Iglesia y Sociedad

Una nueva Relación de Yucatán

13 Jul , 2017  

Al fin lo tengo en mis manos. La edición está muy bien cuidada. Se trata del primer volumen de la nueva colección Mayab: urdimbre de identidades y lleva por título “Yucatán: antiguas y nuevas Relaciones. Lo esperaba con ansias y me siento muy feliz de tenerlo. Las razones son varias, pero destaca entre ellas el hecho de que es el fruto de cerca de dos años de trabajo de dos entrañables amigos míos, Julián Dzul Nah y Abrahán Collí Tun, ambos Licenciados en Gestión Intercultural por el Centro Peninsular en Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México. Fui testigo en muchas ocasiones del empeño profesional con que llevaron adelante este trabajo que hoy ve la luz en una espléndida edición.

Más allá, sin embargo, de que los autores sean mis amigos, la novedad editorial –cuya ficha bibliográfica pongo completa al final– es verdaderamente una buena noticia para los estudios sobre la cultura maya actual y una muy atractiva propuesta metodológica para recoger los datos de la reproducción cultural del pueblo maya, en este caso, a partir de más de 400 niños y niñas de sexto año de primaria que fueron entrevistados en una decena de poblados.

El libro es genial por los cuatro costados. El Dr. Mario Humberto Ruz, autor del utilísimo prólogo, describe el origen del libro de esta manera: “El origen de los escritos es sencillo: tras reparar en que los pequeños a quienes se encuestó acerca de la imagen que ofrecía el libro de texto gratuito Yucatán: la entidad donde vivo, insistieron en que lo allí descrito aludía primordialmente a Mérida y algunas localidades mayores del estado, y rara vez se hablaba de sus pueblos, Abrahán Collí Tun y Julián Dzul Nah tuvieron la espléndida idea de trabajar con los niños para que describiesen sus poblados”.

Ya haber optado por los niños y niñas, crisol como pocos de la continua reconstrucción de las identidades, había sido, en efecto, una espléndida idea, como la califica el prologuista. Pero la genialidad mayor, a mi juicio, fue haber decidido, para recoger los datos y descripciones de los niños y niñas de hoy, utilizar el formulario elaborado en 1577, bajo el reinado de Felipe II, para que la Corona española tuviera acceso a la información que necesitaba sobre sus ‘posesiones’ en la otra parte del Atlántico. Ese antiguo cuestionario de 50 preguntas venía encabezado por la siguiente leyenda: “Instrucción y memoria de las Relaciones que se han de hacer para la descripción de Las Indias, que su Majestad manda hacer para el buen gobierno y ennoblecimiento de ellas” y fue enviado a virreyes, gobernantes y alcaldes de las entonces llamadas ‘Indias Occidentales’. A Yucatán el cuestionario llegó cuando la provincia estaba bajo el mando del gobernador y capitán general Guillén de las Casas. Muchos encomenderos, a través de hombres mayas que sabían leer y escribir en castellano, se dieron a la tarea de responder el cuestionario, lo que dio como resultado las Relaciones que fueron enviadas después a la capital del reino.

En la introducción del libro, Julián y Abrahán nos informan que existen hoy en Sevilla, en el Archivo General de Indias, 51 Relaciones con la descripción de más de 90 localidades, algunas de ellas muy detalladas y otras muy escuetas, reunidas en la colección conocida como Relaciones Histórico-Geográficas de la Gobernación de Yucatán. Ahora, para este trabajo, ellos escogieron diez poblaciones: Chocholá, Dzidzantún, Hocabá, Mama, Mérida, Pixoy, Sitilpech, Sotuta, Sudzal y Uayma. Y comenzó la aventura. Los niños y niñas de estos diez poblados (una escuela de cada población) hicieron lo mismo que hacen los historiadores y antropólogos: leyeron la información que se recogió sobre sus pueblos entre los años de 1579 a 1581, y la analizaron, la comentaron, la interpretaron desde su actual perspectiva de niños y niñas mayas del siglo XXI, entablando así una especie de conversación con 400 años de historia continuada del pueblo maya, a partir de las antiguas Relaciones enviadas a Felipe II, y dejando un testimonio valiosísimo de la identidad maya, entendida ésta como una construcción inacabada.

La lectura de la respuesta al cuestionario por parte de los infantes de los poblados seleccionados, es deliciosa. Entretejidas sus respuestas con aquéllas del siglo XVI, los temas que se abordan son variados: el topónimo de la población, los recursos vegetales y animales, la naturaleza de las construcciones, las lenguas habladas, las fiestas religiosas, las historias que circulan en el pueblo, etc. Es conservada en el libro la ortografía (que no es tan ‘orto’, desde luego) original de los niños y niñas participantes y, hacia el final, el libro cuenta con un glosario y un anexo de regionalismos. La cuidada traducción al maya de Fidencio Briceño Chel, hace de este libro bilingüe un tesoro singular y una estupenda herramienta para el conocimiento del pueblo maya y su cultura.

En su introducción, Abrahán y Julián ofrecen diversas sugerencias para el uso didáctico del libro en las aulas escolares. Cualquier lector, sin embargo, sale enriquecido con esta lectura. El libro es también una excelente oportunidad, ahora que cada vez se posiciona más en la discusión pública el tema del derecho a la autodeterminación del pueblo maya y al ejercicio de su autonomía frente al Estado nacional, para contemplar de cerca la vitalidad de la cultura maya de nuestros días. Como bien señalan los coordinadores de este trabajo en su comentario conclusivo: “Los niños que plasman aquí sus voces se esmeraron en redactar lo que conocen y conciben de sus ambientes naturales y culturales, para difundir lo que hoy es tenido por inestimable en sus comunidades. Sus palabras son, por tanto, valiosas incluso a nivel etnográfico. No son ya los encomenderos quienes responden a la Corona, evidenciando las riquezas y potencialidades de los dominios del rey; son los pequeños pobladores quienes descubren y describen la riqueza de prácticas y conocimientos que consideran valiosos y dignos de ser recordados y compartidos con infantes y adultos de otros lugares”.

Difícilmente encontraremos otra compilación de datos que, como ésta, haga realidad las palabras con las que se presenta esta colección: “Yucatán es, hoy como ayer, espacio privilegiado de convivencia intercultural, entreverado de concepciones, saberes, técnicas y prácticas que día con día se renuevan para mantener viva y renovada una ampplia gama de identidades tan multifacéticas como peculiares y sugerentes que, al conjuntarse, siguen haciendo del antiguo Mayab un universo cultural en continua recreación, nunca idéntico, pero invariablemente original y sorprendente”.

 

Nota bibliográfica:

Título: Yucatán: antiguas y nuevas Relaciones

Coordinadores: Abrahán Collí Tun y Julián Dzul Nah

Traducción al maya: Fidencio Briceño Chel

Colección Mayab, urdimbre de identidades

Edición de la Universidad Nacional Autónoma de México (Instituto de Investigaciones Filológicas) y del Gobierno del Estado de Yucatán (Secretaría de Investigación, Innovación y Educación Superior). 301 páginas

El libro tendrá una próxima presentación en el local de la Biblioteca Yucatanense (calle 60 entre 67 y 65) el 21 de julio de 2017.

 

Iglesia y Sociedad

Mis últimas palabras

27 Jun , 2017  

Para Josefina Chan Cimé, in memóriam

  1. Pron en Letras Libres

Patricio Pron es un joven escritor y crítico literario (bueno, es 17 años menor que yo, lo que me autoriza para referirme a él como joven, aunque este año cumpla –él, no yo, que más quisiera– 42 años) originario de Argentina, rosarino para ser más preciso. Con cierta asiduidad colabora con la revista Letras Libres, mi revista de cabecera, y tiene una forma de desarrollar sus ideas en los ensayos que en dicha revista le he leído, que me subyuga.

 

En noviembre de 2016 escribió un ensayo breve relacionado con la exposición Unfinished, una muestra de obras de arte que regularmente se clasifican como inacabadas o incompletas –haya sido esto deliberado o accidental– que se exhibió para inaugurar el Met Breuer, espacio para el arte moderno y contemporáneo del Museo Metropolitano de Nueva York.

 

En una de las secciones del ensayo, que recomiendo vivamente (Letras Libres 215, noviembre de 2016; www.letraslibres.com), Pron habla de la “fijación contemporánea por la figura del zombi… y un interés continuado por las últimas palabras de los artistas de cierto renombre”. Mi interés por los zombis es, debo confesarlo, escaso. Pero las últimas palabras de quienes mueren son, en cambio, algo que me llena de interés. A partir de la afirmación de Pron que he citado literalmente, desfilan por las líneas del ensayo algunas de las palabras finales de artistas y personajes de diversa índole, algunas sombrías, otras airadas, algunas más jocosas. Karl Marx, nos cuenta Pron, interrogado por su devoto amigo, Friedrich Engels, en su cama de enfermo (Marx murió de una prolongada gripe que se desplegó en bronquitis y pleuresía, en marzo de 1883) para que dejara algún mensaje a la posteridad, recibió un regaño monumental: “¡Vete! ¡Desaparece de mi vista! Las últimas palabras son para tontos que no han dicho lo suficiente en vida”. No obstante el reparo de Marx, la fascinación por las últimas palabras no ha dejado de ejercer su influjo a lo largo de los siglos. Dice Pron que Michel de Montaigne tuvo la pretensión, incluso, de confeccionar algo así como un Diccionario de Últimas Palabras, que nunca llegó a realizar.

