Iglesia y Sociedad

Perspectivas para el ecumenismo hoy

31 Oct , 2017  

Palabras pronunciadas en la Mesa Redonda en torno al libro «Martín Lutero, una perspectiva ecuménica», de Walter Kasper, en ocasión del quinto centenario de la Reforma de Lutero

Centro Cultural Loyola, octubre de 2017

 

Mi reflexión gira en torno a los capítulos 6 y 7 del libro de Walter Kasper. Es también fruto de un fecundo intercambio con el teólogo nicaragüense José Argüello, quien recién ha publicado un interesante artículo en la revista Xilotl[1], reconocido órgano de difusión de las iglesias evangélicas en Nicaragua, sobre lo que él llama el “ecumenismo de la solidaridad con los crucificados”.

 

En su libro, Kasper caracteriza el diálogo ecuménico como un asunto que no es meramente “intelectual, (sino) se trata de un intercambio de dones. Condiciones previas para él son reconocer tanto la verdad del otro como las propias debilidades, decir la propia verdad de modo no hiriente ni polémico, sino en el amor (cf. Ef 4,15) y sustraer las controversias al veneno de la discusión, convirtiéndolas en un regalo…”[2]

 

Así que quiero referirme hoy a un principio común y dos oportunidades que esta efeméride que celebra los 500 años de la Reforma Luterana nos brinda a ambos bandos, católicos y evangélicos, que peregrinamos en este subcontinente latinoamericano. El principio común lo tomo de un importante matiz de la teología de Martín Lutero, la primera oportunidad procede de la recepción del Vaticano II en América Latina y, finalmente, una segunda oportunidad nos la presenta el momento de grave emergencia por el que pasa nuestra civilización.

 

Un punto de partida común: La teología de la Cruz

Es por demás conocida la centralidad que ocupa el misterio de la cruz en la aproximación teológica de Martín Lutero. En el artículo al que he hecho referencia antes, José Argüello recuerda que en 1518, cuando Lutero había ya presentado sus famosas 95 tesis sobre las indulgencias, su superior en la orden de los frailes recoletos agustinos, Johann von Staupitz, convocó en Heidelberg a un capítulo de su orden para discutir las ideas de Lutero. Los monjes agustinos esperaban abordar ese tema para discutirlo con Lutero, pero él los sorprendió presentando como base para la discusión un documento totalmente distinto, titulado “Paradojas”, con 28 tesis de teología y 12 de filosofía, en el que planteaba que a Dios solamente se accede ‘a través de la locura de la cruz’. Lutero contrapone así la teología de la cruz a la teología de la gloria, aludiendo a la contradicción frontal a la que nos enfrenta el misterio de la Encarnación, que contradice todas nuestras expectativas en torno a lo divino, centradas en el poder y la gloria[3].

 

Lutero afirma que el verdadero teólogo habla siempre de Dios como de un Dios oculto y crucificado. “El diablo –afirma mordazmente Lutero– bien puede disfrazarse bajo la imagen de la Majestad, pero bajo la imagen de la Cruz no puede disfrazarse”[4]. La Teología de la Cruz no parte de la especulación, sino de la nada y del sinsentido del sufrimiento; parte del escándalo supremo de la crucifixión de Dios. Allí es donde encuentra al verdadero Dios: “Es en Cristo crucificado donde está la verdadera teología y el conocimiento verdadero de Dios” (Tesis 20); “El teólogo de la Gloria prefiere las obras a los sufrimientos, la gloria a la Cruz; el poder a la flaqueza, la sabiduría a la necedad, y siempre lo malo a lo bueno” (Tesis 21). Para Lutero, Dios, por encima de todas las cosas, se hace visible en el sufrimiento y la debilidad del Crucificado. Creo que es éste un campo de fecunda interacción ecuménica, particularmente para las iglesias católicas y evangélicas de este continente, que se desdobla en dos oportunidades a las que voy a referirme.

 

Primera oportunidad: la recepción del Vaticano II en América Latina

El Concilio Vaticano II, con su propuesta de ‘aggiornamento’ ha provocado grandes cambios en la iglesia católica. En las iglesias de América Latina la recepción del Concilio Vaticano cristalizó en la reunión de obispos tenida en Medellín en 1968, hace ya casi cincuenta años, y se concretó en un despertar teológico que originó una reflexión desde y a favor de los más pobres de nuestro continente.

 

La teología y la pastoral de la liberación surgieron como fruto de un encuentro nuevo con los crucificados de nuestro tiempo. Nuestro continente, calificado como la reserva del cristianismo en la era post moderna, es, al mismo tiempo, la representación más clara de la crueldad de un sistema socio económico que mantiene en la opresión a una buena parte de quienes en este continente habitamos y cuyas raíces se manifiestan como profundamente antievangélicas. Creo que es este descubrimiento de los pobres de nuestro tiempo como ‘locus theologicus’, manifestación de la presencia de Dios, un fecundo campo de ecumenismo social.

 

Para decirlo con palabras de Argüello: “Si prolongamos ese pensamiento fundamental de Lutero hacia el presente, bien podríamos encontrar un punto de confluencia y unificación ecuménica entre nosotros en un Ecumenismo de la Cruz: el de las grandes causas actuales de la humanidad. En la medida en que juntos nos comprometamos por aquellos que sufren marginación e injusticia, ya sean mujeres, indígenas, afroamericanos, refugiados, emigrantes, enfermos, prisioneros, niños maltratados y abusados, poblaciones que pasan hambre y carecen del acceso a la educación o los servicios médicos imprescindibles, en esa misma medida, te lo aseguro, dejaremos de vernos como extraños que viven en islotes confesionales enemistados y comenzaremos a descubrirnos como lo que verdaderamente somos: hermanos de una misma familia en el seguimiento de Jesús”.

 

Esta nueva visión teológica, hay que decirlo, no ha encontrado siempre las puertas abiertas, ni en la iglesia católica en su conjunto, ni en las iglesias reformadas. Un recuerdo especialmente amargo fue contemplar la exclusión de algunos hermanos pastores de una iglesia evangélica con quienes tuvimos mucho contacto en los años 90’s, por la única razón de que, entusiastas por la teología de la liberación, se reunían con nosotros, presbíteros católicos, para estudiar juntos y programar trabajos en común. En el caso de la iglesia católica, no es sino hasta hace unos pocos años, con el advenimiento de Francisco,  que puede de nuevo hablarse sin temor de la teología de la liberación sin ser políticamente incorrecto, después de cerca de 30 años de persecuciones abiertas y solapadas.

 

Y no digo esto solamente como una queja, sino como el reconocimiento de que la teología que entiende el seguimiento de Jesús como solidaridad con los crucificados de nuestro tiempo, en torno a la cual, en algún momento, nos hermanamos algunos presbíteros católicos y evangélicos, nos unió también en la experiencia de la exclusión, haciendo realidad lo que el padre de la teología de la liberación, Gustavo Gutiérrez, expresaba de esta forma: “Es inevitable, al presente, beber el trago amargo de ser objeto de suspicacia, si se quiere, en solidaridad con los desposeídos, dar testimonio de Dios en América Latina. La sospecha a propósito de algo tan profundo en cada uno como es la honestidad personal y sobre todo la fe en el Señor, es dura de aceptar y atenta contra aquello que la moral tradicional llamaba el “honor”, derecho elemental de toda persona… La sospecha al interior de la propia comunidad cristiana es hoy un elemento de la cruz del cristiano que busca dar testimonio del Dios de los pobres. Pero es también, por eso mismo, un factor de purificación de su compromiso”[5].

 

Segunda oportunidad: un macro ecumenismo planetario

Vivimos un tiempo de una especial emergencia planetaria. Hoy, como nunca antes, experimenta este planeta, nuestra Casa Común, amenazas ciertas de destrucción: el calentamiento global, la desertificación, la contaminación de tierras y aguas, el proyecto neoliberal extractivo, la enorme cantidad de bombas nucleares en el vientre de la tierra, etc. El pasado 2 de septiembre de 2017 se cumplió una de las peores profecías de los científicos de nuestra época: se llegó al día del sobre pasamiento, el ‘overwhelmig day’ tan temido, en el que nuestro planeta se ha hecho incapaz de responder con sus bienes y servicios, a una especie humana que se ha constituido en el Satán del medio ambiente, en lugar de responder a su original vocación de guardián y cuidador de la Creación. Enfrentamos uno de los límites mayores del sistema capitalista, que se va constituyendo cada vez más en un sistema suicida, pues en su afán de lucro no se detiene ni siquiera ante la depredación de nuestro medio ambiente y la posible desaparición de la especie humana.

 

Cabe aquí recordar aquella famosa frase atribuida a Lutero y formulado expresamente en un horizonte escatológico, aunque ahora tenga tanta resonancia ecológica: “Si yo supiera que mañana iba a hundirse el mundo, plantaría hoy todavía un arbolito de manzano”. Esta frase, tan llena de evangélica esperanza, coloca a católicos y evangélicos ante la posibilidad de un nuevo tipo de colaboración macro ecuménica. Como bien señala Argüello: “En Europa, durante los años del Fascismo, más contribuyó al ecumenismo el sufrimiento compartido por ortodoxos, católicos y evangélicos en los campos de concentración, que muchos libros y reflexiones eruditas. En América Latina también nos unieron en el pasado las luchas de liberación. Y en el mundo globalizado de hoy, además de las causas antedichas, contribuiría a unirnos ecuménicamente el empeño compartido por proteger nuestro planeta de la destrucción”.

 

No es un dato superfluo que, en este camino de conversión ecológica, el Papa Francisco haya dirigido su revolucionaria encíclica Laudato Sii sobre el Cuidado de la Casa Común, no a la iglesia católica, ni siquiera al conjunto de las iglesias cristianas, sino a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, como haciendo conciencia de que este problema gravísimo que enfrentamos nos corresponde a todos por encima de cualquier filiación o credo religioso. Y es también asombroso mirar las respuestas favorables de muchas personas y organizaciones que no comparten la fe cristiana y que han recibido con mucha mejor aceptación la carta del Papa que nuestras propias iglesias cristianas.

 

Tenemos, pues, en este campo un espacio abierto para un nuevo tipo de ecumenismo en el que podemos confluir católicos y evangélicos. Con estas tres aportaciones termino mi participación en este momento del diálogo. Permítaseme solamente cerrar con unas palabras de José Argüello con las que coincido plenamente: (no hay que olvidar) “lo que verdaderamente somos: hermanos de una misma familia en el seguimiento de Jesús. No conozco sinceramente ninguna familia en la que todos piensen y sientan igual, pues la fraternidad incluye las diferencias. El asunto está en que pongamos en el centro de nuestras inquietudes aquello que nos une: la fe en Dios, el seguimiento de Jesús crucificado, la acción vivificadora y renovadora del Espíritu Santo”.

NOTAS

[1] La nota bibliográfica es: José ARGÜELLO, “Hacia un ecumenismo de la solidaridad con los crucificados. Carta abierta a un teólogo y pastor evangélico”. Revista XILOTL No. 40 (editada por CIEETS/FEET y UENIC-MLK Jr. en Managua, Nicaragua) que tiene por tema general: “Reforma protestante: herencia y pertinencia para la iglesia”. El artículo puede consultarse en mi blog personal, donde lo he reproducido con autorización del autor: www.raulugo.indignacion.org.mx.

[2] Walter KASPER, Martín Lutero. Una perspectiva ecuménica (Sal Terrae, Maliaño, España 2016)

[3] José ARGÜELLO, “Hacia un ecumenismo de la solidaridad con los crucificados”, nota 1

[4] Citado por Argüello: Heinrich Schlier, Wandlungen des Lutherbildes 1966, 184.

[5] Gustavo GUTIÉRREZ, Hablar de Dios desde el sufrimiento inocente. Reflexión sobre el libro de Job (Perú 1986)

Iglesia y Sociedad

El quinto centenario de la Reforma de Lutero

20 Oct , 2017  

Conocí a José Argüello Lacayo hace ya muchos años. En el año 2005, cuando se cumplían los 25 años del martirio de Monseñor Romero, Tilo, Marthita y Cristina viajaron a San Salvador para participar en la conmemoración. Cuando regresaron, Marthita me comentó que habían conocido a un teólogo nicaragüense que les había preguntado por mí. Era José Argüello. Acababa de terminar un libro sobre espiritualidad de los derechos humanos y, en su confección, había tenido noticia de un libro mío sobre el mismo tema, publicado en 1995. Así comenzamos una relación a larga distancia, hasta que amablemente me invitó a participar a un primer curso bíblico en Nicaragua.

 

Así conocí la organización Teyocoyani, que trabaja en la formación de agentes laicos, Delegados de la Palabra, al servicio de comunidades nicaragüenses, la mayor parte de ellas situadas en diócesis de misión, con poca presencia de ministros ordenados. Un trabajo que, desde el principio, despertó mi admiración. Tuve el honor de colaborar con Teyocoyani en diversas  ocasiones y la amistad con José se fue afianzando hasta convertirse en una relación entrañable. Me abrió las puertas de su casa, me invitó a convivir con su familia, y su compromiso y honda espiritualidad siempre fueron de gran edificación para mí.

 

No es común encontrar a teólogos laicos de la calidad académica de José. Protagonista clave de la reflexión teológica en tiempos de la revolución nicaragüense, fue además el intermediario en mi encuentro personal con Michelle Najlis, poeta, feminista, teóloga, amiga a la que guardo entrañable devoción. José es, además, un entusiasta de las letras nicaragüenses, siempre pronto al rescate de personajes y escritos que se habrían perdido si no fuera por su trabajo de investigación y difusión.

 

En años recientes, José Argüello ha dejado la dirección de Teyocoyani. Tuvo el tino de contribuir a la formación de un relevo generacional que continúa ahora con el trabajo que él inició. Lo que seguramente ha significado una pérdida para Teyocoyani, ha resultado una ganancia para los que apreciamos al teólogo, tantas veces impedido de hacer investigación y producción teológica sosegada debido a las presiones de la labor evangelizadora y su consecuente carga administrativa.

 

Pues bien, hace pocas semanas, después de varios años de no comunicarnos, José me escribió para compartirme la versión primera de un artículo suyo que hoy tengo el gusto de compartirles en esta columna. En ocasión de los 500 años del inicio de la Reforma de Lutero, el principal centro de los protestantes de Nicaragua lo invitó a participar del número monográfico que su revista, Xilotl, ha dedicado a la efeméride.

 

Es un artículo inusualmente largo para las dimensiones que acostumbra esta columna, pero estoy seguro que, quienes se interesen por el diálogo ecuménico, lo encontrarán delicioso. Íntimo, reflexivo, testimonial, el artículo de José Argüello hace una contribución decisiva al ecumenismo en su patria y nos muestra, en la práctica teológica, qué significa el desgastado adagio de poner los ojos más en lo que nos une, que en aquello que nos divide. Oportunísimo además en estos momentos en que la andanada conservadora se cierne en contra del Papa reformador, justamente acusándolo de sus simpatías por Lutero. Que sea este escrito el inicio de una producción más abundante de este teólogo nicaragüense del que me enorgullece ser amigo. ¡Qué lo disfruten!

