Iglesia y Sociedad

El agua ¿derecho o mercancía?

15 Jun , 2021  

Desde hace ya algunos años el mundo ha conocido la lucha del pueblo de Homún. El gigante de la producción industrial porcina en el país llegó a este pueblo con la intención de establecer una fábrica de cerca de 49,000 cerdos anuales. El pueblo maya de Homún, en cambio, en lugar de rendirse ante el potencial económico de la Compañía y sus secuaces locales, decidió que la autodeterminación de su modo de vida, ligado al cuidado de los cenotes, debería prevalecer por encima de los intereses mercantiles de la industria porcina. El resultado ha sido una batalla, todavía sin terminar, en la que ha debido intervenir incluso el órgano máximo del Poder Judicial, la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Uno de los elementos claves de este proceso de defensa del pueblo maya es la fragilidad del acuífero de la zona peninsular de Yucatán.

El 15 de junio ha sido presentado el informe titulado “Contaminación del acuífero maya. Responsabilidad gubernamental y empresarial”. Fruto de la colaboración entre la Fundación para el Debido Proceso (www.dplf.org) y el equipo de derechos humanos Indignación A.C. (www.indignacion.org.mx), que ha acompañado a lo largo de todos estos años la lucha del pueblo maya de Homún, este informe es un compendio de las principales afectaciones que sufre el acuífero de la península, que se ve amenazado por la llegada de proyectos que afectan la calidad y asequibilidad del agua, lo que resulta en un impacto directo en el derecho humano al agua. Y aunque el aspecto medioambiental es solamente una de las caras de la problemática que enfrentan los pueblos originarios, el informe ofrece también pistas que conducen a reconocer la afectación a la integridad cultural y libre determinación del pueblo maya, aspecto al que muchos ambientalistas no suelen prestar atención.

Los cuatro ejes que forman la columna vertebral de este informe están descritos en su segundo capítulo:

a) La determinación del marco normativo nacional e internacional en materia de protección al medioambiente y al agua, así como algunas de las principales interpretaciones que los tribunales nacionales e internacionales han hecho sobre el deber de los órganos de gobierno de hacer efectivos esos derechos.

b) La contextualización de la situación de contaminación en la que se encuentra el acuífero en la península de Yucatán, a través del planteamiento de algunos de los principales casos que se han podido documentar en el estado, tales como los impactos generados por el establecimiento de granjas porcinas, uso de agrotóxicos y otros proyectos que explotan de manera no sostenible el manto acuífero de la región.

c)   La determinación de la responsabilidad de las empresas y del Estado en la situación de afectación ambiental que se vive en la península de Yucatán, a partir del deber de garantizar y respetar el derecho al medio ambiente sano con base en la aplicación del principio precautorio.

d) La identificación de medidas que, desde la sociedad civil, podrían implementarse para hacer frente a esta situación de contaminación y responsabilidad de autoridades y empresas.

Después de dos breves capítulos iniciales (1. Planteamiento del problema y 2. Objetivo de la investigación), el informe entra en materia presentando el derecho humano al medio ambiente sano y al agua y subrayando una importante estrategia jurídica en su defensa: el llamado “principio precautorio” como eje rector que garantiza el ejercicio de estos derechos. Para quienes no manejamos la jerga jurídica y queremos conocer la trascendencia de este nuevo instrumento en la defensa del medio ambiente, el informe resulta especialmente útil.

En un cuarto capítulo, se presenta la caracterización biocultural de la península de Yucatán, territorio en el que habita el pueblo maya peninsular, con un énfasis especial en su calidad de reservorio de agua. Inmediatamente, en el capítulo 5, el informe nos ofrece la enumeración de los principales riegos que enfrenta el respeto al derecho al medio ambiente y al agua, subrayando el impacto de la industria porcina, una de las amenazas más relevantes al acuífero. Los dossiers de los casos de Homún y Kinchil, compilados por el equipo Indignación A.C., ilustran de manera detallada las afectaciones que padecen los pueblos mayas de esas dos regiones. No deja de subrayarse, desde luego, las afectaciones producto de la utilización de agroquímicos en el suelo kárstico de la península, otra de las grandes causas de contaminación del acuífero peninsular, y las recomendaciones emitidas por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos en esta materia, establecidas en su recomendación 82/2018. No puedo no mencionar un cuadro sinóptico que ofrece los principales hallazgos en torno a la contaminación del agua por los plaguicidas. La información que ahí se contiene debería ser revisada por las autoridades gubernamentales en materia agropecuaria, para erradicar la nociva e irresponsable práctica, común a los gobiernos de distintos signos partidistas, de condicionar los apoyos al campo con la distribución de agroquímicos. Un apartado que concluye este capítulo del informe, hace referencia a otras, distintas prácticas, que atentan contra el respecto al derecho al medio ambiente sano, como las 418,021 concesiones de uso (y abuso) de aguas superficiales y subterráneas.

El informe cierra con el capítulo final, pero no por ello menos importante, que plantea las acciones que pueden ayudar a hacer frente a esta situación devastadora para las aguas de la península. Diecisiete sugerencias marcan los rumbos que tanto la industria como el Estado Mexicano deberían contemplar para hacer valer el respeto al derecho humanos a un medio ambiente sano y al agua. El informe termina con una amplia bibliografía.

Saludamos con entusiasmo la aparición de este informe, que no solo nos permite acercarnos a la situación del acuífero del territorio maya peninsular, sino que ofrece herramientas que pueden ser de mucha utilidad, no solamente para la batalla por la conservación del medio ambiente, sino para caminar hacia el pleno respeto al derecho a la libre determinación del pueblo maya. Enhorabuena a la Fundación para el debido Proceso y al equipo de derechos humanos Indignación A.C.

NOTA: El resumen ejecutivo y el informe completo “Contaminación del Acuífero Maya: Responsabilidad gubernamental y empresarial” está disponible en: dplf.org/es/AcuiferoMaya así como en http://indignacion.org.mx/contaminacion-acuifero-maya/.

Iglesia y Sociedad

La Suprema… y su supremo deber

18 May , 2021  

La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) ha venido ocupando un lugar cada vez más preponderante en la vida de México. Cabeza del Poder Judicial y Tribunal Constitucional, esta Corte, conformada por once magistrados/as, se encarga de un amplio abanico de tareas, además, desde luego, de su contribución específica en la resolución de controversias constitucionales.

Por ser el más alto tribunal en materia judicial, la SCJN es la encargada de dirimir de manera definitiva los asuntos que se le presentan. Entre sus facultades está la establecida en el artículo 10 de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, que a la letra dice:

La Suprema Corte de Justicia conocerá funcionando en Pleno:

  • I. De las controversias constitucionales y acciones de inconstitucionalidad…
  • II. Del recurso de revisión contra sentencias pronunciadas en la audiencia constitucional por los jueces de distrito o los tribunales unitarios de circuito…
    • a) …
    • b) Cuando se ejercite la facultad de atracción contenida en el segundo párrafo del inciso b) de la fracción VIII del artículo 107 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, para conocer de un amparo en revisión que por su interés y trascendencia así lo amerite, y
    • c) …
  • III. Del recurso de revisión contra sentencias que en amparo directo pronuncien los tribunales colegiados de circuito… cuando en los conceptos de violación se haya planteado la interpretación directa de un precepto de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, dichas sentencias decidan u omitan decidir sobre tales materias, debiendo limitarse en estos casos la materia del recurso a la decisión de las cuestiones propiamente constitucionales;

Pues bien, como seguramente los lectores y lectoras de este espacio saben, el pueblo de Homún, en el estado de Yucatán, lucha desde hace muchos años contra el establecimiento de una mega granja de 49,000 cerdos que amenaza el agua y la salud de la comunidad. Desde octubre de 2016, la empresa porcina logró el permiso del presidente municipal para establecer la granja, sin que el pueblo hubiera sido debidamente consultado y sin existir una Manifestación de Impacto Ambiental (MIA).

