Iglesia y Sociedad

La estatua y los pájaros

29 Jun , 2010  

“Yo he visto más de una vez mujeres que trabajan día y noche en tareas abrumadoras. Con violencia se las forzaba a entrar en un lugar, y ahí se las encerraba con los hijos que estaban criando, como si estuvieran condenadas a prisión. A causa del trabajo excesivo las mujeres preñadas padecen abortos; las madres lactantes no pueden amamantar lo suficiente a sus hijos. Los hombres encargados de tal obra tienen ocasión para ofender a Dios. Yo hablo como uno que sabe, pues yo he visto que tan injustamente se hace todo esto. Quienes exigen tal tributo, pecan, y están obligado restituir dondequiera que puedan”.

Estas son palabras de Fray Alonso Gutiérrez de la Vera Cruz. “Los hombres encargados de tal obra”, a quienes el fraile acusa, eran, ni más ni menos, los aventureros que llegaron de ultramar, paisanos del religioso denunciante, aventureros que escudándose tras el discurso religioso de la expansión del evangelio, vinieron a este continente para matar, saquear y despojar. No es Fray Alonso de la Vera Cruz el único testigo de las atrocidades cometidas en la invasión europea a este continente por quienes, empuñando la cruz y la espada, vinieron a apoderarse de tierras que no les pertenecían y a sojuzgar naciones con lujo de crueldad.

También Fray Bartolomé de Las Casas, al hacer suya la defensa de los pueblos originarios de estas tierras, nos relata:

“Los españoles entraron y conocieron a ovejas mansas, y no han hecho, de cuarenta años a esta fecha, hasta hoy, y hoy en este día lo hacen, sino despedazarlas, matarlas, angustiarlas, afligirlas, atormentarlas y destruirlas por las extrañas y nuevas maneras, nunca antes vistas ni leídas, de crueldad, de las cuales unas pocas se dirán abajo…

“En la isla española, que fue la primera… entraron los cristianos y comenzaron los grandes estragos y perdiciones para estas gentes… destruyeron y despoblaron, comenzando los cristianos a tomar mujeres e hijos a los indios para servirse y para usar mal de ellos, y comerles sus comidas que de sus sudores y trabajos salían… y tras muchas otras fuerzas y violencias y vejaciones que les hacían, comenzaron a entender los indios que aquellos hombres no debían de haber venido del cielo… Los cristianos les daban de bofetadas y puñadas y palos… y llegó a tanta temeridad y desvergüenza, que al señor de toda la isla, un capitán cristiano le violó por fuerza a su propia mujer…

“De aquí comenzaron los indios a buscar maneras de echar a los cristianos de sus tierras… éstos, con sus caballos y espadas y lanzas comenzaron a hacer matanzas y crueldades: entraban en los pueblos, no dejaban niños ni viejos, ni mujeres preñadas ni paridas que no desbarrigaran e hicieran pedazos… hacían apuestas sobre quién de una cuchillada abría el hombre por medio o le cortaba la cabeza de un piquete o le descubría las entrañas. Tomaban las criaturas de las tetas de sus madres y daban de cabeza con ellas en las peñas… hacían unas horcas largas, que juntasen casi los pies a tierra, y de trece en trece, en honor y reverencia de Nuestro Redentor y los doce apóstoles, les ponían leña y fuego y los quemaban vivos… Comúnmente mataban a los señores y nobles de esta manera: hacían unas parrillas de varas sobre horquetas y los ataban a ellas y les ponían por debajo fuego manso, para que poco a poco, dando alaridos en aquellos tormentos desesperados, se les salieran las almas… Yo vi todas las cosas arriba dichas y muchas otras…”

Estas y otras atrocidades cuentan los testigos oculares de la conquista. No obstante ello, una extendida y cultivada mentalidad ha hecho que en Yucatán los conquistadores, de manera difícilmente compresible, sean vistos como héroes a quienes debe rendírseles pleitesía y estarles eternamente agradecidos.

No hay hoy nadie que pueda argumentar desconocer las lindezas de las que nos hablan los frailes de la Vera Cruz y Las Casas. Se han convertido en historia conocida, incluso enseñada en las escuelas. Y cuando uno pensaría que una nueva conciencia ha sido sembrada con el conocimiento de estos antiguos testimonios de la crueldad de los conquistadores, surge un nuevo fraccionamiento que lleva su nombre o se les hace un monumento que resulta ofensivo para quienes, con dos dedos de frente, se preguntan quién o quiénes toman las decisiones sobre qué cosas poner arriba de un pedestal y cuáles tirar al bote de la basura de la historia.

No deja, sin embargo, de dolerme que haya tan poca reacción a este tipo de decisiones infamantes. Lo mismo ocurrió cuando se construyó un monumento a “las haciendas”, como si hubiera algo de qué enorgullecerse de esa triste, lastimosa etapa de disfrazada esclavitud de nuestra historia regional. Lo mismo sucede todavía hoy, cuando nos enteramos que en muchas comisarías los alcaldes imponen las autoridades a los pobladores, como si fueran menores de edad y, a las mismas personas que defienden a capa y espada su derecho al voto en cualquier casilla electoral, les parece lo más normal porque se trata de comunidades mayas.

Es vergonzoso que apenas hace tres años se haya reconocido en la constitución del estado la existencia del pueblo maya. Pero indigna aún más que tal precepto constitucional se haya quedado en una mera declaración y que hasta hoy no se haya creado ningún mecanismo para hacer operativa la autonomía a la que el pueblo maya tiene derecho. Un estado, constituido en más de 50% por integrantes del pueblo maya, tiene que soportar en su capital un monumento erigido en honor de quienes los sometieron y sojuzgaron, sentando las bases de una discriminación que perdura más de quinientos años después. Como si se pudiera hacer una celebración pública de la tortura y la esclavitud, que eso representan los Montejo, que fundaron una ciudad sobre la cruenta destrucción y ruina de otra.

Desde este rincón del ciberespacio lanzo, pues, una convocatoria. El próximo martes 12 de octubre de 2010 podemos hacer una manifestación en el inicio del Paseo de Montejo, para derribar la estatua que fue recientemente colocada para vergüenza de los que habitamos en estas tierras. Sin nuestro permiso la pusieron, sin el permiso de ellos la derribaremos. De julio a octubre habrá mucho tiempo para que esta invitación circule por la red, crezca la convocatoria y para que personas y organizaciones interesadas planeen los detalles para mejor realizar esa acción reivindicatoria. Como bien dijera el subcomandante Marcos: las estatuas son mudas e inmóviles, mientras que los pájaros son libres, y ya se sabe que los pájaros, de cuando en cuando, suelen cagar sobre las estatuas.

Iglesia y Sociedad

Roberto Luis Russell S.S. In memoriam.

21 Jun , 2010  

1. Tenía yo 12 años. Invitado por el P. Jorge Villanueva venía asistiendo desde hacía varios meses a los Domingos Bíblicos que tenían lugar en la Casa de la Cristiandad. Era un domingo de marzo de 1971. Habiendo pasado ya por los salones de Iniciación Bíblica, Reino de Dios y otros más, entré por primera vez al salón más grande del local. En la puerta había un letrero que señalaba: “Liturgia”. Adentro, un hombre de inconfundible acento gringo. Quedé impactado con su explicación de los textos de la misa dominical y aquellas frases, atrevidas para la época, que aseguraban que “el evangelio de Lucas no había sido escrito por Lucas, sino que era una obra comunitaria”.
Más tarde, mientras me enfilaba en la procesión para la Misa, lo miré a lo lejos, sentado en la sede. Cuando mi párroco, el P. Jorge, se acercó a saludarlo, el P. Russell se puso de pie para darle un abrazo. El hombre de acento gringo tenía un cuerpo de gigante. En mi estupor de niño estaba lejos aún de saber que tenía el alma todavía más grande.

2. Con 15 años cumplidos, podía yo irme sólo en autobús a donde quisiera. Me inscribí en el Colegio Bíblico Apostólico que, fundado por el P. Russell, funcionaba en la iglesia de la Sagrada Familia, en Cupules con la 62. Debido a mi temprana edad era yo tratado por todos como mascota de un equipo futbolero. Recorrí todos los cursos del colegio: Introducción a la Biblia, Reino de Dios, Profetas… En algunas ocasiones, el P. Russel hacía su aparición en el salón donde un agente laico (que casi siempre era laica) nos enseñaba. Con su presencia afinaba lo que se convirtió después en la característica de su movimiento bíblico: la íntima unión del estudio bíblico con la oración y el conocimiento de los grandes maestros de la vida espiritual. Su espiritualidad, sin embargo, era de una gran sobriedad. En tiempos en que los primeros soplos pentecostales comenzaban a sentirse dentro de la iglesia católica, una señora comentó en presencia del P. Russell, que había tenido una moción espiritual y que había escuchado, en el momento en que el sacerdote partía la hostia consagrada en la Misa, el quebrarse de los huesos de Jesús. El P. Russell escuchó con atención y sin decir una palabra dio la palabra a la siguiente persona que quería intervenir en el diálogo. Más tarde, le pregunté por qué no había hecho ningún comentario a la reflexión de aquella hermana. Con prudencia, me dijo solamente: “Bueno… no hay que exagerar”. Era 1973.

