Iglesia y Sociedad,U Yits Ka'an

Extranjeros en su propia tierra

13 Ago , 2016  

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Son variadas las ocasiones en que la Escuela de Agricultura Ecológica ‘U Yits Ka’an’ ofrece oportunidades de reflexión y concientización en torno a los problemas que aquejan al campo y al pueblo maya y propone la agroecología como uno de los caminos para enfrentarlos. Estos momentos de reflexión acompañan todo el proceso de intercambio de saberes a lo largo del año: el día de la mujer y la agroecología (en marzo), la Fiesta de Intercambio de saberes y semillas criollas (en mayo), el Día de la Tierra (en junio) y el Día del Campesino y la Campesina (en agosto o septiembre).

 

Desde sus inicios, U Yits Ka’an ha buscado visibilizar la situación de los campesinos y campesinas mayas de la región. Por más de veinte años, la Escuela ha intentado acompañar de cerca los gozos y las esperanzas, las luchas y los anhelos de quienes viven y trabajan en el campo yucateco, promoviendo la agroecología integral, no sólo como una mera técnica, sino como un horizonte integral para que las personas y los pueblos sean reconocidos y respetados en sus derechos y dignidad. La Escuela de Maní reconoce y valora el aporte cultural de nuestros pueblos y se une a sus reclamos.

 

El Día del Campesino y Campesina en su versión 2016 tendrá lugar el sábado 13 de agosto y es una actividad instituida y promovida por la Escuela, con el afán de visibilizar la realidad del campo peninsular; sus aportes y sus desafíos.

 

La situación del pueblo maya y la salvaguarda de su territorio es cada vez más difícil y se encuentra en situación de extremada vulnerabilidad. Una serie de megaproyectos han llegado ya a nuestra entidad y otros más se han anunciado. La embestida de los grandes capitales lleva ya varios años: adquisición de extensas zonas para el nuevo aeropuerto de Yucatán, las comunidades mayas que rodean a la ciudad de Mérida que han perdido gran parte de su territorio ocupados por proyectos inmobiliarios, grupos de ejidatarios que venden tierras al mejor postor, sin importarles su comunidad. Son muy conocidas las pugnas y litigios que núcleos de ejidatarios de Halachó y Hunucmá realizan por conservar sus tierras. En el Oriente del estado existen conflictos ejidales en Punta Laguna por la presumible llegada de grandes consorcios turísticos que quieren invertir en ese lugar. La costa del poniente del estado, especialmente Sisal Puerto, ha sido puesta en manos de extranjeros. Lo mismo sucedió cuando se anunció que se construiría el Tren Rápido a Cancún: el solo proyecto generó una avaricia hacia las tierras por donde pasaría dicho tren.

 

La vulnerabilidad de los territorios mayas es peninsular y no sólo privativo de Yucatán; en Holbox, Quintana Roo la pugna por la posesión del territorio continúa hasta nuestros días. Sin olvidar el vergonzoso caso de San Antonio Ebulá, en Campeche, cuyas tierras fueron engullidas por la avaricia y complicidad de empresarios y autoridades o la resistencia de comunidades mayas campechanas contra la siembra de soya transgénica que todavía sacude la región de los Ch’enes.

 

Más recientemente han llegado programas teñidos de verde, utilizando como bandera el cuidado del medio ambiente. REDD+ y sus bonos de carbono, que convierten los montes en mercancías y entregan dádivas a los campesinos/as a cambio de que las naciones que más contaminan continúen haciéndolo. O el anuncio de la llegada de empresas generadoras de energías alternativas, tanto eólicas como solares, que está ya generando especulación de miles de hectáreas que se requieren para su instalación.

 

Ya sea por concesiones de tierras, por renta o por compra, el territorio del pueblo maya está siendo amenazado y puesto en manos de empresas nacionales o extranjeras. En la mayoría de los casos no se tiene en cuenta a los campesinos y campesinas, ni su entorno, ni mucho menos su futuro; si acaso, se les mira como mano de obra futura en proyectos devastadores del medio ambiente.