Uno de los recursos más relevantes de esta lucha ha sido y es el amparo promovido por un grupo de niños y niñas que, junto con sus representantes legales, demandó a la granja alegando el derecho de la infancia a un medio ambiente sano, a la salud y a la libre determinación, lo que logró paralizar la instalación de la granja y la mantiene, desde septiembre de 2018 hasta hoy, sin operar.

Pero la empresa porcina no ha cejado en sus intentos de echar abajo esta suspensión conseguida por los niños y niñas. Hasta el momento, todos sus intentos y triquiñuelas han fracasado. Afortunadamente, la SCJN decidió atraer el caso porque involucra dos cuestiones claves, no solo para Homún, sino para todos los pueblos originarios que se ven enfrentados a mega proyectos de “desarrollo”:

a) ¿cuál es y cómo se defiende el derecho que los niños y niñas tienen ante el establecimiento de proyectos que terminarán por dejar una huella medioambiental que les afectará gravemente en su vida adulta?

b) ¿cómo debe un juzgador aplicar el llamado “principio precautorio” ante suspensiones dictadas en casos de protección al medio ambiente?

Dado que el interés superior de la niñez es un concepto conocido y fácil de entender, quisiera solamente referirme brevemente a la segunda cuestión, para asegurar la comprensión del desafío al que se enfrenta la Corte.

Un requisito en los juicios de amparo es tener que demostrar los daños inminentes e irreparables que sufre el demandante. Esto, sin embargo, no es tan sencillo en los temas medioambientales porque el daño muchas veces no es inmediato y visible, pero sobre todo, porque cuando el daño se presenta puede llegar a ser ya irreparable. Con el fin de evitar los daños ambientales, como los ocasionados por la industria porcícola, existe el principio precautorio, el cual obliga a todas las autoridades a adoptar medidas que eviten el daño ambiental aun cuando exista incertidumbre sobre la contaminación. La SCJN tiene la oportunidad de pronunciarse sobre esto.

Así que la SCJN tiene una oportunidad inmejorable para pronunciarse sobre estos temas. Se ha anunciado ya que el caso de Homún entrará en la lista de asuntos a tratar por la SCJN este próximo miércoles 19 de mayo. Si quieres enterarte más y apoyar a los niños y niñas de Homún, puedes visitar el portal electrónico del equipo Indignación A.C.: www.indignacion.org.mx

Iglesia y Sociedad

Pregón Pascual 2021

8 Abr , 2021  

DOLORES

¿Quién podría negar que 2020 / fue un año de espanto y de zozobra, / con la muerte acechando a nuestras puertas / y arrebatándonos gente querida?

¿Quién en su sano juicio apostaría / sólo a la dirección de fondo, al horizonte, / y voltearía el rostro ante las deudas / de la administración actual con las mujeres / y con las artes  y con los periodistas / y con los pueblos indios y las nuevas / generaciones que aspiran a un planeta / sin polución y sin hidrocarburos?

¿Quién no se indigna, quién no se enfurece, / ante la caravana de cadáveres / de mujeres violadas, olvidadas, / reducidas a un número sin rostro? / ¿Quién no trinca los dientes, los aprieta, / cuando lee la nota del tuitero / medio de comunicación y se avergüenza: / “Cuerpo femenino encontrado en su casa. / Dicen los vecinos que usaba faldas cortas. / El marido, celoso, cobró venganza”?

ANUNCIO

Hoy les anuncio que se abrió una grieta / que una luz brilla hacia el final del túnel. / Hoy un sepulcro amaneció vacío / y una promesa se abre florecida.

El muro patriarcal se tambalea: / la grieta se agrandó cuando, sin miedo, / una hermosa mujer tomó el petardo / y lo arrojó, cual tea de esperanza, / al otro lado del muro de ignominia / do se escondía el patrón, el macho herido, / de los oídos sordos y la amnesia.

Hoy las vacunas son una promesa / que no ataca, es verdad, las invisibles / raíces que se esconden tras el virus / pero que nos permite alzar el rostro / y replantear a dónde nos iremos, / con qué armas combatir la noble lucha / contra el calentamiento y otros monstruos: / el imperio del lucro y la falacia / el crecimiento sin límite y sin freno.

Emana luz desde el sepulcro abierto / y de la insólita noche luminosa. / Jesús resucitó y eso nos basta / para soñar despiertos (y es que el sueño / lo dejó claro Eduardo, el uruguayo, / es promesa de luz, dulce horizonte, / acicate glorioso, motor limpio) / y orientarnos al fin a otro horizonte / donde la meta final sea la vida / y no tan solo la supervivencia.

COMPROMISO

Retomemos la llama, abramos brecha / saquémosla de nuestra chimenea, / la del rito vacío y las doctrinas / ancladas al medioevo y al pretexto / de una antropología decadente.

Dejemos que Jesús, el siemprevivo, / desbarate teorías e instituciones / que sofocan el aire y el espíritu / y recupere el brillo y la ternura / de aquella noche santa en que la tumba / se revistió de ráfaga y la piedra / estalló con la luz del arcoíris / para marcar, feliz, la nueva ruta / que vuelva a hacer del mundo una casa / donde todos podamos ser felices.

La puerta ya se abrió, sólo nos queda / atravesar su umbral… o regresarnos / al sepulcro de muerte. La moneda / cual viento de la noche, / gira en el cielo y canta.

Iglesia y Sociedad

Invitación a desaprender

15 Mar , 2021  

Carta de los varones de Indignación A.C. al colectivo masculino

Compañeros varones:

Toda la semana pasada ha sido de mucha agitación. Las calles se han llenado de nuevo de pasos y voces de mujeres exigiendo igualdad. Hay mucho dolor en cada grito, mucha indignación. La construcción de una sociedad de iguales ha de partir de este dolor al que no debemos ser sordos. Los repetidos gritos: “Va a caer, va a caer, el patriarcado va a caer”, son para nosotros mucho más que un eslogan: son las compañeras que nos van marcando el rumbo necesario.

Les invitamos, por eso, a pedir perdón. A Fernanda, Karime, Suemy, Ariani, Henrietta, Gladys, Ana, Yazmín, Irlanda, Norma, Yamili, Erika, y a tantas mujeres que han sido asesinadas, que han sido víctimas de la violencia patriarcal, a todas las mujeres que ya no están, a las que tienen miedo y a las que no. A las que tienen coraje, indignación, impotencia. A las que piden justicia, a las que gritan, a todas… ¡A todas les pedimos perdón!

Durante el año pasado, 2020, año primero de la pandemia, al menos 10 mujeres más en Yucatán han venido a unirse a la lista ignominiosa de quienes han visto violentamente terminada su vida a manos de varones agresores: el hijo, el nieto, el esposo, el exnovio, el amigo, el cercano, uno de nosotros que algún día, seguramente, prometió amarla y cuidarla y que terminó asesinándola.

Pedimos perdón porque, como varones, seguimos reproduciendo la violencia machista y heteropatriarcal y hemos naturalizado micromachismos. Por eso hoy, después del testimonio de las marchas del 8 de marzo, pensamos en nuestras hermanas, hijas, madres, esposas, abuelas, y pedimos perdón. En el equipo Indignación, lo hacemos cada uno de nosotros desde nuestra propia identidad, mayas y no mayas.

Pero pedir perdón no es suficiente. El desmantelamiento del patriarcado, ese monstruo que nuestras compañeras han identificado y nos han revelado a los varones, no ocurrirá mientras los varones no aprendamos a des-aprender. Solo des-naturalizando y., des-sacralizando el mandato masculino podremos aportar algo a esta irrefrenable marcha de la lucha feminista. Solo sentándonos a conversarlo, podremos subvertirlo. Los varones de Indignación hemos decidido iniciar un camino de des-patriarcalización. Es indispensable comenzar a cambiar las cosas entre nosotros. Acaso con esta decisión honremos la memoria de tantas mujeres asesinadas y la lucha de tantos colectivos feministas que han empeñado la vida en la transformación de esta desigual sociedad.

Hay, seguramente, muchos más varones que, como nosotros, piensan que este cambio es importante. Ojalá podamos encontrar coincidencias en esta ruta de romper con nuestras violencias chicas y grandes, con esos moldes que nos han dicho cómo ser, pensar y actuar como varones. Nosotros ya no queremos seguir siendo así.