3. En 1980 el Padre Russel cumplió 25 años de ordenación sacerdotal. Yo estaba terminando el segundo año de teología en el seminario de Yucatán. Invitados por el Colegio Bíblico, tocó al coro del seminario preparar los cantos de su misa de aniversario. La misa habría de celebrarse el 4 de junio en la iglesia de la Sagrada Familia, todavía sede del Colegio. Preparábamos un canto especial que habíamos aprendido en la reciente III Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Puebla y que estaba dedicado a la Virgen de Guadalupe, uno de los grandes amores del P. Russell. Un día el P. Russell interrumpió nuestro ensayo para saludarnos. Después de darme algunas instrucciones en cuanto director del coro, lo vi caminar hacia Maruja, su incondicional colaboradora y organizadora de las fiestas de aniversario. No pude evitar escuchar un fragmento de su conversación. Maruja le explicaba al padre cuál sería el orden del festejo posterior a la Misa. El Padre Russell, después de escuchar con atención, le dijo: “Por favor, que nadie vaya a dar discursos en los que se me alabe. No saben ustedes lo devastadores que son para mí. Ustedes sólo ven las apariencias, pero mi amado Jesús y yo sabemos lo que hay de veras en mi interior… Sin alabanzas, por favor, que no saben ustedes cuánto me duelen…”.

4. En octubre de 2008 se celebró en la ciudad de Roma el Sínodo de Obispos dedicado a la palabra de Dios. En septiembre de ese mismo año fui a visitar al P. Russell, ya bastante delicado de salud. El objetivo de mi visita era doble: entregarle un ejemplar del más reciente de mis libros sobre las Cartas Católicas, y pedirle su bendición para mi viaje a Roma, a donde había sido yo invitado a unas labores de asesoría en ocasión del Sínodo. No ignoraba el padre mis dificultades más recientes con las autoridades eclesiásticas y se encargaba de recordarme siempre que él prefería irse al infierno con Pedro que al cielo sin él. El día de mi visita, el Padre estaba de muy buen talante. Agobiado por la enfermedad se dio tiempo de recibirme. Me entregó un paquete con materiales del Colegio Bíblico y de las congregaciones que había fundado para que yo hiciera el favor de entregarlos en la Santa Sede. Me comentó con alegría que el superior de los padres sulpicianos, congregación a las que él perteneció durante toda su vida, había sido invitado a participar en el Sínodo. Me auguró un buen viaje y me deseó éxito en el trabajo que iba yo a realizar en Roma y del que conversamos ampliamente. A la despedida le pedí su bendición. Cuando le besé la mano estaba lejos de saber que sería la última vez que mis ojos lo verían con vida.

5. Hace dos semanas llamé por teléfono al Padre Russell. Quería felicitarlo por su 55º aniversario sacerdotal pero temía que, dado su estado de salud, mi visita fuera inconveniente. El P. Melchor, su fiel discípulo y cuidador, y Maruja, estaban al lado de su cama. Me comunicaron por teléfono con él. Apenas tomó el auricular me saludó diciendo “Que Jesús sea amado por todos los corazones”, frase con la que, estoy seguro, debe haberse despedido de este mundo en su viaje a la casa del Padre. Conversamos algunos minutos. Me pidió mi bendición. Maruja cerró la llamada expresándome el gusto que el Padre Russell sentía cada vez que yo lo llamaba o lo visitaba. El devotamente agradecido por su amistad y su presencia en mi vida soy, desde luego, yo.

6. Es jueves 17 de junio de 2010. Estoy en la Escuela de Agricultura Ecológica “U Yits Ka’an” en Maní. Representantes de las distintas sub-sedes, de la dirección de la escuela y de las instituciones que participan en el proyecto, nos reunimos para hacer la evaluación semestral y analizar las fortalezas y debilidades de nuestro proyecto. En medio de esta fructífera reunión, recibo una noticia que me golpea: el deceso del Padre Roberto Russell S.S. Hay personas que han marcado mi vida desde la infancia. El Padre Russel fue una de ellas. El Padre Russel fue, sin duda, un hombre carismático en el recto sentido de la palabra. Habiendo llegado para ser profesor del seminario de Yucatán, terminó siendo animador del movimiento bíblico más amplio que haya registrado la iglesia católica yucateca en todos sus años de existencia. Eso es, para mí, ser un hombre carismático: descubrir una necesidad del pueblo y aplicar toda la energía y la creatividad disponibles para, impulsado por la fuerza del Espíritu, inventar soluciones creativas a los problemas que se descubren.

7. He escrito estas líneas profundamente conmovido. Junto con las y los miembros de los institutos religiosos que fundó, los integrantes de los colegios bíblicos por él fundados y dispersos por la geografía nacional e internacional, con los innumerables lectores y lectoras de la revista “Biblia y Vida Litúrgica” que durante tantos años dirigió, lamento profundamente su partida. El Padre Russell fue, sin duda, un hombre tocado por Dios, un místico. Ahora goza en plenitud de aquel estado que, como entre sombras, alcanzó a vislumbrar en este mundo. Su innovador trabajo apostólico y su espíritu contemplativo, son dones que la iglesia católica yucateca no debería olvidar nunca.

Colofón: Todo huele a muerte en estos días. No es solamente el Padre Russell, son también Saramago y Monsiváis. Me asombra cuánta orfandad puede acumularse en el corazón…

Iglesia y Sociedad

Un disco, un libro, una comunidad

14 Jun , 2010  

El agorero de desastres, profeta de desventuras, descansa hoy. Entre las noticias salpicadas de sangre con que se llenan los periódicos y la evasión que se viste de patriota cursilería y patea balones en canchas africanas, quiero compartir hoy, con los pacientes lectores y lectoras que decidan despegarse de las pantallas futboleras para echar un vistazo a esta columna, tres experiencias que hicieron que esta semana no me pareciera, como tantas otras, una semana perdida. Tres regalos en una misma semana.

Silvio Rodríguez Domínguez

Soy silviófilo. Lo saben quienes me conocen. He rehecho al menos en cuatro ocasiones la colección completa de los discos oficiales del cantautor y cuento también con grabaciones no comerciales de algunas de sus presentaciones juveniles, incluyendo una grabación inencontrable que gentilmente me regalara el maestro Pedro Carlos Herrera, director de la Orquesta Típica Yucalpetén, también él silviófilo y serratiano, y que contiene ese raro ejemplar danzonesco llamado ‘Imaginada’, que alguna vez Angélica Balado interpretara en el Peón Contreras en un homenaje al compositor cubano. Mi compulsión por poseer todo el registro de las canciones de Silvio Rodríguez ha resistido robos, préstamos sin retorno (que no es lo mismo, pero es igual), descuidos, extravíos…

Por fin tengo entre mis manos su disco más reciente. Se llama “Segunda Cita”, en una obvia referencia a su disco anterior “Cita con los ángeles”, del que lo separa solamente la edición de su disco doble “Érase que se era”, una especie de reanimación de antiguas canciones suyas que no habían pasado nunca de la guitarra al disco. Puede decirse entonces que “Segunda Cita” representa la continuación de una referencia simbólica a los ángeles, quizá por última ocasión, a juzgar por la frase de la canción que da nombre al disco: ‘Quisiera dar vuelta a la rueda / que para en lo mismo; / un simple mortal que se juega / abismo y abismo. / Y, antes de darle al perchero / mis alas de atrezo, / quisiera dejar como fuero / certeza y progreso’.

Salvo dos canciones (‘Demasiado’ y ‘Bendita’), las piezas contenidas en este disco son recientes, la mayor parte de ellas escritas en 2008. Como es su costumbre, Silvio eleva el ejercicio de la política al lenguaje erótico y poético. En la canción ‘Sea, Señora’ habla con autocrítica sobre el proceso revolucionario y sus actuales condicionamientos. La petición le sale del alma: “a desencanto, opóngase deseo. / Superen la erre de revolución. / Restauren lo decrépito que veo”, y como haciendo un guiño a sus feroces críticos, el compositor cubano señala: “Las fronteras son alas sin coraje. Quiero que conste de una vez aquí. / Cuando las alas se vuelven herrajes / es hora de volver a hacer el viaje / a la semilla de José Martí”.

Amado y odiado, Silvio Rodríguez es hasta hoy referencia ineludible de la música cubana. Convencido de que su juventud es cosa del pasado (y las fotografías del cuadernillo que acompañan al disco se nos aporrean en los ojos como testimonio incontestable), algo de la sensatez que sólo da el paso del tiempo tienen algunas canciones de este disco. Bien lo señala en la canción ‘Trovador antiguo’ cuando dice: “Ahora soy de la memoria, / ahora pertenezco al viento; / otro dirá en su momento / si fui más pena que gloria. / Lo que fue nuevo, es historia…”. ¿No suena, acaso, un poco, a nuestro José Emilio Pacheco?

José Emilio Pacheco

El pensamiento vuela al segundo regalo que la semana que acaba de pasar dejó en mis manos. Poeta del derrumbe, de la fugacidad del tiempo, insomne vigía de nuestra propia destrucción, José Emilio Pacheco ha cumplido ya setenta años. Esta columna lo celebró el 29 de junio de 2009 cuando, a propósito del centenario de Darwin, transcribí aquí tres poemas de Pacheco que hacían relación al autor de la teoría de la evolución. Pues bien, en ocasión de sus setenta años, Ediciones Era y el Colegio Nacional han publicado “Como la lluvia”, el más reciente libro del poeta.