 

A todo esto debemos sumar la erosión y la enorme contaminación de grandes extensiones de tierra a causa del uso indiscriminado de agrotóxicos vertidos al suelo, la mayor parte de ellos prohibidos en otras partes del mundo. De pronto, los integrantes del pueblo maya se miran como extranjeros en su propia tierra.

 

A la discusión de esta problemática quiere contribuir U Yits Ka’an en este año 2016. Tendremos la oportunidad de analizar juntos/as las principales amenazas que los miembros de la gran familia de la Escuela de Maní descubren en sus regiones. Estudiaremos de cerca las implicaciones de los proyectos eólicos que se han venido anunciando y los graves problemas de contaminación de aguas que han podido documentarse en un círculo de cenotes de nuestro estado.

 

Tendremos también la oportunidad de compartir algunas experiencias de resistencia que han dado resultados: la gobernanza comunitaria de los montes, la organización del pueblo contra los ejidatarios especuladores, la experiencia de autonomía de otros pueblos originarios del país… Todo ello para alimentar nuestra esperanza y organizar nuestra propia resistencia. Los participantes iniciarán el proceso de redacción de una palabra final, una Declaración 2016 que se irá consensando y se hará pública en semanas venideras.

 

Nos está pasando a nosotros hoy lo que con valentía denunciaron hace ya siete años los Obispos de la Región Patagonia-Comahue (Argentina) en su mensaje de Navidad de 2009: «Constatamos que con frecuencia las empresas que obran así son multinacionales, que hacen aquí lo que no se les permite en países desarrollados o del llamado primer mundo. Generalmente, al cesar sus actividades y al retirarse, dejan grandes pasivos humanos y ambientales, como la desocupación, pueblos sin vida, agotamiento de algunas reservas naturales, deforestación, empobrecimiento de la agricultura y ganadería local, cráteres, cerros triturados, ríos contaminados y algunas pocas obras sociales que ya no se pueden sostener».

 

Desde la raíz más profunda del pueblo maya, queremos buscar respuestas, queremos contribuir a la recuperación de la armonía, queremos resistir a la invasión y al despojo. Para eso nos reuniremos este sábado 13, en la sede central de U Yits Ka’an.

Iglesia y Sociedad,U Yits Ka'an

Soberanía alimentaria: dictadura y revolución

8 Mar , 2016  

Bertha Cáceres, in memóriam

En solidaridad con Gustavo Castro

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El 8 de marzo se conmemoran las luchas a favor de la igualdad de género. El día de la mujer es una ocasión propicia para que todos/as reflexionemos sobre lo que nos hace falta hacer en esta de-construcción del injusto sistema patriarcal en la que todos/as, varones y mujeres, deberíamos comprometernos.

En la Escuela de Agricultura U Yits Ka’an, de Maní, conmemoramos esta jornada cada año promoviendo la reflexión de nuestros compañeros/as y aliados/as en torno al papel de las mujeres en la agroecología. En nuestro portal electrónico (www.uyitskaan.org) podrán encontrar las sugerencias de reflexión que ofrecemos en nuestras subsedes para este año. Vandana Shiva es una de nuestras inspiraciones. Nacida en la India en 1952, esta mujer se ha convertido en un símbolo de cuánto puede aportar la mirada femenina ante el gravísimo problema de la depredación del medio ambiente y, sobre todo, de la dictadura de las transnacionales que quieren convertir la alimentación en una simple mercancía, en vez de considerarla como un derecho que tienen todas las personas y pueblos. Varios premios internacionales le han dado notoriedad a su lucha.

Vandana Shiva resiste con donaire las críticas de quienes ven a las transnacionales de la alimentación como un instrumento de desarrollo comercial y no deja de compartir aquí y allá su percepción de que estamos ante la imposición de una dictadura del mercado en el campo de uno de los más sagrados derechos del ser humano y de los pueblos: la alimentación sana. El año pasado, estuvo en Mallorca, España, para lanzar su campaña “Seed Freedom” y no perdió la oportunidad para renovar su llamado a todos, especialmente a las mujeres, para seguir resistiendo contra el apetito voraz de las grandes transnacionales de la alimentación. El diario El País le hizo una entrevista. Hoy quiero compartirla con los amables lectores/as de esta columna. Estoy seguro que nos ayudará a conocer más a esta mujer y a admirarla.