Dicen que ahora la humanidad ha dado un salto en la conquista del espacio, particularmente con las experiencias de investigación en Marte. La destrucción de nuestra casa común nos está llevando a aplicar la misma lógica colonial en otros planetas. Pero esa es una carrera sin futuro. Solo la deconstrucción de un mundo violento y hetero-patriarcal podrá librarnos de la catástrofe.

Por eso les escribimos. Si asumimos nuestra parte de responsabilidad y nos empeñamos en de-construir el ideario y el conjunto de prácticas que han consagrado este mundo de desigualdad, podremos ser parte de esta transformación a la que apuntan, con lucidez, nuestras compañeras feministas, que en estos días han llenado las calles. Les invitamos a hacerlo junto con nosotros.

Los varones de Indignación A.C.

Pepe, Jorge, Randy, Mauricio, Koyoc, Raúl, Orvelín y Beto

Iglesia y Sociedad

El soldado presidente

19 Feb , 2021  

La fotografía me llegó a través del whatsapp. Puede verse al presidente López Obrador ante un atril de acrílico y, tanto al frente del atril como en la pantalla del fondo, el logotipo oficial del Gobierno de México. El presidente aparece ataviado con saco y pantalón color verde olivo. El saco no tiene ninguna insignia, pero es inevitable identificar el conjunto con una vestimenta militar. La foto fue tomada el 12 de febrero pasado, mientras el presidente participaba en la inauguración de la primera etapa de la Universidad para el Bienestar Benito Juárez en Xaltocan, Tlaxcala. La foto puede encontrarse fácilmente en la red; basta guglear ‘AMLO vestido de militar’ para encontrarla.

La fotografía ha tenido dos consecuencias inmediatas: recordar al presidente Calderón en 2006, vestido también de militar y –lo que es más grave, porque esto último ya no despierta gracia ninguna– ponderar la relevancia que la actual administración le ha dado al Ejército Mexicano.

Ya en agosto de 2019 el presidente AMLO había recordado el momento en que el entonces presidente Calderón había vestido traje militar. Mientras respondía en Villahermosa, Tabasco al cuestionamiento de un periodista sobre su estrategia de pacificación del país, AMLO hizo memoria de Calderón vestido de soldado y lo llamó con sorna ‘Comandante Borolas’, en alusión a un famoso personaje de la llamada Época de Oro del cine mexicano. En ese entonces, ocho meses después de su toma de posesión, el presidente criticó el manejo que Calderón le había dado a las Fuerzas Armadas.

Es bueno recordar que una de las exigencias sociales antes de las elecciones presidenciales en las que ganó AMLO era el retorno de los militares a sus cuarteles y la conformación de una verdadera policía civil, honrada, capaz y sujeta a los estándares de respeto a los derechos humanos. AMLO asumió esa demanda en su campaña electoral. Lo que hoy tenemos dista mucho de lo prometido. La Guardia Nacional se ha conformado con militares, tanto en su dirigencia como en sus mandos. El Ejército sigue combatiendo la delincuencia y se le han concedido prebendas cuestionables. La preponderancia del Ejército en todos los órdenes, incluyendo el combate al COVID-19, salta a la vista. La imagen de la primera jornada de vacunación publicitada en los medios, con fuerte resguardo de personal militar armado, ha motivado el meme: “cuando no sabes si te van a vacunar o a fusilar”, que se ha vuelto viral.

Si a todo esto añadimos el affaire Salvador Cienfuegos, el ex secretario de la Defensa Nacional detenido en los Estados Unidos por su colusión con el narcotráfico, y la desaseada manera como se le exoneró de toda responsabilidad, comprometiendo incluso la relación con la justicia estadounidense al hacer público el expediente de investigación, aumenta la impresión de que el presidente tiene fuertes compromisos con el Ejército.

Más allá de estas suspicacias, la actual estrategia de seguridad del presidente no parece corresponder a lo que ofreció en campaña. Quienes confiaban en la constitución de cuerpos civiles de seguridad para el combate contra la delincuencia y el retorno del Ejército a sus funciones constitucionales, han de sentirse estafados.

Revisando entre los trebejos encontré un artículo que escribí hace 14 años. Forma parte de una colección de artículos mensuales que, bajo el nombre de Cartas desde Yucatán, fueron publicados durante varios años en una revista uruguaya llamada Factor S. Me asombra cómo la historia se repite. Así que aquí se los dejo como un testimonio resucitado gracias a la fotografía de AMLO vestido de militar.

“Por una de esas cosas de la historia de mi país, entre los mexicanos no se usan los títulos de nobleza ni los tratos preferenciales. República laica y en ciertos momentos anticlerical, la mexicana aplica en sus documentos oficiales solamente un título a todas las personas por igual, sean funcionarios o no lo sean: el título de ciudadano. Nada de ‘excelencias’ y de ‘ilustrísimas’. En México los funcionarios públicos son oficialmente llamados ‘ciudadanos’ y/o ‘ciudadanas’.

A la titularidad del Poder Ejecutivo de la nación mexicana ha llegado, fruto de una elección inequitativa y extremadamente competida, Felipe Calderón Hinojosa, del conservador Partido Acción Nacional. Él es ahora el ‘ciudadano presidente’, aunque por los pueblos y municipios de México anda errante, construyendo un nuevo movimiento político, el que fuera candidato opositor, Andrés Manuel López Obrador, que ha recibido de sus numerosos seguidores el título de ‘presidente legítimo’.

En México, la subordinación del ejército al Poder Ejecutivo es parte de una tradición que se remonta a la época de las asonadas militares. Y como los/as uruguayos/as no tienen por qué saber de historia mexicana, paso a referirles brevemente a qué me refiero. En 1910 estalló en México la guerra civil que conocemos como ‘revolución mexicana’. Esta guerra, que ocupó más de un lustro, derivó en una serie de luchas dirigidas por caudillos militares, que se sucedían una tras otra. Casi todos los héroes del panteón revolucionario, estuvieron en algún momento enfrentados unos contra otros: Emiliano Zapata, Francisco Villa, Francisco I. Madero, Venustiano Carranza, etc.

Esta sucesión de asonadas militares no terminó sino hasta que se estableció, como instrumento de pacificación del país, la hegemonía del partido revolucionario. La hegemonía del partido único nos libró de batallas militares, pero construyó un andamiaje de intereses y de corrupción que mantuvo su vigencia antidemocrática durante cerca de 70 años. Es la ‘dictadura perfecta’ a la que se refirió Vargas Llosa en una reunión de intelectuales que tuvo lugar en México en 1990.

Toda esta historia viene a cuento porque, a partir de la institucionalización de las fuerzas revolucionarias, el Ejército Nacional ha permanecido siempre subordinado al presidente de la república, que entre otros cargos recibe el de Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas. Y, en un equilibrio que se ha mantenido a lo largo de decenios, los generales que dirigen la armada y la marina nacionales han cumplido el juramento de fidelidad al presidente, que rinden cuando son elevados a los máximos cargos militares.

Pues bien, junto con la subordinación del ejército al presidente, se ha cultivado como otra clara expresión de nuestra institucionalidad, que el presidente sea siempre un civil, no un militar. Lázaro Cárdenas, general en retiro, fue el último presidente (1938) perteneciente a las fuerzas armadas. A partir de eso, algunos militares retirados han ocupado cargos ejecutivos en algunos estados, pero la regla no escrita es que los presidentes de la república sean personas civiles, no militares.

Esa es la tradición que ha sido desafiada por el flamante presidente Felipe Calderón. Para promoverse como el presidente del orden, Calderón ha ordenado operativos militares como parte del combate al narcotráfico y a la delincuencia organizada. Nada de esto es novedoso, salvo que, en la visita a uno de esos operativos, que algunos juzgan más mediáticos que realmente efectivos, el presidente se sacó la foto con un quepí y una gabardina militares.