 

(Los créditos son los siguientes: Revista XILOTL No. 40 (editada por CIEETS/FEET y UENIC-MLK Jr. en Managua, Nicaragua) que tiene por tema general: “Reforma protestante: herencia y pertinencia para la iglesia”. Las notas (en cursiva negra) van al final, porque no supe cómo ponerlas al pie de página en el formato de este blog. Así que disculpen las molestias)

 

HACIA UN ECUMENISMO DE LA SOLIDARIDAD CON LOS CRUCIFICADOS

Carta abierta a un teólogo y pastor evangélico

 

“Nosotros, que tanto amábamos a Dios y a Cristo, hemos dividido a Cristo.

Hemos mentido los unos a los otros por causa de la Verdad;

hemos alimentado sentimientos de odio por causa del Amor;

nos hemos dividido unos de otros.” (1)

Gregorio Nacianceno

 

José Argüello Lacayo

 

Amigo y hermano:

 

Conmemoramos en 2017 los 500 años de la Reforma de Martín Lutero. Ese inaudito acto de rebeldía eclesial de las postrimerías de la Edad Media y albores de la Modernidad generó una onda expansiva que se siente aún entre nosotros. Actualmente (2) existen alrededor de 80 millones de luteranos, la mitad de los cuales radica en Europa (solamente en Alemania 25 millones), pero también los hay en Etiopía, Tanzania, Indonesia e India. Las iglesias luteranas de África y Asia continúan creciendo, mientras su número decrece en Europa, Norteamérica y América Latina. Actualmente se adscriben a la Federación Luterana Mundial 145 iglesias autónomas radicadas en 98 países. Ellas no cuentan con ningún representante oficial que sea su portavoz a nivel mundial o ejerza autoridad doctrinal sobre ellas. Entre sí poseen mucha diversidad doctrinal: algunas ordenan mujeres como pastoras y obispos, otras no; algunas bendicen parejas del mismo sexo en matrimonio u ordenan pastores viviendo en tal situación, otras más bien consideran que tales prácticas son inaceptables.

 

En Nicaragua la iglesia luterana existe desde hace 27 años y cuenta con 10,500 miembros distribuidos en 42 comunidades, con 42 pastoras y pastores y una mujer como Obispo a su cabeza.

 

Recuerdo que durante los años ochenta, trabajando yo en el Centro Valdivieso, recibí la grata visita del obispo luterano para Centroamérica, Reverendo Kenneth Mahler, hombre sabio y bondadoso, que se debatía ante la disyuntiva de fundar o no una iglesia luterana en Nicaragua. Él sentía escrúpulo de aumentar aún más las divisiones eclesiales entre nosotros. Paradójicamente le animé a hacerlo, porque consideré que el sólido legado teológico del luteranismo contribuiría a enriquecer nuestro protestantismo, disminuyendo así la prevalencia del fundamentalismo y abriendo más puertas al ecumenismo.

 

A principios del siglo XXI el ecumenismo anda sin embargo de capa caída en Nicaragua. Mientras los nuevos historiadores dividen la historia eclesiástica en tres grandes períodos: el de la Catolicidad (Patrística y Edad Media), el de la Confesionalidad (de la Reforma al Concilio Vaticano II) y el del Ecumenismo, dando ya por superado el virulento período de las agrias polémicas confesionales, nosotros nos debatimos todavía entre la Confesionalidad y el Ecumenismo. Damos a veces un paso para adelante y dos para atrás. En un país de homogénea matriz cristiana como Nicaragua se magnifican tanto las diferencias confesionales entre católicos y protestantes, que llegamos a vernos mutuamente como si fuéramos “de otra religión”. Popularmente así nos describimos mutuamente: como gente “de otras religiones”. Y de tal forma anulamos todo aquello que pudiera aproximarnos: el bautismo común y la fe en Jesucristo. Esto resultaría incluso risible si no fuera también trágico, de cara al verdadero pluralismo religioso que se da en países asiáticos como la India, donde en una misma calle pueden convivir musulmanes, hindúes, jainas, budistas y cristianos. Si entre ellos impera el buen espíritu, sucede que se reúnen a orar y escuchar juntos la Biblia, el Corán, los Vedas o cualquier otra Escritura sagrada.

 

Pienso a veces que el espíritu intolerante que se nos impuso en la época de la Colonia española, cuando cualquier manifestación de heterodoxia era severamente reprimida y castigada, sigue marcando, con nuevas formas, las mutuas relaciones entre católicos y protestantes. Ese patrón cultural y mental sigue influyéndonos, más allá de las diferencias confesionales. Manifestamos poco respeto recíproco; nos cuesta enormemente aceptar las diferencias y superar los mutuos prejuicios. Si bien hubo un “deshielo” después del Concilio Vaticano II y líderes protestantes y católicos hicieron causa común en la lucha por la liberación de Nicaragua, descubriéndose hermanos y compañeros de lucha y compromiso, ¿qué queda hoy de todo aquello? De hecho, nuestra propia amistad data de aquellos años y pese a todas nuestras diferencias eclesiales y teológicas, es por ella que nos sentimos fundamentalmente hermanos. A veces me bromeas diciendo que soy un “teólogo católico evangélico”. ¡Ojalá así sea, porque el Evangelio es nuestra herencia común, como también lo es la universalidad católica de su mensaje!

 

De mi parte he recorrido un largo camino para vivenciar el ecumenismo. De niño y adolescente me eduqué en colegios católicos, donde el cristianismo surgido de la Reforma se veía como cosa de otro planeta. Sobre Martín Lutero escuchaba únicamente que se hizo fraile aterrorizado por un rayo o que salió de la Iglesia católica para casarse con una monja. Sus planteamientos teológicos me llegaban completamente distorsionados. Cualquier postura suya de previo era descalificada. Nicaragua entonces era un país de hegemonía cultural católica y resultaba fácil alentar semejantes prejuicios. Los protestantes aún no se hacían escuchar. (Años después, sin embargo, mi culto y elocuente profesor de historia y literatura del Colegio Centroamérica, el jesuita español Carlos Caballero, me confesó en un encuentro fortuito que recién había descubierto a Lutero. Y lo hizo con estas vehementes y significativas palabras: Estoy leyendo a nuestro Santo Padre Martín Lutero (3).

 

En 1972 me trasladé a Heidelberg, Alemania, para realizar estudios filosóficos; pronto me encontré sin embargo estudiando allí a la vez teología en una facultad luterana (porque yo descubrí la teología en el mundo protestante), invirtiendo radicalmente mi situación anterior. Ahora era yo el único católico entre casi mil teólogos evangélicos. Los prejuicios venían esta vez más bien del lado del protestantismo. Ello no me impidió estrechar profundos lazos de amistad ecuménica que perduran hasta hoy. Tuve la dicha de vivir en Heidelberg en la Residencia Ecuménica fundada por el catedrático Edmund Schlink, que había sido representante de la Iglesia Evangélica Alemana ante el Concilio Vaticano II y miembro de la Iglesia Confesante; Schlink conoció personalmente a Dietrich Bonhoeffer y fue pionero del ecumenismo. Nos contó una noche que la idea de fundar aquella residencia ecuménica le surgió al enterarse que el primer ministro chino Chu En Lai conservaba un mal recuerdo de Alemania, por el trato recibido de su casera. Él quería que en el futuro otros estudiantes extranjeros conservaran un mejor recuerdo de Alemania y conmigo lo logró. En realidad, la mayoría de mis compañeros extranjeros se quejaban amargamente, sintiéndose aislados en aquella sociedad. En Heidelberg no solo hice amistad con estudiantes alemanes, sino que también conocí a fondo el espíritu del protestantismo alemán y escuché las fascinantes lecciones bíblicas de Claus Westermann. La mayoría de mis compañeros en la Residencia Ecuménica eran estudiantes de teología evangélica. Nuestra convivencia diaria posibilitó entre nosotros un profundo intercambio humano, religioso y cultural. De manera que cuando salí de Heidelberg llevaba en mí un espíritu ecuménico (allí también me abrí al fascinante mundo de la ortodoxia oriental, que exploré en la rica biblioteca del Instituto Ecuménico, anexo a la Residencia, y por contactos y vivencias personales, tales como un inolvidable seminario que recibí en el Instituto de Bossey, Suiza, en cuyo marco pude participar en la celebración de la Pascua según el rito oriental en la catedral ortodoxa rusa de Ginebra y escuchar a eminentes teólogos griegos y rusos, como el actual Metropolita de Pérgamo, Juan Zizioulas). Mi segunda carrera la dediqué enteramente a los estudios teológicos y la realicé intencionalmente en Tubinga, donde existían dos facultades: una católica y otra evangélica. Yo estaba matriculado en la facultad católica, entonces en su apogeo, pero tomaba también cursos y seminarios en la facultad evangélica, particularmente con el profesor Moltmann.

 

Te diré que de la teología de Martin Lutero me impresiona sobre todo la centralidad de la Cruz. Fue precisamente en Heidelberg que su superior en la orden de los frailes recoletos agustinos, Staupitz, convocó en 1518 a un capítulo para debatir sus ideas. Ya en 1517 Lutero había presentado sus famosas tesis sobre las indulgencias (4) y los monjes esperaban abordar ese tema. Pero Lutero les sorprendió presentando como base para la discusión otro documento denominado Paradojas, con 28 tesis de teología y 12 de filosofía. Planteaba ahí que Dios es un Dios escondido, al que sólo se accede a través de la locura de la Cruz. Contraponiendo la Teología de la Cruz a la Teología de la Gloria, Lutero no alude con ello al ser mismo o a las cualidades de Dios, sino a su acción en la historia. Dios actúa contradiciendo frontalmente todas nuestras expectativas en torno a lo divino, centradas en el poder y la gloria. El Dios que redime y justifica al pecador humilla toda sabiduría humana, ocultándose incluso al “hombre religioso” que se apoya sobre sí mismo. Lutero enfatiza que Dios es otro y distinto de la manera como lo concebimos nosotros.

 

Glosando las sublimes palabras del apóstol Pablo en 1 Co 1, 18-25, plantea el reformador que el escándalo de la Cruz manifiesta en toda su crudeza la alteridad divina y, por tanto, no es verdadero teólogo quien descubre el ser de Dios a través de sus obras (el camino de la Teología de la Gloria), sino quien descubre su ser y manifestación visible hacia el mundo en el sufrimiento y la Cruz de Jesús. El teólogo de la Cruz, plantea Lutero, habla de Él como de un Dios oculto y crucificado. Para Lutero, la fe consiste precisamente en resistirse a las evidencias de la experiencia humana y la razón, afincando la propia convicción en lo invisible (Hbr 11,1). “El diablo –afirma mordazmente Lutero- bien puede disfrazarse bajo la imagen de la Majestad, pero bajo la imagen de la Cruz no puede disfrazarse” (5).

 

Llegado a este punto yo te pregunto, hermano y amigo: ¿Cómo te suenan a partir de esas premisas de Lutero tantos sermones evangélicos centrados en el poder de Dios y los milagros? Creo que profundizar en el sentido de los milagros de Jesús es una de las tareas pendientes de nuestro ecumenismo. Mientras no comprendamos que los milagros no son para hacer alardes de poder sagrado, ni subyugar a nadie, sino para mostrar eficazmente la compasión de Jesús y aliviar el sufrimiento, seguiremos obsesionados con la idea de reproducir literalmente sus gestos de misericordia, cuando lo que en verdad nos toca es acometer con fe los cambios estructurales necesarios para que en nuestra sociedad los hambrientos tengan pan, los desnudos vestido, los ciegos por la ignorancia adquieran la luz del saber y los enfermos, posibilidades de sanación. Herodes tenía muchas ganas de ver a Jesús para que hiciera algún milagro en su presencia (Lc 23,8), pero no tenía fe en Él; Herodes buscaba el show, no el Reino de Dios. ¿Se nos seguirán aplicando aquellas tristes palabras del Maestro: Si no ven signos y prodigios, ustedes no creen? (Jn 4, 48). (Te diré con franqueza que éste mal también se da dentro del catolicismo, donde conozco señoras que andan detrás de dudosas apariciones marianas, ávidas de ver portentos celestiales en las prosaicas burbujas de una fotografía).

 

Para Lutero Dios obra un admirable intercambio, por el cual el pecador entrega a Dios su pecado y es revestido de la justicia de Cristo. Lutero no concibe el cristianismo como moral o prácticas rituales, sino más bien como fe y espiritualidad; para él la verdad no es cuestión de ideas, sino de descubrir y encontrar a la persona viva de Jesús de Nazaret, conocido a través de la Escritura.

 

La Teología de la Cruz de Lutero polemiza contra la teología escolástica en su pretensión de entender al Dios invisible a partir del mundo visible; al Dios increado, a partir de lo creado (6). Esa teología la considera él expresión de la soberbia humana, pues utiliza la Biblia únicamente para confirmar lo que previamente había sido ya supuestamente demostrado por la razón. La Teología de la Cruz, en cambio, no parte de la especulación, sino de la nada y del sinsentido del sufrimiento; parte del escándalo supremo de la crucifixión de Dios. Allí es donde encuentra al verdadero Dios: “Es en Cristo crucificado donde está la verdadera teología y el conocimiento verdadero de Dios” (Tesis 20); “El teólogo de la Gloria prefiere las obras a los sufrimientos, la gloria a la Cruz; el poder a la flaqueza, la sabiduría a la necedad, y siempre lo malo a lo bueno” (Tesis 21) (7). Para Lutero, Dios, por encima de todas las cosas, se hace visible en el sufrimiento y la debilidad del Crucificado.

 

En este punto central de su pensamiento el reformador está muy próximo a los teólogos católicos y evangélicos latinoamericanos que buscamos a Dios escondido entre los últimos de la historia. En su comentario al Magnificat escribió Lutero en 1521: “Por el contrario, nadie quiere mirar hacia abajo, todos apartan los ojos de donde hay pobreza, oprobio, indigencia, miseria y angustia; se evita a las gentes así, se las rehúye, se escapa uno de ellas y a nadie se le ocurre ayudarlas, asistirlas, echarles una mano para que se tornen en algo; así se ven obligadas a seguir abajo, entre los pequeños y menospreciados. Dios es el único en mirar hacia lo menesteroso y mísero, y está cerca de los que se encuentran en lo profundo, como dice Pedro: ‘Resiste a los altivos y se muestra gracioso con los humildes´…Donde se ha llegado a experimentar que hay un Dios que dirige su mirada hacia abajo y que ayuda sólo a los pobres, a los despreciados, a los miserables, a los desventurados, a los abandonados y a los que no son nada, allí es donde se le ama, el corazón sobreabunda de gozo, exulta y salta en vista de la complacencia con lo que Dios le ha regalado”. (8)

 

Únicamente con mirada de fe podemos descubrir a Dios en el escarnio del sufrimiento y la debilidad; la fe que preconiza Pablo cuando contempla en Cristo crucificado la fuerza y sabiduría de Dios (1 Cor 1,24), en consonancia con el mismo Jesús histórico que prefería a los pequeños: mujeres, publicanos, pecadores y toda clase de excluidos, a quienes invitaba a participar en el banquete del Reino de Dios (Lc 14,15-24). Para el Maestro, lo único que contará en el juicio de las naciones será nuestro servicio y solidaridad hacia los crucificados de la historia (Mt 25,31-45). En ellos se oculta Cristo y son sacramento universal de salvación.