 

Algunos ejemplos narrados por Patricio Pron tienen un aura de genial simplicidad. Cuenta Pron, en una de las notas de su ensayo, que Bob Hope fue interrogado también en su lecho de muerte, pero acerca de qué es lo que deseaba que se hiciera con sus restos mortales, es decir, si prefería ser enterrado o incinerado, a lo que el actor contestó: “¡Sorpréndeme!”, y murió. O aquellas últimas palabras geniales pronunciadas por Franz Kafka que, dirigiéndose a su médico inmediatamente antes de morir, le pidió: “Máteme, o será usted un asesino”.

 

El ensayo de Pron no se limita, desde luego, a reseñar últimas palabras. Es solo un elemento en un intento mayor: plantearse las preguntas adecuadas acerca de la naturaleza de las obras de arte (pictórico, literario, escultórico, etc.) que son clasificadas como inconclusas, incluyendo desde luego aquellas que no lo fueron de manera accidental, por muerte del autor o abandono circunstancial de la obra, sino de aquellas que fueron concebidas de esa manera, es decir, que fueron dejadas voluntariamente inconclusas. Pero eso lo podrá constatar el/la lector/a de esta columna si el interés lo lleva a visitar y disfrutar el ensayo multicitado.

 

  1. El blog de un cura jubilado

El mes de noviembre está dedicado a los difuntos. Curiosamente, es el mismo mes de la publicación del ensayo de Pron en Letras Libres. Pues bien, en ese mismo mes, noviembre de 2016, un cura jubilado de Sevilla, Carlos Ros, que, como signo de una muy vital madurez etárea (o etaria, que de cómo se expresa el asunto de la edad también se discute harto) mantiene un interesante blog titulado “Mi parroquia de papel”, publicó en su sitio un puñado de últimas palabras de santos canonizados por la iglesia católica. Curiosa conincidencia. El objetivo del cura sevillano era que estas palabras “nos ayuden para el tránsito, cercano o lejano, de nuestro paso de esta vida al cielo, que por la misericordia de Dios esperamos”.

 

Hay algunas últimas palabras, de las enlistadas por Ros en su artículo, que llenan de asombro. Santo Tomás Moro, por ejemplo, condenado como traidor por no reconocer al monarca al que servía, Enrique VIII, como jefe de la iglesia en Inglaterra, fue decapitado en julio de 1535. Se cuenta que, ya con la cabeza puesta para recibir el tajo del hacha, desvió su barba a un lado, diciéndole al verdugo: “Esta barba no ha cometido ninguna alta traición”. Esas fueron sus últimas palabras.

 

Más conocida es la frase de la santa de Ávila y doctora de la iglesia, Teresa de Jesús, quien en Alba de Tormes, en octubre de 1582, repitió varias veces después de recibir la postrer comunión eucarística: “Muero al fin, Señor, hija de la iglesia” que, desde mi perspectiva, es mucho más que una frase piadosa, dicha para celebrar su pertenencia a la iglesia católica, porque hace una oblicua referencia a los intentos, contumaces, de combatir su reforma de la Orden del Carmelo, acusándola de practicar “una doctrina nueva y supersticiosa”, al investigar la Santa Inquisición su “Libro de la Vida” en enero de 1576, desde seis años antes de su muerte. Es inevitable no escuchar, en sus últimas palabras, el sereno triunfo interior de una santa que nunca se doblegó ante sus acusadores y que, a pesar de los intentos de descalificación, amó a su iglesia sin dejarse vencer por la estulticia de muchas de sus autoridades.

 

O santa Ángela de la Cruz, sevillana como el cura jubilado del blog, muerta en 1935 y canonizada en 2003, que murió diciendo: “No ser, no querer ser, pisotear el yo, enterrarlo si posible fuera… no ser, no querer ser…”, a contracorriente de quienes en nuestros días han sobrevalorado la autoestima y colocándose muy cerca de cierto pensamiento zen y budista que coloca en la eliminación del ego el camino de la iluminación…

 

  1. Renunciando a mis últimas palabras

He participado, en varias ocasiones, en algunas dinámicas concebidas para enfrentar la propia muerte. Incluso los Ejercicios Espirituales de san Ignacio, tienen una meditación que coloca al ejercitante en dicha situación. Uno de los talleres en que he participado y que recuerdo con más nitidez es cuando se me pidió que escribiera el epitafio que quería que quedara consignado en mi tumba. “Aquí yace un discípulo de Jesús”, fue el epitafio que escogí. Tiempo después, erosionada mi esperanza por la situación mundial y por los años invertidos en la lucha por el respeto a los derechos humanos, pensé que si la vida me ofreciera la oportunidad de tener la posibilidad de expresar algo en el momento de mi muerte, escogería la misma expresión con la que concluye el insuperable cuento de García Márquez, “El Coronel no tiene quien le escriba”.

 

Años más tarde, un accidente de tránsito sufrido hace algunos años me colocó, de repente, ante la muerte posible, ya no la de los talleres tanatológicos, sino la de huesos rotos y sangre derramada. Durante cerca de veinte minutos experimenté la certeza de que estaba a punto de morir. La experiencia fue sobrecogedora. Renuncié entonces a los epitafios; renuncié a unas últimas palabras. Renuncié también a unas Obras Completas, otra versión, bastante engreída, de las últimas palabras.

 

Visité hace algunos años, en los Estados Unidos, a un amigo que me fue muy querido. Estaba consumido por el cáncer. Como trabajaba en una editorial religiosa, salí del cuarto del enfermo terminal lleno de libros que él había decidido regalarme, todos ellos nuevos o en excelente estado y todos versaban sobre las materias a las que he dedicado muchos años de mi vida. Al salir del cuarto, en secreto, la esposa me pidió que yo no me llevara los libros, porque ella pensaba patrocinar con todos los libros de su esposo, varios cientos, una biblioteca que llevara el nombre del esposo, de suerte que su hija pequeña tuviera, ya de mayor, algún recuerdo de su padre. Respetando el deseo de la esposa, dejé los libros. Unos días después, cuando regresé para despedirme ya de manera definitiva del enfermo, los libros me fueron devueltos por mi amigo. El moribundo me dio una última lección, cuando me comentó que se había enterado de la intención de su esposa de erigirle una biblioteca en su honor. “Llévate los libros, me dijo, mi esposa ya entendió. No aspiro a ser recordado, ni albergo el deseo de que nadie se acuerde de mi nombre. He llegado al final. Es hora de desaparecer.”

 

Yo también, como dijera Osho, quisiera ser solamente nube.

Iglesia y Sociedad

San Antonio de Padua y la usura de los banqueros

13 Jun , 2017  

Los enemigos del Papa Francisco proceden de diversos ámbitos. Dentro de la iglesia, como era de esperarse, los vientos de la Reforma y el regreso a la centralidad del Evangelio de la Misericordia han descolocado a muchos de los altos jerarcas y grupos conservadores, acostumbrados al modus operandi de los cerca de cuarenta años de restauración. Lo único novedoso en esta oposición es su virulencia y su desfachatez, que se difunde a través de los variados portales electrónicos católicos, que se distancian abiertamente del magisterio papal y bombardean las líneas fundamentales de la reforma de Francisco.

 

Fuera de la iglesia llama la atención, aunque tampoco sorprende del todo, la oposición de los grandes del dinero y el poder. Quizá uno de los signos más patentes sea la visita al Vaticano, en busca de la foto, del energúmeno que habita la Casa Blanca, a quien el Papa regala su Encíclica sobre el Cuidado de la Casa Común (Laudato Sii) y que, pocas semanas después, decide la salida de su país del Acuerdo de París contra el cambio climático. La foto oficial de la visita que ha dado la vuelta al mundo, con el ceño adusto de Francisco, quizá sea la mejor editorial de esa visita.

 

Pero la oposición de Francisco a la dictadura del dinero, elevado a la categoría de divinidad en el sistema del capitalismo mundial imperante no es un fenómeno nuevo en la iglesia. Francisco camina tras las huellas de grandes santos y santas que, enfrentando los desafíos de su época, supieron confrontarse, a veces hasta el martirio, con el sistema socio económico imperante: tendríamos que mencionar, en nuestra región y época, por ejemplo, la excelsa figura de Monseñor Romero.