Como generosa matrioska, la obra nos ofrece en su interior cinco libros distintos entre sí: ‘Los personajes del drama’, poemas que retratan pequeñas, dramáticas historias. ‘Como si nada’, poemas breves, algunos brevísimos, cincelados en la tradición de los epigramas griegos o los haikús japoneses. ‘El mar no tiene dioses’, poemas disímbolos que, en ocasiones, se agrupan temáticamente. ‘Celebraciones y homenajes’, poemas hechos para celebrar a otros artistas entre los que destacan Safo, Rubén Darío, Francisco Toledo y Hugo Gutiérrez Vega. Y, finalmente, ‘Los días que no se nombran’, donde está de regreso el poeta con sus reflexiones sobre la caducidad, la enfermedad, el paso del tiempo, la muerte.

Quizá no haya mejor atisbo al contenido de este libro, como todos los de Pacheco, tan desgarradoramente humano, que la observación que hace del mundo de una pequeña con autismo y que retrata en el poema ‘El viento en los metales’. Se trata de una imagen que nos revela, a partir de una realidad concreta, el mapa de nuestra incapacidad de comunicarnos. Dice el poeta: “Poema del silencio su discurso, / Discurso del silencio su poema. / ¿Qué traduzco / si no tengo la clave?”.

San Antonio Chemax

Año con año, la comunidad de Xcanatún realiza una tradicional, surrealista peregrinación. Hombres y mujeres, niñas/os y ancianas/os, caminan hacia sus orígenes. Como en el cuento de Carpentier, hacen el viaje a la semilla. Sí, Xcanatún encuentra sus raíces en este pueblo abandonado, dejado atrás por el tiempo y el progreso, pero que entre sus ruinas esconde el misterio de su originalidad (¿o habría que decir ‘origenalidad’?).

Cada 13 de junio es transportada, desde Xcanatún hasta San Antonio Chemax, la imagen del santo nacido en Lisboa, pero más conocido en el mundo de habla hispana por el lugar en el que vivió y murió, la italiana ciudad de Padua. Cerca de tres kilómetros de romería que año con año recorren centenares de habitantes de Xcanatún y sus familiares. En el lugar, la misa y la novena en honor del santo. En las mentes y los corazones, el apego por la tierra, la fiesta de los orígenes, las raíces de la identidad. En este rito anual la comunidad se reencuentra consigo misma.

Uno se extraña de encontrar tanta calle pavimentada en el transcurso de la peregrinación. Pasto de ambiciones y corrupción, los campos que se extienden entre Xcanatún y Dzibichaltún están ya todos fraccionados, y de estos despojos ejidales han sacado provecho, dice la vox populi, connotados políticos panistas de la administración anterior. Huellas de desprecio por las tradiciones de las familias de los otrora ejidatarios aparecen a la vista de quien por allá cruce: muros grades que se extienden cercando propiedades, interrupción de antiguos caminos por la insolencia de quien, con el poder del dinero, convierte en privado lo que siempre fue público.

En medio de este ejemplo de depredador neoliberalismo, que para sorpresa de los analistas puede asumir colores patrios, azules, naranjas o amarillos sin mucha distinción, la tenacidad de un pueblo que conserva la memoria, que rehúsa olvidarse de sí mismo para perderse en una masa informe, que valora su pasado y expresa en simbolismos religiosos el amor por sus raíces, es, sin duda, una buena noticia. No dejo de agradecerle a Dios el honor de haber sido testigo de esta terca resistencia.

Iglesia y Sociedad

Sara, Joaquín y Guadalupe… ¡Libres!

7 Jun , 2010  

Hace apenas un mes, el 3 de mayo pasado, daba yo la noticia aquí del premio nacional de derechos humanos “Sergio Méndez Arceo”, que fue concedido a Sara López y sus compañeros, prisioneros de conciencia, recluidos en el CERESO de Kobén, Campeche, debido a lucha que llevan adelante en contra de las altas tarifas de energía eléctrica.

Mencionaba yo en esa entrega que desde noviembre de 2008 Sara López, Joaquín Aguilar y Guadalupe Borja habían sido acusados por la CFE de “privación ilegal de la libertad” de un funcionario público e “impedimento para la realización de un servicio público”, cuando en realidad el funcionario les había acompañado a supervisar la reconexión del servicio.

Debido a esa acusación Sara López fue detenida el 10 de julio de 2009, junto con su esposo Joaquín, don Guadalupe Borja y dos integrantes del más del Movimiento de resistencia contra las altas tarifas de la energía eléctrica de Candelaria. Señalaba yo, por último, que la detención de los activistas mostraba el grado de complicidad de la Procuraduría General de la República con la CFE, debido a que, a pesar de que en enero de 2010 un magistrado federal había determinado que la evidencia contra los detenidos era insustancial por lo que tenían que reclasificarse los delitos o ser puestos en libertad inmediata, la PGR seguía insistiendo en obstaculizar la liberación apelando dicha resolución ante el Tribunal colegiado en materia penal y administrativa del décimo cuarto circuito, con sede en Mérida, Yucatán.

Pues bien, después de once meses de prisión, los activistas de Candelaria han sido puestos en libertad. El Tribunal Colegiado terminó confirmando la determinación del magistrado federal y reclasificó el delito, de manera que los presos de conciencia pudieron obtener la libertad bajo fianza y ahora continuarán enfrentando en libertad el proceso que la PGR insiste en esgrimir contra ellos para criminalizar la lucha social que han desarrollado en Candelaria, Campeche, para defender sus derechos y denunciar los abusos que la CFE comete en contra de la precaria economía de sus familias. El caso no está cerrado y sobre los activistas pesa la amenaza de un nuevo auto de formal prisión contra el que tendrán que ampararse. Por eso la organización Amnistía Internacional ha instado a la PGR a revisar inmediata e imparcialmente la acusación y las pruebas presentadas contra los tres para que se acabe este proceso infundado e injusto, exigencia a la que este humilde articulista se une.

La noticia de la liberación de Sara y sus compañeros es motivo de gran alegría. No solamente porque los luchadores sociales podrán ahora reunirse con sus familias y defender sus derechos sin los obstáculos añadidos por el encarcelamiento, sino porque este caso se une a otros más (particularmente los casos de las indígenas Jacinta, Teresa y Alberta, que estuvieron cuatro años recluidas en un penal del Altiplano debido a una acusación parecida, la de haber secuestrado a seis agentes de la desaparecida AFI, y que recientemente fueron también liberadas) que van mostrando la sinrazón de un gobierno que utiliza la procuración y administración de justicia no para defender los derechos de los ciudadanos y ciudadanas, sino para amedrentar a quienes manifiesten algún desacuerdo con las políticas gubernamentales y desactivar cualquier foco de protesta en contra de funcionarios gubernamentales. En Yucatán, hemos tenido recientemente una muestra de tal utilización facciosa de los órganos de justicia con los amañados enjuiciamientos de algunas víctimas del pasado proceso electoral, procesos en los que, a decir de las víctimas, los encargados del orden habrían recurrido al ominoso delito de tortura. Por eso la liberación de Sara y sus compañeros es noticia de resonancia para todos.

Porque hasta las mentiras oficiales mejor montadas terminan cayendo si la atención solidaria de la sociedad civil no quita el dedo del renglón. Así fue en el caso de don Ricardo Ucán, así fue con las indígenas otomíes a que he hecho referencia, así será, no me cabe duda, con los activistas de Candelaria recientemente liberados.

Son contados los medios de comunicación que reparan en estas, para ellos, nimiedades. La mayor parte de ellos no se han dado por enterados de la liberación de Sara y sus compañeros. ¿Qué importancia pueden tener tres personas que padecían cárcel en una oscura mazmorra del penal de Kobén? ¿Dónde queda Kobén?… Para quienes, en cambio, pensamos que el cambio radical que necesitamos, tanto en la manera de gobernar como en las estructuras económicas y sociales que padecemos, vendrá de un esfuerzo múltiple de organización de los movimientos sociales de abajo y a la izquierda, la salida de Sara, Joaquín y Guadalupe son una muy buena noticia y augurio de lo que una lucha justa puede ir alcanzando a pesar de la obstinada criminalización con que el gobierno intenta desactivar los incontables focos de inconformidad que se extienden a lo largo y ancho de todo el país.

El silencio distraído de muchos medios de comunicación me recuerda lo que una investigadora de la historia me comentó después de revisar las publicaciones periódicas de los primeros días del mes de noviembre de 1910 en la capital mexicana: casi todos los periódicos hablaban de los edificios recientemente inaugurados por el sistema porfirista. Confiados en la permanencia de don Porfirio en la silla presidencial y su control absoluto, hubo muy pocos que supieron leer los entretelones de la historia. La revolución les estalló sorpresivamente algunos días después.

Colofón: Era bola cantada. El presidente de la CODHEY ha sido ratificado en su cargo. A pesar de la exposición en tribuna por parte de una diputada de las inconformidades manifestadas y documentadas por diversas organizaciones civiles, los legisladores/as confirmaron al funcionario. Y después de quejan de que la gente ya no vaya a votar…

Colofón 2: ¿Con qué cara se manifiesta el gobierno federal en contra del ataque israelí a la flota humanitaria que llevaba ayuda a Gaza, después de lo que pasó (¡y sigue pasando!) en Copala, Oaxaca? A eso se llama caradura…

Iglesia y Sociedad

Un Congreso desvergonzado

31 May , 2010  

Cuando uno cree haber visto todo, la implacable realidad se empeña en oscurecernos aún más el panorama. El quehacer político es la plataforma donde ocurren los hechos más insólitos. Y el Congreso del estado nos ha dado, una vez más, muestra de que hay funcionarios públicos que no tienen memoria ni vergüenza pública.