 

Si prolongamos ese pensamiento fundamental de Lutero hacia el presente, bien podríamos encontrar un punto de confluencia y unificación ecuménica entre nosotros en un Ecumenismo de la Cruz: el de las grandes causas actuales de la humanidad. En la medida en que juntos nos comprometamos por aquellos que sufren marginación e injusticia, ya sean mujeres, indígenas, afroamericanos, refugiados, emigrantes, enfermos, prisioneros, niños maltratados y abusados, poblaciones que pasan hambre y carecen del acceso a la educación o los servicios médicos imprescindibles, en esa misma medida, te lo aseguro, dejaremos de vernos como extraños que viven en islotes confesionales enemistados y comenzaremos a descubrirnos como lo que verdaderamente somos: hermanos de una misma familia en el seguimiento de Jesús. No conozco sinceramente ninguna familia en la que todos piensen y sientan igual, pues la fraternidad incluye las diferencias. El asunto está en que pongamos en el centro de nuestras inquietudes aquello que nos une: la fe en Dios, el seguimiento de Jesús crucificado, la acción vivificadora y renovadora del Espíritu Santo. Últimamente el Papa Francisco ha reconocido un Ecumenismo del Martirio de cara a los cristianos perseguidos en Oriente Medio e Irak, para quienes el bautismo de sangre y la Cruz se han vuelto experiencia común. En Europa, durante los años del Fascismo, más contribuyó al ecumenismo el sufrimiento compartido por ortodoxos, católicos y evangélicos en los campos de concentración, que muchos libros y reflexiones eruditas. En América Latina también nos unieron en el pasado las luchas de liberación. Y en el mundo globalizado de hoy, además de las causas antedichas, contribuiría a unirnos ecuménicamente el empeño compartido por proteger nuestro planeta de la destrucción (9).

 

Si más que por hacer proselitismo nos preocupáramos de esas causas, nos convertiríamos de la noche a la mañana en hermanos unidos por el Evangelio y en buena noticia para el mundo. Entonces seríamos escándalo evangélico. Los Donald Trump y sus congéneres no podrían ampararse ya más en nuestras iglesias para legitimar sus políticas excluyentes, belicistas y antiecológicas, ni tampoco otros sus actos de corrupción. Nos perseguirían y toparíamos con aquella paradójica situación descrita en el siglo pasado por el escritor católico francés André Maurois, según la cual muchos que hoy visitan nuestras iglesias, se alejarían escandalizados de ellas, mientras que otros, que antes nunca acudieron –a pesar de ser sal de la tierra-, las llenarían de nuevo.

 

A propósito de la cuestión del proselitismo deseo citarte otro profundo pensamiento de Martín Lutero: “No se juzga a un maestro y doctor de la Iglesia por el número de oyentes, sino por el asentimiento de los afligidos” (10). Para Lutero la cuestión numérica es completamente secundaria ante lo cualitativo de la theologia crucis. Un mártir o un testigo genuino de la fe pesan más para la Iglesia que una exaltada multitud. En la misma medida en que aliviemos estructuralmente la carga de los oprimidos, en esa misma medida seremos hombres y mujeres de Iglesia, en búsqueda de un amor eficaz (Gál 5,6).

 

Muchas de las causas que condujeron a la ruptura entre nuestras iglesias no tienen ya más vigencia. Los católicos reconocemos que a principios del siglo XVI había en nuestra Iglesia muchas situaciones escandalosas. Lutero en un inicio quiso reformar la iglesia, no dividirla (11), pero la dinámica desatada por el conflicto lo llevó a la ruptura (12). Él hizo un llamado a la penitencia y conversión; su propósito era que Cristo brillara en los corazones, sacándolo de las tinieblas que en aquel momento lo ocultaban (13). Que esto lo haya reconocido el propio Papa Francisco en su viaje a Suecia para conmemorar el quinto centenario de la Reforma, tal vez no resulte tan novedoso (aunque no deja de ser insólito que un Pontífice romano humildemente se sume a la conmemoración de la Reforma (14). Te diré sin embargo algo que tal vez no sepas: Adriano VI, Papa contemporáneo de Martín Lutero, entregó a la Dieta de Nuremberg en 1522 una confesión de culpa donde textualmente decía: “Somos conscientes que durante algunos años muchas cosas abominables han tenido lugar en esta Santa Sede: abusos en asuntos espirituales, transgresiones de los mandamientos; ciertamente eso no ha hecho sino empeorar. Así que no es de extrañar que la enfermedad se haya propagado a los miembros, del Papa a los prelados. Todos nosotros, prelados y clero, nos hemos desviado del camino recto”. El pontificado de Adriano VI lamentablemente no duró sino veinte meses y su humilde y evangélica confesión de culpa más bien avivó, paradójicamente, el fuego de la polémica.

 

Son conocidas las feroces polémicas de Lutero contra el papado y hay quienes todavía las repiten en Nicaragua, estremeciendo el corazón de nuestra gente sencilla. Seamos claros: Lutero convivió con algunos de los peores Papas de la historia: nació en tiempos de Alejandro VI, el tristemente célebre Papa Borgia, creció durante el papado del aguerrido Julio II y fue condenado por el mundano León X, quien dijo: “Ya que Dios nos ha concedido el papado, disfrutémoslo”. Pero las cosas cambiaron y no es lícito extrapolar históricamente aquellos exabruptos al presente. El punto central del rechazo de Lutero al Papado no fue tanto su depravación moral, sino la pretensión de ponerse por encima de la autoridad de la Sagrada Escritura. (15)

 

Hoy la Biblia pertenece por igual a todos los cristianos. Uno de los propósitos fundamentales de Lutero fue llevar la Palabra de Dios al pueblo. Y lo logró con su revolucionaria traducción de la Biblia al alemán. Desde que Gutenberg inventó la imprenta se había impreso ya la Biblia dieciocho veces en Alemania, pero se trataba de traducciones de la Vulgata, no del hebreo y griego original. Igual que san Jerónimo en la antigüedad, Lutero acudió al texto original y lo tradujo con fuerza y precisión. Las traducciones anteriores eran anónimas, mientras que la suya tuvo nombre y rostro y estuvo unida a un suceso arrebatador como fue la Reforma. Su impronta duraría siglos. (En 1971 aprendía yo alemán en el Instituto Goethe de Blaubeuren y el primer libro que adquirí para ejercitarme en esa lengua, fue el Nuevo Testamento de Lutero; en diciembre de 1990 visité en compañía de mi amigo pastor Wieland Kastning el castillo de Wartburg, cerca de Eisenach, en Turingia, donde el astuto príncipe Federico de Sajonia ocultó a Lutero para protegerlo de la persecución de Carlos V. Allí tradujo en la clandestinidad el Nuevo Testamento y como precioso recuerdo de aquella visita conservo un volumen de su correspondencia de los años 1521 y 22, en la que mi amigo pastor me puso en la dedicatoria estas significativas palabras del reformador, comentando Gal 2,20: Ideo nostra theologia est certa, quia ponit nos extra nos: Pienso que nuestra teología es cierta, si nos saca de nosotros mismos. Algo que concuerda con lo dicho anteriormente).

 

Otro asunto fundamental, enfatizado por Lutero y acogido por el Vaticano II, es el del sacerdocio común de los fieles. Para la nueva eclesiología católica los laicos no somos más miembros pasivos frente a una jerarquía omnímoda, sino agentes apostólicos cuya vida entera, tanto familiar como profesional, personal como pública, emana del bautismo y está consagrada. En este punto nos hemos acercado a la Reforma. El Papa Francisco ha venido a enfatizar también el carácter sinodal de la Iglesia dentro de una eclesiología de comunión, en la que todo el Pueblo de Dios participa de los dones del Espíritu y aporta a la vida de la iglesia (16).

 

El énfasis de Lutero en que los ministerios eclesiales fueran practicados como servicios, en vez de como poder, nos une hoy también. El Papa Francisco insiste que no quiere obispos principescos (17), sino pastores con olor a oveja. En la formulación clásica de los principios del protestantismo que redactó Melancton en 1530, la Confesión de Augsburgo, hay apertura hacia el episcopado histórico, refrendada por Lutero en plena madurez: “El poder de los obispos, según el Evangelio, es un poder o mandato de Dios, para predicar el Evangelio, para perdonar los pecados y para administrar los Sacramentos. El poder de la Iglesia y el poder civil no debe ser confundido. El poder de la Iglesia tiene su propia comisión para enseñar el Evangelio y administrar los sacramentos” (18). También se proclama ahí en el artículo 10 sobre la Santa Cena: “El verdadero cuerpo y sangre de Cristo, bajo la apariencia de pan y vino, están realmente presentes y se distribuyen a los que comen la Cena del Señor” (19).

 

Lutero, eso hay que decirlo claramente en Nicaragua, fue devoto de la Madre de Cristo; combatió los excesos de la devoción mariana, que la exaltaban indebidamente hasta endiosarla o sustituir a Jesucristo, pero alaba su humildad y su fe. Para Lutero María es una mujer despojada de egoísmo que se entrega totalmente a Dios en su debilidad: “María es la Madre de Cristo y Madre nuestra”; “¡Oh tú, María, Virgen santa y Madre de Dios, tú eras casi nada y de poca consideración y Dios sin embargo te vio con estimación y con su grandeza realizó grandes cosas en ti” (20).

 

Durante siglos se ancló la polémica confesional en la disyuntiva justificación por la fe o justificación por las obras. Ambas fueron contrapuestas. Hoy, sin embargo, el diálogo ecuménico ha arribado a un consenso. En 1980, con motivo de la celebración del 450 aniversario de la Confesión de Augsburgo, católicos y luteranos firmaron un documento común, Todos bajo un solo Cristo: Declaración en torno a la Confesión de Augsburgo, en el que ambas iglesias se tienden recíprocamente las manos. Allí se afirma: «Un amplio consenso se dibuja sobre la doctrina de la justificación, que ha revestido una importancia decisiva para la Reforma: solamente por la gracia y la fe en la acción salvífica de Cristo, y no sobre el fundamento de nuestros méritos, hemos sido aceptados por Dios y recibimos el Espíritu Santo, que nos habilita y nos invita a realizar obras buenas» (21). Se eligió la simbólica ciudad de Augsburgo, en la que Lutero supo de su condena en 1518, para suscribir juntos la conciliatoria declaración. «Es mi esperanza –expresó entonces Juan Pablo II– que luteranos y católicos practiquen cada vez más una espiritualidad de comunión basada en aquellos elementos de vida eclesial que ya comparten, y que refuercen sus relaciones en la oración y el testimonio del Evangelio de Jesucristo»

Al celebrarse el V Centenario de Lutero en 1983, la Comisión mixta católico-luterana publicó otra importante declaración titulada Martín Lutero, testigo de Jesucristo. Y finalmente, en 1999, tanto la Iglesia Católica como la Federación Luterana Mundial suscribieron una Declaración conjunta sobre la doctrina de la justificación, en la que se logró un consenso ecuménico en torno a la tesis fundamental de Lutero de la salvación por la gracia (22).

Vale la pena recordar acá que en 1531, muy avanzada la Reforma y años después de que Lutero estigmatizara al Papa como Anticristo (23), en sus lecciones sobre la Carta a los Gálatas, dijo estas memorables palabras: “Si solamente logramos eso, que sea Dios el que por pura gracia justifique, entonces no solo querríamos cargar al Papa en nuestras manos, sino también besarle los pies” (24). Pongamos acá al lado suyo, de parte católica, estas otras memorables palabras del Papa Francisco en su programática encíclica Evangelii Gaudium: “Dado que estoy llamado a vivir lo que pido a los demás, también debo pensar en una conversión del papado. Me corresponde, como Obispo de Roma, estar abierto a las sugerencias que se orienten a un ejercicio de mi ministerio que lo vuelva más fiel al sentido que Jesucristo quiso darle y a las necesidades actuales de la evangelización” (25)

Todas estas cosas nos acercan mutuamente, sin obviar las diferencias que aún quedan. Walter Kasper sintetiza muy claramente la situación actual del diálogo ecuménico: “Ambas iglesias se entienden hoy como ecclesia semper renovanda et reformanda. De esta manera los católicos han aprendido de los evangélicos la importancia de la Palabra de Dios y de la Biblia, mientras que los evangélicos se han enriquecido con la importancia del simbolismo sacramental y la liturgia. Ambas iglesias se han enriquecido con el ecumenismo. En la cuestión de la comprensión de la iglesia y del ministerio eclesial, de donde partió la división de las iglesias, siempre hay diferencias que nos separan.” (26)

 

Por eso el diálogo debe continuar; la búsqueda de una diferencia reconciliada (27), modestamente representada por nuestra propia amistad ecuménica. Ambos sabemos que las irrefrenables polémicas de la época de la Reforma endurecieron las posiciones, avivaron el odio mutuo e impidieron reconocer el matiz de verdad que el otro aportaba. “Antes bien, diciendo la verdad por medio del amor, crezcamos en todo hasta Aquel que es la Cabeza, Cristo, de quien todo el cuerpo recibe trabazón y cohesión” (Ef 4,15). Se trata de edificar el Cuerpo de Cristo, la iglesia, en la verdad animada por el amor. Tal don del Espíritu debemos implorarlo, anhelarlo y anticiparlo con gestos ecuménicos a nuestro alcance. Desarrollemos un ecumenismo de la cotidianeidad, del encuentro amistoso y la escucha e intercambio fraterno. Practiquémoslo. Dios, decía Lutero, se alegra también por un chiste y una sonrisa (28).

 

Lutero ante todo quiso ser testigo del amor misericordioso de Dios, que acoge y perdona al pecador. El Evangelio de la gracia es su primera y última palabra. Confiando en la misericordia de Dios, pidamos ecuménicamente perdón por el pecado de nuestras divisiones, que son una herida abierta en el Cuerpo de Cristo. Me uno a las palabras del Papa Francisco: “Como Obispo de Roma y Pastor de la Iglesia Católica, quiero invocar misericordia y perdón por los comportamientos no evangélicos de parte de los católicos ante los cristianos de otras Iglesias. Al mismo tiempo, invito a todos los hermanos y hermanas católicos a perdonar, si hoy o en el pasado, han sido ofendidos por otros cristianos No podemos cancelar lo que ha sido, pero no queremos permitir que el peso de los pecados del pasado continúe contaminando nuestras relaciones. La misericordia de Dios renovará nuestras relaciones”. (29)

 

Para concluir, te revelaré algo muy íntimo: durante años he orado con Martín Lutero. Sus plegarias me parecen maravillosas, avivan mi fe vacilante y me estimulan a crecer en el amor. Me ofrezco por eso a traducirlas al español para los pastores nicaragüenses. Además de gran teólogo, Lutero fue gran orante. “¡Ah -decía no sin humor y picardía campesina- ya quisiera yo poder orar, así como un perro mira un pedazo de carne!” (30). Su discípulo Veit Dietrich, que lo escuchó orar, le escribió a Melancton: “¡Qué espíritu, que fe hay en sus palabras: ora con tal recogimiento, con tal esperanza y fe, como uno que habla con su padre carnal” (31).

