; si acaso, se les mira como mano de obra futura en proyectos devastadores del medio ambiente.
A todo esto debemos sumar la erosión y la enorme contaminación de grandes extensiones de tierra a causa del uso indiscriminado de agrotóxicos vertidos al suelo, la mayor parte de ellos prohibidos en otras partes del mundo. De pronto, los integrantes del pueblo maya se miran como extranjeros en su propia tierra.
A la discusión de esta problemática quiere contribuir U Yits Ka’an en este año 2016. Tendremos la oportunidad de analizar juntos/as las principales amenazas que los miembros de la gran familia de la Escuela de Maní descubren en sus regiones. Estudiaremos de cerca las implicaciones de los proyectos eólicos que se han venido anunciando y los graves problemas de contaminación de aguas que han podido documentarse en un círculo de cenotes de nuestro estado.
Tendremos también la oportunidad de compartir algunas experiencias de resistencia que han dado resultados: la gobernanza comunitaria de los montes, la organización del pueblo contra los ejidatarios especuladores, la experiencia de autonomía de otros pueblos originarios del país… Todo ello para alimentar nuestra esperanza y organizar nuestra propia resistencia. Los participantes iniciarán el proceso de redacción de una palabra final, una Declaración 2016 que se irá consensando y se hará pública en semanas venideras.
Nos está pasando a nosotros hoy lo que con valentía denunciaron hace ya siete años los Obispos de la Región Patagonia-Comahue (Argentina) en su mensaje de Navidad de 2009: «Constatamos que con frecuencia las empresas que obran así son multinacionales, que hacen aquí lo que no se les permite en países desarrollados o del llamado primer mundo. Generalmente, al cesar sus actividades y al retirarse, dejan grandes pasivos humanos y ambientales, como la desocupación, pueblos sin vida, agotamiento de algunas reservas naturales, deforestación, empobrecimiento de la agricultura y ganadería local, cráteres, cerros triturados, ríos contaminados y algunas pocas obras sociales que ya no se pueden sostener».
Desde la raíz más profunda del pueblo maya, queremos buscar respuestas, queremos contribuir a la recuperación de la armonía, queremos resistir a la invasión y al despojo. Para eso nos reuniremos este sábado 13, en la sede central de U Yits Ka’an.