La construcción de organismos ciudadanizados ha sido una de las empresas que con más empeño han llevado adelante organizaciones de la sociedad civil interesadas en la democratización del país. Hablamos de las instituciones, en los niveles federal y estatal, encargadas de organizar los procesos electorales, las que garantizan el acceso a la información y las que defienden a los ciudadanos de las violaciones contra sus derechos humanos. Lamentablemente, esta titánica labor ha sido casi desmantelada por la partidocracia, que se reparte los puestos de los organismos ciudadanizados como si de cuotas mercantiles se tratara.

En el caso de la comisión pública de defensa de los derechos humanos de nuestro estado (CODHEY), el Congreso del estado, ya en sus últimas semanas de actuación, ha dado una muestra más de cuán poco le importa a los diputados y diputadas la existencia de una institución fuerte y autónoma que realice a cabalidad dicho trabajo.

La historia viene de muy atrás, pero me referiré solamente a sus momentos más recientes. Un grupo de 12 organizaciones civiles que trabajan en la promoción y defensa de los derechos humanos en nuestra entidad presentaron ante el Congreso una demanda de juicio político contra el presidente de la CODHEY. En dicha demanda las organizaciones exponen una serie de irregularidades que confirman la negligente actuación del Ombudsman yucateco y la amenaza que significa que el estado no cuente con una organización pública independiente e imparcial que defienda a los ciudadanos contra los abusos de los poderes públicos, tal como lo mandata la Constitución del país.

Junto con esta demanda habría que mencionar también la renuncia en bloque de tres de los cuatro consejeros ciudadanos que, en su carta de renuncia hecha pública hacia fines de 2008, exhibían una serie de irregularidades en la administración, funcionamiento y eficacia de la CODHEY. Finalmente, sólo para no cansar a las y los lectores, habría que mencionar las reiteradas ocasiones en que el equipo Indignación A.C., uno de los doce grupos promoventes del juicio político contra el Ombudsman, ha publicado comunicados, boletines e informes exhaustivos en los que ha revelado la impericia, la dilación y la permanente, contumaz negligencia del titular del organismo público de derechos humanos.

Nada de eso parece haberle importado al Congreso del estado. De manera obstinada, los diputados y diputadas se han negado a hacer una revisión a fondo de la tarea del Ombudsman. A más de un año, ni siquiera han discutido la procedencia o no del juicio político. Con el descaro de quien navega con bandera de desentendido, el Congreso del estado ha incumplido con la obligación de “dictaminar a la brevedad” sobre la demanda de juicio político, como le ordena su propia ley y la Ley de Responsabilidades de los Servidores Públicos del estado.

Llegado el momento de la renovación de la dirección de la CODHEY, el Congreso pretende reelegir al actual Ombudsman para un período más. En el colmo de la desfachatez, los diputados y diputadas siguen respondiendo más a los intereses de los partidos de los que provienen que a sus obligaciones con la democracia, con los derechos humanos y con las instituciones ciudadanas.

Y no se trata solamente de la fracción del PRI, a quien le resultará del todo conveniente un Ombudsman que protege a las autoridades y favorece la impunidad de los violadores de derechos humanos, ahora que han recuperado territorios políticos que habían perdido, sino también la fracción del PAN que, de manera harto incomprensible, han apoyado la reelección del discutido funcionario. Y digo “de manera harto incomprensible” porque es precisamente este partido el que denunció en el reciente proceso electoral posibles actos de tortura, antes los cuales el Ombudsman ha guardado un ominoso silencio. Extraño… ¿no les parece?

Aunque la determinación sobre quién ocupará la presidencia de la CODHEY debería sustentarse en un proceso abierto, plural y transparente, que garantice la participación de organizaciones vinculadas precisamente al tema, en el cual se elija a una persona con una trayectoria ciudadana, que tenga probada experiencia en el tema de los Derechos Humanos y clara independencia de los actores y partidos políticos, tal como lo establecen los Principios de París, lo más probable es que la legislatura, en un deleznable acto de inconsciencia, ratifique al actual Ombudsman en su cargo por otros cuatro años más, a pesar de su deplorable actuación… o, si nos ponemos suspicaces, precisamente por ello.

Lo verdaderamente grave no es el descrédito mayúsculo en el que la legislatura terminará después de consumar la ratificación del Ombudsman, sino que la ciudadanía seguirá desprotegida y las autoridades violadoras de derechos humanos seguirán gozando de impunidad. Malos augurios…

Colofón: Hay quienes tienen esperanza de que en la sesión del pleno de mañana la decisión ratificatoria tomada en comisiones sea modificada. Yo hace tiempo que no creo en Santa Claus…

Iglesia y Sociedad

Elecciones con tortura

25 May , 2010  

Hemos vivido y sufrido un proceso electoral más. A lo largo de toda la campaña no tuvimos una sola exposición de programas, ni un solo debate y las promesas de candidatas y candidatos se parecían más a cuentos infantiles que a verdaderos compromisos. De nuevo, como la clase política nos tiene ya acostumbrados, las cuestiones importantes y urgentes que preocupan a la sociedad fueron dejadas de lado. Un aspecto que debe ser fundamental para el desarrollo de individuos y comunidades, y que continúa prácticamente ausente del debate político, es el tema de la protección y promoción de los derechos humanos.

Respetar, proteger y hacer realidad todos los derechos humanos no es un lujo sino una obligación que hay que cumplir en todo momento en virtud de leyes nacionales, regionales e internacionales. Existe una clara obligación de los gobiernos de prevenir y castigar cualquier abuso cometido por parte de agentes del Estado o responder a conductas de particulares que impidan el pleno ejercicio de los derechos humanos. Pero las obligaciones no terminan aquí. Los gobiernos tienen también obligaciones de promover y hacer cumplir todos los derechos humanos. Es decir, deben tomar medidas inmediatas y progresivas para asegurar que todas las personas gocen de una vida libre de discriminación, con pleno acceso a la justicia, a la salud, a la vivienda, a la educación, a la alimentación, al agua y al trabajo.

Traigo a colación todo esto porque es una mala, pero muy mala noticia, que dos denuncias de violaciones a derechos humanos cometidas durante el proceso electoral, no hayan sido todavía castigadas con todo el peso de la ley. Sobre todo tratándose de una violación tan grave como la tortura, práctica combatida por toda la legislación internacional, nacional y local, pero que las autoridades yucatecas se pasan por el arco del triunfo y, más aún, pretenden justificarla acusando a las personas torturadas de delitos que no se creen ni ellas mismas.

A propósito de la gravedad de las acusaciones y de la nula actuación, tanto de los órganos del estado como de la comisión pública encargada de la defensa de los derechos humanos, el equipo Indignación A.C. publicó un boletín en el que, con energía, llama al esclarecimiento del delito de tortura y la sanción a sus responsables. Van ahora algunos de los párrafos más destacados del comunicado que puede encontrarse en su versión completa en el portal electrónico del equipo (www.indignacion.org.mx):

“Una violación a los derechos humanos tan grave como lo es la tortura ameritaría una pronta exposición pública por parte del Ombudsman señalando, en su caso, a los responsables. Los responsables no son únicamente, por supuesto, quienes directamente hubiesen participado en la comisión de este crimen sino también, y sobre todo, los encargados de la Procuración de Justicia en Yucatán… En cualquier lugar del mundo civilizado y comprometido con los derechos humanos, los responsables habrían sido removidos de su puesto inmediatamente y ya estarían siendo investigados…

La tortura es un crimen de lesa humanidad, una práctica deleznable, inaceptable. La tortura nos agravia a todas y todos como sociedad… En Yucatán nos costó un enorme trabajo y demasiado tiempo lograr que se tipificara la tortura como delito en el código penal. Autoridades y diputados de otro tiempo se negaban a reconocer como delito este crimen. Autoridades y diputados actuales toleran hoy estos agravios: la tortura y la inacción de la Comisión Pública de Derechos Humanos…”

El caso que se ha ventilado más ampliamente en algunos medios es el de José Melquiades Guadalupe Tzab Pech. Una brevísima cronología de los hechos puede servir para aquilatar las dimensiones del caso:

El C. José Melquiades Guadalupe Tzab Pech, originario de Dzemul, pero vecino de Maní y Oxkutzcab llegó cerca de las 4 de la tarde a votar en su pueblo natal. Luego de sufragar lo intentó detener una camioneta de la policía estatal, sin ninguna explicación y mucho menos una orden de aprehensión. Debido a la intervención de vecinos y amigos, llegó la policía municipal y fue retirado del lugar y trasladado para su custodia a Palacio.