 

Finalmente quiero expresar mi entrañable admiración por un hijo espiritual de Lutero, cuyo genio artístico incomparable expresó con humildad lo más profundo, lo más tierno y lo más ferviente de la mística del reformador, depurándolo de todo exceso polémico: Juan Sebastián Bach, cuyas sublimes creaciones musicales anticipan evangélicamente la meta del ecumenismo: adorar juntos a Dios, servir y amar a Cristo, dejarnos traspasar por su Palabra en el Espíritu y hacer penitencia por nuestros pecados.

 

Managua, 9-IX-2017.

NOTAS

  1. Oratio 6,3: Sources Chrétiennes 405, 128.
  2. Siguen datos proporcionados por Thomas Bruch, líder de la comunidad luterana de Inglaterra, en su artículo From conflict to commemoration, The Tablet, 29 October 2016.
  3. En su libro de 2016 sobre Lutero en perspectiva ecuménica, el propio cardenal Walter Kasper, responsable de las relaciones ecuménicas durante el pontificado de Juan Pablo II, ratifica esa expresión de hace más de 40 años del padre Caballero: “Para algunos Lutero ya casi se ha convertido en un Padre de la Iglesia compartido” (Martin Luther: Eine ökumenische Perspektive 2016, 9). El teólogo católico Karl Adam expresó en 1948 que un encuentro con Lutero y su teología representaba una de las posibilidades más prometedoras de servir a la unidad de la Cristiandad (Una Sancta in katholischer Sicht 1948, 77).
  4. Acerca de ellas advierte lúcidamente el teólogo católico Otto Hermann Pesch: “El verdadero escándalo de las pervertidas indulgencias no era tanto su increíble comercialización, lo que ya era bastante malo, sino la imagen de Dios que presuponían: Dios tiene que ser implacablemente justo –no hay pecado sin castigo! Pero según esta concepción, los hombres tienen una posibilidad, de, en cierto sentido, obligar a Dios a un acto de gracia, por medio de obras piadosas que el Papa estipula y que, en cierto sentido, a partir de su rigurosa justicia no puede responsablemente asumir. Para declarar esa concepción como imposible, como abiertamente en contradicción con el testimonio bíblico, no sería necesario desarrollar una teología “reformada”. Bastaría volver a Agustín –y a Pablo, cuya Carta a los Romanos Lutero acababa de comentar”. Luther und der Papst. Christ in der Gegenwart, 69. Jahrgang 2017.
  5. Citado por Heinrich Schlier, Wandlungen des Lutherbildes 1966, 184.
  6. Si bien es cierto que en la Escolástica tardía la Escritura se convirtió en un simple acápite de la filosofía y eso justamente provocó la reacción apasionada de Lutero, la teología católica, en continuidad con Rm 1, 19-20, no renuncia a la analogía entis: lo invisible de Dios desde la Creación del mundo se deja ver a la inteligencia a través de sus obras. El pensamiento paulino en este punto es dialéctico: si bien por una parte sostiene que Dios históricamente se esconde en la Cruz, no desdeña por otra su manifestación en la Creación. Para la visión bíblica la relación existente entre Dios y hombre, entre Creador y criatura, es central: somos imagen y semejanza de Dios, no simplemente homo peccator et reus, tal como lo concibió Lutero. El IV Concilio de Letrán (1215-16) definió clásicamente la analogía entre criador y criatura, postulando que cualquier similitud entre ellos es infinitamente sobrepasada por su diferencia y disimilitud. “Ante todo –plantea Heinrich Schlier- hay que considerar que ningún pensamiento analógico puede o quiere evitar el fracaso de la comprensión natural ante el escándalo de la Cruz. Si el pensamiento analógico se practica con esta reserva, entonces no es contrario a la theologia crucis” (Ibid. Schlier 186).
  7. Citas tomadas de Jaume Botey: A 500 Años de la Reforma Protestante: de la ruptura al diálogo, Cristianisme i Justícia, N. 204, junio 2017.
  8. Martín Lutero, El Magnificat traducido y comentado, Obras (editor T. Egido), Sígueme 1977, 178-179.
  9. Cabe aquí recordar aquel famoso bon mot atribuido a Lutero, formulado expresamente en un horizonte escatológico: “Si yo supiera que mañana iba a hundirse el mundo, plantaría un arbolito de manzano”.
  10. Citado por Gerhard Ebeling: Martin Luthers Weg und Wort 1983, 68.
  11. Wolfhart Pannenberg ha llegado incluso a expresar que el surgimiento de una iglesia luterana no demuestra el éxito de la Reforma, sino su fracaso. (Citado por Walter Kasper: Ibid. 29).
  12. “Roma –reconoce el cardenal Walter Kasper- tiene buena parte de la culpa de que el intento de reformar la iglesia haya desembocado en la ruptura de la Reforma” (Walter Kasper, Ibid. 29).
  13. El joven Lutero cosechó los frutos maduros del Humanismo, movimiento cultural de retorno a las fuentes: en la universidad de Wittenberg estudió Sagrada Escritura, griego y hebreo, obteniendo su doctorado en 1512, lo cual le preparó idóneamente para su futura traducción bíblica. En 1505 previamente había ingresado a una orden de espíritu pujante, la de los agustinos recoletos. Su mentor espiritual, Juan de Staupitz, le orientó hacia la espiritualidad mística de san Agustín y Bernardo de Claraval. A sus 14 años había asistido a la escuela catedralicia de Magdeburgo, regentada por los Hermanos de la Vida Común, que se nutrían de la Devotio Moderna, movimiento laico medieval que encontró su máxima expresión en la ferviente Imitación de Cristo de Tomás de Kempis (1380–1471), obra señera recién traducida y actualizada para nuestro tiempo por Leonardo Boff. Tal movimiento rechazaba una religiosidad de prácticas externas vacías y se orientaba hacia la búsqueda interior, cultivando la mística y mostrando preferencia por la doctrina espiritual de Taulero (1300-1361). Podemos decir por consiguiente que el joven Lutero fue un católico comprometido con las mejores tendencias eclesiales reformistas de su época. “Hoy, los historiadores coinciden en que Lutero fue una personalidad con una sincera sed de Dios, buscador de lo absoluto, que vivía profundamente la vida espiritual, y un buen monje, cumplidor y piadoso. Sin embargo, paralelamente, se habla de un alma angustiada, atormentada por los escrúpulos, obsesionada por el pecado, con la vivencia de un Dios del terror y de la justicia de Dios como castigo” (Jaume Bautey, Ibid. 7).
  14. Anteriormente, el 23 de septiembre de 2011, el Papa Benedicto XVI visitó en Erfurt con profunda emoción la sala capitular del convento de frailes agustinos donde Lutero celebró su primera misa y manifestó en esa ocasión: “Fue un error de la edad confesional haber visto mayormente aquello que nos separa, y no haber percibido en modo esencial lo que tenemos en común en las grandes pautas de la Sagrada Escritura y en las profesiones de fe del cristianismo antiguo”.
  15. Otto Hermann Pesch, Luther und der Papst, El teólogo papal Silvester Prierias escribió a Lutero el 7 de agosto de 1518: “Hereje es quien se desvía de la autoridad del obispo romano como de la regla infalible de la fe, de la que emana la fuerza y autoridad de la Escritura”. Ponía por tanto al Papa por encima de la Escritura. En consonancia con Lutero, el Concilio Vaticano II sostiene: “Este magisterio (de la Iglesia) no está por encima de la palabra de Dios, sino a su servicio, de modo que no enseña sino lo que ha sido transmitido” (Dei Verbum 10).
  16. Véase su discurso capital del 17 de octubre de 2015 en conmemoración del 50 aniversario de la institución del Sínodo de los obispos.
  17. Recordemos que en la época de Lutero los obispos alemanes eran príncipes en el sentido literal de la palabra: poseían grandes extensiones de tierra y muchos privilegios. Lutero en 1517 envió primero sus 95 tesis sobre las indulgencias a dos obispos príncipes: su ordinario de Magdeburgo y Alberto de Brandeburgo. Ninguno se dignó responderle. ¿Cuál hubiera sido el decurso de la historia si lo hubiesen tomado en serio? A raíz de ese ofensivo silencio, Lutero compartió el escrito con sus amigos y lo hizo público el 31 de octubre de 1517. El 30 de mayo de 1518 lo envió además directamente al Papa León X, junto con una carta muy respetuosa. El 7 de agosto de 1518 Roma le conminó a presentarse personalmente dentro de un plazo de 60 días para dar cuenta de sus escritos. El príncipe elector de Sajonia Federico el Sabio logró desplazar su interrogatorio a Ausgsburgo, el 8 de octubre. León X instruyó antes del encuentro al cardenal Cayetano, su legado, de que Lutero debía ser declarado hereje y, si no se sometía, enviado a Roma. El 13 de octubre Lutero, después de aflorar las primeras contradicciones teológicas de fondo con Cayetano, asesorado por Staupitz, presentó ante él un documento conciliatorio, declarando que ninguna de sus enseñanzas era contraria a la iglesia católica, pero que, si eso se demostraba, estaba dispuesto a renunciar a ellas. Su sola preocupación era la verdad. Tan solo pedía ser escuchado y, si estaba equivocado, que lo convencieran. Ante los argumentos de Lutero, exclamó Cayetano: “No he venido aquí a disputar contigo, retracta, o prepárate a sufrir las penas que has merecido.” Pero Lutero no estaba dispuesto a someterse a ninguna autoridad sin antes escuchar argumentos: “Declaro estar pronto a responder de palabra o por escrito a todas las objeciones que pueda hacerme el señor legado. Declaro estar pronto a someter mis tesis a las cuatro Universidades de Basilea, de Friburgo, de Lovaina y París, y a retractar lo que ellas decidan erróneo… Pero protesto solemnemente contra la extraña pretensión de obligarme a una retractación sin haber sido refutado.” A raíz de eso Lutero se dirigió otra vez a León X y apeló a un Concilio, petición que encontró oídos sordos. El Concilio no se celebraría hasta 1545 en Trento, cuando ya la ruptura era un hecho consumado. Estos hechos referidos muestran cómo el autoritarismo eclesial, primero de los obispos locales, luego del legado pontificio y por último del propio Papa León X, abortó las posibilidades de un acuerdo que evitara la ruptura.
  18. Confessio augustana, artículo 28.
  19. Artículo 10.
  20. Citado por Albert Luther, María en la historia del protestantismo, Nuevo Amanecer Cultural, página Cristianismo en Nicaragua del Centro Ecuménico Antonio de Valdivieso, El Nuevo Diario, Managua 29 de mayo de 1983.
  21. Cabe aquí recordar que ya en 1965, Heinrich Schlier clarividentemente sostuvo: “Las fórmulas sola gratia y sola fidei tienen un sentido que desde el punto de vista católico puede ser afirmado. Si sola gratia significa que la salvación es exclusivamente don de Dios y que el hombre sin la gracia es totalmente incapaz de salvación, entonces ese es un principio católico, pues es enseñanza expresa del Concilio de Trento, que en este punto dio una respuesta positiva a la inquietud de la teología de la justificación de Lutero. Tan válido es esto, que vale la pena recordar acá unas palabras de (Adolf von) Harnack, de que si esto claramente se hubiera dicho (se hizo en la sexta sesión conciliar del año 1547) al principio de la Reforma, el camino teológico de la Reforma hubiera tomado otro rumbo” (Schlier Ibid. 174).
  22. El más reciente documento se titula Del conflicto a la comunión, conmemoración conjunta Luterano-Católica Romana de la Reforma en 2017. Dichos documentos están disponibles en internet. La tesis fundamental de Lutero era ésta: “No nos volvemos justos obrando justamente, sino porque nos volvemos y somos justos, obramos justamente” (Citado por Ebeling, Ibid. 77).
  23. En la Edad Media los representantes del ala radical de la orden franciscana, los llamados Fratizellen, a partir de 2Tes 2,1-12, también calificaron al Papa como Anticristo; en los siglos XIII y XIV esa descalificación escatológica era un recurso polémico habitual contra los Papas, el Papado y la Iglesia romana.
  24. Citado por Otto Hermann Pesch, Luther und der Papst.
  25. Evangelii Gaudium 32.
  26. Walter Kasper, Ibid. 52-53.
  27. Expresión de Oscar Cullmann, retomada por el Papa Francisco.
  28. Citado por Gerhard Ebeling, Ibid. 77.
  29. Alocución del Papa en la solemnidad de la conversión de san Pablo, el 25 de enero de 2016.
  30. Citado por Ebeling, Ibid. 84.
  31. Heute mit Luther beten, eine Sammlung von Luthergebeten für die Gegenwart, herausgegeben von Frieder Schulz, Gütersloh 1978 Vorwort.

Iglesia y Sociedad

DECLARACIÓN DE MANÍ 2017

6 Oct , 2017  

Nos reunimos en el pueblo de Maní, el “tuch” de esta tierra maya, representantes campesinos y campesinas de: Valladolid, Tekom, Tixcacalcupul, San José Montecristo, San Isidro, Tabi, Maní, Mama, Dzemucut, Ek Balam, Teabo, Mayapán, Peto, Mérida y Chunhuhub (Q. Roo), junto con personal de las instituciones UADY, UACH, XEPET y Heifer, para la celebración del Día del Campesino y la Campesina 2017, en la sede de la Escuela de Agricultura Ecológica U Yits Ka’an. Los últimos eventos que han sacudido una gran parte del territorio nacional, afectando más severamente a las comunidades rurales, nos confirma que estamos ante una grave crisis climática, cuyos efectos son cada vez más notorios. Son muchos los problemas que nos aquejan y nos ponen alerta. Por eso

DENUNCIAMOS

  • La deforestación, especialmente para el establecimiento de la ganadería y los monocultivos mecanizados. Nos duele la tala de árboles, que nos quita sombra y vida, fertilidad y lluvia, solamente para favorecer las ganancias de unos pocos. Se destruye el monte para poner en marcha monocultivos que ven la producción no como sustento de vida, sino como mercancía.
  • Como consecuencia de la deforestación y el cambio climático, son cada vez más largas las secas. En algunas partes la sequía ha llegado a durar más de ocho meses, matando miles de organismos vivos en la tierra, cuando se riega rápidamente queda seco el suelo, como si no absorbiese el agua Los ciclos productivos se alteran.
  • El uso y abuso de agroquímicos envenena nuestra Madre Tierra de Yucatán, porque mata todos los microorganismos buenos, y nos afecta muchísimo porque comemos alimentos envenenados. Muchos campesinos en Yucatán usan fertilizantes químicos en sus milpas, como el 18-46-00 que viene en los paquetes de los programas de gobierno. No existe una política pública que obligue a las empresas que venden agroquímicos a recuperar esos envases. Muchas familias, para no desyerbar, rocían herbicidas dentro de la población, perjudicando a sus vecinos.
  • Nos preocupa la contaminación del agua en nuestros territorios. Se hacen muchos pozos pluviales, contaminando así las aguas subterráneas, y muchas veces se usan los antiguos pozos para sumideros. Hay huellas de contaminación incluso en los cenotes y no hay una política gubernamental efectiva para defenderlos y castigar a quienes los contaminen. La lucha reciente del pueblo de Homún contra una empresa de producción industrial de cerdos revela que no hay disposición del gobierno para poner un alto a la contaminación de nuestras aguas.
  • Vemos con rabia cómo nos van despojando poco a poco de nuestros territorios por la llegada de empresas inmobiliarias, de energía eólica, de siembra de transgénicos, etc. El ejido, en lugar de defender el territorio del pueblo, se ha hecho cómplice con ventas desmedidas. Estamos preocupados por el anuncio del establecimiento de parques eólicos en nuestro estado; no nos han informado ni nos han preguntado qué pensamos del uso de nuestros territorios. Como pueblo originario tenemos derecho a ser consultados. Muchas de estas acciones favorecidas por el gobierno están provocando la fragmentación de nuestros pueblos.
  • Sufrimos también el problema de la basura, que se acumula y quema en los basureros de nuestros pueblos. Reconocemos también que muchos de nosotros quemamos basura y llantas y usamos el plástico PET para encender nuestro fogón. Agravamos el cambio climático cuando abusamos del transporte que usa gasolina: los permisos para mototaxis se incrementan en exceso.
  • Constatamos la existencia de políticas que provocan la destrucción de nuestros manglares, sacrificando la naturaleza para construir hoteles de lujo y olvidando el deber de justicia que tenemos para las siguientes generaciones humanas y para con todas las especies.