 

Hoy quiere hacer alusión a la predicación de san Antonio de Padua, también conocido como Antonio de Lisboa. Lo hago por dos razones: porque hoy es la fiesta que lo celebra en la liturgia católica y en nuestra península es uno de los santos patronos más populares, contándose en decenas las iglesias dedicadas a su nombre, pero también porque en su predicación, el santo franciscano enfrentó uno de los males que siguen aquejando a muchas familias en estos tiempos que corren: me refiero al ejercicio de la usura, sea la privada, realizada por personas privadas, como la pública, llevada a niveles de escándalo, en las instituciones bancarias.

 

Por eso comparto con ustedes algunos de los motivos de la predicación de san Antonio, según nos lo transmite en un sesudo estudio titulado El Otro San Antonio de Padua, escrito por Fray Lázaro Iriarte OFMcap, que puede encontrarse en Selecciones de Franciscanismo, vol. XXIV, n. 70 (1995) 71-85. Les ofrezco unos fragmentos:

 

En Antonio nació el predicador aquel día en que, por obediencia, dejó que la lengua hablara de la abundancia del corazón (Mt 12,34). Recibida de su provincial la misión de evangelizar, escribe el primer biógrafo, «comenzó a recorrer ciudades y castillos, aldeas y campiñas, diseminando por doquier la simiente de vida con generosa abundancia y con ferviente pasión».

Los biógrafos no se han planteado la cuestión de la lengua en que predicaba el santo. Portugués, llegado a Italia a la ventura, hizo oír su voz en regiones lingüísticas tan diversas como la Romagna, el Véneto, Lombardía, el Mediodía de Francia: no tuvo tiempo para aprender los varios idiomas. ¿Cómo hacía para hacerse entender del pueblo? Con toda probabilidad él hablaba en latín; en efecto, el biógrafo hace constar el domino que poseía de la lengua eclesiástica. Pero el latín sólo lo entendían los letrados y aun estos hallarían dificultad en captar la diferente pronunciación latina por la que, en la Edad Media, eran ya conocidos los clérigos hispánicos. El autor de las Florecillas, al referir el sermón predicado por Antonio ante la corte romana, recurre al milagro de Pentecostés para dar una respuesta (Florecillas cap. 39). Quizá lo que enardecía a la gente sencilla no era tanto lo que decía el predicador, sino quién lo decía y cómo lo decía. En Antonio, como en Francisco, predicaba la persona y la vis profética de su mensaje.

A través de sus sermones, escritos mucho tiempo después de haberlos predicado y para destinatarios cultos, es difícil hacernos una idea de lo que fue la predicación de Antonio. Ha sido proclamado Doctor Evangelicus por Pío XII. «Heraldo del Evangelio» es el apelativo que le da muchas veces el primer biógrafo. Un heraldo evangélico es, ante todo, un testigo y un enviado, un profeta. En esos mismos sermones, Antonio traza repetidas veces los rasgos del auténtico predicador: es un enviado, un simple portavoz, ministro de la Palabra, la cual posee eficacia en sí misma; ha de basarse siempre en la Palabra de Dios, estudiada, meditada, asimilada; el predicador ha de predicarla primero a sí mismo y después a los demás, nunca en nombre propio, sino siempre en nombre de Dios. Se puede ser predicador eficacísimo también callando… Como Jesús, el hombre del Evangelio ha de ser testigo de la VERDAD, mártir de su propio mensaje. Dejó escrito en uno de sus sermones:

«La verdad engendra odio; por esto algunos, para no incurrir en el odio de los demás, echan sobre su boca el manto del silencio. Si predicaran la verdad tal como es y la misma verdad lo exige y la divina Escritura abiertamente lo impone, ellos incurrirían en el odio de las personas mundanas… Jamás se debe dejar de decir la verdad, aun a costa de provocar escándalo» (Sermones, I, 332).

Así lo hizo él. En el texto latino de sus sermones se percibe, bien que lejanamente, la vehemencia profética con que arremetía contra la prepotencia, la opresión y la violencia, contra todos los delitos sociales del tiempo. Nadie escapa a la libertad evangélica con que denuncia a príncipes, señores feudales, prelados de la Iglesia, dueños burgueses, usureros sin entrañas, magistrados, leguleyos… Todos son citados ante el tribunal del Dios justo y recto, el cual «no hace discriminación de personas», como repite muchas veces. Ante una sociedad estructurada según la desigualdad de la pirámide feudal —príncipes, nobles, plebeyos, siervos de la gleba— él proclama la igualdad entre los hombres:

«Todos los fieles son reyes, por ser miembros del Rey supremo… Cualquier hombre es príncipe, teniendo por palacio la propia conciencia.»

Alza la voz contra los nobles que «despojan a los pobres de sus bienes insignificantes y necesarios, a título de que son sus vasallos». Y contra los prelados y grandes del mundo, los cuales, «después de haber hecho esperar a los necesitados a la puerta de sus palacios, implorando una limosna, una vez que ellos se han saciado opíparamente, les hacen distribuir algunos residuos de su mesa y el agua de fregar».

Se muestra particularmente duro con los ricos avaros y con los usureros, «pajarracos rapaces», «las siete plagas de Egipto», «reptiles al acecho», «árboles infructuosos, que chupan la tierra», «posesión del demonio», «sordos que tienen los oídos taponados por el dinero», «gentuza maldita que infesta la tierra», «raza de hombres cuyos dientes son armas; roban y despojan a los pobres indefensos que no pueden resistirles con la violencia».

La emprende con leguleyos y abogados: «idumeos, sanguijuelas que chupan la sangre de los pobres». «Como los que trabajan en la lana, cardan y tejen sutilezas y argucias» para engarbullar a sus clientes.

No calla los vicios de los pobres, pero trata de excusarlos. Denuncia la marginación a que se hallan relegados, «alejados por medio de estacadas de palos afilados y de espinos, que significan los aguijones, los dolores y las enfermedades que tienen que soportar». Y hace oír su grito de profeta:

«¡Ay de los que poseen depósitos llenos de vino y de grano y dos o tres pares de vestidos, mientras los pobres de Cristo imploran a sus puertas con el estómago vacío y con los miembros desnudos, a los cuales si se les da alguna cosa, es muy poco y no de las cosas mejores, sino todo de desecho!»

«¡Llegará, llegará la hora en que ellos implorarán de pie, fuera de la puerta: Señor, señor, ábrenos!, y oirán lo que no quisieran oír: ¡En verdad, en verdad os digo, no os conozco!»

Defiende el principio cristiano de la función social de la propiedad, en virtud del cual los bienes que no son necesarios al rico para las exigencias fundamentales de la vida, pertenecen al pobre que se halla en necesidad (6).

Un buen conocedor de los escritos del santo ha hecho notar que, mientras son constantes las invectivas contra los delitos de orden social, no se halla mención del pecado sexual. Pero se sabe que, como efecto de su predicación, muchos libertinos de ese desorden se convertían.

 

¡Ah! Cuánta falta nos hacen predicadores como san Antonio, especialmente en estos días en que hay familias que pierden su patrimonio por no poder pagar la usura de quienes, protegidos por una firma de renombre, cargan de intereses a los deudores pobres y terminan despojándolos de sus bienes. Quiero terminar con una oración tradicional que nos comparte Luis Ángel Rodríguez Patiño:

“¡Oh glorioso san Antonio!, a quien Dios ha elegido como intercesor nuestro en los apuros y pérdidas de la vida material y como protector de los pobres ante los ricos; protégenos con tu favor en todas las necesidades y enredos de nuestra vida, danos sincero amor le los pobres, mucha confianza en Dios y alto aprecio de la vida eterna, a la cual se ordena toda la vida temporal. Amén.”

Iglesia y Sociedad

La Ascensión y el Concejo Indígena de Gobierno

29 May , 2017  

Al CNI Jo’, con afecto y esperanza

En el marco de las celebraciones pascuales, cincuenta días de gozo litúrgico por la resurrección de Jesús, en todas las iglesias católicas del mundo se festejó el pasado domingo la fiesta de la Ascensión del Señor.

 

Una antigua tradición, cuya conservación le debemos al evangelista Lucas, señala que después de cuarenta días de manifestaciones a sus discípulos para fortalecerlos, Jesús de Nazaret, resucitado de entre los muertos, subió al cielo. Todos los años, en este domingo, leemos el pasaje con el que inicia el libro de los Hechos de los Apóstoles, segundo tomo de la obra lucana, en el que se narra la subida de Jesús al cielo.

 

Hay en el texto un momento de tensión. Jesús está reunido con sus discípulos y ha comido con ellos. Una vez que el Maestro les ha recomendado no retirarse de Jerusalén sino hasta que la promesa de la venida del Espíritu Santo se cumpliese, una pregunta dirigida a Jesús por algunos de los discípulos parece desentonar de conjunto: Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar la soberanía de Israel?