En política mexicana, la forma es el fondo. La imagen del presidente Calderón con vestidura militar no solamente ocupó las primeras planas de los diarios, sino que desató una apasionada controversia política en la opinión pública. Hay quienes, tras el mensaje explícito del presidente soldado, vislumbran el anuncio de un retroceso en la vigencia del estado de derecho. Los militares, ya se sabe, tienen como valor supremo la conservación del orden, no la vigencia de las libertades democráticas. Por eso los mexicanos, en nuestra Constitución, los hemos mantenido recluidos en su función de defensa de la patria ante los embates de potencias extranjeras y como salvaguarda de la soberanía nacional. La incursión del ejército en tareas de combate a la delincuencia tiene en nuestras leyes, límites muy bien marcados.

Ver al presidente vestido de soldado ha significado un impacto considerable para muchos grupos de mexicanos, por mucho que el ‘presidente legítimo’, ex candidato opositor Andrés Manuel López Obrador, haya querido tomárselo a broma llamándolo “soldadito de chocolate”. La referencia jocosa de López Obrador fue pronunciada en Yucatán, este rincón de México desde el cual escribo esta carta. No es casual. Entre los argumentos que alimentan la mentalidad de que Yucatán es ‘otro país’ dentro de México está el hecho de que, durante mucho tiempo, las empresas nacionales no penetraban con sus productos en esta parte de nuestra geografía, porque los industriales y comerciantes locales lo impedían.

Una de las empresas locales que todavía permanecen en el mercado es la embotelladora de refrescos conocida como ‘Sidra Pino’. Uno de los productos más populares de esta compañía, hoy muy venida a menos, es precisamente una bebida de chocolate con leche que lleva por nombre Soldado de Chocolate. Cuando López Obrador habló del presidente Calderón llamándolo ‘soldadito de chocolate’, lo hacía a sabiendas de que sus oyentes conocían la popular bebida yucateca.

Pero no todos se toman a broma el gesto del presidente Calderón. Algunas organizaciones no gubernamentales, especialmente aquellas dedicadas a la defensa de los derechos humanos, están seriamente alarmadas por el posicionamiento público del presidente. El trajecito militar puede tener muchos mensajes implícitos que alarman a algunos. Y aquí vienen las quinielas de interpretación.

Hay quienes dicen que el presidente Calderón se habría vestido de militar, acompañando con este gesto una serie de insistentes menciones laudatorias que ha hecho a propósito de la institución castrense en los primeros 45 días de su mandato, porque habría en el interior de la institución militar muchos mandos intermedios que estarían más contentos si el vencedor de la contienda electoral hubiera sido López Obrador. Felipe Calderón necesitaba agenciarse el beneplácito de estos militares. Por eso habría decretado un aumento de sueldo a los soldados, acuñó la frase: ‘ha llegado la hora de velar por la tropa’ y terminó vistiéndose de soldado.

Otras personas sostienen que la vestidura militar de Calderón, que ha hecho que algunos lo llamen ‘soldado presidente’, en vez de ‘ciudadano presidente’ como dicta la tradición, tendría significados más ominosos. Aprovechando que la inseguridad pública es uno de los mayores desafíos para todos los niveles de gobierno en México, y que un ambiente seguro es una de las más sentidas demandas ciudadanas, Calderón querría enviar un mensaje claro a todos los mexicanos: ya llegó el que va a poner orden, el que no va a dejar que la delincuencia siga avanzando, el que va a acabar con la impunidad de las redes gubernamentales que protegen a la delincuencia.

Finalmente, hay quienes se han puesto a temblar. Si la disidencia política estuvo criminalizada en los hechos ya desde los últimos meses de la gestión del ex presidente Fox, todo podría esperarse de un presidente soldado. La experiencia de la represión en Atenco y Oaxaca está aún fresca en la memoria. Los temblorosos piensan que el trajecito del soldado presidente no hace sino confirmar malos augurios en materia de derechos humanos y de respeto a la diversidad ideológica y política.

Un solo gesto y varias interpretaciones. Nomás para que los lectores y lectoras de Proyecto S, tengan una probadita de cómo se las gastan los ‘opinólogos’ profesionales en este país llamado México. Yo, en tanto se despeja la incógnita sobre qué nos habrá querido decir Calderón cuando se tomó la foto con quepí y casaca militar, he decidido ir a comprarme un Soldado de Chocolate bien frío. En realidad, es una bebida que nunca me agradó. Pero hoy prefiero, sin sombra de duda, el soldado de chocolate por encima del soldado presidente”.

Hasta aquí el viejo artículo, fechado el 20 de enero de 2007. Por eso hay quienes dicen que la historia es cíclica y se repite. Dios nos agarre confesados.

Iglesia y Sociedad

La Gaykipedia de Bruno Bimbi

1 Feb , 2021  

Para Mons. Raúl Vera OP, con cariño y admiración

Conozco a Bruno Bimbi desde hace muchos años. La primera vez que leí su nombre fue hace más de doce años, en los tiempos en que una coalición de organizaciones civiles yucatecas decidió unirse para exigir por primera vez a la legislatura estatal –hablo de 2008– el establecimiento de una figura legal que protegiera las uniones entre personas del mismo sexo.

Después de álgidas discusiones internas, muchas de ellas en el Foro Cultural Amaro, amablemente ofrecido por Olguita Moguel, la mayoría de las organizaciones se decantaron por solicitar, mediante un proyecto de ley que debería llegar al congreso a través de una iniciativa popular ciudadana, el establecimiento del matrimonio y no de las sociedades de convivencia. Las organizaciones yucatecas llegaba así a una conclusión a la que ni siquiera la capital del país había llegado (la aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo en CDMX se dio hasta marzo de 2010). Se trataba, pues, de una doble proeza: recabar el número de firmas necesario establecido en la Ley de Participación Ciudadana del Estado de Yucatán y, después, lograr que la presión hiciera que la mayoría necesaria de diputados la aprobaran. Ninguna de las dos cosas sucedió a pesar de los esfuerzos –algunos heroicos– de los distintos colectivos involucrados. La aprobación en 2010 del matrimonio igualitario en CDMX y la serie de resoluciones de la Suprema Corte de Justicia de la Nación confirmando el derecho al matrimonio sin discriminaciones, cambió más tarde el rumbo del activismo local.

Menciono esto, no con el afán de hacer la historiografía de estas luchas, sino para mostrar desde cuándo conocí yo a Bruno Bimbi. Aquella campaña de información y activismo incluyó un material que circuló bajo el nombre de “Prontuario de uniones del mismo sexo”, que, a base de preguntas y respuestas, transmitía las razones por las que la figura del matrimonio era la que garantizaba de mejor manera los derechos de las personas del mismo sexo que habían decidido hacer vida en común. El prontuario estaba lleno de citas de Bruno Bimbi, a quien se presentaba diciendo: Bruno Bimbi es presidente de la Federación Argentina de Gays y Lesbianas. Publicó el artículo “Hacia la igualdad jurídica” en la revista “Paso a Paso” editada por la organización “Nueva Comuna” en Buenos Aires.

A partir de estos escuetos datos pude acceder a mayor información sobre el activista. Mi búsqueda estaba motivada por una razón sencilla: sus afirmaciones eran claras y contundentes. Cuando encontré más datos sobre su persona y actividad mi primera impresión fue confirmada: se trataba de un periodista especializado en asuntos LGBT y curtido en la tarea de hacer comprensibles cosas complejas que suelen ser analizadas y comunicadas por los especialistas en una jerga incomprensible para el común de los mortales.

Para atajar, por ejemplo, la discusión sobre si la palabra matrimonio, que viene de mater, puede servir para nombrar la figura con la que dos personas homosexuales vean legitimada públicamente su unión, la respuesta de Bimbi era irónica: “las instituciones jurídicas no pueden ser esclavas de la etimología, a menos que queramos que la patria potestad sea un atributo exclusivo del varón, al igual que el matrimonio, y el salario se siga pagando en sal en lugar de dinero contante y sonante”. Si la discusión se centraba en ¿por qué no se conforman los gays con una ley como la aprobada en el DF, que protege las uniones de personas del mismo sexo sin que las reconozca como matrimonios?, se recurría a la argumentación apabullante de Bruno Bimbi: “Se olvidan de que cuando los gays alquilamos una casa, firmamos un contrato que se llama ‘de alquiler’, no de ‘vínculo inmobiliario homosexual’. Cuando decidimos casarnos, queremos que se llame matrimonio: los mismos derechos con los mismos nombres. Si no, sería como si a las parejas de afrodescendientes les hubiesen dicho que las reconocían mediante una ‘ley de unión entre negros’… Se aferran al nombre como una forma de mantener alguna forma de desigualdad”.