La tradición de nuestros abuelos y abuelas y la espiritualidad que hemos heredado como pueblo maya, nos anima a respetar a la Madre Tierra, que es un ser vivo y no una simple mercancía. Por eso, ya desde tiempos antiguos, tenemos prácticas respetuosas con el medio ambiente. Desde esta tradición de nuestros antepasados, que queremos honrar y actualizar, damos las siguientes:

PROPUESTAS

  • Hagamos prácticas agroecológicas. Hagamos producción intensiva de cultivos aprovechando mejor los espacios de tierra. Difundamos la agricultura ecológica. Queremos que los campesinos siembren policultivos. Que hagan milpa asociada, porque ese es el futuro de los pueblos. Urge cambiar nuestras costumbres de cultivo que dañan el medio ambiente y a nuestras familias.
  • Preocupémonos por la salud de nuestros suelos. La tierra necesita nutrirse para darnos un alimento sano. ¡Conservemos los árboles nativos! Aprovechemos el estiércol de nuestros animales para elaborar composta. Fijemos nitrógeno en el suelo sembrando mucuna y humus de lombrices.
  • Dejemos de usar agroquímicos y detergentes contaminantes. Usemos menos insecticidas y recurramos a alternativas biológicas. Usemos detergentes que sean biodegradables.
  • Utilicemos cada vez menos plástico y utensilios desechables, que terminan en nuestros mares contaminándolos. Caminemos más y usemos bicicletas y triciclos para nuestro transporte.
  • Difundamos la convicción de oponernos a los agroquímicos.
  • Trabajemos para invitar a los hijos/as y a las nuevas generaciones a la agricultura sana, porque de ella depende la producción de nuestros alimentos.

¡La Madre Tierra está viva! ¡Ella es nuestro prójimo: tratémosla como quisiéramos que ella nos trate!

HACEMOS LOS SIGUIENTES COMPROMISOS Y EXIGENCIAS:

  1. Contra del uso de agrotóxicos. Nosotros fertilizamos la tierra: utilizando microorganismos, con composta y lombricomposta, sembrando mucuna y frijol terciopelo fijadores de nitrógeno. ¡Los agrotóxicos envenenan a la Madre Tierra!
  2. Comprometidos con la reforestación. No cortaremos ningún árbol sin haber sembrado al menos dos para sustituirlo. Un planeta con muchos árboles, es un planeta con vida para todas las especies.
  3. Somos campesinos y campesinas y estamos orgullosos de serlo. De nuestro trabajo depende en gran parte la alimentación de todas las personas que habitan este planeta. Por eso proclamamos que nuestro trabajo merece respeto y apoyo.
  4. Seguiremos usando técnicas agroecológicas para mejorar la producción y mantener a la tierra sana: cosechamos gas metano y lo usamos en nuestras cocinas, cuidamos las abejas nativas que garantizan la polinización, usamos las excretas de los animales para la composta y queremos que estas técnicas se propaguen.
  5. Queremos heredar estos conocimientos que hemos recibido de nuestros abuelos y abuelas y que hemos acrecentado con nuestro esfuerzo a las próximas generaciones. Exigimos que nuestros hijos puedan aprender a cultivar la tierra desde pequeños, sin que nos acusen de explotación infantil.
  6. La contaminación es responsabilidad de todos. Reconocemos que también nosotros contaminamos. Nos comprometemos a cuidar mejor el reciclaje de nuestra basura y exigimos plantas de tratamiento para residuos en nuestros municipios.
  7. La soberanía alimentaria que perseguimos no consiste solamente en producir mejor y más sanamente, sino también en regular nuestro consumo. Nos comprometemos a cuidar lo que comemos y a no favorecer el consumo de productos chatarra y refrescos que son pura azúcar.
  8. Queremos continuar con nuestros procesos de organización. Hijos e hijas del pueblo maya, sabemos que solamente unidos y organizados con gente de otros pueblos mayas, podemos enfrentar las amenazas a nuestras tierras y territorios.

Hacemos un llamado a las autoridades del estado y de nuestros municipios para que dejen de promover agrotóxicos; a las instituciones de educación en todos los niveles les pedimos mayor cercanía a nuestras necesidades; a todos los y las campesinas que en la península trabajan y producen desde la agroecología les exhortamos a seguir luchando. Finalmente queremos decir que nos duele el dolor de tantos hermanos y hermanas que están viviendo momentos difíciles en varios estados del país. Exigimos al gobierno, en sus diversos niveles, cumpla con su responsabilidad de vigilar la calidad de las obras de construcción que se realizan y deje de otorgar permisos de construcción en lugares no adecuados para el establecimiento de viviendas.

Maní Yucatán

29 de Septiembre de 2017

Iglesia y Sociedad

La batalla de Homún por su autodeterminación

27 Sep , 2017  

Para los 43: ¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!

Seguramente muchas de las lectoras y lectores de esta columna han visitado los cenotes de Homún y Cuzamá. La experiencia es singular: un ‘truck’ jalado por un caballo y la posibilidad de visitar tres cenotes por un precio módico. Incluso puede el usuario del servicio nadar algunos minutos en alguno de ellos.

Después de los vestigios de las ciudades mayas antiguas, probablemente sean los cenotes uno de los más grandes atractivos turísticos en el territorio del pueblo maya. Las comunidades mayas de Homún, Cuzamá y sus alrededores, han aprovechado este interés turístico por los cenotes y han organizado distintos itinerarios que siguen el mismo esquema del ‘truck’, aunque los cenotes visitados sean distintos, dada su abundante cantidad en esa zona.

Pero los cenotes no son solamente atractivos turísticos, desde luego. Son también la reserva hídrica que garantiza el abastecimiento de agua para la península. Y su importancia fue reconocida ya por el Gobierno del Estado al proteger, vía decreto, el Anillo de Cenotes, desde el año 2013, como reserva de captación de agua para el Acuífero Península de Yucatán.

Así que ya imaginarán ustedes la bomba que significó para el pueblo maya de Homún enterarse de que una empresa porcícola pondría una granja con capacidad para más de 40,000 cerdos en las inmediaciones del municipio. La batalla ha comenzado entre el pueblo y la empresa. Justamente el día de hoy en que escribo esta nota, 27 de septiembre de 2017, se ha llevado a cabo el anuncio de las medidas que el pueblo de Homún tomará para la defensa de los cenotes en contra de la pretensión de la empresa de (im)poner su granja. En su batalla por la defensa de su autodeterminación como mayas, dado que ninguna instancia les consultó o preguntó sobre la intención de montar esa granja en su territorio, y por la defensa del medio ambiente, el pueblo de Homún ha hecho pública su intención de organizar una consulta para conocer la opinión de todos los habitantes.

Los dejo mejor hablar a ellos, que han presentado públicamente el documento que ahora les comparto.

 

EL PUEBLO DE HOMÚN, GUARDIÁN DEL AGUA

 La preocupación popular

Aquí en Homún y en nuestros alrededores miramos con inquietud la construcción de una mega granja porcícola sin autorización nuestra y nos preocupan las posibles afectaciones que pudiese tener en nuestro pueblo su funcionamiento.

Nuestro pueblo

Homún es un pueblo maya de tradiciones ancestrales, y rodeado de cenotes con los que mantiene una estrecha relación cultural y simbólica. En el pueblo habitamos 7,670 habitantes; la mitad de la población económicamente activa se dedica al ecoturismo centrado en los cenotes y las lagunas como principal actividad económica.

En nuestro pueblo se encuentran dos áreas naturales protegidas: la Reserva Estatal Geohidrológica del Anillo de Cenotes y el Parque Estatal Lagunas de Yalahau.

Reserva Estatal Geohidrológica del Anillo de Cenotes

Homún es uno de los 53 municipios dentro del Anillo de Cenotes, el cual fue decretado como área natural protegida por el Gobierno del Estado de Yucatán, según el decreto 117, publicado en el Diario Oficial del Estado el 28 de octubre de 2013. La reserva tiene la capacidad de disponer agua limpia para una zona metropolitana cuatro veces del tamaño actual y nuestro pueblo está ubicado en la zona de “recarga” de dicha reserva, que prohíbe expresamente actividades que no sean compatibles con el cuidado del medio ambiente o que tengan un impacto negativo en los ecosistemas, de acuerdo con los artículo 7 y 8 del decreto 117.

Se reitera la importancia del Anillo de Cenotes como la zona de captación para el Acuífero Península de Yucatán, además de ser la fuente de agua dulce utilizada por la fauna que se distribuye en el Estado de Yucatán, y por su importancia como sitio de descanso en la ruta de diversas aves acuáticas durante sus migraciones al sur del continente, aunado a su enorme contenido de endemismos de peces de agua dulce y de anfibios de la región.

Parque Estatal Lagunas de Yalahau

Como ya mencionamos, en nuestro territorio se encuentra el área natural protegida denominada “Parque Estatal Lagunas de Yalahau”, ubicada en los municipios de Homún, Huhí, Tekit y Sotuta, en el Estado de Yucatán, con una superficie 5,683.28 hectáreas. decretada por el gobierno estatal mediante el decreto número 202, publicado en el Diario Oficial del Estado de Yucatán el 8 de junio de 1999, que circunscribe un total de 4 lagunas y diversos cenotes (un total de 203). El tipo de vegetación presente en el Parque corresponde al de selva baja caducifolia inundable y selva mediana subcaducifolia, siendo albergue de numerosas especies de  flora y fauna endémicas, incluso de varias que están bajo algún estatus de riesgo, de acuerdo a la Norma Oficial Mexicana (NOM-059-SEMARNAT-2001) cuya conservación es indispensable por ser de interés para la comunidad.

Por la riqueza de sus ecosistemas y estado de conservación de estas dos áreas naturales protegidas, el 2 de febrero de 2007 con base en el  Convenio sobre Humedales de Importancia Internacional conocido como Convenio Ramsar, se declaró a la Reserva Estatal Geohidrológica del Anillo de Cenotes y al Parque Estatal Lagunas de Yalahau como Humedales de Importancia Internacional  (certificado RAMSAR).

La mega granja

A pesar de que en Homún se encuentran dos áreas naturales protegidas, el día 13 de octubre del 2016 se otorgó por parte del Presidente Municipal de Homún, el permiso de uso de suelo para la construcción de naves porcícolas y tratamientos de aguas residuales; dicha construcción se encuentra actualmente en construcción en el predio marcado con el número catastral ciento diez ubicado a la altura del kilómetro ocho, carretera Homún – Huhí.

La Mega Granja Porcícola ocuparía un área de ciento diecisiete hectáreas (117 has.) para contar con aproximadamente 45,000 cerdos; la amenaza real que representan las aguas residuales, aguas negras, de semejante cantidad de cerdos, es el motivo de alarma para nuestro pueblo y los pueblos aledaños, pues la construcción y funcionamiento de esta granja podría contaminar el suministro de agua en el Anillo de Cenotes y las lagunas de Yalahau, poniendo en riesgo el acceso al agua para toda la zona metropolitana de la capital del Estado, así como afectar la flora, fauna y el bienestar económico del pueblo de Homún.

 Procesos legales

El 13 de octubre de 2016 el Presidente Municipal de Homún, Enrique Echeverría Chan, sin consultar al pueblo y sin contar con una Manifestación de Impacto Ambiental (MIA), otorgó el permiso de construcción de naves porcícolas y unidades de tratamiento de aguas residuales a “Producción Alimentaria Porcícola”, Sociedad de Producción Rural de Responsabilidad Limitada de Capital Variable para efectuar la construcción de la ya mencionada Mega Granja Porcícola.

Ante esto, las y los pobladores de Homún se organizaron y presentaron escritos solicitando la intervención de diversas autoridades, tales como el Gobernador del Estado de Yucatán, SEDUMA, SEMARNAT, PROFEPA, CONAGUA y al Ayuntamiento de Homún con el fin de evitar un daño irreversible al medio ambiente.

El 29 de junio de 2017, mediante sesión extraordinaria el cabildo del Ayuntamiento de Homún, se revocó los permisos otorgados a “Producción Alimentaria Porcícola”, teniendo esta revocación como uno de sus fundamentos el Decreto 117 que establece la Reserva Estatal Geohidrológica del Anillo de Cenotes.

Sin embargo, la empresa “Producción Alimentaria Porcícola” promovió ante el Tribunal de Justicia Fiscal y Administrativa del Poder Judicial del Estado de Yucatán, un Juicio Contencioso Administrativo en contra del Ayuntamiento y del Presidente Municipal de Homún, demanda que qued+o radicada con el número de expediente 91/2017. Con motivo de esa demanda, el 18 de julio de 2017 el Magistrado Miguel Diego Barbosa Lara, otorgó a la empresa la suspensión de los actos que reclamaron ya que consideró que el continuar con la construcción de la Granja no representa un perjuicio a un evidente interés social ni contraviene disposiciones de orden público. La audiencia de pruebas y alegatos de este juicio se fijó para el 28 de Septiembre del presente año.

Por otra parte, la SEDUMA ya autorizó a la empresa la Manifestación de Impacto Ambiental, sin haber observado el principio precautorio que establece que las autoridades deben tomar las medidas necesarias a fin de evitar un posible daño ambiental y a la salud, cuando no hay evidencias científicas suficientes, para asegurar que dicho daño no será producido.

Nosotras, las y los pobladores de Homún, ante tales acontecimientos hemos iniciado diversos recursos legales, tales como la presentación de dos demandas de amparo ante el Poder Judicial de la Federación, la intervención también en el juicio iniciado por la empresa para defender ante el Tribunal de Justicia Fiscal y Administrativa del Poder Judicial del Estado de Yucatán el derecho a decidir de nuestro pueblo y al medio ambiente sano, así como diversas denuncias ante la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA).

Para nosotros es claro que la actividad porcícola, en una zona donde existen dos áreas naturales protegidas, no es una actividad que resulte compatible con el ordenamiento territorial y el programa de manejo de un área natural protegida, ya que de acuerdo al artículo 7 del Decreto 117 donde se establece la Reserva Estatal Geohidrológica del Anillo de cenotes, las modalidades a las que se sujetará el uso de suelo dentro de la reserva serán aquellas que sean compatibles con el aprovechamiento y  preservación de los recursos naturales, así como con la integridad funcional y las capacidades de uso de los ecosistemas.