 

La pregunta suena extraña porque el Maestro ha empeñado al menos tres años en su tarea de predicación y promoviendo un cambio de mentalidad. Entre los discípulos reunidos con Jesús hay seguramente testigos del momento en que Jesús, refiriéndose al uso del poder, lo desmitificó y le dio otro sentido: el servicio de los más necesitados (Mc 10,35-45). Ha llovido mucho desde entonces, y Jesús, de nuevo, se encuentra con la tentación del poder arraigada en el corazón de quienes habrían de continuar su obra en el mundo.

 

La respuesta de Jesús en el texto al que hacemos referencia (Hch 1,1-11) es ambigua. No contesta a la pretensión de los discípulos sino les advierte que para algunas cosas hay que esperar los tiempos establecidos por el Padre. En cambio, es suficientemente claro en anunciarles que el llamado fundamental que Él les hace, la tarea que les encomienda, es, después de haber recibido la fuerza del Espíritu Santo, ser testigos en medio del mundo de la manera distinta de vivir que de Él han aprendido.

 

El gusanillo del poder, bajo diferentes representaciones, ha seguido enquistado en el corazón humano. Pensar que las cosas se cambiarán desde arriba y que la imposición del pensamiento de unos sobre otros, aún con las mejores intenciones, será lo que produzca el cambio que necesitamos. Es lo que llamamos la trampa del poder. La han estudiado famosos pensadores, Foucault entre ellos, que han diseccionado sus modos operativos y sus triquiñuelas y han  mostrado cómo se termina por crear dos clases de personas: las que tienen el poder y las que lo padecen.

 

México, en su malograda transición a la democracia, es vivo ejemplo de ello. Tenemos un entramado institucional construido para poner diques al uso autoritario del poder, instituciones ciudadanizadas (lo que quiera que esto signifique) y nomás no: la corrupción es moneda corriente, al clientelismo se apodera de las instituciones y los partidos políticos hacen y deshacen a su antojo, carcomiendo el tejido social y prostituyendo el ejercicio de la política hasta convertir los gobiernos en grandes agencias de empleo temporal y de saqueo.

 

Por eso me llena de esperanza la reunión que este pasado fin de semana hubo en San Cristóbal de Las Casas. 1,252 delegados/as de los distintos pueblos originarios de México, más 230 delegados/as del EZLN, haciendo un total de 1,482 participantes venidos de los cuatro puntos cardinales se han reunido desde el pasado viernes 26 para poner en común las decisiones de cada uno de los pueblos, conversadas y discutidas previamente, con respecto a la conformación de un Concejo Indígena de Gobierno (CIG), que pueda aprovechar la actual coyuntura política del país para hacer oír, a través de una vocera, mujer e indígena, la manera como los pueblos originarios reunidos en el Consejo Nacional Indígena piensan que debería gobernarse este país.

 

No se trata de un asunto menor. Han estado presentes en la gran asamblea representaciones de 49 de los 62 pueblos originarios reconocidos por el INEGI. Pero no es solamente un asunto numérico y/o territorial. Se trata de abrir la posibilidad de que el país entero aprenda, aprendamos, de la manera como los pueblos originarios han resistido los embates de odio y discriminación, de opresión y marginación, sin perder el alma, manteniendo modos de vida y de organización que han florecido sin estorbo, en los últimos tiempos, en las comunidades zapatistas.

 

Los partidos políticos, todos, están cosechando los frutos de sus errores históricos: el descrédito absoluto y el desprecio popular. Parecen manchar todo lo que tocan. La construcción de la democracia tendrá que recorrer otras sendas. Nunca habíamos tenido terreno más fértil para que los pueblos originarios nos compartan sus formas de convivencia política y social. El Concejo Indígena de Gobierno, a través de su vocera, podrá plantearnos su fórmula para el enfrentamiento de las trampas del poder y sus consecuencias, que han sumido a este país (y al mundo entero) en un estado deplorable de desigualdad, violencia y muerte.

Iglesia y Sociedad

Tortura en el Estado más seguro

11 May , 2017  

Muchas veces, en este mismo sitio, he tratado sobre la persistencia de la tortura en el Estado de Yucatán. Nos jactamos de ser el Estado más seguro del país y no hay institución que tome cartas en el asunto respecto a los casos públicos, con las redes sociales, cada vez más evidentes, de tortura.

En el caso de Roberth Tzab, explicado más de una vez en este portal, la Fiscalía del Estado de Yucatán acaba de recibir, por enésima ocasión, la orden de un Tribunal de concluir con la investigación que ha tratado, en más de una ocasión, de cerrar a la mala, esto es, sin castigo a los culpables, resarcimiento de daños a los familiares de la víctima y garantías de no repetición del hecho.

Porque esta orden judicial desnuda, una vez más, la reiterada y dolosa omisión de la dependencia del Poder Ejecutivo encargado de la procuración de justicia, sobre todo en estos tiempos en que cada tienda departamental y cada escuela proclama a voz en cuello el funcionamiento del llamado Escudo Yucatán, hago público en este espacio el más reciente comunicado del equipo de derechos humanos Indignación AC al respecto. Lo hago con dolor y rabia por la familia de Roberth y con vergüenza e indignación por la ineficiencia e ineficacia de las autoridades que deberían procurar justicia en este Estado.

Tortura en Yucatán, negada y perpetuada

 

Ordenan de nuevo a Fiscalía de Yucatán

concluir investigación en caso de tortura

 Comunicado del Equipo Indignación A.C.

Al mismo tiempo que una nueva denuncia pública de tortura, de nuevo en Tekax, alertó la semana pasada la persistencia de este ominoso crimen en el Estado, la Justicia Federal concedió un nuevo amparo en el caso de Roberth Tzab, quien murió, hace ya casi siete años, en una celda de Tekax en condiciones que obligan a sospechar tortura pero que la fiscalía reiteradamente y negligentemente ha omitido investigar.

El Tribunal Colegiado en materias Penal y Administrativa del Décimo Cuarto Circuito ordenó a la Fiscalía del Estado concluir la investigación y le dio un lapso de tres meses para hacerlo.

Desde hace siete años que la Fiscalía cierra reiteradamente la investigación y hace siete años que el equipo Indignación, junto con los familiares de Roberth Tzab, a través de recursos jurídicos, amparos y revisiones exige continuar la investigación y hacerlo de acuerdo con los protocolos para investigar tortura. Ni una cosa ni otra hace el Estado, que ante el crimen se niega a determinar responsabilidades.

El año pasado policías de Tekax fueron filmados cuando torturaban a una persona y el video circuló en redes sociales. El Congreso del Estado formó una comisión para el caso pero se negó a entrevistar al alcalde de Tekax.

La Comisión de Derechos Humanos, por su parte, emitió una recomendación pero omitió referirse a la tortura perpetrada en contra del policía que difundió el video.

En mayo del año pasado la tortura perpetrada por policías municipales también arrebató la vida a un joven de Temax. Por esos días falleció otra persona en los separos de la policía, en Mérida.

El Gobernador del Estado y el titular de la Secretaría de Seguridad Pública presumen la tranquilidad del Estado sin inmutarse ante el flagelo de la tortura que persiste en el Estado, sin enfrentar uno de los crímenes más ominosos, sin rendir cuentas, sin investigar, sin sancionar y sin establecer las medidas para erradicar la tortura.

El Gobernador del Estado y el titular de la Secretaría de Seguridad Pública se muestran leales a los policías que torturan, los respaldan, los defienden y defraudan a la sociedad, ante la cual tienen que responder por vulnerar reiteradamente los derechos humanos a través de crímenes tan graves que van en contra de la vida de las personas.

La tibieza de la Comisión de Derechos Humanos, que tendría que emitir sus recomendaciones con la determinación y el fundamento que el caso requiere, publicitarlas, señalar a los responsables y convertirlas en instrumento para generar conciencia y erradicar este crimen.

 

Iglesia y Sociedad

Pregón pascual 2017

18 Abr , 2017  

Les anuncio esta noche a voz en cuello: ¡Ha resucitado!

 

En pocos años, Yucatán ha logrado colocarse a la cabeza de la batalla contra la eliminación de la violencia contra las mujeres. Las modificaciones legislativas han comenzado a hacerse operativas: hay lugares donde las víctimas pueden ir a exponer sus agravios y son escuchadas sin ser prejuzgadas o criminalizadas. Los ministerios públicos cuentan ahora con un adiestrado equipo de mujeres que realiza la investigación con perspectiva de género y han dejado de utilizar el distractor del “crimen pasional” para hacer un trabajo científico y apegado a los más altos estándares del derecho internacional. Las juezas, y cada vez más también los jueces, son sensibles al drama que ocasiona la violencia e imponen sanciones y buscan el resarcimiento del daño ocasionado contra las víctimas. Junto a esto, una campaña concientizadora por parte del Poder Ejecutivo, presidido por una feminista, ha ayudado a identificar los distintos tipos de violencia de género para prevenirlos y, tanto en maya como en castellano, motiva los cambios de conducta personal y social que irán abatiendo, más temprano que tarde, las raíces del sistema patriarcal. Un logro impresionante es que, después de que 2017 estuviera marcado por el asesinato de muchas mujeres, Yucatán no haya registrado en este año ningún feminicidio. Parece que la sangre derramada de tantas mujeres comienza a dar frutos.