Así que encontré, aquí y allá en la red, artículos escritos por Bimbi. Siempre fueron interesantes, siempre claros. La mayor parte de las veces contundentes. Así que bastó enterarme que la Editorial Proceso había publicado un libro de Bimbi para correr a comprarlo. “El final del Clóset” es un compendio de muchos de sus artículos y ensayos. Publicado por primera vez en 2017 en una editorial argentina, el libro fue actualizado en 2019 con nuevos capítulos y terminó su impresión en México en julio de 2020.

Lúcido, irónico, afilado, Bimbi nos ofrece más de 400 páginas que se van como agua entre las manos. Dividido en siete grandes capítulos, el libro de Bimbi recorre los variados aspectos de la trayectoria de las luchas de gays, lesbianas, bisexuales y trans a lo largo de la historia reciente. Bajo el título de “Gaykipedia”, el primer capítulo (pp. 29-156) reúne artículos que abordan los tópicos más relevantes de la discusión pública sobre la diversidad sexual. Es con mucho la sección más colorida y de fácil y rápida lectura. Divertido, esgrimiendo razones, Bimbi va desgranando (y deshaciendo) los prejuicios que norman la perspectiva social prevaleciente sobre la homosexualidad. El segundo capítulo titulado “Pride” (pp. 157-186) hace un recorrido por los orígenes y desarrollos de la lucha en contra de la discriminación y describe cómo, tanto en el caso racial como en el de la diversidad sexual, se ha podido pasar de la vergüenza al orgullo.

Los capítulos 3 y 4 (pp. 187-249), llamados respectivamente “Maricas y judíos” y “El odio”, hacen el estrujante relato de las diversas caras de la discriminación y la manera como los prejuicios, socialmente sostenidos, se convierten en armas que destruyen la vida de personas, y no en sentido figurado sino literal: los prejuicios matan de a de veras. En el capítulo “Maricas y judíos” puede ser que, en relación con el Estado de Israel, la perspectiva unilateral de los derechos de gays y lesbianas, que es el objetivo fundamental del libro, impida profundizar en otras texturas de la opresión y discriminación que, con razón, escandalizan al mundo, pero Bimbi no ceja en desafiar algunas de las certezas sobre las que se basa la descalificación de las izquierdas hacia el gobierno israelí. Sabe que camina en terrenos pantanosos, pero no se arredra.

El capítulo 5, acaso el más difícil e impactante para los creyentes, se titula “En nombre de Dios” (pp.251-350). Desmantela las ideas religiosas que sostienen la discriminación contra la diversidad sexual y denuncia a algunos personajes de las iglesias católicas y protestantes que han hecho de la vejación de las personas homosexuales su principal argumento de predicación. La experiencia personal de Bimbi de no pertenecer a ninguna iglesia no le ahorra la investigación en asuntos propiamente bíblicos y teológicos. Su palabra puede ser dura, a veces sin todos los matices que introduciríamos quienes, desde la fe, hemos acompañado este tipo de batallas, pero no deja de ser desafiante.

El capítulo 6, “República de Gilead”, refleja la dolorosa circunstancia que obligó a Bruno Bimbi a emigrar de Brasil, donde tenía su residencia, hacia Barcelona, en una especie de exilio provocado por la política racista y homofóbica del actual presidente de Brasil, Jair Bolsonaro. Más allá de lo anecdótico, este capítulo me parece de vital importancia dado que el surgimiento de nuevas y cada vez más beligerantes tendencias de fundamentalismo religioso puede llevarnos a situaciones parecidas en otros países. Bimbi lanza la voz de alarma.

El último capítulo, el que yo más agradezco de manera personal, se llama “Escrito en el cuerpo”. Aborda la realidad de las personas transgénero. Lo hace de manera magistral porque, a semejanza de como lo hizo en relación con gays y lesbianas en el primer capítulo, el autor es capaz de ponernos en los zapatos de las personas transgénero y alcanzar, así sea de lejos, a comprender el sufrimiento que produce en ellas la mentalidad discriminatoria. Bimbi nos hace el servicio de relatar, desde experiencias concretas, qué significa ser transgénero y cuáles son las dificultades que se derivan de la falta de reconocimiento social a esta variedad de la existencia humana.

El plus de la publicación que hoy comento son los retazos de vida que Bimbi ha dejado aquí y allá a lo largo del libro. Me refiero, claro, al brillante y estremecedor prefacio que titula “Adolescencias Robadas”, impactante hasta las lágrimas, pero también a todos los guiños de historia personal que Bruno nos comparte en los distintos capítulos. La edición de Proceso tiene, además, los datos de Bimbi en la solapa y una fotografía que le da rostro al activista al que he seguido durante tantos años. Me asombra la combinación de sabiduría y juventud. Lo imaginaba mayor: nació en 1978. Podría ser mi hijo. Seguramente nunca leerá esto, pero quiero decir aquí que, de haberlo sido, estaría muy orgulloso de él.

Iglesia y Sociedad

25 años de la Escuela U Yits Ka’an, de Maní

9 Ene , 2021  

Eran los inicios de los años 90’s. Un grupo de presbíteros yucatecos comenzamos a reunirnos, cuestionados por la dolorosa realidad por la que pasaba México y el campo mexicano. Éramos poco más de una docena, la gran mayoría menores de 40 años. Varios de nosotros éramos ya párrocos rurales y queríamos asumir la realidad de nuestros pueblos, ofreciendo nuestra aportación para el mejoramiento de sus condiciones de vida. No sabíamos por dónde comenzar. Así que, en reuniones mensuales, fuimos compartiendo ideas, estudiando documentos, tomando posición ante los acontecimientos políticos y sociales. Nos autodenominamos “Equipo Sacerdotal de Reflexión y Trabajo”. De ahí surgió la Escuela de Agricultura Ecológica U Yits Ka’an de Maní, que hoy cumple 25 años de estar en funcionamiento.

Nuestras relaciones con el resto del presbiterio no fueron siempre tersas. Algunos no alcanzaban a ver qué relación podría haber entre la promoción de la agricultura ecológica y el ejercicio del ministerio sacerdotal. Les parecía demasiada teología de la liberación. Así que cuando tuvimos ya delineado el proyecto e iniciábamos las reuniones con los campesinos y campesinas en nuestras parroquias para que, auxiliados por los campesinos aliados, nuestros patios parroquiales se convirtieran en centros de intercambio y transmisión de saberes, decidimos hacer público el proyecto al presbiterio, para encontrar en ellos eco a nuestra búsqueda.

Ha llovido mucho desde entonces. Vendría después el auxilio financiero del episcopado alemán, que nos permitió edificar las instalaciones de Maní, el apoyo decidido de una porción del presbiterio y la indiferencia y la crítica de parte del resto, los convenios con la UADY y el CRUPY de Chapingo, nuestra constitución como asociación civil, el cambio de arzobispo, el inicio de la experiencia del semi-internado, la sospecha –desde luego, confirmada– de que éramos afines al zapatismo, el surgimiento de las primeras granjas ecológicas integrales, el paso del aula al acompañamiento de comunidades, el énfasis en la producción y el combate al cambio climático… un largo y sinuoso camino con los resultados que hoy están a la vista. Miro hacia atrás y siento el corazón henchido de agradecimiento por la oportunidad que la vida me ha ofrecido de acompañar de cerca esta experiencia a lo largo de sus 25 años.

Por eso quiero compartirles en esta columna un documento antediluviano, una reliquia de nuestros inicios. Se trata de la primera comunicación oficial dirigida por el Equipo Sacerdotal de Reflexión y Trabajo al presbiterio en su conjunto, anunciando el inicio de un camino que culminaría con la fundación de la Escuela y que mostraba ya las inquietudes que movían nuestros corazones en aquel momento. Es un documento inédito, cuya relectura me ha devuelto el sabor del amor primero. Lo comparto como homenaje a un proyecto que ha llenado mi vida ministerial de sentido.