Cerca de 30 minutos después llegó un contingente del grupo ROCA, agentes de la policía judicial y camionetas antimotines. Irrumpieron en la sede del gobierno municipal con lujo de violencia, golpeando a policías municipales, al secretario y síndico municipal y al asesor jurídico para llevarse al Tzab Pech. Ya detenido, lo mantuvieron incomunicado y lo golpearon. Fue hasta el lunes al mediodía que los familiares tuvieron noticia de que se hallaba en los separos de la SSP. Vencido el plazo de la detención preventiva, fue trasladado al CERESO y fue acusado de robo con violencia realizado en el centro de Dzemul, aunque quien sufrió el supuesto robo no se ha presentado a ratificar la denuncia. El caso se ventila bajo el expediente 192/2010 en el juzgado tercero.

Que, sin informar a la ciudadanía de las investigaciones llevadas a cabo para esclarecer los hechos de tortura, se pretenda ahora “juzgar” al detenido acusándolo de robo, despertaría hilaridad si no fuera porque la experiencia nos enseña que los guardianes del orden y los que procuran y administran la justicia en nuestro estado, parecen dedicarse con cada vez mayor desfachatez a cubrirse a sí mismos en lugar de buscar el esclarecimiento de los hechos y la sanción de los verdaderos responsables. Estaremos al pendiente del caso.

Iglesia y Sociedad

¿Sexo o poder?

11 May , 2010  

Por varias razones expongo hoy en esta columna un artículo que no es mío. En primer lugar porque este artículo editorial del National Catholic Reporter, (un periódico católico norteamericano, para que no se yerre pensando que se trata de un escrito de enemigos de la iglesia) coincide en mucho con lo que yo pienso, y que he tratado vanamente de expresar en entregas anteriores.

En segundo lugar, porque he decidido no tratar más este tema por algún tiempo, para dejar que se decanten las resoluciones eclesiásticas respecto a los escándalos y podamos tener más elementos de juicio. Quería, pues, cerrar el tema con las advertencias de esta colaboración.

Finalmente, la tercera razón, la más pedestre, es que ando fuera del estado, empeñado en un curso que no me deja mucho tiempo para dedicar a la escritura de esta columna. De cualquier manera, desde algún lugar de las montañas del sureste mexicano, mando a mis estimados lectores y lectoras mi saludo semanal.

La crisis de abuso es en realidad una crisis de jerarquía

Editorial del National Catholic Reporter (http://ncronline.org)

La crisis de abuso sexual no es fundamentalmente sobre sexo. La frase es una etiqueta conveniente que se ha aplicado a un problema más profundo que está sucediendo y que, en su esencia, tiene que ver con el poder y la autoridad y cómo es utilizado en la iglesia.

La crisis de abuso sexual es en realidad una crisis de jerarquía, es una crisis de una cultura que ya no puede mantener su superioridad a fuerza disposiciones de una oficina o reclamando alguna diferencia ontológica con resto de la humanidad. La abrumadora evidencia muestra que, desde el sacerdote de una parroquia hasta el Papa, los encargados de proteger a la comunidad, al oír que los niños eran víctimas de abusos sexuales, actuaron en primer lugar para proteger a la Iglesia institucional.

Una verdad central y triste corre a través de la historia que ha sido desentrañada de los últimos 25 años: Cuando la comunidad más necesitó que sus líderes actuaran como pastores ellos eligieron actuar como príncipes, ignorando el problema a su alrededor al tiempo que emplearon todos los medios disponibles para salvar su reino.

Los líderes de la Iglesia han esgrimido una serie de defensas. La mayoría de ellas apuntaron a influencias o causas provenientes de fuera de la cultura clerical, al secularismo, el materialismo, el relativismo, una sociedad obsesa por sexual, a medios de comunicación hostiles, abogados anti-católicos, las reformas del Concilio Vaticano II, y la más absurda de todas, la defensa que lo que ocurrió en la iglesia está siendo indebidamente destacada dado que el abuso de niños ocurre en todos los sectores de la sociedad.

Seguramente algunos entre la jerarquía deben darse cuenta ahora que su respuesta a la crisis se sustenta en el secularismo y el relativismo que condenan. ¿Quién de entre los obispos se podría presentar en un púlpito y en un sermón llamaría a la comunidad a seguir su ejemplo en el trato con el pecado grave: negar, atacar al acusador, ocultar el crimen, pagar por el silencio si se descubre y admitir que «se cometieron errores» sólo cuando la presión del público lo hizo aparecer de forma inevitable?

Uno no necesita mirar más allá de los confines de la comunidad en búsqueda de las causas. No cabe duda ahora, cuando la difusión de la crisis se extiende en todo el mundo, que los obispos utilizaron el secreto de su cultura privilegiada, la confianza de aquellos de dentro de la iglesia e incluso que la sociedad en general les confiere, así como los laberínticos y ocultos protocolos de su cultura para ocultar a los sacerdotes ofensores y evitar el escrutinio de las autoridades civiles.

La estrategia de los obispos surgió a partir de un modelo de gobierno que debe más al concepto de la realeza y a la conducta de una corte, que a las exigencias del Evangelio. El modelo real no admite equivocación, requiere lealtad absoluta y no debe rendir cuentas a nadie. La compasión tiene poco lugar en el mundo de los príncipes.

La historia muestra, sin embargo, que los reyes y los príncipes tienen tiempos difíciles cuando los sujetos se vuelven educados y entienden que tienen derecho a saber lo que está pasando, para ser parte del proceso de gobierno y exigir rendición de cuentas de los responsables.

El P. Donald Cozzens, quien ha escrito extensamente sobre la cultura del clero y sus lados de sombra, comentó: «Estamos siendo testigos de la caída del Imperio Católico romano y no –espero- de la Iglesia Católica Romana. Los imperios ya sea en lo temporal o en lo eclesial, no funcionan más»

El imperio eclesial ya no funciona porque la gente que hace su trabajo y proyecta su mensaje al mundo y ya no confía en que sus líderes hacen lo correcto. No funciona porque las exigencias siglo XXI demandan la rendición de cuentas de sus instituciones y dirigentes.

El hecho de que la crisis parece no tener final y en esta última etapa la información y difusión de los hechos llegue hasta el apartamento papal no debería ser una sorpresa dado el historial del Vaticano durante el papado anterior.

No existe mejor ejemplo de la corrupción que se extendió a los más altos niveles de la Iglesia que el difunto P. Marciel Maciel Degollado, fundador de la orden secreta llamada los Legionarios de Cristo.

En las últimas semanas el National Catholic Reporter ha documentado algunos de los elementos más sórdidos de la subida al poder de Maciel, un ascenso impulsado por los regalos de lujo y un sinfín de dinero en efectivo para las figuras de gran alcance en la curia. El difunto Papa Juan Pablo II ejemplifica la ceguera de la cultura clerical, rechazando la mayor parte de su reinado papal los persistentes gritos de las víctimas de abuso en todo el mundo. Su acción en el caso de Maciel fue especialmente desafortunada. Él abortó una investigación del Vaticano sobre Maciel, a pesar de las abundantes advertencias de una gran cantidad de fuentes fiables que informaban que Maciel había abusado sexualmente en repetidas ocasiones de jóvenes seminaristas a su cargo. En cambio, Juan Pablo elogió a Maciel como una «guía eficaz para los jóvenes» y le otorgó honores especiales a la Legión. Al mismo tiempo, Maciel fue una burla para la iglesia y todo lo que ella debe representar, así como manipuló la curia para sus propios fines.

El arzobispo Diarmuid Martin de Dublín, Irlanda, después de leer la documentación reunida como parte de una investigación del gobierno irlandés sobre abuso sexual por sacerdotes en su arquidiócesis, pronosticó que se convertiría en «una iglesia más humilde.» Martin llega como una voz fresca, libre de cualquier participación en el escándalo. Hasta el momento ha realizado una evaluación sobria y honesta de la crisis y sus causas. Quizás Irlanda, tan fuertemente católica y tan profundamente sacudida por los escándalos, podría ser el lugar en que una nueva eclesiología emerja. Una que sea más incluyente y transparente que el “modelo real” que está en declive. Tal vez podría ser el lugar de nacimiento de una eclesiología que sea humilde, no humillada, pero de una manera que haga un balance de lo que una comunidad cristiana debe ser y cómo debe estar presente en el mundo y para el mundo.

Tal vez podría proporcionar un ejemplo del tipo de introspección seria y profunda que se requerirá del clero, sobre todo de la jerarquía, para llegar a la raíz de las causas profundas de la escandalosa conducta de cultura clerical y para discernir que reformas son necesarias para transformarla en una cultura de servicio y compasión.

Los católicos quieren caminar con sus líderes, no debajo de ellos. Queremos estar muy involucrados en la búsqueda, en la marcha de los peregrinos, y no ser enviados en una marcha forzada. Queremos ser el pueblo de Dios, no acobardados siervos. Queremos a nuestros pastores de vuelta. Hemos tenido demasiados príncipes.

Iglesia y Sociedad

Conflictos en las iglesias primitivas

10 May , 2010  

Entre algunos escritos antiguos y no publicados he encontrado un texto en el que abordé hace muchos años el problema de los conflictos en el libro de los Hechos de los Apóstoles. Quizá pueda ser de utilidad para quienes en estos tiempos venimos reflexionando a propósito de la grave crisis por la que pasamos en la iglesia católica. Lo comparto ahora porque estoy convencido que los problemas en la iglesia no se solucionan ocultándolos, haciendo como si no existieran o atribuyéndolos a entes enemigos que quieren destruirnos. Un inicio de solución se vislumbra, en cambio, cuando los enfrentamos y ponemos manos a la obra para buscar, a la luz del Espíritu, nuevos caminos. Va, pues, el texto.