 

¡Exulten por fin los coros de los ángeles! ¡El Señor resucitó!

 

Don Anastasio puede ya respirar tranquilo: no tendrá que vender su tierra. A fuerza de decir su palabra en asambleas y reuniones ejidales, ha contribuido a conjuntar las voluntades para que el ejido ya no venda más el territorio que le pertenece a todo el pueblo. Cuando las compañías transnacionales de energía decidieron retirarse del negocio en tierras mayas, hartos de la resistencia que les impedía engrosar sus billeteras, los tres poderes de gobierno y la iniciativa privada se involucraron en un magno proyecto de producción de energía limpia, no atado ya al capital que despoja y deshumaniza, sino a las comunidades que, organizadas, han encontrado lugar para un abanico en cada municipio. La inversión que se ha hecho de nuestros impuestos ha logrado la autonomía energética de las comunidades mayas: nuestros pueblos ya no pagan electricidad ni gas: los producen respetando a la Madre Tierra. El modelo ha sido ya tan exitoso, que comienza a extenderse por todos los estados de la república. Algún día, la CFE será transformada en una confederación de pueblos que ofrecerán electricidad a bajo precio a las grandes ciudades.

 

¿Por qué buscan entre los muertos al que vive? ¡Ha resucitado!

 

Que se haya logrado una reforma electoral que garantizara la segunda vuelta en la elección presidencial es una hazaña. Pero que la vida nos permitiera presenciar el espectáculo de que dos representaciones de izquierda quedaran en la vuelta final es inaudito. Está dada la posibilidad de que una festiva asamblea igualitaria de grietas, termine por derrumbar el muro de la hidra capitalista. Si algo hemos aprendido de este proceso es que, cuando los partidos se baten en retirada, es porque la ciudadanía ha llegado a los puestos de mando y de servicio. Nada de esto, desde luego, hubiera sido posible sin el grito organizado de los pueblos originarios, que en uso de su autonomía, se arriesgaron a entrarle a la recuperación de las instituciones del país. Hay aún muchas rémoras en ambos bandos de la contienda, pero sin duda veremos cambios significativos en el sexenio que pronto comenzará. Y eso que no sabemos todavía qué nos depara el empuje de los pueblos y comunidades, de los grupos organizados y de los ciudadanos y ciudadanas de a pie. Quizá la visión de Estado de uno de los candidatos y/o la honestidad y generosidad de la otra, pinten un nuevo panorama que haga innecesaria la segunda vuelta. Parece que al final sí, este país tenía salvación.

 

Ha renacido la esperanza. ¡El Señor resucitó!

 

Y claro: la pascua nos asegura otras posibilidades de vida plena en proceso. María y María han llevado a su hijo a bautizar y han recibido una acogida gozosa en su comunidad cristiana. En las celdas policíacas se ha desterrado para siempre la tortura. Son ya muchas las parroquias católicas en donde la diversidad es bien recibida e integrada en la marcha comunitaria. Hemos aprendido de los pueblos originarios y el cambio climático comienza su marcha regresiva. Siria y Corea del Norte viven en paz y en armonía con el resto del mundo. Las religiones del mundo se han puesto de acuerdo en la importancia de la promoción de la paz… también entre las religiones… y muchos etcéteras que nos llenan de esperanza.

 

Si hemos muerto con Él, también viviremos con Él

 

Iglesia y Sociedad

La página en blanco

29 Mar , 2017  

¡Alto a los feminicidios!

Ema Gabriela, in memoriam

 

Hay quienes dicen que eso del miedo de los escritores ante la hoja en blanco es un mito. Supongo que esta afirmación utiliza la acepción de ‘mito’ de uso corriente (como el libro “Diez mitos sobre la mariguana”), es decir, que identifica mito con algo falso. Hay programas titulados “Tal cosa: ¿mito o realidad?”, identificando al mito con la mentira. La acepción antropológica del término, en cambio, es bastante más compleja y se refiere, para utilizar la definición de José Manuel Losada, a “un relato explicativo, simbólico y dinámico, de uno o varios acontecimientos extraordinarios personales con referente trascendente, que carece en principio de testimonio histórico, se compone de una serie de elementos invariantes reducibles a temas y sometidos a crisis, presenta un carácter conflictivo, emotivo, funcional, ritual y remite siempre a una cosmogonía o a una escatología absolutas, particulares o universales” (Tomado de Wikipedia). Mitos serían, pues, los relatos del Popol Vuh, los once primeros capítulos del Génesis, o los arquetípicos relatos de la antigüedad griega. La identificación de mito con falsedad, tan en boga en los medios de comunicación y las redes sociales es, cuando menos, simplista.

 

De cualquier manera, el miedo, o nerviosismo, o trauma ante la página en blanco es una experiencia muchas veces citada por los autores, sobre todo de narrativa de ficción. Hay un libro que me gusta mucho. Lo compré en la FILEY 2016 (que en la más reciente no tuve ni siquiera chance de husmear por entre los estantes). Está publicado en la Ediciones Cal y Arena y tiene por compiladora a Delia Juárez y como ilustrador a Daniel Camacho. El libro se llama “Así escribo” y es la reunión de los testimonios de 53 escritores mexicanos que cuentan la forma en que escriben, cómo entienden el misterio de la creación literaria, cuáles son sus filias y fobias, cuáles los lugares y horarios en que escriben. Un libro delicioso que recomiendo ampliamente.

 

En varias ocasiones, en el libro que he mencionado, los escritores y escritoras se refieren a la página en blanco. Enrique Serna, por ejemplo, afirma que “aunque solo beba tres whiskies cada quince días, el síndrome abstinencia que todo ex borracho arrastra consigo me quita el sueño, y cuando amanezco atarantado después de una noche en blanco, la frase más inocua me cuesta sangre”. En cambio, dice Ana Clavel, “poco a poco la tentación de sentarse a escribir comienza a ser insoportable. Pero no cedo. No puedo empezar si no doy con la primera frase. Para escribir, por ejemplo, una primera línea como ‘La violación comienza con la mirada’, tuve que esperar más de veinte años a que Las Hortensias que había leído en la Facultad de Filosofía y Letras florecieran con una extraña intensidad violeta; así como tuve que recordarme mirando mirar a los hombres: lecciones silenciosas del deseo y sus anatomías que contemplé en la mirada de hermanos y primos mayores desde que era niña”.

 

Hugo Hiriart, por su parte, ofrece todo un manual “con un consejo que doy siempre a mis alumnos para casos de bloqueo de escritor o tortura de la página en blanco: el procedimiento, es un verdadero algoritmo, consiste en (1) escribir como sea, a lo loco, como salga… (2) no se debe volver al texto escrito hasta el día siguiente… (3) al regresar al día siguiente nuestro dominio sobre el texto seguro que ha crecido… (4) la voluntad juega escaso papel, nadie escribe como quiere, escribe como buenamente puede…” Y cada uno de los pasos de este algoritmo se desmenuza en un texto que tendría que leerse (y disfrutarse) en el libro.

 

Todo esto es para decirles que el pánico ante la hoja en blanco no es una experiencia que afecte solamente a quien escribe en este espacio, sino que es un fenómeno extendido. Nadie me envíe a un hospital psiquiátrico por ello. Hace algunos años escribí algunas líneas para expresar este sentimiento. Se las comparto ahora que, después de varias semanas, perdí (momentáneamente) el horror ante la página en blanco.

 

ANTES DE ESCRIBIR

 

Luminosa distancia que apabulla

como un desierto enorme, como sangre

contagiada de sida

 

Horror teatral a la Darío Argento

con locos degollando a la portera

en dos rápidas tomas

 

Vergüenza triste del recuerdo sucio

y un tocamiento oscuro, sudoroso,

en un clóset de infancia

 

Miedo fatal, terror casi dantesco,

al grandulón que espera a la salida

de una tarde de escuela

 

Odios acumulados, rebeldía

que no se olvida nunca, que despierta

puntual el dos de octubre

 

Pasión, estrés, nostalgia, vanidades,

destellos de crueldad y de impotencia

…cansancio del cansancio

 

Todo esto es hoy, ayer, cada mañana

una página en blanco y esperando

las líneas del poema

 

Iglesia y Sociedad

Eólicos: entre la extinción y el despojo

5 Mar , 2017  

(Artículo publicado también en El Varejón 150, revista de derechos humanos del Equipo Indignación AC)

Leonardo Boff, estudioso y profeta del deterioro del ecosistema, ha señalado que nunca antes el mundo había enfrentado, al mismo tiempo, tres posibilidades de destrucción masiva: el sobrepasamiento de los límites del planeta, el armamento nuclear de las grandes potencias y el cambio climático.