“Pregunta.- ¿La semilla es la metáfora?
Respuesta.-La semilla es la fuente de vida. Cada vez que hablamos de crear algo nuevo, hablamos de las semillas. Y la libertad es lo más esencial. La semilla ha de tener libertad para reproducirse a sí misma y multiplicarse. Estamos hablando de un bien común, como el agua o el aire, no de algo que pueda patentarse o por lo que puedan cobrarse royalties. Es este sentido, efectivamente, la lucha por la libertad de las semillas en una metáfora de muchas otras luchas en estos tiempos que corren. Las libertades fundamentales son la base de nuestra sociedad, y qué libertad más fundamental que la de las semillas, que son el origen de la vida… El planeta vive en un momento crítico, no se lo vamos a descubrir a nadie. Y si en un momento de colapso económico y ecológico convertimos a las semillas en ‘propiedad intelectual’, corremos el riesgo de perder todas las otras libertades, empezando por la alimentación, que es lo más básico. Si todas las semillas las tenemos que patentar en Bruselas, se acabó la libertad: así de simple.

P.- ¿Hasta qué punto la cuestión de los transgénicos se ha convertido en una lucha por el control? ¿Acaso los posibles efectos en el medio ambiente y la salud han quedado de lado?
R.-Lo que mueve realmente a la gente, la lucha de fondo, es siempre por el control. Lo hemos visto también en las batallas por el agua. Las semillas deberían ser como el agua o el aire, nadie debería tener derecho a patentarlas. Los efectos en la salud y en el ambiente que pueden tener los transgénicos nos siguen preocupando, obviamente. Pero lo más tangible hoy por hoy es el control antidemocrático, en este caso de la alimentación, desde lo más básico que es la semilla. Entre cinco compañías controlan el 75% de las semillas. Monsanto se ha convertido en el símbolo de la dictadura, la dictadura alimenticia. Pero forzando a la gente a tomar productos modificados genéticamente. Y existe un esfuerzo global por parte de las multinacionales de imponer ese consumo en todos los países, incluso en los que hasta ahora se resistían.

P.-Los transgénicos fueron durante una década la «bestia negra» del ecologismo. Sin embargo, el rechazo de la opinión pública ha ido a menos en los últimos años…
R.-La maquinaria de la propaganda se ha intensificado, sobre todo en los últimos meses. Igual que han intentado convertir la energía nuclear es una solución ‘aceptable’ para la crisis energética, han intentado vendernos los transgénicos como solución ‘aceptable’ para la crisis alimenticia. Pero la evidencia es así de clara: se supone que los transgénicos iban a solucionar el problema del hambre, pero ahora resulta que no están produciendo más, que las cosechas son incluso inferiores a los cultivos tradicionales. Se supone también que los transgénicos iban a permitir dejar de usar pesticidas y productos químicos, pero al final el uso de químicos se ha seguido disparando porque los transgénicos no son capaces de combatir las plagas e incluso han servido para la creación de ‘superhierbas’ resistentes a los químicos. Y el argumento más importante: se supone que iban a traer prosperidad a los agricultores, pero en India por ejemplo ha habido un aumento espectacular de suicidios por ruinas económicas. En la región donde yo vivo hemos pasado de 51 suicidios en el 2001 a 3.000 en el último año desde la introducción de los transgénicos. Son las tres falacias en las que se apoya la propaganda: combaten el hambre, nos liberan de los pesticidas y traen riqueza a los agricultores. La evidencia es muy clara, pero la ciencia está siendo también tergiversada por unos intereses muy claros. Y también los medios, y todo eso influye finalmente en eso que llamamos opinión pública.