Cuando la iglesia se renueva aparecen siempre conflictos que la hacen sufrir y crecer. Frente a esos conflictos que se dan hoy en la iglesia, el libro de los Hechos nos da una luz. En él se narran los conflictos que tuvieron que afrontar los primeros cristianos; esta experiencia nos sirve para iluminar nuestro caminar hoy. Hay una realidad que se hace presente en el libro de los Hechos: cuando el evangelio es anunciado con fidelidad, aparece el conflicto. En el conflicto, las comunidades y las personas maduran y crecen. Dentro del conflicto suelen fortalecerse la fe, la esperanza y el amor. Por eso vale la pena tener, en una breve síntesis, el panorama de los conflictos que tuvieron que vivir y enfrentar los primeros cristianos. Un análisis del libro de los Hechos revela más de 150 conflictos (1). Nosotros trataremos de identificarlos y ver la manera cómo los enfrentaban (2).

Hay que decir primero una palabra acerca de la fuente de los conflictos. El evangelio y su difusión aparecen como una fuerza de vida nueva que brota de la resurrección de Jesús, transmitida por el Espíritu Santo y anunciada por los apóstoles. Al resucitar Jesús, el Padre reveló su voluntad sobre la vida humana y condenó todas las fuerzas de la muerte que dañaban la vida. Ésta es la fuente de todos los conflictos: el evangelio revela y anuncia la voluntad de Dios y, por tanto, desaprueba y denuncia las decisiones y opiniones humanas contrarias (Hech 5,28-30).

Por ser fuerza de nueva vida, expresión de la voluntad de Dios, el evangelio entra en conflicto con todo aquello que ata, reprime o mata la vida: enfermedades, malos espíritus, hambre, pobreza, males de toda clase, tristeza, muerte. El evangelio irrumpe en la historia y procura liberar la vida de esos males (Hech 3,6-8; 9,18; 8,7). Dado que el evangelio no permite neutralidad ni pactos con la situación del mal, ya que -como dijimos antes- es fuerza de vida nueva, convoca a un cambio radical de mentalidad, de actitudes y de conducta. El evangelio desafía la voluntad humana, y eso trae conflictos (Hech 26,20).

La clasificación de los conflictos en el libro lucano puede tomar dos rumbos: uno temático y otro de revisión paso por paso. Hay, temáticamente hablando, cuatro bloques de conflictos: conflictos con el judaísmo, conflictos con la mentalidad y religión paganas, conflictos con el imperio romano y conflictos entre el mismo grupo de los cristianos. Como es de imaginarse, son estos últimos los más graves, ya que amenazan con romper la unidad de la comunidad y frustrar su trabajo de evangelización. Podríamos hacer ahora un elenco de los conflictos principales según aparecen en el texto. Para no hacer farragosa la lectura, al final del artículo propongo una lista detallada que podrá ser leída y trabajada por quienes tengan interés

A pesar de tantos y tan grandes conflictos, los cristianos no se desalentaban. Continuaban firmes en el anuncio del evangelio. Le pedían a Dios que les diera ánimo para seguir anunciando el evangelio (4,29-30); oraban y veían la persecución a la luz de la Palabra (4,24-30); se animaban mutuamente (14,22); tenían la certeza de que Dios y Jesús los acompañaban (7,55-56). Volviendo a la división temática de los conflictos (con judíos, con paganos griegos, con el imperio romano y en el seno de la misma comunidad), trataré ahora de enumerar las características de la respuesta comunitaria.
a) Ante los conflictos con el judaísmo y su mundo organizado, que no es capaz de aceptar la novedad del evangelio, la comunidad cristiana responde de diversas maneras. Hay una primera tendencia de hacer de los judíos los destinatarios de la evangelización; conforme a esta manera de actuar, la comunidad cristiana no se cansa, como después lo haría también Pablo en sus viajes misioneros, de dirigirse a los judíos en las sinagogas para invitarlos a aceptar el mensaje. Otra actitud, sin embargo, tiene la comunidad cuando ya no solamente se trata de rechazo, sino de franca persecución; en ese caso, «los judíos» no son los miembros del pueblo de Israel, sino las autoridades de dicho pueblo, el sanedrín. La frase petrina de Hech 5,29: «hay que obedecer a Dios antes que a los hombres», resume magistralmente la respuesta de la comunidad cristiana ante los conflictos con la autoridad judía: delante del evangelio, la obediencia a autoridades humanas pasa a segundo plano. El cristiano no busca el conflicto, pero no puede menos que enfrentarlo cuando es a causa del evangelio (5,32-33).
b) Ante los conflictos con el mundo religioso y mágico de los paganos, la comunidad cristiana no se arredra. A Simón el Mago, por ejemplo, no se le permite comprar los dones de Dios con dinero, como era seguramente costumbre en el culto pagano (8,9-24), aunque hay una invitación siempre presente al arrepentimiento (8,22). Desde el principio aparece una incompatibilidad creciente entre la visión del mundo y de Dios que propone el evangelio y aquélla de la religión pagana. La revuelta de los orfebres (19,23-40), junto con el pasaje de Simón del Mago, muestra la especial sensibilidad de los cristianos hacia los recursos económicos conseguidos a través del culto en las religiones paganas. En la comunidad cristiana, en cambio, los problemas económicos se arreglan de otra manera (cfr. la colecta a los pobres de Jerusalén).
c) Ante los conflictos con el imperio romano, no parece haber habido, al menos en principio, enfrentamiento abierto. Cuando Lucas escribió el libro de los Hechos, es probable que hubiera ya pasado la primera persecución de Nerón (54-68) y estuviera preparándose otra que llevaría a cabo Domiciano (81-96), ésta más violenta y extendida que la primera. Por medio de su libro, Lucas quería influir en la opinión pública y quitar prejuicios contra los cristianos, impedir la persecución y así garantizar un espacio de vida dentro del imperio para las comunidades. Por ello se señala en algunas partes del libro, la simpatía que el Camino despierta en los romanos, lo que hace que muchas veces éstos decidan en favor de los cristianos, aun en contra de las autoridades judías (13,12; 18,12-17; 28,30-31). Ésta es la posición de casi todos los escritos del Segundo Testamento, salvo el libro del Apocalipsis: evitar el conflicto con el imperio para permitir la expansión de la tarea de la evangelización. Esto se hace en los diferentes escritos con matices diversos: Pablo en sus cartas, por ejemplo, hace uso de una conservadora teoría del origen divino del poder con tal de promover la obediencia al imperio de parte de los cristianos. Pedro, en cambio, en su primera carta, toma una posición mucho más distanciada del poder y evita subrayar demasiado la obediencia en detrimento de la libertad que siempre debe caracterizar al cristiano (3). El libro del Apocalipsis, por último, delante de una persecución organizada en contra de la comunidad y conciente de la pretensión absolutista y autoritaria del estado romano, llama a combatirlo como a una bestia que se opone a los mandamientos de Jesús. No parece haber, entonces, una sola actitud ante las autoridades de parte de la comunidad cristiana, sino que cuenta mucho las circunstancias. Solamente hay una constante: la fidelidad al evangelio está por encima de la fidelidad a cualquier autoridad humana.
d) Es ante los conflictos de orden interno en la comunidad, de donde más tenemos que aprender, pastoralmente hablando. Es innegable, en una lectura aun superficial del texto, que la comunidad se vio sacudida por muchos conflictos de orden interno. Las causas eran múltiples: la naturaleza humana, factores que procedían del interior, de la convivencia diaria, y causas de origen externo, como la persecución y la toma de posición delante de las autoridades. Uno de los conflictos más graves y representativos, fue el de la entrada de los paganos al seno de la comunidad. Una buena parte del libro de los Hechos (y de las cartas paulinas) está consagrada a describir y resolver dicho conflicto. Es ilustrativa, pues, la manera como la comunidad supo entrarle al conflicto descrito en Hech 15. En primer lugar, los implicados no rehuyeron el conflicto, sino que lo enfrentaron; nunca hubo la intención de esconderlo o de dejar al tiempo y al azar su solución. En segundo lugar, siempre se recurrió al diálogo para resolver el conflicto, lo mismo en el caso de Ananías y Safira, como en la división provocada por la falta de atención a las viudas helenistas, o en la discusión acerca de la aceptación de los paganos. En tercer lugar, hay que subrayar que se llega siempre, a través del diálogo, a soluciones de compromiso, o sea, que la mejor solución es aquella inclusiva y no exclusiva, la que trata de armonizar lo mejor de las posiciones en conflicto. En la carta del concilio de Jerusalén, por ejemplo, se aprecia el esfuerzo de las dos partes de ceder en aras de la unidad de la iglesia; en el caso de las viudas helenistas, la solución es crear nuevos ministerios y está también el caso de Ananías y Safira, donde no fue posible llegar a ninguna solución.