 

La primera posibilidad describe el momento, alcanzado en abril de 2016, en que el planeta, con todos sus recursos disponibles, ya no es suficiente para satisfacer las necesidades de la humanidad, entendidas bajo el esquema de producción del capitalismo extractivista y el modelo de consumo dominante.

 

La segunda posibilidad hace referencia a la cantidad de armamento nuclear que alberga las entrañas de la tierra: armas que, de ponerse en acción, serían capaces –con solo activar la tercera parte de ellas– de destruir totalmente a la humanidad dejando atrás solamente los escombros de nuestras civilizaciones.

 

Finalmente, la tercera posibilidad, es el cambio climático, producido por la altísima cantidad de emisiones de gas invernadero producto de la quema de combustibles fósiles, principalmente el petróleo.

 

Contra cada una de estas amenazas se yergue una posibilidad de solución. Para el sobrepasamiento, la promoción de la cultura de la austeridad, del consumo responsable, del cuidado del medio ambiente. Para el armamento nuclear, los acuerdos multilaterales de paz y la promoción del diálogo entre las naciones. Para el calentamiento global, el abandono de las energías fósiles y la opción por las energías limpias, renovables. Las tres amenazas en su conjunto, sin embargo, solamente serán conjuradas con la derrota del sistema capitalista que, no contento con la explotación de las personas y los pueblos, dirige su ambición y ansia de lucro a los recursos naturales, los bienes de la naturaleza, para convertirlos en mercancías, privatizarlos y no parar sino hasta dejar tras de sí un gigantesco desierto árido.

 

La energía eólica es, pues, una de las respuestas al problema del cambio climático, junto con la energía solar y otras energías limpias. Quedan muy pocas personas (aunque algunas de ellas con mucho poder) que nieguen el cambio climático y nos sonaría estúpido a estas alturas que alguien se opusiera a las energías limpias. ¿Por qué entonces hay resistencia en las comunidades mayas y en muchas organizaciones civiles que las acompañan, a los proyectos de producción de energía eólica recientemente aprobados en nuestro país?

 

El problema estriba, me parece, en el modelo de producción que se presenta como el único posible: compañías internacionales, sin rostro ni nombre, que tomarán rentados los territorios mayas para sembrarlos de abanicos grandotes. La producción dejará para las compañías pingües ganancias y una pocas migajas serán repartidas entre los dueños de los territorios, que no podrán usarlos más en un arco de 50 o 100 años. Producción de energías limpias, pues, pero por un método de explotación bastante sucio. Lo malo es que de historias de explotación y despojo los pueblos indígenas tienen para llenar muchas enciclopedias. No es que no quieran la producción de energías limpias: solamente se preguntan si la única manera de hacerlo es a través de políticas de despojo.

 

Así que las grandes compañías transnacionales, acostumbradas a manejarse como dueñas de vidas y territorios y frotándose ya las manos por las ganancias que obtendrán, chocan ahora con la resistencia de las comunidades indígenas que no quieren verse sometidas a nuevos actos de despojo. Y acusan a los pueblos de retrógradas, de ignorantes, de opuestos al progreso y a la salvación del ecosistema.

 

Pero los grandes capitales, como siempre, mienten. Su afán de lucro silencia la verdad. Son las mismas compañías las que construyen abanicos gigantes, pero siguen produciendo agrotóxicos; hacen y venden paneles solares, pero siguen practicando el fracking. El medio ambiente para ellos sólo tiene importancia en cuanto les reporta nuevas ganancias. Sólo les interesa el dinero, y por él están dispuestos a arrasar con pueblos y recursos naturales.

 

Pero su mentira mayor no es solamente su doble discurso. Su mentira mayor es presentar ESTE esquema de producción de energía limpia como el único posible. La alternativa planteada por el título de este artículo es falsa, engañosa, perversa. Hay otra posibilidad: el manejo comunitario de las energías limpias.

 

¿Por qué no puede una comunidad maya recibir el apoyo necesario para colocar en su territorio un abanicote, que provea de corriente a toda la región, cuidar esa producción y administrarla autónomamente? ¿Por qué tienen que ser parques gigantescos, con cientos de abanicos? ¿No es ese un modelo que lo único que persigue es el lucro? ¿No ocurre lo mismo con los monocultivos de producción masiva, interesados, no en mitigar el hambre de los pueblos, sino en aumentar la cuenta bancaria de los productores?

 

Pero la producción autónoma comunitaria de energías limpias requeriría que empresas y gobiernos renunciasen a ver dicha producción como negocio, y al aire como mercancía. Y no están dispuestos, desde luego, a hacerlo. Ellos solo viven para despojar y acumular. Pero los pueblos han aprendido ya a no creer en sus cantos de sirenas. Por eso se preparan para resistir a este nuevo despojo. Quieren, sí, energías limpias, pero manejadas de manera autónoma por las comunidades, para que los beneficios lleguen a todos y no solamente a los poderosos de este mundo.

(Puede verse los otros artículos de El Varejón 150, dedicados a los proyectos de energía eólicas en territorios mayas, en www.indignacion.org.mx)

 

Iglesia y Sociedad

Las cartas de Betazzoni

16 Feb , 2017  

Este 2017 cumple 64 años de edad, pero Fernando Betazzoni ha vivido la intensidad de varias vidas. Uruguayo de origen, nació en una ciudad llamada Las Piedras, este escritor, periodista y guionista ha vivido en al menos seis países distintos (Uruguay, Chile, Cuba, Nicaragua, Suecia, Italia), ha sufrido el exilio, se involucró en la lucha armada en Nicaragua, trabajó como corresponsal… y su trabajo literario ha recibido reconocimientos en varios países

 

Supe de él en 2003, cuando me sorprendió, en el arco de apenas unos meses, encontrar su nombre en dos documentos distintos que atrajeron mi atención. Bush era presidente de los Estados Unidos (2000-2004/2004-2008). Sí, el Bush de la guerra de Irak y de la gran recesión, el cuarto presidente con menor porcentaje de votos en toda la historia norteamericana, el Bush del combate al terrorismo después de la catástrofe de las torres gemelas. Fernando Betazzoni había trabajado con otros escritores e intelectuales desde 2002 para confrontar la política guerrerista de Estados Unidos. Su nombre apareció en la declaratoria del Comité Internacional de Intelectuales contra la Guerra, firmando junto con Gelman, Galeano, Benedetti y muchos más. Fue la primera vez que supe de su existencia. En ese mismo año, hojeando la prensa, encontré su nombre por segunda vez: Betazzoni lanzó al público su Carta de un Viejo Disidente, en la que, con argumentos salidos de las entrañas, confirma sus discrepancias con el rumbo de la revolución cubana, pero manifiesta su profunda solidaridad con la isla. La carta me pareció estrujante y arrancada a pedazos del corazón.

 

Hoy, catorce años después de aquella carta, Betazzoni hace pública otra misiva. Otra vez escrita desde el alma, pero ahora en defensa del poeta Ernesto Cardenal, quien acaba de ser condenado a pagar una suma millonaria como fruto de un litigio caduco sobre unas tierras del archipiélago de Solentiname, pero reactivado por el presidente Daniel Ortega en su hostigamiento encarnizado contra el poeta, quien se ha mostrado crítico ante su gobierno. A sus 92 años, Ernesto Cardenal es un perseguido político de Daniel Ortega. Así lo señala Gioconda Belli, la presidente de la organización no gubernamental de periodistas y escritores PEN, capítulo Nicaragua, cuando dice que “a sus 92 años, un hombre que vive humildemente sin haber acumulado riquezas, no tiene ni los medios, ni el tiempo para enfrentar semejante demanda. De allí que no quede más que suponer que la reactivación del mismo, si no obedece a un craso error legalista, debe achacarse a la persecución del gobierno del presidente Ortega… Creemos que sus posiciones valientes, directas y críticas a la situación de Nicaragua bajo el gobierno, desde 2007, de Daniel Ortega, son las que le han causado perjuicios y persecución”.

 

Les comparto las dos cartas de Fernando Betazzoni. La primera tiene como objetivo ofrecer una primera aproximación a las posiciones políticas de Betazzoni, para quienes no lo conozcan. La segunda, en cambio, es mi manera de unirme al repudio que despierta en muchas personas la persecución al poeta Ernesto Cardenal, de quien soy devoto admirador. Que disfruten ambas misivas.