P.- ¿Y qué pueden hacer los ciudadanos, más allá de expresar sus protestas y mirar muy cuidadosamente lo que compran en el mercado?
R.-Hoy en día, cultivar un huerto es el acto más revolucionario en los tiempos que vivimos. Porque es una expresión de las posibilidades y el potencial de cada uno. Aprender a cultivar al menos una parte de tus alimentos en un tiempo de dictadura alimenticia, es revolucionario. Te garantizas tu propia comida. Y de paso te procuras tus propias semillas y eres parte del movimiento Seed Freedom. Cultivar un huerto es al mismo tiempo un acto de rebeldía y de esperanza. Una manera de decir: no me voy a rendir.

P.-Su conferencia en el encuentro Educar para la Vida terminó con una llamada a la resiliencia ¿Es suficiente?
R.-La resiliencia es una cualidad importante. La vulnerabilidad está creciendo en todos los niveles: psicológicas, económicas, ecológicas… El cultivo consciente de la resistencia ante la adversidad es importante, pero es sólo el principio. Justicia y resiliencia, acción e imaginación: yo diría que para salir de la crisis en la que estamos necesitamos estos cuatro ingredientes”.

Hasta aquí la entrevista. En un país como el nuestro, en el que algunas instituciones de gobierno litigan a favor de las transnacionales y no a favor de su pueblo, es saludable escuchar una voz como la de Vandana Shiva. ¡Por un combativo Día de la Mujer!

Iglesia y Sociedad,U Yits Ka'an

Oración Kaqchikel

12 Ene , 2016  

Imagen de @aleserrano

Imagen de @aleserrano

Para José Ángel Koyoc, con afecto

El altar está en el centro de la asamblea. Es redondo, como el planeta. Está equilibrado, como el universo mismo. Hemos construido entre todos/as este altar. Hemos traído flores, frutas, plantas medicinales, plantas comestibles, productos cultivados en cada una de las regiones de quienes estamos participando en esta oración Kaqchikel.

Tinita resplandece en su atuendo maya. Inicia la oración explicándonos por qué el altar es como es, de qué manera está el universo todo representado en el altar: plantas, animales y la humanidad entera. Todo es un canto de acción de gracias universal a Aquél, Aquélla, que es el Corazón del Cielo y Corazón de la Tierra.

El día es propicio. En el calendario maya quiché es el 13 Ix, día para sentir, percibir y contemplar la energía y la fuerza vital de la Madre Tierra. Es día propicio para interiorizar la fuerza de la sabiduría, de la astucia en el trato con los demás y con la naturaleza toda.

Terminada la introducción nos colocamos todos/as en torno al altar. En cada uno de los cuatro rumbos (Lajk’in, Chik’in, Xaman y Nojol) hay un recipiente con agua. El altar representa el cruce de la realidad divina y la humana, del Corazón del Cielo y del Corazón de la Tierra. De oriente a occidente va el camino de Dios. Del norte al sur va el camino del ser humano. En el centro, las dos realidades se encuentran, se entrecruzan, conviven. El altar es un icono de nuestra relación con Dios.

Comenzamos mirando hacia el oriente. Encendemos la vela de color rojo, color del nacimiento de la vida. Mirando todos/as hacia donde sale el sol, contemplamos la naturaleza toda como una obra de vida, como brotes de esperanza. Todos los días la naturaleza nace. Todos los días tenemos nuevos retoños. Una persona enciende la vela roja que mira al oriente. Coloca algunas plantas medicinales como ofrenda. Dirige una oración emocionada de acción de gracias por el nacimiento, hace veinte años, de la Escuela U Yits Ka’an, por sus muchos brotes, por la dispersión de su semilla en los cuatro rumbos de la península, por su extensión hasta otras latitudes: Japón, Alemania, Colombia… pero sobre todo por los hijos e hijas que la Escuela va sembrando en todo el territorio maya. Hacemos todos/as una reverencia profunda hacia el oriente para agradecer la vida que nace.