Nuestros Derechos

Deben respetar nuestros derechos humanos como pueblo maya, por mencionar algunos, a la libre determinación, a la autonomía, a un medio ambiente sano, al agua y a la salud que las siguientes leyes internacionales, nacionales y estatales contemplan:

Marco Jurídico Internacional

La Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas establece los derechos colectivos e individuales de los pueblos indígenas en el ámbito internacional. Junto con los derechos a sus tierras, bienes, recursos vitales, territorios y recursos, su cultura, identidad y lengua, el empleo, la salud y la educación, el pueblo de Homún tiene el derecho a la libre determinación política y económica y el derecho al consentimiento libre, previo e informado.

Según los principios de la libre determinación y el derecho al consentimiento, el pueblo maya tiene derecho a dar, negar, y/o retirar su consentimiento a un proyecto que les afecte a ellos o sus territorios. Tiene el derecho de negociar las condiciones de diseño, implementación, supervisión y evaluación de los proyectos. El consentimiento libre, previo e informado es dado voluntariamente y sin coacción, intimidación o manipulación y es un proceso auto-dirigido por la comunidad misma.

En este sentido el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales, y Culturales afirma que “en ningún caso podría privarse a un pueblo de sus propios medios de subsistencia,” que en este caso implica el mantenimiento de la calidad del agua en los cenotes alrededor de Homún (Artículo I, párrafo 2). Se pone en riesgo este derecho junto con el derecho a la libre determinación porque la mitad de la población depende de la calidad del agua para su principal actividad económica que es el turismo de cenotes.

Es decir, el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales, y Culturales consagra el derecho a la libre determinación de los pueblos, que en concordancia con el Convenio 169 de la OIT se interpreta como el derecho de los pueblos y comunidades indígenas a establecer libremente y sin interferencias externas su condición política y su desarrollo económico, social y cultural, para lo que deben disponer libremente de sus riquezas y recursos naturales. En ningún caso podría privarse a un pueblo de sus propios medios de subsistencia y establece la obligación de los Estados a respetar ese derecho.

Marco Jurídico Nacional

A nivel nacional, el artículo 4 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos consagra el derecho que tiene toda persona al agua y a un medio ambiente sano para su desarrollo y bienestar, regulando la preservación y restauración del equilibrio ecológico y la protección al medio ambiente en el territorio nacional, derecho que se encuentra reconocido además en el artículo 11 del Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre  Derechos Humanos en materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, “Protocolo de San Salvador”.

En este sentido la protección del medio ambiente y los recursos naturales, es de tal importancia que significa el «interés social» de la sociedad mexicana e implica y justifica, en cuanto resulten indisponibles, restricciones estrictamente necesarias y conducentes a preservar y mantener ese interés, precisa y puntualmente en las leyes que establecen el orden público.

Con esto no sólo se protege el derecho de las personas a un medio ambiente sano para su desarrollo y bienestar, sino también el adecuado uso y explotación de los recursos naturales, la preservación y restauración del equilibrio ecológico y el desarrollo sustentable; por tanto la protección del medio ambiente, así como la necesidad de proteger los recursos naturales, la preservación y restauración del equilibrio ecológico, son principios fundamentales y constituyen un derecho humano.

Marco Jurídico Estatal

A nivel local la Constitución Política del Estado Libre y Soberano de Yucatán establece en el artículo 2 los derechos del pueblo maya y en su artículo 7BIS reconoce nuestro derecho como pueblo maya a organizarse para el uso y disfrute de sus recursos naturales, el derecho a elegir el modelo de desarrollo y los proyectos que afecten su medio ambiente y sus actividades socioeconómicas.

Por lo que, con fundamento en nuestro derecho a la libre determinación que como pueblo maya tenemos, hemos decidido las y los pobladores de Homún, representados por el comité Ka´anan Dzonot, organizar un proceso de consulta sobre la granja porcícola en nuestro pueblo y futuros posibles proyectos que puedan contaminar nuestro medio ambiente, poner en riesgo nuestra salud, amenazar a una de las principales actividades económicas del pueblo que consiste en el turismo ecológico, visitas guiadas a los cenotes y paradores turísticos alrededor de la zona, así como afectar nuestro patrimonio biocultural.

Próximos Pasos

Quienes suscribimos la presente, el Comité maya “Kana’an Ts’onot”, queremos informarles que hemos decidido, en plena autonomía de nuestros derechos y de acuerdo a nuestros usos y costumbres, organizar una consulta para que el pueblo de Homún decida sobre la Mega granja porcícola que se está construyendo por el camino que conduce de nuestro pueblo hacia Huhí. Nosotros sabemos que la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos indígenas, el Convenio 169 de la OIT (Organización Internacional del Trabajo) sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes, el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y la Constitución Estatal de Yucatán (artículo 7 BIS) reconocen que somos los mayas que vivimos en Homún quienes debemos decir cómo debe de ser la vida en nuestro pueblo.

Por lo que, siguiendo los estándares internacionales de consulta del Convenio 169 de la OIT, la consulta constará con una fase informativa que se efectuará los días viernes 29 de septiembre y miércoles 04 de octubre del presente año, donde las autoridades del gobierno involucradas como la SEDUMA, PROFEPA, CONAGUA, SEMARNAT, INAH, los representantes legales de la granja, científicos y comunidades testimoniales, nos proporcionarán la información sobre las posibles afectaciones que esta mega granja porcícola tendrá respecto a nuestros derechos colectivos como pueblo maya, al medio ambiente sano, a nuestras actividades económicas y culturales, a nuestros montes y nuestras aguas.

De igual manera, el próximo domingo 08 de octubre el pueblo deliberará, acordará e informará en Asamblea las decisiones tomadas en la consulta tras el diálogo con autoridades y expertos y la toma popular de acuerdos.

 

Iglesia y Sociedad

Tres años de resistencia

28 Ago , 2017  

El domingo 27 de agosto, compañeras y compañeros de la Unión de Pobladores de Chablekal celebraron tres años de resistencia y lucha jurídica. La celebración se realizó en el polígono MisneBalam, tierras de las que tomaron posesión hace tres años y que, por orden judicial, no se pueden vender hasta que se resuelva el juicio que iniciaron. Esta lucha ha sido compartida y comentada en varias ocasiones en esta columna.

Con mucho gusto, comparto hoy, que se cumplen los tres años de resistencia, el comunicado que emitió la Unión de Pobladores, después de la celebración y convivencia que tuvo lugar ayer domingo en el polígono MisneBalam, que incluyó actividades con los niños y niñas para reconocer los diversos árboles del monte

***

Tres años de resistencia y lucha jurídica para defender la tierra y territorio de Chablekal

Comunicado de la Unión de Pobladores y Pobladoras de Chablekal por el Derecho a la Tierra, al Territorio y los Recursos Naturales

El próximo lunes 28 de agosto se cumplen tres años de habernos constituido y conformado en la Unión de pobladoras y pobladores de Chablekal por el Derecho a la Tenencia de la tierra, el Territorio y los Recursos Naturales para defender al pueblo del despojo y de la venta indiscriminada de nuestras tierras, de la ambición y de la corrupción.

Quienes conformamos la Unión nos mantenemos firmes y en posesión del polígono ejidal denominado Misnebalam.

Por lo tanto, ante los rumores insistentes que circulan en Chablekal acerca de una posible venta del polígono denominado MISNE BALAM, ante el silencio y terquedad del ejido y la de todo su equipo y la continua amenaza de que Carlos Abraham Mafud va a comprar el polígono antes referido, la Unión de Pobladores de Chablekal por el derecho a la Tierra, al Territorio y a los Recursos Naturales damos a conocer una vez más, que dichas tierras NO PUEDEN VENDERSE, pues desde el pasado quince de noviembre del año 2016, el Tribunal Unitario Agrario, con sede en esta ciudad de Mérida, fue obligado por un Juez Federal a otorgar la suspensión y medidas precautorias para evitar que se sigan vendiendo las tierras de uso común del Ejido de Chablekal, las cuales se encuentran en posesión de las y los pobladores.

El acuerdo dictado establece “Que al advertirse la demanda principal solicitada (por la Unión de pobladoras y pobladores) que medularmente exige el reconocimiento de avecindados del ejido demandado y consecuentemente, los posibles derechos de posesión en caso de obtener una sentencia favorable, a efectos de salvaguardar la materia de la demanda (…) SE CONCEDE LA MEDIDA PRECAUTORIA, a efectos de que las cosas se mantengan en el estado que actualmente guardan hasta en tanto se dicte sentencia en el presente asunto, esto es, que la parte demandada, es decir el ejido de Chablekal, RESPETE LA SUPERFICIE DE TIERRAS QUE TENGAN EN POSESIÓN LOS INTEGRANTES DE LA UNIÓN DE POBLADORAS Y POBLADORES, QUE SON LA PARTE ACTORA DEL PRESENTE JUICIO AGRARIO.

Así lo acordó y firmó el Licenciado Juan Rodolfo Lara Orozco, Magistrado del Tribunal Unitario Agrario del distrito 34, quien actúa ante el Licenciado Carlos Luna Ruiz, secretario de acuerdos.”

Dicha suspensión es una medida precautoria que ordena al ejido de Chablekal dejar las cosas en el estado en que se encuentran, en este caso, que se respete la superficie de tierras que tenemos en posesión, en tanto se resuelve el juicio agrario que mantenemos.

La Unión de Pobladoras y Pobladores de Chablekal hacemos del conocimiento público esta medida precautoria, para efectos del conocimiento de la asamblea general de ejidatarios, mismos que, a decir de muchos de sus integrantes, hasta ahora no han sido informados debidamente por las autoridades en turno que integran el comisariado ejidal y el consejo de vigilancia.

Tiempos nuevos, leyes nuevas, un nuevo orden.

Los tiempos están cambiando, los ejidatarios de ahora piensan que la tierra es solamente de aquel que tenga un papel o certificado agrario; esa es la razón por la que los viejos ejidatarios se creen dueños de toda la tierra. Ya no es así. Hoy en día existen leyes que protegen los derechos de los pueblos. En México estas leyes son más grandes que la ley agraria. Los pueblos conscientes de estas leyes las están exigiendo para proteger sus territorios, Chablekal es uno de esos pueblos que ahora defiende su territorio ante las ventas indiscriminadas, la ambición y la corrupción.

Finalmente es preciso señalar que, en caso de que el comisariado ejidal y la Asamblea general de Ejidatarios vendan dichos terrenos, cometerán el delito de desobediencia a una orden judicial, mismo que puede recibir una sanción penal o en su caso administrativa.

¡Un pueblo que NO lucha por sus derechos, es un pueblo que renuncia a su Libertad!

¡En el pueblo, manda el Pueblo!

La tierra es del pueblo, no del ejido.

En Chablekal queremos seguir siendo un pueblo maya

Atentamente,

Unión de Pobladores y Pobladoras de Chablekal por el Derecho a la Tierra, al Territorio y los Recursos Naturales

Polígono de Misnebalam, Chablekal, 27 de agosto de 2017

Iglesia y Sociedad

Inventario

8 Ago , 2017  

Eduardo del Río, in memóriam

Hace más de tres años que falleció José Emilio Pacheco. Extraordinario poeta, narrador e investigador de la cultura, su ausencia se hace cada vez mayor. Una faceta de su quehacer cultural ha quedado desperdigada en las páginas de la revista Proceso. Me refiero a la legendaria columna Inventario, con la que semana a semana José Emilio iluminaba las páginas del semanario. Habíamos quienes comprábamos la revista principalmente para gozar de las páginas de Inventario.

Inventario comenzó a publicarse en agosto de 1973 en el Diorama de la Cultura, del periódico Excélsior de tiempos de Julio Scherer y, después del golpe echeverrista siguió publicándose en la revista Proceso, hasta que José Emilio envió su última entrega el 24 de enero de 2014, unas horas antes de que se fuera a dormir para no volver a despertar.

Durante más de cuarenta años José Emilio Pacheco escribió y escribió de historia y de literatura. Por las páginas de esta columna semanal desfilaron historias y comentarios sobre Rimbaud y Rosario Castellanos, Martín Luis Guzmán y Sacco y Vanzetti, Mussolini y Rubén Darío. Recuerdo con delicia un comentario sobre una de las leyendas de Día de Muertos, que yo pensaba mexicanísima, y que él demostró que tenía similitudes con literatura de algunas zonas de la Gran Bretaña. Este artículo confirmaba una de sus principales convicciones, que le llevaba a descubrir conexiones entre los elementos más disímbolos: que todo tiene que ver con todo

Humor, imaginación, información histórica, deleite cultural, uno podría encontrar cualquier cosa en el Inventario de la semana. Recuerdo haber leído en alguna parte que José Emilio se había negado terminantemente a que los artículos de esta columna se publicaran como libro. Alguna reflexión hacía en aquella nota sobre la naturaleza del periodismo cultural y su día a día, que hacía de este tipo de publicaciones algo efímero, para fundamentar su negativa. Cuando supe de la muerte del escritor, lamenté que toda esa información y la genial visión que sobre ella arrojaba, fuera a perderse.

No fue así. El mes de mayo recibí una sorpresa. Entré a la librería de CONACULTA en la terminal 1 del aeropuerto de la Ciudad de México. Salí con los tres tomos de Inventario. Así, como un milagro que se encuentra a la vuelta de la esquina. Fue mi mejor regalo de cumpleaños. No son, desde luego, todos los Inventarios, hubiera hecho falta muchos tomos más para poder reunirlos todos. Por eso, con honestidad, los editores subtitularon la titánica tarea de los responsables de la selección con la palabra ‘Antología’.

Perece que no era yo el único que lamentaba, desde mucho antes de la muerte de José Emilio, que la columna Inventario no se transformara en libro. En contra de lo que siempre pensé, o de lo que aquella vieja nota a la que me referí más arriba me hizo pensar, la contraportada nos informa que “Pacheco siempre quiso que sus ‘Inventarios’ se recogieran en libro, pero nunca todos. La presente selección sigue sus instrucciones y recorre las variadísimas facetas de esta columna.” Algunos de los criterios quedan mencionados en la presentación de la edición: sería una selección  cronológica (aprobó para ello una propuesta del excelente cuentista Eduardo Antonio Parra), no incluir poemas suyos, en cualquier estado de redacción que se encontraran (era un corrector incorregible), ni publicar ninguna traducción o versión de poemas de otros, etc.

La edición es en tres volúmenes, cada uno de ellos de cerca de 800 páginas. El primer tomo reúne artículos de los años 1973-1983; el segundo recoge colaboraciones correspondientes a los años 1984-1992; y el tercero los de 1993-2011. No sé si habrá volúmenes posteriores. Me gusta cómo termina la presentación del primer volumen: “Para José Emilio Pacheco, hombre de libros si los hay, Inventario fue una forma de vida, una forma de leer, un espacio donde un libro era el pretexto para llegar a otros y a otros y a otros, para tejer historias y relaciones iluminadoras. La abundancia de libros era para él la única riqueza concebible. Esa pasión por saberlo todo y compartirlo todo lo llevó desde muy joven a intentar este nuevo género, a modificarlo y darle vida en el camino. Esta edición quiere poner en las manos de los lectores el momento más alto del periodismo cultural mexicano que Pacheco llevó a una cumbre que parece inalcanzable”.