 

Carta de un viejo disidente

Montevideo, domingo de Pascua de 2003

Ahora, a la vuelta de los años, Cuba vuelve a ocupar mi vigilia. No desde la inocencia juvenil de banderas y consignas, sino desde la agobiada reflexión de alguien que se considera capaz, como el que más, de reconocer el signo de los tiempos y actuar en consecuencia.

 

Digo que para mí Cuba no es, nunca fue, un nombre para adornar los estandartes. No son cuatro letras. Ni siquiera es, como dice la canción, “un rubí, cinco franjas y una estrella”. Cuba no es Fidel Castro. No es el recuerdo del Che en la Sierra Maestra. No es tampoco la memoria de la derrota norteamericana en Playa Girón. Cuba no es la venerada memoria de Martí, ni su mármol hecho cifra al sol en la Plaza de la Revolución de La Habana. No es tampoco la voz de Carlos Puebla, ni los gallos de Mariano, ni los versos de Guillén. Cuba es mucho más que un sistema de referencias culturales o políticas: es una nación, construida desde el polvo de sus huesos, desde el dolor y la sangre de cientos de miles de esclavos, de campesinos pobres y analfabetos, de patriotas que se murieron atados a la quimera de la libertad. Cuba es una nación levantada por los humillados y ofendidos de la historia para que todos nos regocijáramos en ella.

 

La nación cubana ha vivido crucificada a un falaz destino manifiesto durante toda su existencia. Allí tenía que estar ese lagarto verde tendido en el mapa que Colón navegó por vez primera. Allí esa perla de la corona española, esa fruta madura de los intereses norteamericanos. Allí ese baluarte de las siempre bellas malas palabras: socialismo, liberación, independencia. Allí esa luz tutelar de los parientes negros que en Angola y Mozambique se sacudían el yugo colonial. Allí tenía que estar. Y estuvo.

 

Y allí está ahora, más sola que nunca al parecer. Dejada de la mano de Dios, acosada por los conspiradores de siempre, dolida de sus propios muertos, de sus hermanos idos, de los amigos que están lejos, de su tristeza infinita. Dividida. Una vez más crucificada. Sostenida por sí misma, aupada en su propia dignidad.

 

La pandilla mafiosa entronizada en la Casa Blanca tiene otra vez a Cuba en la mira. Viejo hábito yanqui, ya lo hicieron antes. Sin fortuna, es cierto, pero acaso sin tanta desesperación como ahora. Estados Unidos es un país fundido, y ese inmenso agujero negro que es la economía norteamericana es capaz, antes de colapsar en la autofagia, de tragarse Afganistán, Irak, Siria, Cuba, Colombia y cuanto bocado se atraviese en su camino.

 

Cuba se defiende desde hace más de un siglo a dentellada limpia de la voracidad de su poderoso vecino. Eso duele, y lastima. Si así no fuera ya habrían caído de nuevo los muchachos del Séptimo de Caballería “con esa fuerza más” sobre las ciudades, los pueblos y las playas del archipiélago cubano. Me lastiman esas dentelladas, como hace tanto tiempo. Disidente al fin, siguen siendo en mí heridas abiertas, dolor puro. Pero digo que me siento bien dispuesto a soportar el dolor una vez más. Dispuesto a no entender del todo y, sin embargo, a padecer con alegría ese dolor si de algo sirve.

 

También soy egoísta, a qué negarlo. Interesado. Lo confieso: preocupado por mi propio pellejo. No quiero ir a La Habana en un gesto postrero e inútil para velar la caída de las bombas inteligentes. No quiero que alguien les diga después a mis dos hijos que el país donde nacieron ya no existe, que es un montón de escombros radiactivos a la deriva en el mar de las Antillas. No quiero que me alcance la vejez discutiendo si Cuba merecía lo que no le dimos cuando debíamos darlo. No quiero que pase lo que va a pasar si el malandraje del Pentágono le mete mano a Cuba. No quiero que sea demasiado tarde.

 

Soy un viejo disidente, ya está dicho. Durante muchos años discrepé con lo que hacían los cubanos en el ámbito político, con sus tropezones internacionales, con sus débiles impulsos democratizadores, con la sinrazón burocrática de su economía temblequeante. Discrepé con lo que hacían y con lo que dejaban de hacer. Me sentía autorizado a ello, aunque muchos me lo reprocharan. Me sentía obligado a hacerlo y a decirlo, aunque muchos amigos me aconsejaran el silencio. Hubo algunas peleas, ofensas mutuas, distanciamientos.

 

Hoy, tantos años después de aquellas revueltas, quiero volver sobre mis pasos. Quiero regresar al mismo exacto punto en el que yo lancé mi piedra. Y lo hago para ofrendar lo poco que tengo, la nada de mi solidaridad, mi mano tendida aun en la discrepancia, la disposición una vez más a ocupar mi lugar en la trinchera. Aunque me duela y no entienda del todo. Lo hago sin arrepentimiento y sin rencor. Sin otro sentimiento que la solidaridad.

 

Que esta humilde “policrítica a la hora de los chacales” escrita desde el sur del mundo por un disidente, sea apenas el testimonio de una voluntad: la de abrazar a mis hermanos de Cuba ahora, cuando la sombra del Imperio parece ya oscurecer el cielo encima nuestro.

 

Carta abierta a Daniel Ortega, presidente de Nicaragua

Montevideo, 12 de febrero de 2017.

 

Daniel: ¿Te acordás cuando me dijiste, allá en El Chipote, que admirabas a Ernesto Cardenal y que él era una gloria de Nicaragua? En aquel momento todos estábamos felices porque El Chipote, en el mismo corazón de Managua, ya no era un lugar siniestro. Estaba por fin lleno de luz, de muchachos y muchachas que no tenían miedo. Hasta las aguas de la laguna de Tiscapa parecían menos oscuras.

 

Eso fue por agosto o septiembre de 1979, cuando la revolución recién empezaba. Aquella tarde viniste al campamento con Javier Pichardo, el Emilio del Frente Sur, y con otros compañeros comandantes. También estaba el flaco Alejandro, y estaba la China a mi lado, un poco asustada, y estaba el Braulio, que después fue embajador, y la hermana de Marisol que parecía una niña disfrazada de soldado. ¿Te acordás?

 

Luego resultó que tu admiración por el poeta Ernesto Cardenal se convirtió en odio y persecución. Y ahora, casi cuarenta años después, vos y tu mujer siguen ensañados con él, y con trapisondas legales lo quieren humillar sacándole los pocos reales que pueda tener, confiscándole la casa donde vive y dejándolo en la calle. Por cierto que él es un opositor a tu gobierno, pero la revolución sandinista se hizo también para eso: para que los opositores no tuvieran que andar escondidos, para que no los persiguieran ni los torturaran allí, justo allí, en El Chipote donde vos habías estado preso. Vos dijiste que la revolución se hizo para la libertad. ¿Qué pasó, Daniel? ¿Te olvidaste de todo aquello?

 

En 1979 vos y yo éramos jóvenes. El flaco Alejandro, la China y el Braulio también. Pero Cardenal ya era un cincuentón de barba blanca, un cura flaquito y siempre tímido. Él ya era un patrimonio nacional. Por eso lo nombraste ministro de Cultura, porque su prestigio engalanaba tu gobierno.

 

Hoy él es un anciano de 92 años, y es un patrimonio del idioma y de toda América Latina. Tiene mucho más prestigio ahora que en 1979. A vos, Daniel, no te pasa lo mismo, aunque tenés mucho más poder y mucha más plata que en aquel entonces. Él es un cura decente, pobre y revolucionario, admirado en todo el mundo. Vos sos apenas un reyezuelo atrapado en su palacio, dizque casi un príncipe consorte.

 

Todos sabemos que bastaría un gesto emanado de tu corte para que cesen los acosos y el encarnizamiento contra Ernesto Cardenal. Somos miles los escritores y artistas que, en todo el mundo, te exigimos desde hace años que dejes en paz al poeta. Muchos piensan que reclamártelo una vez más es un gesto inútil. En todo caso es un gesto de dignidad que bien merece el pueblo de Nicaragua. Te pido que lo consideres.

 

Sé que una carta abierta es un método de comunicación bastante reprobable. Pero en este caso es la única manera de intentarlo, ya que tu embajador en Montevideo, el hijo de Licio Gelli, no me merece ninguna confianza, y allá en tu palacio me tienen prohibida la entrada.

Fernando Butazzoni. Ex combatiente del FSLN, ex oficial del Ejército Popular Sandinista.