Nos volteamos todos/as hacia el poniente, lugar donde se esconde el sol, donde Dios descansa. En silencio hacemos memoria de nuestros momentos de dificultad, de incertidumbre, de muerte, de lucha, los momentos difíciles que nos han ayudado a mejorar y a ir cambiando nuestro ritmo y nuestro estilo de vida. Para vivir se necesita morir. Alguien enciende la vela negra que mira hacia el poniente. Coloca las semillas que guardan la vida, pero que solamente la entregarán cuando mueran debajo de la tierra. Dirige una oración para agradecer las dificultades por las que ha pasado la Escuela en estos veinte años: las incomprensiones y los desprecios, los tropiezos que nos han hecho crecer. La oración tiene aire de esperanza: 20 años de dificultades nos confirman en este camino, nos hacen sentir que no andamos tan perdidos, que nuestro rumbo es cierto. Hacemos todos/as un profunda reverencia hacia el poniente, para agradecer los obstáculos que nos han hecho madurar.

Nos volteamos todos/as hacia el norte, lugar que nos recuerda nuestros orígenes, nuestras raíces, las abuelas y a abuelos que nos han precedido y a quienes les debemos rumbo. Hacemos memoria agradecida por todos los dones recibidos de la cultura en la que hemos nacido, de la herencia sagrada que nos han transmitido. Recordamos las generaciones que nos anteceden y que han cuidado amorosamente nuestra comunidad, nuestra milpa, nuestras montañas, nuestros bosques y nuestros manantiales y cenotes. Una persona enciende la vela blanca y coloca una ofrenda de frutas que comparten con nosotros su olor, su color y su sabor. Dirige una oración de agradecimiento por las abuelas y los abuelos con quienes estamos en impagable deuda. Agradece a las y los primeros fundadores de la Escuela, primeros alumnos, primeros promotores. Su testimonio sigue animándonos, sea el de quienes aún viven, sea de quienes, ya muertos, guardamos en nuestra memoria colectiva. Desgranamos en el silencio de nuestro corazón esa lista de nombres de quienes nos han precedido. Hacemos una reverencia profunda hacia el norte, lugar de nuestros ancestros.

Nos volteamos todos/as hacia el sur, lugar que nos refiere a los retoños, a las niñas y niños, a las y los jóvenes de nuestras comunidades, aquellos a quienes debemos una herencia de vida digna, de alimento sano, de vida armónica y feliz. Mirando al sur recorremos con la mente a las nuevas generaciones de nuestros pueblos, en cuyos corazones tenemos que sembrar la búsqueda de alternativas, a quienes les debemos eso que ahora llaman “justicia intergeneracional”, es decir, justicia para las generaciones venideras que también tienen derecho a disfrutar de este planeta cuando los que ahora rezamos ya no estemos en él. Una persona enciende la vela de color amarillo y coloca una ofrenda de coloridas flores. Su aroma se extiende por todo el recinto y sus colores llenan de vivacidad el altar. Son la promesa del fruto futuro. Hacemos una oración por nuestros niños y niñas, por nuestros/as adolescentes y jóvenes. Nos comprometemos en el silencio de nuestro corazón a no defraudarlos, a dejarles cimientos firmes frente a un mundo que se desmorona. Hacemos una profunda reverencia hacia el sur, lugar de los retoños.

Nos colocamos mirando hacia el centro del altar, en el cruce de lo humano y lo divino, de Dios Corazón del Cielo y Corazón de la Tierra. Una persona coloca en el centro del altar la ofrenda de una jícara del agua que da vida y enciende la vela azul. Da gracias a Mamá Papá Dios por su presencia, por su aliento que sentimos en el viento que nos roza, por su voz que oímos en el murmullo de las hojas y en el canto de los pájaros, por su caricia que experimentamos en la lluvia que moja nuestros campos. Agradece a Dios, Corazón del Cielo. Otra persona coloca en el centro del altar la ofrenda del incienso y enciende la vela azul. El humo del copal se dirige de la tierra al cielo y su perfume nos invade y nos subyuga. Dirige una oración para agradecer por la tierra que es acariciada por nuestros pies. Pide la gracia de no perder nunca el piso, la dirección, el rumbo. Lamenta en desastre que hemos hecho con la Madre Naturaleza y ofrece el compromiso de las hijas e hijos de U Yits Ka’an de trabajar para sanar la Tierra de sus heridas. Agradece a Dios, Corazón de la Tierra. Hacemos todos/as una reverencia profunda hacia el centro del altar.