COMUNICACIÓN AL PRESBITERIO

2 de junio de 1994

Desde hace algún tiempo, varios presbíteros que trabajamos en el área rural hemos emprendido un trabajo con campesinos de nuestras comunidades. Ahora que ese trabajo pastoral va tomando caminos más claros y seguros, queremos compartir con ustedes nuestras motivaciones y nuestro caminar, seguros de que con esto compartimos también nuestra esperanza y contribuimos a la unidad y comunicación entre el presbiterio.

Todos conocemos la situación por la que atraviesan los campesinos de nuestro estado. La debacle de la industria henequenera, la falta de apoyos gubernamentales, la ancestral marginación de los trabajadores del campo, las reformas al artículo 27 y otros elementos más, han dejado como consecuencia un acelerado y progresivo empobrecimiento que, en algunos casos, llega a extremos de miseria angustiante. El campo ha dejado de ser rentable y las circunstancias actuales no permiten ni siquiera la autosubsistencia de los campesinos, dejándolos en una situación de completo abandono y obligándolos a dejar sus lugares en busca de otros medios de sostenimiento. Esta situación, constatada cotidianamente en nuestro trabajo evangelizador, se convirtió para nosotros en voz de Dios, en reto apremiante y en imperativo de acción. Esta dramática realidad fue la primera motivación de nuestro trabajo.

Después vino el análisis de la situación. Iniciamos el estudio de la realidad inspirados por el llamado del Concilio Vaticano II a “interpretar los signos de los tiempos”. En la búsqueda de alternativas de solución no quisimos perder nuestra identidad: somos pastores, no técnicos agrícolas ni simples promotores de desarrollo. Por eso nuestra búsqueda estuvo siempre guiada por un espíritu de oración y surgió como una respuesta a ese grito evangélico que aprendimos a escuchar en nuestros corazones desde nuestra primera conversión y nuestro tiempo de formación en el seminario; ese grito que clama por vida y vida abundante para todos. Entendimos que teníamos que colaborar, desde nuestro trabajo pastoral, a que los campesinos de nuestras parroquias vieran este anuncio de vida como una propuesta de Jesús dirigida también a ellos, y tuvieran un horizonte distinto al de la miseria y de la muerte temprana al que ahora se enfrentan. Consideramos que nuestro trabajo pastoral no podía soslayar este reto so pena de desvirtuar una evangelización verdaderamente integral. Esta fidelidad al evangelio y a su propuesta de vida para todos, a partir de nuestra limitada comprensión, es la segunda motivación de nuestro trabajo.

Cuando llegó el momento de investigar sobre algunas propuestas de trabajo con los campesinos, y hurgando en la historia de nuestra diócesis, nos encontramos con muchos y variados intentos de respuesta al problema que ahora también nosotros nos planteábamos. Nos llenó de entusiasmo y nos dio mucha seguridad sabernos continuadores del trabajo abnegado de tantos presbíteros que, encarando en su tiempo y con los medios a su alcance el problema de los campesinos, habían aportado intentos de solución y habían encabezado diversos movimientos de promoción social. De manera destacada recordamos los trabajos de los PP. Pastor Escalante, Leocadio Pech y otros sacerdotes, y -en nuestra búsqueda más cercana en el tiempo- la labor de campesinos de las comunidades de Tekit y Oxkutzcab. Precisamente por estos rumbos encontramos la posibilidad de adoptar un sistema de cultivo que devolviera a los campesinos el amor por el trabajo de la tierra y garantizara su autosubsistencia. Es el método de la “agricultura ecológica” o “agricultura orgánica” que ahora, con empeño y alegría, se está implementando en nuestras comunidades de manera paulatina.

Descubrirnos en la línea de muchos sacerdotes que, antes de nosotros, se preocuparon de la pastoral de la tierra, nos ha ayudado mucho a ubicarnos en un proceso que es mayor que nosotros y nos rebasa. No somos los primeros ni los mejores sacerdotes que han sentido esta inquietud. Nuestro trabajo es solamente una experiencia, es decir, no es la única manera de responder al reto de una pastoral de la tierra, ni pretendemos que sea obligatoria para todos. No descalifica el trabajo de otros sacerdotes comprometidos con técnicas o metodologías diferentes. Solamente es un camino que hemos encontrado y que nos ha parecido bueno para caminarlo junto con nuestros hermanos campesinos. Por eso queremos compartirlo con ustedes. De esta manera conocerán nuestro trabajo y compartirán con nosotros, así lo anhelamos, la esperanza que brota del trabajo realizado al lado de los más pobres.

Fraternalmente

Equipo Sacerdotal de Reflexión y Trabajo

Les invitamos a nuestra sesión virtual en ocasión de la celebración de los 25 años de la fundación de la Escuela de Agricultura Ecológica U Yits Ka’an. La cita es en la plataforma zoom el próximo lunes 11 de enero de 2021 a las 11 de la mañana, a través del vínculo que compartimos al final de estas líneas. Hubiéramos querido, en la tradición de UYK, hacer una concentración celebrativa, una reunión de ex alumnos, una serie de eventos conmemorativos, pero la pandemia nos ha limitado a un conversatorio virtual. Hemos recibido (y seguimos recibiendo) pequeños vídeos de no más de tres minutos con mensajes y palabras de aliento de parte de muchas personas e instituciones. Rebosamos de alegría y agradecimiento. Algunos de estos vídeos los compartiremos en la sesión virtual. Todos los iremos subiendo poco a poco en nuestro portal electrónico a lo largo de este mes.

Vínculo para la sesión de celebración en zoom

ID de la reunión: 854 6843 2802

Código de acceso 604472

Enlace de invitación  

https://us02web.zoom.us/j/85468432802?pwd=SFltM0Y1dTFPcUNLaDNrVFI2cFZRZz09

Iglesia y Sociedad

Nostalgia del aire

21 Dic , 2020  

Tres poemas desde el avión

Poema 1: Leyendo Letras Libres

Me gustan los artículos ventanas,

los que en las pétreas y macizas catedrales

abren alguna grieta

casi invisible, escondida y transgresora,

dejando entrar el rayo de la luna

que modificará la escena y su conjunto.

Amo la gris palabra, que como flecha ardiente

se clava en la mirada y abre surcos

cuyo fin ignoramos,

la que se vuelve guía y testimonio

en los nuevos e ignotos territorios.

Poema 2: Camino a TGZ

Me asomo a la ventanilla del avión.

Por detrás del estruendo de las nubles,

blancas como hervidero lácteo,

se perfila una línea al horizonte:

Es el dibujo perfecto,

trazado por un pincel maestro,

de una cordillera.

Nunca he entendido a quienes necesitan

vías para intuir la existencia de Dios.

A mí me basta

este retrato imborrable del camino aéreo

entre la ciudad monstruosa de José Emilio

y la capital del estado de mayor diversidad étnica.

Poema 3: viaje célibe

Otra vez sobre las nubes,

camino de irredenta itinerancia.

¿Cuándo pondré final a esta vagancia?

¿Cuándo descansaré de subterfugios?

Si la voraz mirada abarca todo

desde esta altura de impresionante vértigo

¿Qué será limitarse a un techo plano

y a dos o tres ventanas sin postigos?

Aunque es cansada la luz que se derrama

sobre la mesa de servicio, impune,

(Y ni leer se puede, pues deslumbra)

viajar es un remedio de la ansiedad oculta,

un lanzarse a dormir sobre las nubes.

Prefiero esta ventana diminuta

que me abre a otros mundos,

que la cama infectada de deseos

que mi edad y mi cuerpo vuelven nulos.

Viajaré, pues, lo más que pueda

dejando la lujuria en la almohada.