 

Nota biográfica de Fernando Butazzoni, tomada de su portal electrónico www.butazzoni.com

(Montevideo, 1953). Narrador, ensayista, periodista y guionista cinematográfico. Su debut literario se produjo en 1979 con el libro de cuentos Los días de nuestra sangre. Ha publicado libros de reportajes, un ensayo sobre el Conde de Lautréamont y una decena de novelas, entre ellas El tigre y la nieve (1986), Príncipe de la muerte (1997), El profeta imperfecto (2007) y Las cenizas del Cóndor (2014). Ha escrito los guiones de las películas Un lugar lejano (2009), Esclavo de Dios (2013), Tamara (2016). Su vida ha estado marcada por la aventura y la lucha política. Fue guerrillero urbano en su adolescencia, vivió exiliado en Chile, Cuba, Italia y Suecia, combatió como artillero en las tropas del Frente Sandinista durante la guerra para derrocar a Anastasio Somoza, y viajó por el mundo como corresponsal para distintas publicaciones y agencias de noticias. A comienzos de 2015 participó en una expedición a la Antártida. Reside en Montevideo.

DISTINCIONES

1979 – Premio Casa de las Américas de narrativa (Cuba) 1981 – Premio EDUCA (Costa Rica) 2009 – Premio Bartolomé Hidalgo (Uruguay) 2012 – Premio Morosoli de las letras (Uruguay) 2013 – Premio Manuel Barba, Huelva (España) 2013 – Premio Nueva Visión, SBFF (USA) 2013 – Premio Festival de Mérida (Venezuela) 2014 – Premio Bartolomé Hidalgo, (Uruguay) 2016 – Premio Honorífico José María Arguedas (Cuba)

LIBROS

* La vida y los papeles (2016 – crónicas, Seix Barral). * Las cenizas del Cóndor (2014 – novela, Planeta). * Un lugar lejano (2009 – novela, Planeta). * El profeta imperfecto (2008 – novela, Planeta). * Alabanza de los reinos imaginarios (2004 – ensayo, Seix Barral). * Mano a mano (2002 – reportaje, Aguilar). * Libro de brujas (2001 – novela, Alfaguara). * Mendoza miente (1998 – nouvelle, Alfaguara). * Los ensayos del Orobon (1997 – ensayo, Ariel) * Príncipe de la muerte (1997 – novela, Seix Barral) * La noche en que Gardel lloró en mi alcoba (1996 – novela, Planeta) * La danza de los perdidos (1988 – novela, Trilce) * Nicaragua: noticias de la guerra (1986 – crónicas, Ediciones de la Banda Oriental). * El tigre y la nieve (1986 – novela, Ediciones de la Banda Oriental). * Con el ejército de Sandino (1984 – crónicas, Cono Sur Press) * La noche abierta (1982 – novela, Editorial Universitaria Centroamericana). * Los días de nuestra sangre (1979 – cuentos, Casa de las Américas)

GUIONES PARA CINE * Tamara (estreno: 2016) * Solo (estreno: 2014) * Esclavo de Dios (estreno: 2013) * Desautorizados (estreno: 2010) * Un lugar lejano (estreno: 2010)

 

Iglesia y Sociedad

Religiones contra Trump

2 Feb , 2017  

El Instituto Religioso (www.religiousinstitute.org) es una organización pluri-religiosa norteamericana sin fines de lucro, dedicada a la promoción de la salud sexual, la educación y la justicia dentro de las comunidades de fe y en la sociedad en general. Más de 8,500 clérigos, rectores de seminarios y decanos, investigadores religiosos y otros líderes religiosos, que representan a más de 50 tradiciones de fe distintas, son miembros de esta red de líderes religiosos en los Estados Unidos.

 

El pasado 30 de enero, esta organización ha hecho pública la siguiente declaración, condenando las órdenes ejecutivas del presidente Donald Trump en relación con los refugiados, inmigrantes y la policía fronteriza y llamando a las comunidades de fe a la acción contra estas órdenes. Les comparto esta información para mostrar cómo, desde las raíces propias de nuestra fe, podemos sacar las fuerzas y razones para oponernos al resurgimiento de las tendencias discriminatorias y racistas en nuestras sociedades. Desafortunadamente, el factor religioso suele encontrarse casi siempre entre las causas de la discriminación, no entre sus soluciones. Esta es una contradicción que confronta a las comunidades de fe con sus propios orígenes y se convierte en un llamado a la reforma, a la conversión. Esta Declaración es un ejemplo que anima a todos los credos religiosos a alinearse en la defensa de los derechos humanos.

 

DECLARACIÓN

 

El miércoles 25 de enero, el presidente de los Estados Unidos de Norteamérica (USA) firmó dos órdenes ejecutivas sobre inmigración y policías fronterizas. Las órdenes llaman a la construcción de un muro en la frontera México-Estados Unidos, añadiendo 5,000 agentes policiacos en la frontera y 10,000 nuevos oficiales de refuerzo en inmigración y aduanas, para llevar a cabo deportaciones. Estas órdenes llaman también a la penalización de las “ciudades santuarios” (que ofrecen albergue seguro a inmigrantes indocumentados que podrían ser deportados por los oficiales federales de migración) a través de la suspensión del financiamiento federal. Se promulgan así nuevos criterios que podrían priorizar la deportación de muchos más inmigrantes indocumentados

 

Nos queda claro que el Presidente Trump pretende llevar a la práctica sus promesas de campaña de realizar “deportaciones masivas” de inmigrantes indocumentados, pero amenaza también a la inmigración legal.

 

El viernes pasado, el Presidente firmó una orden ejecutiva que restringió severamente la entrada al país de personas de los siete más grandes países musulmanes, suspendiendo todas las admisiones de refugio por 120 días y prohibiendo indefinidamente toda entrada de refugiados sirios.

 

Como organización basada en la fe, que trabajamos en temas relacionados con la sexualidad, género y justicia reproductiva, deploramos estas acciones de odio e intolerancia que han sido dirigidas desproporcionadamente contra gentes basándose en el color distinto de la piel. Reconocemos que estas políticas están hondamente enraizadas en el racismo, la supremacía blanca y la supremacía cristiana.

 

Nuestras tradiciones religiosas nos enseñan que cada ser humano tiene dignidad y vale mucho. Nos enseñan a cuidar y tratar bien a los extranjeros y migrantes que viven entre nosotros. Nuestros valores religiosos nos enseñan a honrar a las tradiciones religiosas distintas de la nuestra y a proteger a aquellos que buscan refugio del odio y la violencia. Estas órdenes ejecutivas de Trump son una afrenta a nuestros valores religiosos.

 

Asumimos nuestra responsabilidad como gente de fe de hablar claro y fuerte a favor de aquellas familias que han sido y continúan siendo devastadas por estas políticas malvadas y xenofóbicas.

 

Al ponerse en marcha estas órdenes ejecutivas este fin de semana cientos de personas fueron ilegalmente detenidas y muchas de ellas fueron deportadas desde los aeropuertos norteamericanos. Una mezquita, en Victoria, Texas, fue quemada hasta sus cimientos. El domingo por la noche, atacantes armados mataron a seis personas e hirieron a nueve, en un ataque a una mezquita en Quebec. Las comunidades de inmigrantes y sus familias están siendo sujetos a un miedo permanente de ser deportados, haya o no haya razones para ello.

 

Mientras más duren estas órdenes ejecutivas en acción, mayor será el daño que causarán. Individuos y familias enteras huyendo de las deportaciones, temerosas de la persecución y de la violencia, verán endurecidas a la fuerza sus condiciones de vida, ya de por sí amenazada. Muchos padres y madres serán detenidos y separados de sus familias. Muchas personas de la comunidad LGBTTTI que han solicitado asilo se verán obligadas a permanecer en sus países, donde sus vidas corren peligro debido a su orientación sexual o su identidad de género.

 

De hecho, ya hemos escuchado historias angustiosas de padres que viajaron al exterior y que ahora no pueden regresar a sus hogares para reunirse con sus parejas embarazadas o con sus hijos pequeños. Esto nos hace recordar los horrores que las deportaciones forzadas en USA han hecho sufrir a las familias indocumentadas a través de los años y que resultaron en separaciones traumáticas de hijos que fueron arrancados a los padres y la destrucción de círculos más amplios de afecto.

 

Es momento ahora de tomar acción. Es momento ahora de hablar claro y fuerte. Es tiempo ahora de acercarte a tu vecino musulmán, a la mezquita que está en tu barrio, a tu centro islámico local. Ahora es el tiempo de apoyar a las personas indocumentadas de tu comunidad local. Ahora es el tiempo de hacer de tu congregación religiosa un espacio de santuario para los inmigrantes indocumentados. Ahora es el tiempo para que tú y tu comunidad de fe hagan un compromiso inquebrantable de unirse en solidaridad para proteger a las personas vulnerables y resistir a toda forma de injusticia.

 

Hasta aquí el comunicado del Instituto Religioso. Fue emitido el 30 de enero de 2017 y el responsable de la comunicación y persona disponible para contestar preguntas o ampliar la información es Drew Konow. Su dirección electrónica es: konow@religiousinstitute.org