Resumiendo, podemos decir:
1. La comunidad cristiana primitiva tenía la conciencia clara de que el anuncio del evangelio iba a provocar conflictos de diversa índole.
2. La comunidad cristiana primitiva nunca buscó el conflicto en sí mismo y, al menos en el caso de la relación con las autoridades, buscó la manera de evitarlo por el bien de la tarea evangelizadora.
3. La comunidad cristiana primitiva nunca rehuyó los conflictos, sino que supo enfrentarlos con valentía. Ante la verdad del evangelio, no hubo nunca cesión ni componendas.
4. La comunidad cristiana primitiva recurrió siempre al diálogo para resolver sus problemas internos. Los actos de autoridad valen solamente cuando se ha agotado el recurso al diálogo. Es un diálogo en el que siempre debe hablarse con la verdad.
5. La comunidad cristiana primitiva buscó soluciones inclusivas a los conflictos. Siempre se tomó en cuenta la posición de los adversarios y la necesidad de ambas partes de ceder en favor de la unidad de la iglesia
6. La criteriología de la comunidad primitiva para resolver sus conflictos estaba condicionada por las circunstancias concretas y por el progresivo proceso de inculturación del evangelio. El único absoluto era el reino de Dios y la responsabilidad de continuar la tarea evangelizadora.

Notas:

(1) El trabajo pionero y todavía no superado en este campo es el de MESTERS C., Os conflitos no libro dos Atos dos Apostoles (Uma sugestao para o estudo) en AA.VV. Atos dos apostoles ontem e hoje., Cuadernos Biblicos de la REB, Petropolis 1989
(2) Seguimos la síntesis de MACCISE C., La espiritualidad…, Op. Cit. pp. 53-55
(3) He tratado este asunto en detalle en LUGO RODRÍGUEZ R., El verbo hypotassein y la parénesis social en 1Pedro 2,13-17., Efemérides Mexicana 25 (1991) 57-70

Lista de conflictos:

1. Hech 1,6-8.10-11: conflicto de interpretación de parte de los apóstoles a propósito de la partida de Jesús y la continuación de la misión.
2. Hech 1,15-26: conflicto por la desaparición de Judas, uno de los doce, y la necesidad de su sustitución.
3. Hech 2,12-13: conflicto de interpretación de la multitud ante la nueva propuesta del Espíritu.
4. Hech 4,1-4: conflicto con las autoridades judías por la predicación del nombre de Jesús y de la resurrección.
5. Hech 4,13-17: conflicto entre las mismas autoridades judías por no saber qué decisión tomar con respecto a los predicadores del evangelio.
6. Hech 5,1-11: conflicto en la comunión de los bienes.
7. Hech 5,17-39: nuevo conflicto con las autoridades judías a causa de la predicación.
8. Hech 6,1-6: conflicto dentro de la comunidad por la atención de las viudas de los helenistas.
9. Hech 6,8-15: nuevo conflicto con las autoridades judías. Juicio de Esteban.
10. Hech 7,51-54: conflicto por la interpretación de las Escrituras antiguas y el cambio de elección de parte de Dios.
11. Hech 8,1-3: conflicto debido a la abierta persecución de parte de las autoridades judías y dispersión de la comunidad.
12. Hech 8,9-24: conflicto con Simón el Mago y con la mentalidad pagana que quiere usar a Dios para el propio beneficio económico.
13. Hech 8,34-40: de nuevo, conflicto de interpretación de la Escritura antigua y su relectura cristológica.
14. Hech 9,13-15: conflicto de aceptación comunitaria a quienes se convierten después de haber sido perseguidores.
15. Hech 9,23-25: conflicto de Pablo con las autoridades judías. Fuga.
16. Hech 9,26-30: conflicto dentro de la comunidad para aceptar a Pablo.
17. Hech 9,32-43: conflicto con las fuerzas de la enfermedad. Curaciones.
18. Hech 10: primer conflicto de comprensión apostólica por la aceptación de paganos en el camino.
19. Hech 11,1-18: conflicto dentro de la comunidad por la entrada de Cornelio en el camino.

20. Hech 11,19-21: conflicto por diversidad de estrategias evangelizadoras.
21. Hech 11,27-30: conflicto por penalidades económicas de la comunidad de Judea.
22. Hech 12,1-11: prisión de Pedro y escapatoria.
23. Hech 12,20-23: conflicto entre las pretensiones imperiales y la justicia de Dios.
24. Hech 13,4-12: conflicto de intereses entre el mago Elimas y Pablo.
25. Hech 13,44-52: conflicto con las mujeres distinguidas, azuzadas por los judíos.
26. Hech 14,1-7: conflicto con los judíos que no se convirtieron.
27. Hech 14,8-18: conflicto con los griegos que quieren divinizar a los apóstoles.
28. Hech 15,1-35: controversia en Antioquía y concilio de Jerusalén.
29. Hech 15,36-40: separación de Pablo y Bernabé por conflictos con Marcos.
30. Hech 16,16-24: conflicto por la curación de la esclava pitonisa.
31. Hech 17,1-8: aprehensión de Jasón, por hospedar a Pablo y Silas.
32. Hech 17,10-14: huída de Pablo ante la persecución de los judíos en Tesalónica.
33. Hech 17,16-34: conflicto de Pablo con la mentalidad pagana. Discurso en el areópago.
34. Hech 18,5-8: nuevo conflicto con los judíos de Corinto.
35. Hech 18,12-17: prisión de Pablo y Sóstenes
36. Hech 19,1-7: conflicto con los discípulos de Juan el Bautista.
37. Hech 19,23-39: la revuelta de los orfebres en Éfeso.
38. Hech 20,17-37: tristeza por la partida de Pablo a Jerusalén.
39. Hech 21,27-40: arresto de Pablo en el templo de Jerusalén.
40. Hech 22,22-29: conflicto con las autoridades romanas por la ciudadanía.
41. Hech 23,1-11: conflicto hacia el interior del sanedrín por la defensa de Pablo.
42. Hech 23,12-35: promesa de ayuno de los judíos confabulados contra Pablo para matarlo. Huida de Pablo.
43. Hech 24,1-21: conflicto con el procurador Félix.
44. Hech 25,1-12: conflicto con el poder imperial: Pablo apela al César.
45. Hech 27,9-44: tempestad y naufragio de Pablo camino a Roma.
46. Hech 28,1-10: conflicto con la mentalidad mágica de los habitantes de Malta.
47. Hech 28,23-28: nuevo conflicto con los judíos no creyentes de Roma.

Iglesia y Sociedad

Una de cal por muchas de arena

3 May , 2010  

Estas semanas han estado plagadas de noticias interesantes para la causa de los derechos humanos en nuestro país. Acontecimientos tan graves como el asesinato de Betti Cariño y un activista finlandés en la emboscada preparada contra una misión civil internacional de observación en San Juan Copala, Oaxaca y la desaparición de al menos dos periodistas que iban en esa misma caravana, han mantenido a la opinión pública en estado de alerta. Acostumbrados a que en el campo de los derechos humanos las noticias suelen ser malas, quiero hoy comentar una que, me parece, puede animar nuestro compromiso.

Hace unos días, el 25 de abril, para ser precisos, Sara López, interna en el CERESO de Kobén, en Campeche, recibió el Premio Nacional de Derechos Humanos “Sergio Méndez Arceo”. La alegría por el hecho de que Sara haya sido la recipiendaria del premio en su edición 2010 estriba en que, en su persona, han sido premiados los cientos de hombres y mujeres que a lo largo y ancho del país están luchando por la reducción de las desproporcionadas tarifas de la energía eléctrica. Este premio está en consonancia con la declaración, también reciente, del 4 de marzo de 2010, por parte de la organización de derechos humanos “Amnistía Internacional” de Sara López y sus otros compañeros presos en Campeche, como ‘prisioneros de conciencia’, una denominación que Amnistía Internacional refiere a cualquier persona a la que se le impide físicamente (por prisión u otras causas) expresar (en cualquier forma de palabras o símbolos) cualquier opinión que mantiene honestamente y que no defiende ni justifica la violencia personal

Este premio es también motivo de alegría porque tendrá seguramente efectos similares a los que ha tenido la batalla por la liberación de las tres indígenas, Jacinta, Teresa y Alberta, que estuvieron cuatro años recluidas en un penal del Altiplano acusadas de haber secuestrado a seis agentes de la desaparecida Agencia Federal de Investigaciones, y recientemente liberadas debido a determinaciones de la Suprema Corte de Justicia. Digo que espero que los efectos sean similares, porque Sara López y sus otros compañeros presos están acusados, justamente, de haber privado de su libertad a un funcionario de la Comisión Federal de Electricidad, cuando fue dicho funcionario quien se ofreció voluntariamente a ir a checar la interrupción de servicio eléctrico que los primeros habían denunciado.

En efecto, en noviembre de 2008 Sara López, Joaquín Aguilar y Guadalupe Borja fueron acusados por la CFE de “privación ilegal de la libertad” de un funcionario público e “impedimento para la realización de un servicio público”, cuando en realidad el funcionario les acompañó a supervisar la reconexión del servicio. Sara López fue detenida hace más de 9 meses, el pasado 10 de julio, junto con su esposo Joaquín Aguilar, don Guadalupe Borja y dos integrantes del más del Movimiento de resistencia contra las altas tarifas de la energía eléctrica de Candelaria. Ella, su esposo y don Guadalupe continúan presos por delitos fabricados por la paraestatal en complicidad con la Procuraduría General de la República con el objeto de criminalizar la lucha social que han desarrollado en Candelaria, Campeche, para defender sus derechos y denunciar los abusos que la CFE comete en contra de la precaria economía de sus familias.