Iglesia y Sociedad

Morir a manos de la policía

5 Nov , 2020  

El horror, aunque uno se acostumbre a él, no deja de ser horror. Las decenas de películas sobre todo lo que puede ocurrir en una cárcel, quedan pequeñas ante esa muerte que nadie sabe explicar, ante un suicidio que no acaba de convencer a nadie, ante una “parasitosis” que termina dejando huella de golpes en el cuerpo.

Hace ya mucho tiempo que la tortura se ha revelado como inadmisible en el marco de una sociedad que respeta los derechos humanos. Hace más de 30 años, el 10 de diciembre de 1984, se aprobaba la resolución 39/46 en la que se aprobaba y se ponía a disposición de las naciones para su firma y ratificación, la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos y Degradantes.

No es casual que la Convención fuera aprobada en el Día de los Derechos Humanos, efeméride que recuerda el día de la adopción, por parte de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en 1948. Y no es casual porque el origen de la ONU es, precisamente, el horror de los campos de concentración en la Alemania nazi. Miles, millones de personas recluidas en centros de detención disfrazados de lugares de trabajo, bajo la custodia de personal del ejército nazi, grupos humanos entre los que destacaban judíos, polacos, homosexuales y Testigos de Jehová, encontraron la muerte en esos lugares de reclusión. Bajo la tutela del Estado nazi, caminaron hacia la muerte. Así que tortura y muerte en lugares de prisión son dos motivaciones fundamentales que subyacen a la formación de la asamblea de naciones.

Lo recordaba en un emblemático poema (Hombre preso que mira a su hijo) el uruguayo Benedetti: “todas estas llagas, hinchazones y heridas, que tus ojos redondos miran hipnotizados, son durísimo golpes, son botas en la cara, demasiado dolor para que te lo oculte, demasiado suplicio para que se me borre…” Y cuando, a diferencia del poema, la tortura termina arrancando la vida de la persona torturada, ese error de cálculo termina desnudando toda la empresa.

Conscientes de que el horror de la tortura no desaparece por decreto, sino que implica un largo y hondo trabajo de transformación de mentalidades y estructuras de manejo de poder, el inicio del nuevo milenio vio aparecer el Manual de Investigación y Documentación Efectiva sobre Tortura, Castigos y Tratamientos Crueles, Inhumanos o Degradantes, más conocido como el Protocolo de Estambul, primer conjunto de normas internacionales para documentar la tortura y sus consecuencias.

Pero todos estos avances chocan con una terca realidad: la tortura sigue siendo el modus operandi de muchos cuerpos policíacos. Y no hablo en esta ocasión de la Alemania nazi, ni tampoco del horror de Guantánamo en el delirio imperial de los Estados Unidos, ni las cárceles turcas de la película “Expreso de Medianoche”. Hablo de realidades con menos propaganda, de cosas que pasan “en casa”. Hablo del calabozo de Oxkutzcab, de la cárcel de Tekax, de las patrullas de la Secretaría de Seguridad Pública del Gobierno del Estado de Yucatán.

Yucatán es un estado singular. La policía tiene mala suerte. Algo pasa que los detenidos se les mueren en las patrullas y los calabozos. Y no pasa solo en gobiernos de un determinado partido. La alternancia en el poder parece no haber afectado en nada es extraña singularidad yucateca.

Ayer coincidieron dos hechos: un hombre de 31 años fue aprehendido por la policía yucateca en un puesto de control en el tramo Chicxulub – Telchac Puerto. Estando bajo la custodia de los agentes del orden, el hombre “falleció” mientras era trasladado para ser presentado ante las autoridades ministeriales. Le pasó lo mismo que le había pasado antes a Gaspar Sulub Cimé, de Progreso, y antes a José Santiago Medina Naal, en Sisal, y hace todavía más tiempo a Robert Tzab Ek, en una celda de Tekax.

El otro hecho fue la renuncia del Fiscal General del Estado de Yucatán. Pero no, no piense usted que fue por vergüenza ante la negligencia que revela el hecho de que, después de que en 2003 haya sido aprobada y promulgada la “Ley para Prevenir y Sancionar la Tortura en el Estado de Yucatán”, nunca, ni una sola vez, se haya clasificado bajo tortura las actividades de violencia de parte de la policía, ni tampoco esté ningún policía en la cárcel por alguna de esas sospechosas muertes en cárceles y/o vehículos policiacos. No, fueron otras razones que ni siquiera conocemos, porque los halagos con los que fue despedido por el titular del ejecutivo estatal dejan ver que tenía en muy alta estima el trabajo del funcionario renunciante.

Esta larga historia de horror tiene que acabar. No podemos acostumbrarnos a estas tragedias. Mañana podemos ser tú o yo.

Les comparto ahora el comunicado del equipo de derechos humanos, Indignación AC, equipo desde el cual se ha dado una larga, pero hasta ahora infructuosa batalla, contra este flagelo.

Citar a autoridades y crear comisión sobre tortura, exige Indignación al Congreso

·      ¡Ya Basta! Toda muerte bajo custodia policíaca implica responsabilidad del Estado

·      Gobernador, Fiscal y Jefe policíaco de Yucatán tendrían que comparecer ante legislatura y rendir cuentas

·      Erradicar la tortura, crear protocolo y mecanismos para detectarla, investigarla y sancionarla, exigencia ignorada por Mauricio Vila

Comunicado del Equipo Indignación A.C.

La grave crisis en materia de derechos humanos que enfrenta Yucatán tiene una de sus expresiones más visibles y dolorosas en la persistencia de la tortura, así como en la tolerancia, silencio o encubrimiento hacia ese crimen. Son inaceptables las muertes ocurridas bajo custodia policial en el Estado y el silencio y las omisiones que han seguido a ellas.

El fallecimiento de una persona que se encuentra bajo custodia policial implica responsabilidad del Estado y debe seguirse un protocolo para descartar tortura y para fincar responsabilidades. El Estado es responsable de la vida, salud y seguridad de quienes se encuentran detenidos. Sin embargo, a pesar del número de personas fallecidas en cárceles en Yucatán o en el traslado después de una detención y a pesar de reiterados llamados ante la Secretaría de Gobierno de Yucatán, no se ha establecido este protocolo en Yucatán y se encuentran impunes todos los casos.

De hecho, el mecanismo que se activa ante el fallecimiento de una persona que se encuentra bajo custodia policial, es el encubrimiento y la única respuesta ha sido el silencio. Las autoridades de Yucatán e incluso la Codhey han contribuido a la impunidad, a la “normalización” de crímenes inaceptables y a la persistencia de ominosas prácticas como las detenciones violentas, arbitrarias, los tratos crueles e incluso, es imposible no considerarlo, tortura.

En el caso de Gaspar Sulub, quien “falleció” después de ser detenido en Progreso en febrero de este año, los familiares cuentan con un dictamen forense independiente que indicaría que fue sometido a tortura, dictamen que contradice el dictamen oficial. A pesar de eso, ni el gobernador, ni el jefe de la policía ni el Fiscal han dado explicaciones. Las muertes de Ronald Richmond, cuyo cuerpo fue encontrado en abril en la carretera Xoy – Chaksinkín, y de José Santiago Medina Naal, detenido en Mérida hace unas semanas y cuyo cuerpo fue encontrado en la carretera Hunucmá – Sisal, exhiben el horror, la impunidad y el silencio.

El Congreso del estado tiene la facultad de crear comisiones y de citar a comparecer a autoridades ante situaciones que así lo requieran. El fracaso de quienes tienen la obligación de investigar y sancionar les obliga a actuar. La posible tortura y ciertamente las muertes de personas bajo custodia policial, así como la impunidad que ha seguido a ellas obligan al Congreso a citar al Fiscal, al Secretario de Seguridad Pública y también al Gobernador de Yucatán, que ha sido incapaz de enfrentar este flagelo y realizar las acciones necesarias para detectar, investigar y erradicar la tortura en el estado. Casos denunciados han sido sistemáticamente bloqueados por la ahora fiscalía y entonces Procuraduría, como el caso de Roberth Tzab Ek, cerrado reiteradamente y reabierto únicamente a través de amparos desde hace 10 años.