Para terminar Tinita nos invita a tomar todos una vela y sembrarla dentro de uno de los cuatro recipientes de agua que marcan cada rumbo en el altar, aquel rumbo al que se incline nuestro corazón, que sintonice más con la experiencia que estamos viviendo ahora. Se reparten las candelas y cada uno, cada una, siembran su vela y se arrodillan para besar el altar. De rodillas ante el altar yo rehago mi compromiso, renuevo mi entrega. Terminamos danzando todos en círculo alrededor del altar. Nuestros pies acarician a la Madre Tierra mientras la música kaqchikel inunda el ambiente. Es el momento cumbre en que todo el cuerpo ora, no importa si sabemos bailar o no.

Al terminar la danza, Tinita nos invita a hacer una última reverencia saludando a Dios y a reverenciarnos unos a otros inclinándonos frente al que está a nuestro lado derecho y a nuestro lado izquierdo. Después todos nos damos un abrazo. Yo termino esta Eucaristía Caqchikel con el corazón henchido. No me hace falta nada más: tengo combustible para otros veinte años.

Iglesia y Sociedad,U Yits Ka'an

U Yits Ka’an: 20 años de sembrar vida digna

8 Ene , 2016  

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El 11 de enero de 2016 se cumplen 20 años de existencia de la Escuela de Agricultura Ecológica ‘U Yits Ka’an’: Un katún de caminar junto a las y los campesinos mayas de la península de Yucatán para promover la producción de alimentos limpios, para fortalecer la soberanía alimentaria de las familias y los pueblos, para hacer crecer la conciencia ecológica, para construir oportunidades de vida digna para cientos de familias mayas.

No dejo de agradecerle a Dios por haberme llamado a participar de este trabajo. Mis aprendizajes al lado de las familias campesinas son innumerables. Es una fortuna inmerecida haber encontrado en mi camino esta manera inusual de vivir el ministerio de presbítero y abrevar de la sabiduría de los pueblos originarios. La bendición ha sido, debo reconocerlo, por partida doble: trabajar en el equipo de derechos humanos Indignación AC, organización que este año cumplirá 25 años, complementa a la perfección las dos aristas que han marcado mi vida: promover la producción de alimentos sanos y la conciencia ecológica, por un lado, y promover y defender los derechos humanos del pueblo maya, por el otro, apuntando de manera inequívoca a la construcción de su autonomía y su libre determinación. No puedo más que agradecer esta acción de la Gracia de Dios en mi vida.

Son muchos los sentimientos que se me agolpan en estas fechas. Por eso no diré aquí nada nuevo. Repetiré, mejor, un texto que ya les habia compartido en este mismo sitio: las palabras de bienvenida que dirigiera yo a las y los campesinos reunidos en la sede central de Maní en el más reciente Intercambio de Saberes, Semillas, Animales e Instrumentos de Labranza, en abril de 2015, en su quinta edición marcada por el entonces reciente fallecimiento del entrañable escritor uruguayo Eduardo Galeano. Quizás este breve discurso me permita compartir el nudo de emoción que hoy llena mi garganta.

“Bienvenidas y bienvenidos a nuestro quinto intercambio de saberes y semillas. La familia U Yits Ka’an está de fiesta y nos alegramos porque estamos juntos y juntas hoy, como todos los años, quienes creemos que el futuro de nuestra alimentación debe estar en nuestras manos y no en aquellas de las compañías transnacionales que quieren adueñarse de la industria alimentaria.