En enero de 2010 un magistrado federal determinó que la evidencia contra ellos era insustancial por lo que tenían que reclasificarse los delitos o ser puestos en libertad inmediata. Sin embargo, la PGR obstaculizó la liberación apelando dicha resolución y actualmente el caso se encuentra en revisión en el Tribunal colegiado en materia penal y administrativa del décimo cuarto circuito, con sede en Mérida, Yucatán. Esta situación hace que Sara no pueda acudir a recibir su premio, porque sigue recluida en la cárcel debido a esta confabulación entre la instancia de procuración de justicia y la paraestatal.

En lo más hondo de mi corazón, sin embargo, la razón de mi alegría por este galardón es apenas mencionada en el laudo de premiación. Dice el comunicado de prensa de la Fundación Sergio Méndez al anunciar el otorgamiento del premio, que Sara López es “una mujer humilde integrante de las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs) en Candelaria, Campeche, comprometida con la defensa de los Derechos Humanos de distintos pueblos y colonias populares en Campeche y en los campamentos de refugiados guatemaltecos en Chiapas y Quintana Roo”.

Sí, quienes conocemos a Sara López sabemos de su corazón cristiano y de cómo es a partir de su experiencia de fe que fue llegando a un compromiso social cada vez más serio y organizado. Esta es, debo confesarlo, la razón mayor de mi alegría. En estos tiempos en que Marcial Maciel vuelve a ser noticia de primera plana y se recrudece la vergüenza que representa para la iglesia católica la revelación de casos de pederastia y su oficial encubrimiento, saber que hay cristianos y cristianas, allá, abajo y a la izquierda, cuya fe se convierte en motor de compromiso social es una muy, pero muy buena noticia. Vaya una de cal por tantas de arena…

Sirvan, pues, estas líneas para celebrar el premio otorgado a Sara López. Para quienes encontramos en el seguimiento de Jesús la razón de nuestro compromiso social, este premio es balde de agua fresca en medio del desierto. Como bien señala el equipo Indignación en su comunicado: “El ejemplo de Sara nos fortalece e ilumina el camino de quienes trabajan por la justicia pero su encarcelamiento exhibe a un sistema que reprime e intenta eliminar a quienes hacen posible otro mundo: uno que garantice, reconozca y respete los derechos de todas las personas” (www.indignacion.org.mx)

Iglesia y Sociedad

En el domingo del Buen Pastor…

26 Abr , 2010  

Algunos amigos y amigas me han pedido una palabra a propósito de la crisis por la que pasa actualmente la iglesia católica debida, en parte, a los delitos sexuales en que se han visto involucrados sacerdotes católicos en diversas partes del mundo. Ahora que el escándalo ha llamado a las puertas de la misma iglesia de Yucatán, he sentido que, en medio del dolor y la indignación, aun cuando no tenga las cosas del todo claras en mi interior, es necesario que yo haga un primer corte de caja con mis sentimientos y mis convicciones respecto a esta dolorosa crisis. Tómense, pues, mis palabras como provisionales, a la espera de nuevos datos que terminen de configurar la crisis y haya mayor claridad en las respuestas que la iglesia institucional viene dando.

Respecto de los hechos

Me siento profundamente avergonzado. No solamente por el escándalo que significa el abuso sexual de menores, sino por todo lo que estos hechos han desnudado: una institución al servicio de sí misma, cubriendo delincuentes, ocultando la verdad, manteniéndose lejana de las víctimas mientras protegía a los victimarios. Nada más ajeno a la misión que Jesús encomendó a sus discípulos y discípulas. Nada más parecido a aquello que Jesús más detestaba y no se cansó nunca de denunciar: el abuso del poder religioso para dañar, lastimar, herir a los más indefensos.

Es el encumbramiento lo que me resulta verdaderamente escandaloso, porque va mucho más allá de los delitos personales de algunos ministros infieles y muestra una institución que se ha negado de manera contumaz a confrontarse con la doctrina de los derechos humanos, plataforma que los seres humanos hemos ido construyendo con mucho esfuerzo para normar nuestras relaciones y garantizar vida justa y plena para todos y todas.

Las primeras reacciones públicas de algunos jerarcas no han hecho sino sembrar mayor desazón entre los católicos y católicas. Hablar de campañas de odio, tratar de convertir a las víctimas en victimarios, echar la culpa a la educación sexual, insistir en la represión sexual como vía de salida, encerrarse en el silencio ante la exigencia de los fieles, es abordar el problema desde una actitud que queda bien definida con el adjetivo usado en España: caradura.

En las más altas esferas parecen comenzar a darse cuenta de la gravedad de la crisis. La presión de la opinión pública comienza a tener frutos. La decisión del Papa de promover una limpieza que ha hecho ya caer a varios prelados de alta investidura, la manifestada promesa (que ojalá fuera obedecida por todos los obispos del mundo) de hacer que los delincuentes sexuales asuman su responsabilidad ante las autoridades civiles, marcan algunas pocas luces en el camino. No hay que escatimarles el mérito.

Respecto de la reforma que se necesita

Cuando traté en este mismo espacio el caso del fundador de los Legionarios de Cristo, en buena parte detonador de esta ola de revelaciones, decía yo: “La tarea pendiente hoy es, justamente, la reforma de la iglesia (11 de mayo de 2009)… Lo cierto es que en cada vez más corazones crece el clamor: reforma, reforma, reforma (15 de marzo de 2010)”. Hoy se han multiplicado manifiestos de muchos grupos de fieles y teólogos/as, que exigen esta reforma a fondo.

Vía los escándalos sexuales (que todo sirve para el bien de los que aman a Dios, decía san Pablo) estamos llegando a identificar algunos de los males que han ido alejando a la iglesia de sus raíces evangélicas. El paso inmediato, es cierto, será establecer mecanismos para que la pederastia y todo tipo de delitos sexuales no vuelvan a ser tolerados ni encubiertos. Pero terminar solamente en esto sería como solucionar solamente el síntoma sin atacar la enfermedad.

Ha llegado la hora de revisar la visión misma de sexualidad que la iglesia mantiene y que la ha enfermado. La fobia al placer, la criminalización de la diversidad, la culpabilización del uso del cuerpo, son aspectos que deberán ser discutidos dentro de la iglesia en busca de nuevos consensos, más apegados a los criterios aportados por las ciencias sociales y más animados por los principios evangélicos y menos por prejuicios largamente sostenidos.

La crisis actual nos enfrenta también con otra asignatura pendiente: la organización estructural del uso del poder dentro de la iglesia. La renovación conciliar tiene que dejar de ser obstaculizada, el principio de igualdad de todos los hijos e hijas de Dios dentro de la iglesia debe ser concretizado en cambios estructurales, la igualdad de género ha de tomar carta de ciudadanía dentro de la iglesia en todos sus niveles de organización y toma de decisiones. Es hora de democratizar la convivencia eclesial, de abandonar los esquemas monárquicos de gobierno, de demostrar con hechos lo que la renovación conciliar había venido a recordarnos: que todos y todas tenemos en la iglesia la misma dignidad y la misma misión.

El encubrimiento de Marcial Maciel sería impensable sin el enorme poder económico que su obra llegó a acumular. Este hecho nos lleva a otro pendiente de la reforma que viene y que la teología de la liberación (perseguida encarnizadamente, por cierto, como bien hace ver la lúcida reflexión del teólogo Pablo Richards, por los mismos jerarcas encubridores de pederastas) no había dejado de señalar: una iglesia pobre al servicio de los pobres. Una iglesia en la que el dinero termina por convertirse en la “prioridad apostólica”, no es la iglesia de Cristo.

Hablemos de la esperanza

Muchas personas, las más de las veces con buena intención, me han recomendado que yo abandone la iglesia. Yo mismo, en mis a veces depresivas reflexiones, me he planteado esa posibilidad. Reconozco que la fidelidad al evangelio no pasa exclusivamente por la pertenencia a una iglesia determinada. Pero las ganas de abandonar la iglesia se me esfuman cuando dejo de mirar hacia arriba y miro hacia abajo y a la izquierda. Decido permanecer en la iglesia, en rebelde fidelidad, cuando miro el trabajo de la iglesia muy otra: de Indignación y su batalla por los derechos humanos, la lucha contra la discriminación del Oasis de san Juan de Dios, la entrega generosa de varias órdenes religiosas, las voces críticas de algunos grupos juveniles, el trabajo a favor del medio ambiente de la escuela U Yits Ka’an, la fe sencilla de muchas comunidades pobres, la heroica resistencia del movimiento de teología india mayense, el arrojo profético de don Raúl Vera…

Llegará el día en que la iglesia será una casa de hermandad, abierta para todos y todas; una comunidad cuya única riqueza será el evangelio compartido en la mesa de la Eucaristía; una asamblea de creyentes desnuda de poder, en la que contará la voz de cada uno/a; un espejo en el que se refleje la compasión de Dios manifestada en Jesucristo. Del pozo de la más oscura crisis estoy dispuesto a sacar el agua de la esperanza. Por esta iglesia quiero trabajar. A la construcción de esta comunidad dedicaré mis fuerzas. Y eso implica, con los riesgos que esto conlleva, un empeño abierto en desmantelar, a fuerza de evangelio y autocrítica, (metanoia, le llamaban los hagiógrafos) la iglesia del poder y del dinero, la del encubrimiento y la monarquía. Que así sea…