Cuando el pasado 19 de mayo salí de la librería del aeropuerto con mis tres tomos bajo el brazo conocí, así sea fugazmente, ese sentimiento que llaman felicidad. Lo revivo ahora que, después de tres meses de agobios por otros menesteres, puedo tomarlos en mis manos e iniciar su lectura. Lo reconozco con rubor: soy un lector feliz.

Iglesia y Sociedad

Una nueva Relación de Yucatán

13 Jul , 2017  

Al fin lo tengo en mis manos. La edición está muy bien cuidada. Se trata del primer volumen de la nueva colección Mayab: urdimbre de identidades y lleva por título “Yucatán: antiguas y nuevas Relaciones. Lo esperaba con ansias y me siento muy feliz de tenerlo. Las razones son varias, pero destaca entre ellas el hecho de que es el fruto de cerca de dos años de trabajo de dos entrañables amigos míos, Julián Dzul Nah y Abrahán Collí Tun, ambos Licenciados en Gestión Intercultural por el Centro Peninsular en Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México. Fui testigo en muchas ocasiones del empeño profesional con que llevaron adelante este trabajo que hoy ve la luz en una espléndida edición.

Más allá, sin embargo, de que los autores sean mis amigos, la novedad editorial –cuya ficha bibliográfica pongo completa al final– es verdaderamente una buena noticia para los estudios sobre la cultura maya actual y una muy atractiva propuesta metodológica para recoger los datos de la reproducción cultural del pueblo maya, en este caso, a partir de más de 400 niños y niñas de sexto año de primaria que fueron entrevistados en una decena de poblados.

El libro es genial por los cuatro costados. El Dr. Mario Humberto Ruz, autor del utilísimo prólogo, describe el origen del libro de esta manera: “El origen de los escritos es sencillo: tras reparar en que los pequeños a quienes se encuestó acerca de la imagen que ofrecía el libro de texto gratuito Yucatán: la entidad donde vivo, insistieron en que lo allí descrito aludía primordialmente a Mérida y algunas localidades mayores del estado, y rara vez se hablaba de sus pueblos, Abrahán Collí Tun y Julián Dzul Nah tuvieron la espléndida idea de trabajar con los niños para que describiesen sus poblados”.

Ya haber optado por los niños y niñas, crisol como pocos de la continua reconstrucción de las identidades, había sido, en efecto, una espléndida idea, como la califica el prologuista. Pero la genialidad mayor, a mi juicio, fue haber decidido, para recoger los datos y descripciones de los niños y niñas de hoy, utilizar el formulario elaborado en 1577, bajo el reinado de Felipe II, para que la Corona española tuviera acceso a la información que necesitaba sobre sus ‘posesiones’ en la otra parte del Atlántico. Ese antiguo cuestionario de 50 preguntas venía encabezado por la siguiente leyenda: “Instrucción y memoria de las Relaciones que se han de hacer para la descripción de Las Indias, que su Majestad manda hacer para el buen gobierno y ennoblecimiento de ellas” y fue enviado a virreyes, gobernantes y alcaldes de las entonces llamadas ‘Indias Occidentales’. A Yucatán el cuestionario llegó cuando la provincia estaba bajo el mando del gobernador y capitán general Guillén de las Casas. Muchos encomenderos, a través de hombres mayas que sabían leer y escribir en castellano, se dieron a la tarea de responder el cuestionario, lo que dio como resultado las Relaciones que fueron enviadas después a la capital del reino.

En la introducción del libro, Julián y Abrahán nos informan que existen hoy en Sevilla, en el Archivo General de Indias, 51 Relaciones con la descripción de más de 90 localidades, algunas de ellas muy detalladas y otras muy escuetas, reunidas en la colección conocida como Relaciones Histórico-Geográficas de la Gobernación de Yucatán. Ahora, para este trabajo, ellos escogieron diez poblaciones: Chocholá, Dzidzantún, Hocabá, Mama, Mérida, Pixoy, Sitilpech, Sotuta, Sudzal y Uayma. Y comenzó la aventura. Los niños y niñas de estos diez poblados (una escuela de cada población) hicieron lo mismo que hacen los historiadores y antropólogos: leyeron la información que se recogió sobre sus pueblos entre los años de 1579 a 1581, y la analizaron, la comentaron, la interpretaron desde su actual perspectiva de niños y niñas mayas del siglo XXI, entablando así una especie de conversación con 400 años de historia continuada del pueblo maya, a partir de las antiguas Relaciones enviadas a Felipe II, y dejando un testimonio valiosísimo de la identidad maya, entendida ésta como una construcción inacabada.

La lectura de la respuesta al cuestionario por parte de los infantes de los poblados seleccionados, es deliciosa. Entretejidas sus respuestas con aquéllas del siglo XVI, los temas que se abordan son variados: el topónimo de la población, los recursos vegetales y animales, la naturaleza de las construcciones, las lenguas habladas, las fiestas religiosas, las historias que circulan en el pueblo, etc. Es conservada en el libro la ortografía (que no es tan ‘orto’, desde luego) original de los niños y niñas participantes y, hacia el final, el libro cuenta con un glosario y un anexo de regionalismos. La cuidada traducción al maya de Fidencio Briceño Chel, hace de este libro bilingüe un tesoro singular y una estupenda herramienta para el conocimiento del pueblo maya y su cultura.

En su introducción, Abrahán y Julián ofrecen diversas sugerencias para el uso didáctico del libro en las aulas escolares. Cualquier lector, sin embargo, sale enriquecido con esta lectura. El libro es también una excelente oportunidad, ahora que cada vez se posiciona más en la discusión pública el tema del derecho a la autodeterminación del pueblo maya y al ejercicio de su autonomía frente al Estado nacional, para contemplar de cerca la vitalidad de la cultura maya de nuestros días. Como bien señalan los coordinadores de este trabajo en su comentario conclusivo: “Los niños que plasman aquí sus voces se esmeraron en redactar lo que conocen y conciben de sus ambientes naturales y culturales, para difundir lo que hoy es tenido por inestimable en sus comunidades. Sus palabras son, por tanto, valiosas incluso a nivel etnográfico. No son ya los encomenderos quienes responden a la Corona, evidenciando las riquezas y potencialidades de los dominios del rey; son los pequeños pobladores quienes descubren y describen la riqueza de prácticas y conocimientos que consideran valiosos y dignos de ser recordados y compartidos con infantes y adultos de otros lugares”.

Difícilmente encontraremos otra compilación de datos que, como ésta, haga realidad las palabras con las que se presenta esta colección: “Yucatán es, hoy como ayer, espacio privilegiado de convivencia intercultural, entreverado de concepciones, saberes, técnicas y prácticas que día con día se renuevan para mantener viva y renovada una ampplia gama de identidades tan multifacéticas como peculiares y sugerentes que, al conjuntarse, siguen haciendo del antiguo Mayab un universo cultural en continua recreación, nunca idéntico, pero invariablemente original y sorprendente”.

 

Nota bibliográfica:

Título: Yucatán: antiguas y nuevas Relaciones

Coordinadores: Abrahán Collí Tun y Julián Dzul Nah

Traducción al maya: Fidencio Briceño Chel

Colección Mayab, urdimbre de identidades

Edición de la Universidad Nacional Autónoma de México (Instituto de Investigaciones Filológicas) y del Gobierno del Estado de Yucatán (Secretaría de Investigación, Innovación y Educación Superior). 301 páginas

El libro tendrá una próxima presentación en el local de la Biblioteca Yucatanense (calle 60 entre 67 y 65) el 21 de julio de 2017.

 

Iglesia y Sociedad

Mis últimas palabras

27 Jun , 2017  

Para Josefina Chan Cimé, in memóriam

  1. Pron en Letras Libres

Patricio Pron es un joven escritor y crítico literario (bueno, es 17 años menor que yo, lo que me autoriza para referirme a él como joven, aunque este año cumpla –él, no yo, que más quisiera– 42 años) originario de Argentina, rosarino para ser más preciso. Con cierta asiduidad colabora con la revista Letras Libres, mi revista de cabecera, y tiene una forma de desarrollar sus ideas en los ensayos que en dicha revista le he leído, que me subyuga.

 

En noviembre de 2016 escribió un ensayo breve relacionado con la exposición Unfinished, una muestra de obras de arte que regularmente se clasifican como inacabadas o incompletas –haya sido esto deliberado o accidental– que se exhibió para inaugurar el Met Breuer, espacio para el arte moderno y contemporáneo del Museo Metropolitano de Nueva York.

 

En una de las secciones del ensayo, que recomiendo vivamente (Letras Libres 215, noviembre de 2016; www.letraslibres.com), Pron habla de la “fijación contemporánea por la figura del zombi… y un interés continuado por las últimas palabras de los artistas de cierto renombre”. Mi interés por los zombis es, debo confesarlo, escaso. Pero las últimas palabras de quienes mueren son, en cambio, algo que me llena de interés. A partir de la afirmación de Pron que he citado literalmente, desfilan por las líneas del ensayo algunas de las palabras finales de artistas y personajes de diversa índole, algunas sombrías, otras airadas, algunas más jocosas. Karl Marx, nos cuenta Pron, interrogado por su devoto amigo, Friedrich Engels, en su cama de enfermo (Marx murió de una prolongada gripe que se desplegó en bronquitis y pleuresía, en marzo de 1883) para que dejara algún mensaje a la posteridad, recibió un regaño monumental: “¡Vete! ¡Desaparece de mi vista! Las últimas palabras son para tontos que no han dicho lo suficiente en vida”. No obstante el reparo de Marx, la fascinación por las últimas palabras no ha dejado de ejercer su influjo a lo largo de los siglos. Dice Pron que Michel de Montaigne tuvo la pretensión, incluso, de confeccionar algo así como un Diccionario de Últimas Palabras, que nunca llegó a realizar.

 

Algunos ejemplos narrados por Patricio Pron tienen un aura de genial simplicidad. Cuenta Pron, en una de las notas de su ensayo, que Bob Hope fue interrogado también en su lecho de muerte, pero acerca de qué es lo que deseaba que se hiciera con sus restos mortales, es decir, si prefería ser enterrado o incinerado, a lo que el actor contestó: “¡Sorpréndeme!”, y murió. O aquellas últimas palabras geniales pronunciadas por Franz Kafka que, dirigiéndose a su médico inmediatamente antes de morir, le pidió: “Máteme, o será usted un asesino”.

 

El ensayo de Pron no se limita, desde luego, a reseñar últimas palabras. Es solo un elemento en un intento mayor: plantearse las preguntas adecuadas acerca de la naturaleza de las obras de arte (pictórico, literario, escultórico, etc.) que son clasificadas como inconclusas, incluyendo desde luego aquellas que no lo fueron de manera accidental, por muerte del autor o abandono circunstancial de la obra, sino de aquellas que fueron concebidas de esa manera, es decir, que fueron dejadas voluntariamente inconclusas. Pero eso lo podrá constatar el/la lector/a de esta columna si el interés lo lleva a visitar y disfrutar el ensayo multicitado.

 

  1. El blog de un cura jubilado

El mes de noviembre está dedicado a los difuntos. Curiosamente, es el mismo mes de la publicación del ensayo de Pron en Letras Libres. Pues bien, en ese mismo mes, noviembre de 2016, un cura jubilado de Sevilla, Carlos Ros, que, como signo de una muy vital madurez etárea (o etaria, que de cómo se expresa el asunto de la edad también se discute harto) mantiene un interesante blog titulado “Mi parroquia de papel”, publicó en su sitio un puñado de últimas palabras de santos canonizados por la iglesia católica. Curiosa conincidencia. El objetivo del cura sevillano era que estas palabras “nos ayuden para el tránsito, cercano o lejano, de nuestro paso de esta vida al cielo, que por la misericordia de Dios esperamos”.

 

Hay algunas últimas palabras, de las enlistadas por Ros en su artículo, que llenan de asombro. Santo Tomás Moro, por ejemplo, condenado como traidor por no reconocer al monarca al que servía, Enrique VIII, como jefe de la iglesia en Inglaterra, fue decapitado en julio de 1535. Se cuenta que, ya con la cabeza puesta para recibir el tajo del hacha, desvió su barba a un lado, diciéndole al verdugo: “Esta barba no ha cometido ninguna alta traición”. Esas fueron sus últimas palabras.

 

Más conocida es la frase de la santa de Ávila y doctora de la iglesia, Teresa de Jesús, quien en Alba de Tormes, en octubre de 1582, repitió varias veces después de recibir la postrer comunión eucarística: “Muero al fin, Señor, hija de la iglesia” que, desde mi perspectiva, es mucho más que una frase piadosa, dicha para celebrar su pertenencia a la iglesia católica, porque hace una oblicua referencia a los intentos, contumaces, de combatir su reforma de la Orden del Carmelo, acusándola de practicar “una doctrina nueva y supersticiosa”, al investigar la Santa Inquisición su “Libro de la Vida” en enero de 1576, desde seis años antes de su muerte. Es inevitable no escuchar, en sus últimas palabras, el sereno triunfo interior de una santa que nunca se doblegó ante sus acusadores y que, a pesar de los intentos de descalificación, amó a su iglesia sin dejarse vencer por la estulticia de muchas de sus autoridades.

 

O santa Ángela de la Cruz, sevillana como el cura jubilado del blog, muerta en 1935 y canonizada en 2003, que murió diciendo: “No ser, no querer ser, pisotear el yo, enterrarlo si posible fuera… no ser, no querer ser…”, a contracorriente de quienes en nuestros días han sobrevalorado la autoestima y colocándose muy cerca de cierto pensamiento zen y budista que coloca en la eliminación del ego el camino de la iluminación…

 

  1. Renunciando a mis últimas palabras

He participado, en varias ocasiones, en algunas dinámicas concebidas para enfrentar la propia muerte. Incluso los Ejercicios Espirituales de san Ignacio, tienen una meditación que coloca al ejercitante en dicha situación. Uno de los talleres en que he participado y que recuerdo con más nitidez es cuando se me pidió que escribiera el epitafio que quería que quedara consignado en mi tumba. “Aquí yace un discípulo de Jesús”, fue el epitafio que escogí. Tiempo después, erosionada mi esperanza por la situación mundial y por los años invertidos en la lucha por el respeto a los derechos humanos, pensé que si la vida me ofreciera la oportunidad de tener la posibilidad de expresar algo en el momento de mi muerte, escogería la misma expresión con la que concluye el insuperable cuento de García Márquez, “El Coronel no tiene quien le escriba”.

 

Años más tarde, un accidente de tránsito sufrido hace algunos años me colocó, de repente, ante la muerte posible, ya no la de los talleres tanatológicos, sino la de huesos rotos y sangre derramada. Durante cerca de veinte minutos experimenté la certeza de que estaba a punto de morir. La experiencia fue sobrecogedora. Renuncié entonces a los epitafios; renuncié a unas últimas palabras. Renuncié también a unas Obras Completas, otra versión, bastante engreída, de las últimas palabras.