“Este encuentro lo dedicamos, desde lo más hondo de nuestros corazones, a recordar a Eduardo Galeano, el uruguayo universal recientemente fallecido que visitó esta escuela en el año de 2010 y cuya palabra resuena todavía en este patio central. Galeano es un personaje raro, como un mago, un brujo que adivinaba nuestros pensamientos colectivos y los pasaba al papel. A Galeano le apasionaba el medio ambiente. Por eso se sintió en su casa cuando visitó esta escuela. En uno de sus muchos libros, uno que se llama “Úselo y tírelo”, Galeano expresó: «Este sistema de vida que se ofrece como paraíso y que está fundado en la explotación del prójimo y en la aniquilación de la naturaleza, es el que nos está enfermando el cuerpo, nos está envenenando el alma y nos está dejando sin mundo. Las empresas transnacionales decretaron cuál era, según ellos, la solución del problema del desarrollo: Extirpación del comunismo, implantación del consumismo. La operación ha sido un éxito, pero el paciente (que es la especie humana, que es la naturaleza entera) se está muriendo». A Galeano, pues, por estas y otras muchas lúcidas palabras, le dedicamos esta edición de nuestro intercambio.

“Estamos aquí para intercambiar materiales que puedan servirnos en nuestra vida de campesinos y campesinas. Nos reunimos por nuestra propia voluntad. En este tiempo en que los de arriba marcan el calendario con las elecciones y los partidos reparten un dinero que no es suyo en regalos que envenenan la convivencia en nuestras comunidades, nosotros reconocemos que para salvar nuestras vidas, para construir nuestro pueblo, para vivir dignamente como mayas, contamos solo con nosotros mismos. Nos une el amor a nuestra Madre Tierra. Nos une el rechazo a verla convertida en una simple mercancía.

“En el futuro, el panorama no es alentador. Muchas nubes oscurecen el horizonte de nuestros pueblos. Pero mientras los gobernantes de los grandes países le dan la espalda a su propia especie y se niegan a trabajar en el mejoramiento del clima, nosotros, campesinos y campesinas mayas, miembros de la familia U Yits Ka’an, no nos dormimos. Sabemos que la alimentación pasa por nuestras manos campesinas. Sabemos que cada planta, cada animal, cultivados y cuidados con respeto, son la fuente de vida que brota de la Madre Tierra. Son el alimento que sostendrá a nuestras familias.

“Pueden las grandes compañías pretender llenar nuestros campos de agroquímicos, con falsas promesas de producción abundante. No les creemos. Sabemos que esa abundancia no es más que veneno para nuestros hijos e hijas, veneno para nuestra Madre Tierra. ¡Que con nosotros no cuenten! Aquí están nuestras manos y nuestras trojes. En ellas resguardaremos las semillas nativas, las que cultivaron los abuelos de nuestros abuelos, las que garantizarán nuestro futuro y nuestra sobrevivencia. Las semillas criollas, mejoradas con nuestro trabajo, son un tesoro que nos comprometemos a conservar y aumentar.

“Lo nuestro es el intercambio, no la compra-venta. No sólo de semillas, sino de saberes, de conocimientos ancestrales, de pasión por la vida. Intercambiamos porque creemos que los productos naturales no tienen precio, que el trabajo humano no puede reducirse a lo que se cuenta con monedas. Pero intercambiamos, sobre todo, porque necesitamos reconstruir la soga, el cuxan suum, la soga viviente. Necesitamos creer en nosotros mismos, organizarnos con nuestros propios modos y formas, rescatar nuestra dignidad del futuro de humillación y olvido al que quieren condenarnos.

“Cada quien trae hoy el fruto de su trabajo, de sus horas al sol trabajando la tierra, de su fatiga y de sus esfuerzos. Los queremos compartir porque compartiéndolos, como hizo en otros ayeres un campesino judío, los multiplicamos. Hoy nos decimos los unos a los otros, en presencia del corazón del cielo, del corazón de la tierra, que aquí estamos dispuestos a dar la batalla por la soberanía alimentaria, por ser un pueblo libre que pueda vivir con dignidad. Las semillas que intercambiaremos son semillas de resistencia cultural, de autonomía, de vida digna para todas nuestras familias y nuestras comunidades. Comencemos la fiesta”.

Hasta aquí el texto que quería compartirles. ¡Larga vida al pueblo maya!