Lamentablemente, de la Comisión de Derechos Humanos se puede esperar dentro de varios meses, seguramente más de dieciocho, un tibia recomendación en la que no figurará la palabra tortura y que no irá más allá de sugerir capacitaciones inútiles a los policías. Inútiles si no van acompañadas de los mecanismos necesarios para detectar, investigar y sancionar para erradicarla.

En 2016, al menos dos personas murieron por “infarto” en Mérida mientras estaban bajo custodia de la policía estatal. Una de ellas, en mayo, en los separos de la S.S.P. Otra, en diciembre, en una patrulla de la S.S.P., durante su traslado. Ese mismo año, en Temax, un joven murió en la cárcel. El dictamen forense señaló “parasitosis”.

En 2018 un joven murió en Teabo, en la cárcel municipal, y en 2019 otro joven falleció en Oxkutxzcab. Estas son sólo algunas de las muchas muertes en cárceles, centros de detención y unidades policiacas en Yucatán.

En febrero señalamos en una carta abierta al Gobernador: Desde Indignación, en reiteradas ocasiones, hemos exigido un protocolo que obligue a descartar tortura cuando un fallecimiento ocurra en un centro de detención, tal como establece la legislación internacional de derechos humanos, lo cual incluye peritajes forenses independientes, investigación pronta, independiente e imparcial, sanción a los responsables y garantías de no repetición.

 Con rabia, con Indignación, reiteramos la exigencia.

Ya Basta.

Chablekal, Yucatán, 4 de noviembre de 2020

Iglesia y Sociedad

Doña Tran, AMLO y el Tren Fonatur

1 Sep , 2020  

La risa de doña Tránsita resuena como canto de chinchinbacal. Dice que en realidad su nombre es Tránsito, no Tránsita, pero que desde chica toda la familia la llama así, en femenino. Su abuela le contaba que su nombre lo agarraron de un libro viejo de oraciones que llamaba, a la Asunción de la Virgen María, Nuestra Señora del Tránsito. Que, según esto, el nombre viene de tradición vasca. Así que a doña Tránsita, que por un pelito y nacía el día de la Asunción (nació, en realidad el 16 de agosto) le pusieron ese nombre. Pero todos en el pueblo le dicen doña Tran. Y a ella le gusta.

Acaba de entrar a los 80 años, así que doña Tran conoce a Indignación prácticamente desde sus inicios. Su marido fue de los campesinos golpeados en la Plaza Grande cuando protestaban por el desmantelamiento del ejido. Eran los tiempos de la gobernadora Dulce María. Desde entonces nos conoció. Estaban bien ts’irises, nos dice, quién iba a decir que iban ustedes a tardar tanto en estos menjurjes políticos.

Cuando me avisaron que doña Tran quería verme, me imaginé cuál era la causa. Doña Tran votó por López Obrador y suele ver –no todos los días, porque a veces es muy fastidioso, me dice haciendo un mohín gracioso– las conferencias matutinas del presidente. Así que la mañanera del viernes 28 debe haberla dejado inquieta.

El fin de semana había sido, en efecto, muy agitado. En su conferencia de prensa, el presidente citó una nota de prensa en la que se acusaba a Indignación, junto con otras organizaciones de la sociedad civil que han acompañado a personas y pueblos que se oponen al tren turístico en el que AMLO está empeñado, de recibir dinero del extranjero dedicado expresamente a torpedear el proyecto estrella de su sexenio. Si doña Tran, asidua a las mañaneras, había escuchado eso, debía estar preocupada.

La risa de doña Tran cuando me recibió en su casa disipó mis temores. Ustedes tranquilos –me dijo– nosotros les conocemos. Dile a las muchachas que los mismos que votamos por el presidente sabemos también quiénes son ustedes y cuál es el trabajo que hacen. Así que no se angustien. Miren, el presidente escucha lo que quiere escuchar. Yo sigo pensando que es un hombre bueno, pero lo ganan a veces sus caprichos y sus pleitos. Porque es muy pleitista, eso ni quien se lo quite. ¡Si por eso lo elegimos, porque nunca dejó de pelearse con los ricos! Creo que lo que nadie le ha dicho –una sonrisa burlona se dibuja en su cara llena de arrugas– ni los de su partido, es que los únicos beneficiados con su tren de turistas serán los ricos con los que se peleó durante tanto tiempo.

Le cuento a doña Tran que durante el fin de semana recibimos una enorme cantidad de manifestaciones de afecto y solidaridad. Que no estamos angustiados. Que lo único que nos enoja es que el presidente y sus mañas hagan invisible la lucha de muchos pueblos. No solo los que no quieren el tren. También los pueblos que no quieren las megagranjas de cochinos, los milperos que no quieren los transgénicos, los campesinos que no quieren el glifosato, los pueblos que no quieren que otras personas vengan a decirles cómo deben vivir.

Me mira enternecida y suelta el nudo de la hamaca que pende sobre nuestras cabezas. Siéntate, me dice, quiero decirte algo. El presidente no sabe quiénes son ustedes. Perdónenlo. Lo que nosotros no le perdonamos a él es que piense que solo porque ustedes vienen a escucharnos y nos ayudan con los trámites de las leyes, es por eso que no queremos su tren o nos oponemos a sus proyectos de desarrollo. ¡Cómo si no tuviéramos cabeza propia para pensar! Con eso del desarrollo nos han chingado durante años. Ya es hora de que sepa, el presidente y toda su camarilla, que el desarrollo que nosotros queremos, nosotros lo tenemos que decidir.

Doña Tran se mece en su hamaca. ¿Te acuerdas de aquella lucha por los chamacos adolescentes que no tenían familia y a los que llevaban a la correccional que porque no tenían otro lado dónde llevarlos? Creo que fue allá por el 2001 o 2002… ¿te acuerdas cuántos años duró ese pleito que ustedes llevaron adelante? ¡Tardó como ocho años! Pero, al final, aquella señora Martel, que era el vivísimo demonio, salió derrotada. Ya también ahí les atacaba el gobierno. Pero nosotros, desde lejos, desde esta comisaría del sur, sabíamos que ustedes tenían la razón. Y terminaron ganando. Y lo mismo con don Ricardo Ucán. A veces ganan y a veces no, como con aquel señor de Oxkutzcab al que mataron los policías en la cárcel y que nunca se pudo aclarar… ¡Qué va a saber el presidente de lo que ustedes hacen si la única vez que sale con gente como nosotros es cuando le echan incienso los falsos j-menes en sus inauguraciones!

Comprendo, termina doña Tran, que los huaches estén preocupados por ustedes. Tienen razón en estarlo. Yo veo en la tele las cosas que pasan en Guerrero y en Morelos y me erizo de solo mirarlo. Si ustedes fueran de allá, esta acusación del presidente sería casi su sentencia de muerte. Por eso, sus amigos de afuera creen que aquí pueden ustedes estar en peligro. El presidente les tiró, he escuchado que digan, al foso de los leones. Pero no tengan miedo. Aquí no hay leones. Los que quieren poner la granja de cochinos en Homún tienen periódicos, pero no son matones. Además, dicen que son muy católicos, aunque yo lo dudo: en ese diario en el que les atacaron, siempre salen mujeres desnudas…

La carcajada de doña Tran estalla. Su resonancia termina por ahuyentar mis fantasmas. Me toma por los hombros y me dice: ¿Te acuerdas de aquel obispo de El Salvador, que ahora es santo, y al que tú le hacías la novena antes de que lo hicieran santo porque querías que lo conociéramos? Él dijo una vez: “con este pueblo, no cuesta trabajo ser pastor”. Bueno, pues dile a las muchachas y a los licenciados que aquí estamos nosotros, que si el presidente les sigue tirando miarda desde la televisión, que volteen a vernos a nosotros, que confiamos en ustedes. El presidente es buena gente, pero se pelea con los que no debe pelearse y no se pelea con los que sí debería… A ver qué nos dice mañana en su informe.

Cuando salí de la casa, el sol estaba ya poniéndose, en su fulgor rosáceo siempre inédito. Recordé la frase del poeta: ‘la sorpresa casi cotidiana del atardecer’. Cuando la brisa acarició mi rostro, la casa de doña Tran se perdía en el horizonte. El corazón me ardía.