 

Visité hace algunos años, en los Estados Unidos, a un amigo que me fue muy querido. Estaba consumido por el cáncer. Como trabajaba en una editorial religiosa, salí del cuarto del enfermo terminal lleno de libros que él había decidido regalarme, todos ellos nuevos o en excelente estado y todos versaban sobre las materias a las que he dedicado muchos años de mi vida. Al salir del cuarto, en secreto, la esposa me pidió que yo no me llevara los libros, porque ella pensaba patrocinar con todos los libros de su esposo, varios cientos, una biblioteca que llevara el nombre del esposo, de suerte que su hija pequeña tuviera, ya de mayor, algún recuerdo de su padre. Respetando el deseo de la esposa, dejé los libros. Unos días después, cuando regresé para despedirme ya de manera definitiva del enfermo, los libros me fueron devueltos por mi amigo. El moribundo me dio una última lección, cuando me comentó que se había enterado de la intención de su esposa de erigirle una biblioteca en su honor. “Llévate los libros, me dijo, mi esposa ya entendió. No aspiro a ser recordado, ni albergo el deseo de que nadie se acuerde de mi nombre. He llegado al final. Es hora de desaparecer.”

 

Yo también, como dijera Osho, quisiera ser solamente nube.

Iglesia y Sociedad

San Antonio de Padua y la usura de los banqueros

13 Jun , 2017  

Los enemigos del Papa Francisco proceden de diversos ámbitos. Dentro de la iglesia, como era de esperarse, los vientos de la Reforma y el regreso a la centralidad del Evangelio de la Misericordia han descolocado a muchos de los altos jerarcas y grupos conservadores, acostumbrados al modus operandi de los cerca de cuarenta años de restauración. Lo único novedoso en esta oposición es su virulencia y su desfachatez, que se difunde a través de los variados portales electrónicos católicos, que se distancian abiertamente del magisterio papal y bombardean las líneas fundamentales de la reforma de Francisco.

 

Fuera de la iglesia llama la atención, aunque tampoco sorprende del todo, la oposición de los grandes del dinero y el poder. Quizá uno de los signos más patentes sea la visita al Vaticano, en busca de la foto, del energúmeno que habita la Casa Blanca, a quien el Papa regala su Encíclica sobre el Cuidado de la Casa Común (Laudato Sii) y que, pocas semanas después, decide la salida de su país del Acuerdo de París contra el cambio climático. La foto oficial de la visita que ha dado la vuelta al mundo, con el ceño adusto de Francisco, quizá sea la mejor editorial de esa visita.

 

Pero la oposición de Francisco a la dictadura del dinero, elevado a la categoría de divinidad en el sistema del capitalismo mundial imperante no es un fenómeno nuevo en la iglesia. Francisco camina tras las huellas de grandes santos y santas que, enfrentando los desafíos de su época, supieron confrontarse, a veces hasta el martirio, con el sistema socio económico imperante: tendríamos que mencionar, en nuestra región y época, por ejemplo, la excelsa figura de Monseñor Romero.

 

Hoy quiere hacer alusión a la predicación de san Antonio de Padua, también conocido como Antonio de Lisboa. Lo hago por dos razones: porque hoy es la fiesta que lo celebra en la liturgia católica y en nuestra península es uno de los santos patronos más populares, contándose en decenas las iglesias dedicadas a su nombre, pero también porque en su predicación, el santo franciscano enfrentó uno de los males que siguen aquejando a muchas familias en estos tiempos que corren: me refiero al ejercicio de la usura, sea la privada, realizada por personas privadas, como la pública, llevada a niveles de escándalo, en las instituciones bancarias.

 

Por eso comparto con ustedes algunos de los motivos de la predicación de san Antonio, según nos lo transmite en un sesudo estudio titulado El Otro San Antonio de Padua, escrito por Fray Lázaro Iriarte OFMcap, que puede encontrarse en Selecciones de Franciscanismo, vol. XXIV, n. 70 (1995) 71-85. Les ofrezco unos fragmentos:

 

En Antonio nació el predicador aquel día en que, por obediencia, dejó que la lengua hablara de la abundancia del corazón (Mt 12,34). Recibida de su provincial la misión de evangelizar, escribe el primer biógrafo, «comenzó a recorrer ciudades y castillos, aldeas y campiñas, diseminando por doquier la simiente de vida con generosa abundancia y con ferviente pasión».

Los biógrafos no se han planteado la cuestión de la lengua en que predicaba el santo. Portugués, llegado a Italia a la ventura, hizo oír su voz en regiones lingüísticas tan diversas como la Romagna, el Véneto, Lombardía, el Mediodía de Francia: no tuvo tiempo para aprender los varios idiomas. ¿Cómo hacía para hacerse entender del pueblo? Con toda probabilidad él hablaba en latín; en efecto, el biógrafo hace constar el domino que poseía de la lengua eclesiástica. Pero el latín sólo lo entendían los letrados y aun estos hallarían dificultad en captar la diferente pronunciación latina por la que, en la Edad Media, eran ya conocidos los clérigos hispánicos. El autor de las Florecillas, al referir el sermón predicado por Antonio ante la corte romana, recurre al milagro de Pentecostés para dar una respuesta (Florecillas cap. 39). Quizá lo que enardecía a la gente sencilla no era tanto lo que decía el predicador, sino quién lo decía y cómo lo decía. En Antonio, como en Francisco, predicaba la persona y la vis profética de su mensaje.

A través de sus sermones, escritos mucho tiempo después de haberlos predicado y para destinatarios cultos, es difícil hacernos una idea de lo que fue la predicación de Antonio. Ha sido proclamado Doctor Evangelicus por Pío XII. «Heraldo del Evangelio» es el apelativo que le da muchas veces el primer biógrafo. Un heraldo evangélico es, ante todo, un testigo y un enviado, un profeta. En esos mismos sermones, Antonio traza repetidas veces los rasgos del auténtico predicador: es un enviado, un simple portavoz, ministro de la Palabra, la cual posee eficacia en sí misma; ha de basarse siempre en la Palabra de Dios, estudiada, meditada, asimilada; el predicador ha de predicarla primero a sí mismo y después a los demás, nunca en nombre propio, sino siempre en nombre de Dios. Se puede ser predicador eficacísimo también callando… Como Jesús, el hombre del Evangelio ha de ser testigo de la VERDAD, mártir de su propio mensaje. Dejó escrito en uno de sus sermones:

«La verdad engendra odio; por esto algunos, para no incurrir en el odio de los demás, echan sobre su boca el manto del silencio. Si predicaran la verdad tal como es y la misma verdad lo exige y la divina Escritura abiertamente lo impone, ellos incurrirían en el odio de las personas mundanas… Jamás se debe dejar de decir la verdad, aun a costa de provocar escándalo» (Sermones, I, 332).

Así lo hizo él. En el texto latino de sus sermones se percibe, bien que lejanamente, la vehemencia profética con que arremetía contra la prepotencia, la opresión y la violencia, contra todos los delitos sociales del tiempo. Nadie escapa a la libertad evangélica con que denuncia a príncipes, señores feudales, prelados de la Iglesia, dueños burgueses, usureros sin entrañas, magistrados, leguleyos… Todos son citados ante el tribunal del Dios justo y recto, el cual «no hace discriminación de personas», como repite muchas veces. Ante una sociedad estructurada según la desigualdad de la pirámide feudal —príncipes, nobles, plebeyos, siervos de la gleba— él proclama la igualdad entre los hombres:

«Todos los fieles son reyes, por ser miembros del Rey supremo… Cualquier hombre es príncipe, teniendo por palacio la propia conciencia.»

Alza la voz contra los nobles que «despojan a los pobres de sus bienes insignificantes y necesarios, a título de que son sus vasallos». Y contra los prelados y grandes del mundo, los cuales, «después de haber hecho esperar a los necesitados a la puerta de sus palacios, implorando una limosna, una vez que ellos se han saciado opíparamente, les hacen distribuir algunos residuos de su mesa y el agua de fregar».

Se muestra particularmente duro con los ricos avaros y con los usureros, «pajarracos rapaces», «las siete plagas de Egipto», «reptiles al acecho», «árboles infructuosos, que chupan la tierra», «posesión del demonio», «sordos que tienen los oídos taponados por el dinero», «gentuza maldita que infesta la tierra», «raza de hombres cuyos dientes son armas; roban y despojan a los pobres indefensos que no pueden resistirles con la violencia».

La emprende con leguleyos y abogados: «idumeos, sanguijuelas que chupan la sangre de los pobres». «Como los que trabajan en la lana, cardan y tejen sutilezas y argucias» para engarbullar a sus clientes.

No calla los vicios de los pobres, pero trata de excusarlos. Denuncia la marginación a que se hallan relegados, «alejados por medio de estacadas de palos afilados y de espinos, que significan los aguijones, los dolores y las enfermedades que tienen que soportar». Y hace oír su grito de profeta:

«¡Ay de los que poseen depósitos llenos de vino y de grano y dos o tres pares de vestidos, mientras los pobres de Cristo imploran a sus puertas con el estómago vacío y con los miembros desnudos, a los cuales si se les da alguna cosa, es muy poco y no de las cosas mejores, sino todo de desecho!»

«¡Llegará, llegará la hora en que ellos implorarán de pie, fuera de la puerta: Señor, señor, ábrenos!, y oirán lo que no quisieran oír: ¡En verdad, en verdad os digo, no os conozco!»

Defiende el principio cristiano de la función social de la propiedad, en virtud del cual los bienes que no son necesarios al rico para las exigencias fundamentales de la vida, pertenecen al pobre que se halla en necesidad (6).

Un buen conocedor de los escritos del santo ha hecho notar que, mientras son constantes las invectivas contra los delitos de orden social, no se halla mención del pecado sexual. Pero se sabe que, como efecto de su predicación, muchos libertinos de ese desorden se convertían.

 

¡Ah! Cuánta falta nos hacen predicadores como san Antonio, especialmente en estos días en que hay familias que pierden su patrimonio por no poder pagar la usura de quienes, protegidos por una firma de renombre, cargan de intereses a los deudores pobres y terminan despojándolos de sus bienes. Quiero terminar con una oración tradicional que nos comparte Luis Ángel Rodríguez Patiño:

“¡Oh glorioso san Antonio!, a quien Dios ha elegido como intercesor nuestro en los apuros y pérdidas de la vida material y como protector de los pobres ante los ricos; protégenos con tu favor en todas las necesidades y enredos de nuestra vida, danos sincero amor le los pobres, mucha confianza en Dios y alto aprecio de la vida eterna, a la cual se ordena toda la vida temporal. Amén.”

Iglesia y Sociedad

La Ascensión y el Concejo Indígena de Gobierno

29 May , 2017  

Al CNI Jo’, con afecto y esperanza

En el marco de las celebraciones pascuales, cincuenta días de gozo litúrgico por la resurrección de Jesús, en todas las iglesias católicas del mundo se festejó el pasado domingo la fiesta de la Ascensión del Señor.

 

Una antigua tradición, cuya conservación le debemos al evangelista Lucas, señala que después de cuarenta días de manifestaciones a sus discípulos para fortalecerlos, Jesús de Nazaret, resucitado de entre los muertos, subió al cielo. Todos los años, en este domingo, leemos el pasaje con el que inicia el libro de los Hechos de los Apóstoles, segundo tomo de la obra lucana, en el que se narra la subida de Jesús al cielo.

 

Hay en el texto un momento de tensión. Jesús está reunido con sus discípulos y ha comido con ellos. Una vez que el Maestro les ha recomendado no retirarse de Jerusalén sino hasta que la promesa de la venida del Espíritu Santo se cumpliese, una pregunta dirigida a Jesús por algunos de los discípulos parece desentonar de conjunto: Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar la soberanía de Israel?

 

La pregunta suena extraña porque el Maestro ha empeñado al menos tres años en su tarea de predicación y promoviendo un cambio de mentalidad. Entre los discípulos reunidos con Jesús hay seguramente testigos del momento en que Jesús, refiriéndose al uso del poder, lo desmitificó y le dio otro sentido: el servicio de los más necesitados (Mc 10,35-45). Ha llovido mucho desde entonces, y Jesús, de nuevo, se encuentra con la tentación del poder arraigada en el corazón de quienes habrían de continuar su obra en el mundo.

 

La respuesta de Jesús en el texto al que hacemos referencia (Hch 1,1-11) es ambigua. No contesta a la pretensión de los discípulos sino les advierte que para algunas cosas hay que esperar los tiempos establecidos por el Padre. En cambio, es suficientemente claro en anunciarles que el llamado fundamental que Él les hace, la tarea que les encomienda, es, después de haber recibido la fuerza del Espíritu Santo, ser testigos en medio del mundo de la manera distinta de vivir que de Él han aprendido.

 

El gusanillo del poder, bajo diferentes representaciones, ha seguido enquistado en el corazón humano. Pensar que las cosas se cambiarán desde arriba y que la imposición del pensamiento de unos sobre otros, aún con las mejores intenciones, será lo que produzca el cambio que necesitamos. Es lo que llamamos la trampa del poder. La han estudiado famosos pensadores, Foucault entre ellos, que han diseccionado sus modos operativos y sus triquiñuelas y han  mostrado cómo se termina por crear dos clases de personas: las que tienen el poder y las que lo padecen.

 

México, en su malograda transición a la democracia, es vivo ejemplo de ello. Tenemos un entramado institucional construido para poner diques al uso autoritario del poder, instituciones ciudadanizadas (lo que quiera que esto signifique) y nomás no: la corrupción es moneda corriente, al clientelismo se apodera de las instituciones y los partidos políticos hacen y deshacen a su antojo, carcomiendo el tejido social y prostituyendo el ejercicio de la política hasta convertir los gobiernos en grandes agencias de empleo temporal y de saqueo.

 

Por eso me llena de esperanza la reunión que este pasado fin de semana hubo en San Cristóbal de Las Casas. 1,252 delegados/as de los distintos pueblos originarios de México, más 230 delegados/as del EZLN, haciendo un total de 1,482 participantes venidos de los cuatro puntos cardinales se han reunido desde el pasado viernes 26 para poner en común las decisiones de cada uno de los pueblos, conversadas y discutidas previamente, con respecto a la conformación de un Concejo Indígena de Gobierno (CIG), que pueda aprovechar la actual coyuntura política del país para hacer oír, a través de una vocera, mujer e indígena, la manera como los pueblos originarios reunidos en el Consejo Nacional Indígena piensan que debería gobernarse este país.

 

No se trata de un asunto menor. Han estado presentes en la gran asamblea representaciones de 49 de los 62 pueblos originarios reconocidos por el INEGI. Pero no es solamente un asunto numérico y/o territorial. Se trata de abrir la posibilidad de que el país entero aprenda, aprendamos, de la manera como los pueblos originarios han resistido los embates de odio y discriminación, de opresión y marginación, sin perder el alma, manteniendo modos de vida y de organización que han florecido sin estorbo, en los últimos tiempos, en las comunidades zapatistas.

 

Los partidos políticos, todos, están cosechando los frutos de sus errores históricos: el descrédito absoluto y el desprecio popular. Parecen manchar todo lo que tocan. La construcción de la democracia tendrá que recorrer otras sendas. Nunca habíamos tenido terreno más fértil para que los pueblos originarios nos compartan sus formas de convivencia política y social. El Concejo Indígena de Gobierno, a través de su vocera, podrá plantearnos su fórmula para el enfrentamiento de las trampas del poder y sus consecuencias, que han sumido a este país (y al mundo entero) en un estado deplorable de desigualdad, violencia y muerte.